Titulo: Someone
Autor: YuuLove
Pareja: YabuTaro, InooDai, InooTaro
Género: Slash, Lemon…
Extensión: Serial
Nota: Gracias Mymi y Uebo por los banner
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Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13



- ¿Estás seguro de lo que estas diciendo? – aquel hombre de ya edad, sentado frente a él tras aquel escritorio lo miraba como si inspeccionara cada una de sus reacciones.

- Si señor – respondió mirándolo a los ojos para que tomara en serio sus palabras – no me veo como un miembro necesario para Hey! Say! JUMP. Además solo deseo concentrarme en mis estudios.

Aquel hombre suspiró algo cansado. No podía negarse al deseo de Morimoto Ryutaro por dejar el grupo.

- Pero si quieres volver a cantar no podrás hacerlo – le recordó, pues Ryutaro eso lo tenía tan claro.
- Lo sé – sus respuestas cortantes y su cara seria eran el hincapié para quitar a Morimoto Ryutaro para siempre del mundo del espectáculo.
- No. Piénsalo bien, por el momento solo estarás en hiatus, cuando tomes la decisión definitiva avisaremos tu regreso o tu anulación como miembro del grupo – y después de eso las cosas comenzaron a ser un verdadero escándalo. Sobre todo para el grupo de ahora 9 chicos por la noticia.

Quisieron saber del por qué el menor del grupo los había abandonado, y lo único que recibieron como respuesta fue la misma que Ryutaro dijo aquel día “concentrarse en sus estudios” ninguno satisfecho con eso intentó contactar con él, pero nada consiguieron. Ya comenzaban a parecer como si lo acosaran y justamente era eso lo que Ryutaro más detestaba. Lo que sólo los tranquilizaba un poco es que estaba en hiatus y aun no salía completamente de Johnny's Entertainment

Aun así el más culpable y afectado de todo aquello era el líder del grupo que no pronunció palabra alguna desde el día que se enteró. También quiso buscar al menor pero, ¿para qué? Sabía demás la respuesta que quizás recibiría, “Desaparece de mi vida”.


Las llamadas perdidas en su celular eran demasiadas. Podía quedarse minutos mirando el aparato vibrar sobre la cama, a un lado de su rostro pero no se atrevía a contestar. Sabía que los extrañaba mucho, pero no tenía qué cosas decirles.
Se revolvió los cabellos sobre la cama para tratar de dormir, pero no podía, llevaba casi tres noches sin poder dormir como antes solía hacerlo. Quizás sería mejor concentrarse verdaderamente en sus estudios y dejar todo sobre la música en el olvido.



¿Cuantos acosos ya habían sufrido con la inactividad de Ryutaro en el grupo? Demasiadas, sobre todo Kota que era al que más le preguntaban si acaso sabía el motivo. El también lo extrañaba mucho quizás hasta del mismo nivel en que los otros lo extrañaban, pero no podía demostrarlo. Si se quedaba pegado a veces mirando un punto fijo, pensando en Ryutaro y en su estupidez de no responder aquel día, y el rostro del menor lleno de lágrimas se repetía una y otra vez como si fuera una maldición. Casi todos los miembros se pusieron de acuerdo en ir a ver a Ryutaro a su casa, el único que aun no se apuntaba en ello era el mismísimo Yabu Kota.

Ryutaro caminaba en dirección a casa, incluso en la escuela lo acosaban con preguntas. Cubrió mejor su cabeza con aquella gorra cuando vio que venía un grupo de chicas caminar en dirección contraria a la suya.

- Quiero que esto se acabe – suspiró siguiendo su camino, pensando que lo mejor en ese momento era desaparecer.


Se pusieron de acuerdo en ir en parejas y justo era la pareja que Ryutaro menos le gustaría ver junta. Daiki miraba algo preocupado al mayor que no cambiaba su expresión casi de espanto al estar frente a la casa de Ryutaro.

- Yabu – lo llamó con insistencia – cambia la expresión o Ryutaro pensará que algo te pasa – dijo palmeándole el hombro.
- Es que no lo entiendes – dijo mirándolo, justo era como él miles de veces quiso, tener los ojos del menor sobre los suyos y tenerlo solo para él. Estrechar ese delgado cuerpo en un abrazo.
- ¿Entender qué? – preguntó en una sonrisa causando estragos en el corazón del mayor que se sentía tan feliz de estar a así con él. Sólo faltaba el abrazo y podría morir de la felicidad – vamos Kota deja de estar nervioso, no eres el único afectado en todo esto, así que deja de cargar con tanta responsabilidad.

Escuchar su nombre salir de esos labios tan rosados era algo que no tenía precio. Tomó la mano del menor que aun no dejaba de sonreírle. Estaba hecho, tenía que decírselo pero no debía, pero es que las ansias de decírselo eran tan grandes que su propio entendimiento de lo qué podría ocurrir después de eso.

- Daiki yo, verás… - las palabras querían salir de su boca pero las retenía y no sabía por qué.
- ¿Qué hacen aquí? – la interrupción los hizo voltear y luego mirar al chico avanzar hasta cruzar la reja de la casa – váyanse –dijo con frialdad y no porque los odiara, sino por tener que verlos tan juntos frente a su propia a casa y precisamente tomados de la mano. No había escuchado nada de lo que antes estaban hablando, no le interesaba.
- ¡Ryutaro espera! – lo detuvo Daiki reteniendo con el pies la puerta antes de ser cerrada – sólo queremos hablar contigo.
- No hay de que hablar, ¡váyanse! – les gritó casi con desesperación por la fricción que sentía en su corazón.
- Por favor Ryutaro, déjanos hablar contigo, prometo que no te quitaremos mucho tiempo - pedía casi a suplicas – con Kota sólo queremos hablar contigo, por favor.

Ryutaro alzó la mirada mirando detrás de Daiki como Yabu estaba de pie mirándolos sin hacer nada. Él no tenía interés alguno en hablar como Daiki había dicho, siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos, y ese rostro de arrepentimiento quizás de estar ahí estaba mas que reflejado.

- Solo… solo déjenme en paz – y con esas palabras Daiki dio un paso atrás dejando de forcejear. Inmediatamente la puerta se cerró en su rostro.

¿Frustración? Quería llorar. Qué peor que ver a la persona de la cual es mas difícil olvidarte al lado de la que -aunque no sepa- con su existencia te hace las cosas aun mas imposibles de lo que creías.
A penas escuchó pasos acercarse a la entrada, secó con rapidez las lágrimas de su rostro, tranquilizando su respiración para actuar de lo más normal. Por suerte no era su madre, quien lo llenaría de preguntas. Sólo era Shintaro que al verlo sólo lo saludó, mas palabras no expresó, aunque pudiera no las dijo al ver a Ryutaro saludarlo tan cortante caminando a su habitación para encerrarse en ella.

Sé que algunas les gustó el Inoo asesino, pero es que tuve que hacerle continuación porque soy una maldita a la cual manipulan como quieren XD
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Sabía de quien se trataba por el tono de su voz, pero... qué hacía a esas horas en su casa y con esa lluvia que no cesaba desde la tarde? Ya no asustado volvió a tomar la silla para devolverla a su lugar, encendiendo las luces para mirar al individuo que aun estaba de pie delante de la puerta, pero quitándose la chaqueta mojada que traía puesta,

- Qué haces aquí? - preguntó Daiki tomando la chaqueta del chico para ir a colgarla - otra vez peleaste con tus padre? - volvió a preguntar sin dejar siquiera que el chico respondiera. Suspiró después de colgar la prenda en el angosto pasillo que tenía en la casa,

- Si, por eso me arranqué para quedarme contigo - simple como siempre.

- Aish Yuto, aun eres menor de edad. Tus padres podrían preocuparse si no te ven en casa - y aunque le dijese eso sabía que no lo tomaría en cuenta, siempre era lo mismo.

- Si no me quieres aquí solo dilo, puedo buscar... - Daiki lo fulminó con la mirada a sabiendas de lo que diría.

- De ninguna manera. Tonto, como puedes decir eso - y tomando la mano de su primo caminaron cuesta arriba por la escalera para irse a la habitación de Daiki - encenderé la calefacción, estás muy frío.

- Solo quiero dormir, mi cuerpo se calentará solo después de acostarme - quitándose la polera se tiró sobre la cama.

- De ninguna manera, seca tu cabello antes de acostarte. Encenderé la calefacción de todas formas.

Yuto obedeció en silencio, buscando una toalla en los cajones de su primo para secar su cabello e irse pronto a dormir. Mientras Daiki buscaba un pijama que le quedara bien, Yuto se terminaba de quitar la ropa, sin importarle el que Daiki lo viese desnudo. Costumbre?

El celular sonó asustando a ambos chicos que casi se disponían a dormir, ya acomodados en la cama. Con molestia Daiki se puso de pie para ir a contestar, por olvido que había dejado el celular muy lejos de la cama.

- Alo? - contestó pero otra vez no obtenía respuesta. Ya era mucho - si no va hablar no vuelva a llamar - estaba a punto de colgar cuando escuchó que pronunciaban su nombre en forma cortada, como si fuera dicho en un tartamudeo.

- Si no te contestan ya cuelga y acuéstate, me está dando frío - se quejó Yuto por la parte descubierta donde antes Daiki estaba acostado.

- Demonios Yuto, deja de quejarte y... - el individuo no pudo seguir escuchando lo que Daiki le hablaba al otro después de que cortase.

- Yuto? - pronunció con algo de molestia. La habitación en donde se encontraba estaba completamente cerrada y la lluvia golpeaba fuertemente en el vidrio de su ventana sin poder dejar en silencio el momento - quién? - se preguntó con algo de molestia y el seño fruncido.

El día amaneció aun nublado, por lo menos la lluvia había pasado horas después de que se quedara dormido, pero las nubes aun seguían ahí. Tomó un paraguas por si se largaba a llover mas tarde, dejando a su primo aun durmiendo en día de semana, cuando tenía clases. Sabía a la perfección que no iría así que mejor no se atrevió a despertarlo para que no le fuese a golpear con la almohada como suele hacerlo cuando lo despiertan. Tomó su bicicleta y se dirigió al trabajo.

El local de comida rápida no iba muy movido el día de hoy, por lo que tenía tiempo de sobra para pensar una vez mas en las llamadas anónimas, pasándosele por la cabeza cosas como: ¿y si era Kei? no, no podía ser él.

Se preguntaba todos los días como estaría él. Por lo que mostraban en los canales de música en la televisión, Inoo Kei estaba perfectamente bien, sonriendo como siempre y su voz tan perfecta como siempre. Sacó el celular de su bolsillo mientras no dejaba la postura de estar cargado sobre el mesón. Buscó el número de la llamada de anoche y decidido devolvió la llamada, pero no le contestaron dejándose escuchar la contestadora. Dispuesto a volver a llamar carraspeó con los dientes algo molesto por el acoso que estaba sufriendo.

- Me puede atender? - la presencia de otra persona lo hizo guardar el celular rápidamente para disponerse a tomar el pedido.

- Bienvenido, que desea pedir? - preguntó con una sonrisa mirando a la persona frente a él - Demonios - dijo dando un suspiro y haciendo una mueca - Yuto qué haces aquí? - su primo solo le sonrió y se cargó sobre el mesón.

- Vine a verte, acaso te molesta? Además tengo hambre, no dejaste nada comestible en casa - mientras la pareja conversaba, Daiki mostrando una expresión algo molesta mientras regañaba al menor, absortos en la conversación, sin siquiera pensar que los miraban desde un rincón del gran comedor.

Quien lo diría, Inoo Kei obsesionándose con un chico como para seguirlo a donde fuera que fuese, llegando incluso a metros de su casa luego de que entrase perdiéndole de vista, llamándole incontables veces solo para escuchar su voz.

- Vamos Daiki, cómprame algo de comer, mi estomago sufre por tu culpa - el mayor estaba harto de la insistencia de Yuto para que le comprase algo. Bueno, no tenía tanta opción de rehusarse tampoco – adivina- dijo Yuto mientras su primo pedía una orden para él, Daiki lo miró sin mucho interés en sus palabras - vi a tu cantante favorito, ese por el cual te mueres - inmediatamente se le acercó, demasiado para el interés de quien los observaba - lo vi cuando entré, estaba sentado cerca de uno de los pilares, cerca de las escaleras eléctricas.

- estás seguro? - preguntó no creyéndose mucho eso - solo lo dices para molestarme - y dándole un golpe en el hombro mientras le sonreía se volvió a recargar en el mesón.

- por qué querría molestarte, es cierto - desde la cocina americana Daiki fue avisado que el pedido estaba listo, siéndole entregado y depositándolo en una bandeja por si a su primo se le ocurría ir a comer a una de las mesas del lugar - además Daiki - miró el completo con la salsa que tenía encima - te quiero mucho para bromear con esas cosas - y sacando algo de mayonesa le manchó la cara al mayor.

- YUTO! - y si, fue exageración gritar su nombre pero en momentos como ese era algo normal entre los dos.

Aquel nombre llegó a oídos de Kei quien seguía observándolos. Empuñó una de sus manos y prefería alejarse del lugar pero antes debía de ir al baño, llevaba mucho tiempo sentado en el mismo lugar y el pedido de jugo en vaso grande lo tenían con la vejiga casi explotando.

- Niñito este - se quejó limpiándose el rostro con una servilleta. Yuto se había ido a comer no sin antes despeinarlo y volver a mancharle la cara con mayonesa - Hamasaki iré al baño - avisó a una de sus compañeras para que tomase su lugar en la caja.

Yuto lo miraba mientras caminaba en dirección a los baños, observando no muy lejos de la fila por donde caminaba su primo, aquel cantante por el cual Daiki se moría tanto.

Era una fiesta donde predominaban los adultos más que chicos de su edad, aun así conocía a todos los presentes, pero él cumpleañero no gustaba de ningún tipo de fiesta, su cumpleaños podía ser la excepción solo porque era una vez al año.

Era claro que no llamaba la atención como lo hacía su hermano, no era tan sociable ni sonreía bonito tan fácilmente solo para dar buena impresión.

-Morimoto –distraído estaba observando a uno que otro presente sin darse cuenta que alguien estaba tan cerca de él, volteándose para encontrar a un chico de muy linda sonrisa, un poco más bajo que él, pero bien sabía de su verdadera edad.

-Hola -lo saludó acercándose recibiendo un abrazo de felicitaciones por su cumpleaños, para luego recibir una caja algo pesada. Pensando lo que podría ser le sonrió dándole las gracias a Yuri, el hermano menor de Kei.

-El tonto de mi hermano lo olvidó, estaba tan ansioso por venir que salió antes –lo vio cubrirse la boca suavemente con una de sus manos, de seguro imaginando el motivo de Kei.

-Estúpido Inoo –murmuró algo molesto pues también imaginó el motivo.

-¿Y Daiki? -preguntó el mayor pero más bajo, dando una inspección al lugar por si veía al novio de su hermano.

-Debe estar con el troglodita de tu hermano -y también miró alrededor por si los divisaba- pero qué... - el mayordomo al cual le había asignado la gran tarea estaba conversando con unas chicas que lo tenían rodeado. Miró y miró pero su hermano no estaba por ninguna parte- lo siento Inoo, debo ir a hacer unas cosas -se disculpó.

-Puedes llamarme por mi nombre –el mayor tomó su brazo antes de que se volteara con bastante insistencia en su mirada, sin dejar de sonreírle en ningún momento.

-Yuri -un ligero sonrojo en sus mejillas lo hizo desviar la mirada.

-Así está mejor -otra vez esa sonrisa que lo único que hizo fue ponerlo más nervioso enrojeciendo aun mas sus mejillas.

-Con permiso -y se fue en dirección al segundo piso pensando en las habitaciones.

-Mmm... ¿tratando de seducir donde no debes pequeño? -su apestosa presencia no lo sorprendió para nada.

-No hagas eso Kota -dijo molesto apartando la mano del mayor cuando revolvió su cabello.

-Te informo que ese chico ya tiene dueño y aunque te esfuerces mucho en seducirlo no lograrás nada –la copa que estaba en una de sus manos fue vaciada bebiendo el liquido dulce- y que ya está marcado -el más bajo lo miró sin creerle ninguna palabra.

-Como te gustaría que fuese cierto -se bufó dando media vuelta para salir al patio, donde casi la mitad de los invitados se encontraba.

***

Los besos no cesaban y con cada caricia en cada una de las dos porciones carnosas y redondeadas que constituyen el trasero del menor lo llenaban de morbo pensando en ya sentir sus cálidas paredes presionar su miembro, pero tales caricias al menor lo hacía moverse de manera descarada sobre la entrepierna de su novio, arrancándole uno que otro jadeo por la fricción de sus miembros. Kei quitó rápidamente y con algo de dificultad la camisa de Daiki, arrancando los últimos tres botones al darle problemas. Daiki soltó una risita que fue obligada a silenciar cuando el mayor le indicó que guardara silencio.

Con un puchero se alejó de su novio y se terminó de quitar la camisa para seguir con la de Kei, importándole nada abrirla de manera agresiva sin dejar tan solo un botón en ella, sonriendo acarició su torso tocando mas sus pectorales, descendiendo por su estomago y llegar al borde de esos ajustados pantalones a su cadera.

-Uhm –para su tortura Daiki comenzó a frotar su entrepierna por sobre la ropa, mirándolo con esa sonrisa que pocas veces hacía. Para cuando liberó su miembro de entre el pantalón y ropa interior lo introdujo a su boca succionando de el como si quisiera que pronto se corriera en su boca– ohh… no Daiki, ven acá –tomó de su barbilla para que dejase su miembro y se acercara para besarlo de la misma forma fogosa que solían hacerlo. Introduciendo su lengua en su boca mientras desabrochaba el pantalón del menor para bajárselo con torpeza mientras este también le bajaba un poco el suyo. Se separaron para que Daiki terminara de quitarse el pantalón con el bóxer poniéndose luego sobre su entrepierna.

Tomó el miembro del mayor rozándolo en su entrada, sintiendo la presión que hacía este cuando bajaba un poco, y sintiendo lo estresante que era para Kei el que hiciera eso, viéndolo mover el labio sin poder evitar mordérselos.

-Aaahh –gimió cuando Kei rozó la entrada con uno de sus dedos, separando un poco sus glúteos. Daiki no dejaba de masajear el miembro del mayor hasta que pensó que ya era suficiente, quitó esa mano que amenazaba con introducir uno de sus dedos en él para hacer presión en su entrada con el miembro de Kei y lo introdujo poco a poco, quejándose el sentir como sus paredes se abrían.

Kei se recostó completamente sobre el piso frío disfrutando del menor que aun no se movía hasta que decidió levantar su cadera, escuchándolo gemir, cargando las manos sobre su pecho, llegando más abajo antes de volver a subir.

No dejaba de moverse de arriba hacia abajo, bajando con más intensidad que otras, para que así Kei lo penetrara hasta el fondo soltando sin poder evitar un fuerte gemido que Inoo temió que lo escuchasen. Si no fuera por la poca conciencia que le quedaba se hubiese venido en ese momento. Improvistamente Daiki se hizo hacia adelante dejando que el miembro del mayor saliera de su cuerpo, Kei estaba dispuesto a protestar cuando el menor se acomodó entre sus piernas.

-Es mi turno –dijo con lasciva levantando una de las piernas de Kei para dejarla sobre su hombro. El mayor no protestó pues pretendía dejar que lo poseyera por una vez. Pero lo que no pensó fue en que Daiki no tomaría las precauciones debidas antes de.

Se introdujo lentamente, sintiendo inmediatamente como la punta de su miembro era aprisionada y como Kei lo miraba con una mueca de dolor. Apretó fuertemente su brazo sin intención de querer hacerlo, pero la punzada en su interior lo hacía reaccionar sin darse cuenta.

-Ve... más despacio -le pidió cuando sentía que Daiki se adentraba cada vez más en él.

-No... no puedo -la estreches que sentía era tan placentera que se le era imposible querer detenerse, era la primera vez que sentía algo así y comenzaba a perder la cordura.

-De—demonios Daiki... detente -con sus manos en los hombros del menor y ojos cerrados hizo el intento de alejarlo.

-¿Esto... esto es lo que sientes cu—cuando entras en mi? –preguntó después de llegar un poco más en su interior, agitando mas su respiración, la cual chocaba con la perlada piel del pecho de Kei, su frente cargada en él y también con los ojos cerrados.

-Lo único…. Lo único que siento es dolor –se quejó, Daiki sonrió pues a él también le dolió la primera vez y aun le dolía cuando Kei le daban ataques de sadismo por las ganas de tener sexo.

-Pero cambiará –y acercando una mano al miembro descubierto del mayor lo tomó entre sus dedos y comenzó a frotarlo.

Daiki tenía algo de razón, solo algo, porque aun no dejaba de doler su pasaje que aunque no se moviera sentía que lo partía. Se incorporó un poco sin dejar de masturbar a su novio y acomodándose bien entre sus piernas alzó la mirada hacia ese rostro que expresaba algo de dolor y lo miraba con ojos entre cerrados. Cargó su peso en su codo al lado del cuerpo bajo él, de manera que no apoyaba todo su peso para no aplastarlo, sabiendo que podría pasar porque el mismo pasó por eso, cubrió la boca de Kei con su mano e hizo el primer movimiento de afuera hacia adentro, callando el grito que Inoo no pudo evitar.

Estimulaba su miento al compás de sus caderas con cortas embestidas. Si ese grandioso placer era el que a Kei no lo hacía detenerse cuando lo poseía, lo quería volver a sentir en futuros días. Sentía una exquisita fricción. Su interior tan caliente y mojado con su semen que le facilitaba cada embestida. Para Kei comenzaba a ser algo desgarradoramente placentero, la estimulación en su miembro ayudaba bastante.

-¡Aah! –la mano que antes estaba en el hombro del menor paró en la boca de este, el movimiento de Kei al levantar su cadera y embestir contra el mismo Daiki lo hizo gemir.

Al carajo, no podía aguantar más, quitó la mano de Kei de su boca y su propia de la de él, acercándose para besarlo con dificultad por la agitación y el escaso aire que entraba a sus pulmones.

***

-Me rindo –dijo en un suspiro volviendo al salón. No encontraba a su hermano por ninguna parte. Se acercó a una de las mesas para beber algo.

-Mas… muévete mas ra—rápido –y el liquido casi lo escupe después de escuchar aquello, haciéndolo toser reiteradas veces.

-Aaaahhh… uuhmm… Kei .. voy, voy a correrme –y la situación la vio tan complicada. El par estaba teniendo sexo en el mismo salón debajo de una mesa, mesa a la que cualquiera podía acercarse y conociendo lo escandaloso que solía ser Daiki se vio en una situación complicada. Había demasiada gente dentro y la música que interpretaba el pequeño grupo de orquesta era suave.

Casi corriendo se acercó al grupo pidiendo alguna composición fuerte y pidiéndole a todos los invitados cerca de la mesa que saliese al jardín porque deseaba dar un pequeño discurso. Ya casi podía oír a su hermano gritar. Después de darle una última mirada a aquella mesa se retiró pues le tocaba dar el supuesto discurso. Se la pagarían y muy caro. Mas no supo pues comenzó a hablar.

***

-¿Pasó algo? –llegó Yuri con un semblante de niño bueno y preocupado– te ves algo… preocupado –Ryutaro se sorprendió pensando en cómo podía dejar que hasta en el rostro se plasmara la preocupación que sentía de si la pareja había sido descubierta– si es por Daiki y mi hermano no te preocupes, de seguro deben andar por ahí haciendo lo que mejor saben hacer –inmediatamente lo miró y Yuri volvió a leer las expresiones de su rostro– ¿que si sé lo qué hacen? Claro, en casa, cada que Daiki va debo ponerme a escuchar música para no escuchar lo escandalosos que son, es una suerte que nuestros padres trabajen y nadie diga nada de lo que sucede, aunque no se me haría extraño que en cualquier momento los descubran, Kei es muy torpe y disculpa pero, tu hermano no se queda atrás. Me pregunto si uno de ellos le pegó la torpeza al otro o ya eran así –Ryutaro comenzó a reír y es que el mismo se preguntaba eso– ¿tú qué piensas? –preguntó mientras aceptaba una copa del mayordomo y tomando otra para el menor que con gusto la aceptó.

-Yo cre…

-Yo creo que la torpeza se les hizo más evidente con tanto sexo -ambos voltearon, uno impaciente por encontrar sus ojos con los del recién llegado y el otro con molestia.

-La pregunta no te la hice a ti –pero poca atención recibió del mayor.

-Claro, la pregunta iba dirigida hacia mí. ¿Sabías que meterse en conversaciones ajenas es de mala educación? –desvió la vista para mirar fijamente el liquido de su copa simulando estar molesto. Yuri sin poder evitarlo se sintió triunfante por la situación.

-Uhm, tienes razón pero no puedo dejar a la oveja blanca junto al lobo disfrazado de oveja.

-De qué tonterías hablas –frunció el ceño antes de acercar el cristal a sus labios, que improvistamente le fue arrebatado, vaciándose en la boca del más alto de los tres.

-¡Ey! ¡No era para ti –le reprochó Yuri queriendo acercarse para empujarlo de la cercanía de Ryutaro– vete de aquí –dijo con molestia, haciendo un mal cálculo de todo y dejando que el liquido rojizo de su copa se derramara en la negra camisa del cumpleañero al chocar con su cuerpo.

-Oh no –musitó el menor al sentir la humedad contra su piel al pegarse la camisa.

-Ry—Ryutaro lo siento –se disculpó sin siquiera saber qué hacer.

-Está bien, iré a cambiarme, ya regreso -y tras las continuas disculpas de Yuri, se perdió dentro de la casa.

-Sabía que eras torpe pero no a tal grado.

-Cállate idiota, todo esto pasó por tu culpa –se sentía avergonzado.

-Mocoso no es bueno echarle la culpa a los demás –y revolviendo su sedoso cabello se marchó de su lado burlándose de él con una sonrisa.


Mientras Yuri seguía reprochándose por su error Ryutaro ya estaba en su habitación quitándose la camisa mojada ingresando al baño y limpiar su pecho con agua.

-Demonios – se estremeció, el agua estaba helada.

Secó su pecho mientras miraba su reflejo en el espejo, odiaba esas facciones infantiles. Delineaba el contorno de sus ojos con sus dedos, eran grandes y reflejaban demasiada niñez, descendió por su nariz hasta llegar a sus labios. Sonrió forzosamente mostrando sus dientes.

Su entrecejo se frunció y dejó el espejo para ir a su ropero y sacar una de sus camisas.

-Estúpido día –murmuró malhumorado, su hermano teniendo sexo con Kei bajo una mesa en público y no era que odiara que tuviese intimidades… está bien, si le molestaba pero solo porque aun no podía aceptar a Kei como novio de su hermano, le encontraba tantas cosas malas que sentía que malograba a su hermano cada vez más, sabía que era tonto, pero algo de Kei lo era el doble y lo que más odiaba de él era el hecho de que no le importaba el lugar donde se lo montaba con Daiki y pensar que su padre cualquier día podría enterarse o peor, que el mismo los viese le preocupaba.

Se sentía tonto preocupándose por su hermano cuando ni el mismo cuidaba de sí mismo.

-¿En qué piensas? –esa voz y el aire tibio tan cerca de la piel de su cuello rozando su oído lo hicieron estremecer y sobresaltarse. Junto con ello acelerando su corazón como muchas veces antes.

-¿Qué haces aquí? –fingió importarle poco su presencia, volviendo a tomar la camisa que antes dejó sobre la cama por dejarse llevar con los pensamientos– dije que regresaría, no era necesario que vinieses por mi -y por unos segundos quiso dejarse llevar por esas manos que se deslizaban por sus brazos– no hagas eso –tomó una de esas manos que posadas se habían quedado en su vientre.

-¿Por qué? Sé que te gusta –otra vez ese aire cerca de su piel y un inevitable sonrojo en sus mejillas.

-Yabu no comiences –soltándose de su abrazo se alejó acercándose a la ventana de su habitación mientras metía los brazo en cada manga– dejaste solo a Yuri –dijo al ver al nombrado solo, seguramente esperándolo. Sin darse cuenta de cómo el mayor se molestó frunciendo el seño y sintiendo molestos celos carcomerle el alma, y todo por una palabra y cuando estaba a punto de reprocharle Ryutaro lo interrumpió- ¿Cuando subías viste a Daiki?

-Si, salió corriendo con Kei en dirección contraria, seguramente iban a su habitación, ¿por qué? –preguntó sabiendo el por qué de su pregunta.

-Por nada –desabrochó el botón de su pantalón para meter la camisa dentro, pero nada pudo hacer cuando se vio acorralado entre la ventana y el cuerpo del más alto– ¡¿Qué haces?! –trató de alejarse de la ventana apoyando ambas manos en el vidrio y tirándose hacia atrás, pero la fuerza de Yabu se lo impedía– no quiero hacerlo, es mi cumpleaños y además –hizo una pausa al sentir algo húmedo recorrer su cuello– estamos en la ventana –por muchos los intentos de zafarse de aquel encierro nada lograba, estaba nervioso, aunque la luz estuviese apagada igual se podía ver desde abajo lo que estaba cerca del ventanal.

-¿Quieres saber qué siente Daiki en situaciones como esta? –preguntó Yabu una vez más cerca de su oído.

-No gracias. Ahora déjame, debo estar con los invitados. No quiero hacerlo ni estoy en la obligación de complacerte, no tenemos nada, ¿lo olvidas? Así que ahora aléjate - y aunque dijera esas palabras, por nada del mundo quería que lo soltara y por otro lado le dolía, le dolía decirle la verdad y tener él mismo tan claro que no tuviesen nada concreto, eso le dolía. Muy bien Yabu podía estar con otra persona, incluso dudaba de que ya no lo estuviese.

-Si quieres terminar así entonces no puedo hacer nada –su respiración se detuvo y deseó golpearlo por alejarse. Suspiró exageradamente. Acomodó bien su camisa y se volteó sin mirarlo.

-Te espero abajo –ni siquiera alcanzó a dar un paso cuando Yabu volvió a acorralarlo contra la ventana – ¿qué demonios haces? –malhumorado lo miró a los ojos.

-Te conozco, sé muy bien lo que sientes y lo que quieres, ¿acaso ese suspiro no fue algo evidente?, aunque no lo digas sé que anhelas estar conmigo y envidias tanto a tu hermano por tener a Kei que siempre está con él, importándole poco el lugar -sonrió al ver el entrecejo fruncido de Ryutaro.

-No digas estupideces, no tengo nada que envidiar de esa estúpida pareja, además si quisiera estar con alguien ya lo estaría –aunque se mostraba serio en cada palabra que pronunciaba se sentía tan idiota al darle explicaciones.

-Bien –suspiró– fin de la conversación –ni siquiera alcanzó a tomar algo de aire cuando ya lo estaba besando abrazando su delgada cintura para no alejarlo, con ambas manos en los hombros de Yabu trató de alejarlo y al no lograr nada lo mordió– ¡Uhm! Creo, que hoy no seré tan dulce –volvió a besarlo tomando sus delgadas muñecas y sujetándolas con una de sus manos sobre su cabeza. Volviendo la otra mano a su cintura para comenzar a sacarle la camisa del pantalón.

Los movimientos que implicaban hacer para alejarse de su cuerpo estaban siendo procaces, sobre todo cuando Kota le bajó su pantalón junto con la ropa interior acariciando sus piernas ascendente y descendentemente al terminar y antes de quitarse su propio pantalón, todo sin siquiera dejar de besarlo pero otorgándole uno que otro segundo para que tomara aire, aire que se le era arrebatado nuevamente en otra unión de sus labios.
Dejó libre sus manos pero solo para quitarle la camisa y la propia junto con lo que quedaba de ropa. Ryutaro pensó que tan solo por eso tendría una oportunidad de huir de ahí, estaba demás decir que si terminarían haciéndolo pero no quería que fuese en la ventana. Las cosas quizás se le harían más fáciles si no se le hubiese ocurrido irse al lado de la ventana, inevitablemente quedando otra vez contra el cristal, ahora siendo preso por el cuerpo del mayor que volvió a sujetar sus muñecas, y l también sus delgadas piernas que quedaron abiertas por la posición.

Nunca se había dado cuenta de cuánta fuerza podía tener Kota al sostener con una mano ambas de sus muñecas mientras la otra la usaba para masturbarlo con fuerza cada que llegaba a la base de su miembro, con algo de miedo a correrse tan solo con lo que le hacía. Se sintió aun mas preso entre el vidrio ya empeñado por su calor corporal y el cálido pecho de Kota que poco afectado se veía por la situación pues su semblante era serio y tranquilo. Por su mente no pasaba lo mucho que Kota estaba excitado con solo mirarlo.

-¿Se siente bien si toco aquí? –preguntó escabullendo la mano que antes ocupaba para masturbarlo a su trasero, dejando que las yemas de los dedos rozaran su pasaje.

-¡No juegues conmigo! –alterado por la situación. Toda su espalda desnuda al público y su trasero siendo manoseado como si nada. 

Miedo, estaba sintiendo miedo.

Hace mucho tiempo no veía a Ryutaro en ese estado, desde que decidió ser dulce con él no se permitió semi-abusar de su cuerpo, pero ahora podía volver a sentir esa excitación que le causaba el someterlo a sus caprichos. Se acercó a sus labios solo para rozarlos con los suyos antes de introducir el primer dedo. Escuchando en seguida como Ryutaro se negaba a jadear mordiéndose el labio, pero su respiración que se pausó en ese momento le hicieron saber que no estaba tan mal y que no sentía ni el más mínimo dolor aunque su entrecejo estuviese fruncido.

-Y-Yabu detente –su voz podía decirle muchas cosas pero su rostro era otra cosa. Esas mejillas sonrojadas y ojos que no se atrevían a mirarlo eran una gran evidencia de que mentía.

-Ni en sueños –dijo antes de comenzar a mover aquel dedo en su interior sintiéndolo moverse hacia adelante y su miembro hiciera fracción con su piel– ya me gustaría estar aquí dentro –introduciendo el segundo dedo tomó sus labios besándolo solo por querer arrebatarle el aire y se agitara aun más.

Ryutaro jadeaba entre besos, tratando de pedirle una vez más que se detuviera. Por muchas cosas que sintiera no podía dejar de pensar que aun estaba contra el vidrio.

-Aaahh-aaah… - trató de respirar como era debido después del beso y que Yabu quitara los dedos de su interior, quedándole poca fuerza y queriendo dejar los pies sobre el piso. Lo difícil era hacer lo que quisiese si estaba preso de esa manera, que aunque no quisiera que Yabu no lo penetrara nada podía hacer al estar con las piernas abiertas.

El mayor no fue para nada delicado al introducirse de una embestida, casi eyaculando al aun sentirlo demasiado estrecho. Ryutaro aguantándose aun de gemir fuertemente aunque esa penetración lo obligó a morderse demasiado el labio.

-Que sucio eres, dices no querer hacerlo pero me aprietas tanto que con solo escucharte gemir ahora podría correrme –dijo lamiendo el labio inferior del menor.

-No… no digas eso –hace mucho Yabu no decía esas cosas cuando lo hacían– ¡Yabu no! -el mayor comenzó a moverse soltando sus manos para pasar las propias por debajo de las piernas de Ryutaro y tomarlo de los glúteos comenzando el vaivén para nada lento.

Ryutaro trataba de sostenerse de lo que pudieran tomar sus manos, dejando una que otra marca roja en los hombros y espalda de Yabu. Era tanto lo perlado que estaban sus cuerpos que cada que chocaba con la piel del menor se escuchaba un sonido húmedo, acompañado de los gemidos que ahora Ryutaro no podía dejar de emitir.

Manoseaba aun mas sus glúteos en cada movimiento de caderas, así le era más cómodo aunque parecía que al menor le dificultaba mas el respirar. Sus gemidos ya no reprimidos le eran tan estimulantes que escucharlo decir palabras sucias, pero aun así quería escucharlas. La respiración tan cerca de su oído y el pasaje suave que apretaba tanto su miembro lo llevarían a un peligroso orgasmo y por la forma en que los gemidos del menor aumentaban de tono estaba seguro que no duraría mucho. Pero antes de que todo aquello terminara en un delicioso orgasmo tenía que escuchar lo que los labios del menor le negaron tantas veces.

-Lo dirás, ¿verdad? –Ryutaro entendía a lo que se refería pero no lo iba a hacer.

-No, n-no lo haré –estaba a punto de correrse, sentía la humedad en su miembro y cuando pensó que al fin se correría contrayendo su pasaje, un fuerte agarre en su miembro lo descolocó mirando su entrepierna. Kota apretaba su base impidiéndole terminar.

-Yabu… deja, deja correrme –pidió mirándolo con los ojos entrecerrados por cada embestida.

-No, no hasta que lo digas y te llene de mi –y todo porque quería descansar de tal tortura que era el no poder terminar de una vez lo llevaron a decir lo que muchas veces antes se negó por lo vergonzoso que era pronunciar esas palabras.

-K-Kota más, más fuerte, me encanta como me la metes—A-AH! KOTA! –y con ese grito se corrió al fin, contrayéndose su pasaje, llevando igualmente al mayor al orgasmo, sin importarle el correrse dentro de él. Lo sentía estremecerse, aun no dejaba de masturbarlo hasta que la última gota de esencia saliese del menor.

Ambos con las respiraciones agitadas y cansados, Kota encontró mejor idea irse sobre la cama que dejarse caer y terminar juntos en el piso. Aun en sus brazos sin salir de él se lo llevó a la cama para tirarse juntos en ella. Pero cuando pretendía salir de su interior la puerta de la habitación se abrió con un estruendoso ruido cuando esta dio contra la pared.

-¡RYUTARO! –el rostro de Daiki estaba que se caía de la impresión al ver a su hermano desnudo sobre la cama con un Yabu también desnudo sobre el acariciando una de las flexionadas pierdas de Ryutaro– ¡ KOTA! –el mayor lo miró pero sin ningún tipo de expresión en particular, solo la que normalmente usaba para cosas sin importancia.

-Oh, Kota. –Kei salió por detrás de Daiki y al mirar la pareja desnuda sobre la cama sonrió– OOH~ Ryutaro no estás nada de mal –dijo con lasciva mirada recibiendo un fuerte y muy fuerte golpe en el estomago de parte de su novio, casi de la misma magnitud que el golpe que Ryutaro le dio una vez– ¿por qué? –preguntó encogiéndose, y la mirada que recibió fue tan escalofriante que prefirió callar.

-Daiki sal de mi habitación –le dijo su pequeño hermano tratando de cubrir su cuerpo pero no había nada con que hacerlo.

-Kota –apuntó al mayor que ni se inmutaba, seguía en la misma posición– ¡quítate de encima!

-Uhm. ¿Y por qué tendría que hacer eso? –volvió a acariciar la pierna de Ryutaro hasta dejar su mano debajo de su espalda baja y levantarlo para unirse aun mas- no me digas que estás celoso –se burló, Daiki pretendía ir a golpearlo pero el mismo Kei aún adolorido lo detuvo.

-Suéltame Kei, iré a sacar a ese idiota que se quiere violar a mi hermano –trataba de soltarse de su novio.

-Pero que dices –Ryutaro miró a Kota– ya me lo he comido cientos de veces, incluso llegaste tarde. Ahora si nos permites me gustaría continuar– y movió su cadera sin soltar aun el cuerpo del menor que por el roce soltó un quejido cubriéndose la boca.

-¡Pero qué te pasa! ¡Daiki nos está mirando! ¡Detente! –golpeaba los hombros del mayor que no dejaba de sonreír.

-¡¡¡AAAAAAAH!!! ¡IDIOTA! ¡¡TE MATO!! –a Kei no le dio de otra que tomando por detrás de la cintura y comenzar a tironear de él, sujetándose de la puerta para tener más fuerza – ¡INOO SUÉLTAME! –aun después de que se cerrara la puerta se podían escuchar los gritos del mayor de los Morimoto.

-Demonios –suspiró Kota, saliendo de su interior.

Ryutaro solo lo miraba mientras su cuerpo era soltado para verlo recostarse a su lado. Sus piernas temblaron y sintió como la esencia del mayor se escurría entre ellas mientras se hincaba sobre la cama. Su cuerpo aun daba pequeños temblores y casi no podía sostenerse por él mismo.

-Hubiese preferido que Daiki no se enterara –Ryutaro pensaba exactamente lo mismo– ahora me hará la vida imposible –suspiró pensando en lo que se le venía encima teniendo a un cuñado celoso. Ryutaro comenzó a reír– Ryutaro –el menor lo miró acomodarse, apoyándose sobre sus propios brazos– ven acá –le sonrió atraiéndolo a su cuerpo, depositándolo sobre el suyo. Amaba lo sumiso que podía ser el menor en algunas ocasiones como esta. Acarició su espalda de forma tierna y besó su frente– no me engañes, ¿si?

-De qué demonios hablas –dijo arqueando una ceja.

-Eres mío. Completamente mío –aunque Ryutaro no entendía a qué iba todo eso sintió ese reconfortable calorcito en su pecho, quedándose en silencio mientras descansaba sobre el pecho de Kota escuchando el palpitar rápido de su corazón.


Fin…

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wn! no pude evitar dejar esa hermosa frase XD la que está marcado en negrita. Créditos de WordReference jajaja
Perdón por ese final X'D pero tengo que irme y la mymi quiere lemon para su Fundacion "Necesito lemon para vivir"
Se les quiere. Saludos y dejen lindos comentarios.

Estaba asustado, aunque los labios del chico sobre los suyos se movían de manera fuerte para que le respondiera no lo hacía, aun cuando sintió que algo pinchó sus labios haciéndolo quejarse. Cerró fuertemente los ojos y con toda la fuerza que recordó que tenía alejó el cuerpo dejando sus manos en el pecho de él.

- Hikaru~ - y los ojos del chico parecieron cerrarse un poco sin dejar de mirarlo, con sus labios entreabiertos dejando a la vista unos pequeños colmillos. Por muy atontado que estuviera por esa mirada se dio cuenta de algo en su vientre cuando la polera comenzó a subirse rozando su piel.
- ¡Ah! – se alejó del chico arrastrándose por el piso – ¡no te acerques! – su corazón latiendo con la misma intensidad como cuando lo vio por vez primera. Eran tantos sentimientos que corrían por su cuerpo que ni siquiera sus labios estaban quietos – n-no, no te a-acerques – estiró sus brazos para que el chico no se acercara mas cuando lo veía avanzar gateando en su dirección, como si sus manos fueran una protección en ese momento.

La piel pálida del chico y esas manchas oscuras que tenía en algunas partes del cuerpo no eran normales, ¿tatuajes?, ¿cómo pensar claro?
Su mirada aun no cambiaba, pero una media sonrisa se curvó en sus labios cuando por fin llegó hasta donde estaba, tomando ambas manos de Hikaru que no demoró en alzarlas un poco más para acercarlas a su rostro y lamer la palma de una de ellas.

- Hikaru – volvió a pronunciar su nombre cuando alejaba esas manos para volver a acercarse a su rostro.

****

La chica no dejaba de mirar al perro que no dejaba de mover la cola, parecía estar mirando a Yuto y eso le dio pena, que no lo tomara en cuenta hasta que el perro ladró asustándola por el repentino ladrido. Yuto carraspeó los dientes molesto y se acercó al ventanal mirando con molestia al animal y no dudó en correr las cortinas para dejar de mirarlo. La chica algo sorprendida miró a otro lado para que Yuto no se diese cuenta de que lo observaba.

- es una molestia – comentó el chico volviendo al asiento para seguir viendo televisión.

Definitivamente el perro le dio algo de pena. Se veía tan suave que de seguro daban ganas de abrazarlo. Al igual que el menor, prefirió mirar el televisor mientras esperaba a Yuya.

- ¡Llegué! – la puerta principal se cerró y cuando miró en dirección a ella se encontró a un chico alto de cabello negro, era muy lindo y sus mejillas no demoraron en sonrojarse cuando Kei le hizo un saludo con la mano.

Kei caminó hasta la cocina para buscar algo en la nevera encontrándose con el mayor de la familia.

- Hoy llegas temprano – comentó Kota haciendo una mezcla en un bol.
- ¿Qué haces? – preguntó el otro acercándose con la caja de jugo que Kota compró.

****

- ¿Yuri? – su piel se puso pálida de la impresión al tener a un chico desconocido pero… el chico parecía conocerlo muy bien. Ya esa mirada sorprendida y asustada no se encontraba, las cejas del chico estaban fruncidas mirándolo enojado, mordiendo su labio.
- Suéltame Yuya, no me toques – la voz molesta del chico mientras trataba de soltarse no se le hacía para nada algo ofensivo, menos un chico con un cuerpo delgado y pequeño – si no me sueltas llamaré a Keito – dijo desafiante, pero… ¿de quién hablaba?

Soltó su agarre y se alejó sentándose en la cama. El chico aun acostado en ella siguió sus movimientos hasta sentarse también pero más alejado, topándose con el respaldo de la cama. ¿Esas orejas eran reales? Y el deseo de saberlo no lo contuvo. Pensó cuantos años tendría pero no podía saber, se veía demasiado tierno con esas orejas cayéndoles a ambos lados de la cabeza, blancas como su adorado conejo.

- Yuri – lo llamó una vez más acercando su mano para acariciar una de sus orejas – ¡AH! – se quejó al recibir una mordida.
- ¡No me toques! ¡Eres un infiel, ayer la ibas a besar! – ¿escuchó bien? ¿El chico había sollozado? ¿Y cómo podía saber algo como eso? Lo siguió con la mirada cuando el pequeño pretendía alejarse de él en dirección a la puerta, sin evitar sonrojarse al percatarse por fin de su desnudes y… ¿un pompón?
- espera – susurró tomándolo del brazo. El chico volvió a forcejear – ¿quién eres? – aunque suponía no podía estar seguro.

****

- Yuya demora – comentó Yuto mirando de repente a la chica a su lado – si quieres sube a buscarlo.
- ¿De verdad puedo subir? – incomoda al estar en casa donde solo habían chicos, pues ni ayer ni hoy había visto a los padres de estos y no sabía nada de Yuya, si vivía con los padres ni que tenía 4 hermanos y era el segundo mayor. Yuto asintió y la chica se puso de pie para subir la escalera.

***
- Tengo hambre – Kei apoyó la cabeza en la mesa mirando en dirección donde estaba Kota aun batiendo.
- Que novedad – se burló sonriendo pero, ¿acaso no era raro que Kota estuviese tan callado?
- ¿Hiciste algo interesante hoy? – Kota no respondió a su pregunta y solo le sonrió dejando el bol sobre la mesa para ir a buscar un molde al mueble.

***

- ¿Por qué me tiene que dejar afuera otra vez? – se preguntó un chico de cabello castaño, de pie frente al ventanal donde minutos antes le habían cerrado las cortinas – esto es triste – con lamento movió su mano hasta el vidrio tratando de correr la ventana pero esta tenía el seguro, así que no le dio de otra que buscar otra entrada, quizás la de la puerta principal no tenía el seguro.

***

No dejaba de besarlo y Hikaru pensaba que cada vez el chico tenía más fuerza. Volvió a sentir algo suave meterse bajo su polera y quiso impedirlo tomando lo que fuese, sintiendo algo suave. Escuchó jadear al chico que lo tenía preso separándose de sus labios, ahora sus mejillas estaban sonrojas.

- Hikaru – su voz había sonado tan sensual que por un momento pensó en corresponderle todos esos besos que antes no respondió y apretarle un poco más la cola – no… no hagas eso – le pidió con un rostro que reflejaba todo lo contrario, pero de repente las pequeñas orejas del chico se movieron y ya no lo estaba mirando, estaba mirando en dirección a la puerta.

***

- Suéltame infiel, ¡ya no te acepto! – el pálido chico trataba de soltarse, pero todo volvió a quedar en silencio cuando el cuerpo del más pequeño se tensó y lo vio estremecerse en un escalofrío, volviéndolo a mirar con frialdad.

- ¿Yuya? – la voz de la chica al otro lado de la puerta le recordó al rubio que la había traído a casa.

- Su olor es repugnante – el flequillo cubría sus ojos. Quería respuestas, necesitabas respuestas. No era bueno hacer algo como eso pero no podía dejar una oportunidad como esta.

- Kumiko, lo siento. Ahora no puedo salir – gritaba desde adentro sin quitar la vista del pequeño – nos vemos mañana en clases ¿si?

- ¿T-te encuentras bien? – preguntó la chica queriendo abrir la puerta pero la respuesta del rubio la detuvo.

- Si, solo que ahora no puedo salir, de verdad lo siento. Prometo mañana salir juntos – y pensando justamente que eso haría desistir a la chica de estar ahí la escuchó despedirse con la voz cargada de intriga.

- ¿Salir? – algo cayó de su rostro y soltó su mano sintiendo algo de pena pero ¡demonios!, ¡todo era confuso! ¡Quería gritar! No tenía idea de lo que estaba ocurriendo – TE ODIO, NO ERES MAS QUE UN INFIEL – se largó a llorar escondiendo su rostro para que las lágrimas no salieran de entre sus manos.

- Espera, espera. No llores, lo siento lo siento – se disculpaba sin saber si realmente tenía la culpa – ya no llores.

***

Caminó en dirección a la puerta, despidiéndose de Yuto que fue al único que la vio de camino a la salida, pero al abrir la puerta soltó un grito al ver al perro entrar corriendo a su lado. Se llevó una mano al pecho por el susto y esperando que el chico no se fuese a enojar por haber dejado entrar al perro salió de la casa, escuchando después unos gritos desde adentro.

***

Yuto, Kota y Kei se asustaron al escuchar los gritos provenientes del segundo piso. Yuto reaccionando antes al ver al perro subir las escaleras, siguiéndolo también corriendo para sacarlo de la casa.
Lo vio irse en dirección al otro pasillo que llevaba al baño.

- Estúpido perro – murmuró acelerando el paso.

***

- ¿Le habrá pasado algo? – comentó Kei cuando vio que Kota siguió con lo suyo dejando de lado los gritos que antes escucharon.

- De seguro se estará peleando con Hikaru, mejor no vayas a verlos o te meterás entre ellos y la pelea será peor.

Kei le encontró algo de razón y se volvió a sentar observando lo que hacía. Hace mucho no lo veía cocinar y al parecer las comidas que Hikaru preparaba ya lo tenían aburrido.

- Kota, a ti ¿no te ha pasado nada extraño estos días sin nuestros padres? – Kota metió la mezcla al horno después de vaciarla en un molde – cuando dije lo del gato no estaba mintiendo, de verdad había un chico ahí.

- Te creo – la respuesta del mayor lo sorprendió– me pasó algo parecido – comentó dirigiéndose a tomar dos vasos para servir jugo – pero no es un gato – Kei esperó a que continuase con su relato – es un oso, el peluche que me regalaron para mi cumpleaños.
- Lo sabía! – gritó el menor aun sorprendido.

- Pero no se lo digas a nadie, menos a Hikaru que es el que parece más afectado en esto – él no sabía nada de Hikaru por lo que preguntó el por qué no podía comentarle nada – hoy llegó alterado diciendo que su peluche se transformó en un chico, al igual que el mío, pero le dije que solo había sido un sueño, que quizás se durmió en clases – miró a su hermano – no me mires así, si lo hubieses visto también le habrías mentido, estaba peor que tú, dijo que el chico se le subió encima.

- Pues a mí también se me subió encima – reprochó

- Como sea, no le comentes nada. Cierto – dijo mirando la mesa – olvidé comprar unas cosas, ¿podrías ir tu? Debo preparar la cena, no creo que Hikaru tenga más intención de hacerlo y tampoco quiero que lo haga, un día más y enfermaré.

El pelinegro aceptó ir en su lugar, tomando las llaves y algo de dinero que Kota le había pasado, aunque quería seguir hablando del tema. Quizás le preguntaría a Yuya cuando volviese.

***

- Se fue – volvió la vista a Hikaru que no dejaba de mirarlo sorprendido y con menos miedo que antes. Le sonrió y disponía a volver a besarlo cuando el mismo Hikaru cubrió su boca.

- Espera – le dijo sin sacar la mano de su boca.

- ¿Qué? – el chico no se alejó, incluso se acercó más introduciendo las manos bajo su polera –¿ me tienes miedo? – su entrecejo fruncido reflejaba muchas cosas.

- C-Claro, no sé quién eres… y lo que eres – hizo una pausa para mirar a otro lado – y por qué me besas – sus mejillas volvieron a enrojecerse soltando la cola del chico para hacerse un poco hacia atrás y sentarse bien sobre el piso.

- Son muchas preguntas – se quejó el chico alejándose de él para ponerse de pie, en cuando Hikaru volvió a mirar sus mejillas se enrojecieron mas – ¿te apena verme desnudo? No suelo usar ropa, mi pelaje me cubre del frio – ¿pelaje? Si se refería a los bellos de sus brazos pues casi ni se le veían. Al notar la cara de incertidumbre del chico volvió hablar – soy un tigre, fingir ser un peluche se me hizo una costumbre, pero soy un tigre. Puedo tomar forma humana aunque no puedo hacer mucho con mi cola y orejas. Si quieres me puedo convertir en tigre ahora y devorarte completo – dijo moviendo la cola mientras lamía sus labios.

- ¿Es un sueño verdad? Quizás me quedé dormido otra vez en clases – sonrió como tonto revolviéndose el cabello, pues no creía nada de lo que el chico le decía.

- Si lo dices porque Kota dijo que fue un sueño pues te equivocas, incluso el tiene un oso, se llama Ryutaro y aparenta ser un peluche al igual que yo, aunque pocas veces se transforma en humano porque tu hermano lo abraza cuando duermen – envidia, Hikaru sabía que lo que se reflejaba en su rostro era envidia, sobre todo al decir las últimas cuatro palabras – Yuya también, su conejo Yuri. Ryosuke es el perro de Yuto, me da algo de pena el pobre, tu hermano suele dejarlo durmiendo afuera por eso llora casi todas las noches – aunque sintiera pena le molestaba, pues cuando el perro aullaba no lo dejaba descansar.

- ¿Y Kei? ¿El gato? – preguntó poniéndose de pie pero sin intención de acercarse al chico.

- Hablas de Daiki? Ese tonto pasa más fuera que dentro de casa, el desinterés de tu hermano por él lo tiene demasiado mal. Por lo que me dijo pasa con gatas del barrio, quizás ya engañó a tu hermano con alguna de ellas – miró a Hikaru y se le tiró encima a penas este bajó la guardia – ya me cansé de hablar. Hikaru, hagamos algo más entretenido – le sonrió antes de volver a besarlo.

***

El pasillo se veía algo oscuro y le daba miedo avanzar más, pensar que esa cosa volvería a aparecer le espantaba y sin dar la espalda comenzó a retroceder dejando de lado la idea de ir a buscar al perro.

- ¡Te tengo! – dio un sobresalto al sentir unos brazo alrededor de su cuerpo por la espalda y volver a escuchar esa voz – Yuto, volvamos a bañarnos juntos.

- ¡A-Aléjate! – le ordenó cuando por fin volteó – no te acerques a mi o te – miró a su alrededor pero no había nada a su alcance.

- Ya deja de ordenarme qué hacer, quiero bañarme contigo y eso vamos hacer – tomó de la mano al chico y lo arrastró hasta meterlo al baño que ni a 5 pasos estaba de ellos, cerrando la puerta con el pestillo.

***

Las calles ya estaban oscuras, pero por suerte la tienda no estaba muy lejos de su casa por lo que no demoró en llegar y comprar lo que Kota le había pedido. Caminaba como si nada tarareando una canción y meciendo la bolsa mientras miraba hacia el frente.

- ¿Lo dices en serio? – la voz de un chico lo desconcentró de la canción mirando en su dirección. Justo el farol de ese lado estaba apagado, solo podía ver una silueta de pie frente a una pared, miró un poco más arriba y una masa peluda estaba sobre la pared – ¿eh? – el chico pareció mirar en su dirección – ¿Kei? – preguntó dando pasos para acercarse, apenas le llegó algo de luz Kei lo vio y la piel se le puso de gallina recordando inmediatamente ese rostro – lo siento, hoy no puedo – y diciéndole aquello a la masa peluda se acercó más al chico que al verlo dar otro paso salió corriendo a casa.

***

No sabía qué hacer para que el pequeño dejase de llorar y pensando en Yuto cuando era pequeño se le acercó para abrazarlo y tomarlo entre sus brazos, sintiendo el forcejeo débil del chico, pero aun así no desistió en seguir abrazado a él.

- Lo siento, lo siento. No llores mas – acarició su cabeza mientras sentía como esos delgados brazos pálidos se aferraban a su cuerpo, acomodándose entre su regazo.
- ¿No la volverás a traer? – preguntó el pequeño. Pensó que sería mejor responderle afirmativamente.
- No, no la volveré a traer. Pero ya no llores – y a penas esas palabras fueron pronunciadas el chico soltó una risita y alzó la vista.
- Entonces te vuelvo a querer – con su voz completamente de felicidad lo abrazó del cuello para hacer presión hacia abajo y así lograr unir su pálida nariz con la de Yuya haciendo un pequeño roce.

Aquel gesto se le hizo tan conocido. Siempre antes de dormir rozaba la punta de su nariz con la de su conejo Yuri que solía dormir en su pecho, entonces recordó hacer las preguntas.

- Eres Yuri, ¿verdad? – el chico lo miró sin alejarse de su rostro.

- Claro, ¿pues quién mas sería sino Yuri?

- Pero, eres un conejo. Los animales no se transforman en humanos – aquella cercanía se le hacía tan agradable y esos ojos negros tan profundos que ni un movimiento hacia atrás hizo.

- Pero yo sí y no soy el único. Si quieres podemos ir a ver a Keito antes de que se coma a tu hermano Hikaru – comentó el pequeño poniéndose de pie.

- ¿Comerse a mi hermano? ¿Quién es Keito?

- Si, comerse a tu hermano, pues Keito es un tigre – e ideas sangrientas pasaron por su mente. Un tigre comiéndose a su hermano, pero lo que él no sabía era que Yuri no lo decía en plan de comida.

Antes de salir corriendo de la habitación buscó algo que pasarle al pequeño y lo más cómodo y rápido en ese momento era una de sus camisas que perfecta le quedó al chico pues por lo menos le llegaba hasta los muslos aunque las mangas fueran largas, pero más adorable se veía con esas orejas y las mangas largas siento tan bajito.

El primero en entrar fue Yuya que al ver la escena se congelo y… algo no estaba bien.

- Te lo dije, ya estaba que se lo comía – el pequeño chico se acercó a Keito que ni con sus presencias se separó del cuerpo bajo el suyo que ya lo tenía sin polera y con el botón del pantalón desabrochado. Hikaru tenía sus mejillas y orejas demasiado rojas – ya Keito, déjalo. Ni que estuvieras en abstinencia.

- Pues lo estoy, no me alimentan como a ti todos los días – se quejó por fin alejándose de Hikaru – ¿qué haces con eso tan ridículo? – preguntó en referencia a la camisa.

- ¡No es ridículo! Yuya me lo dio – tomó del brazo al rubio y tiró de su brazo para que lo mirase – ¿verdad que me veo lindo Yuya? – pero el chico no lo tomó en cuenta pues aun ver a su hermano en esa condición lo traumaba.

- Yu-Yuya no es lo que piensas – torpemente se puso de pie tomando su polera a espalda de los tres para ponérsela, Yuya viendo unas extrañas líneas rojas en su espalda. Volvió a voltearse sintiéndose demasiado observado.

- ¡YUYA! – el rubio miró a su lado – ¡Adivina! ¡Es hora de alimentar a Yuri! – dijo con felicidad alzando las manos seguramente para que lo tomase en brazo pero lo único que hizo el rubio fue tomarle la mano para sacarlo de esa habitación.

- IACK! Solo vinieron a molestar – se quejó Keito mirando a Hikaru.

****

Kei estaba a pasos de entrar a su casa cuando recordó la conversación que había tenido con su hermano y en su rostro. No lo había visto para nada sorprendido con lo que estaba sucediendo. Quizás sería bueno hablar con ese gato, pero… ¡no quería acercársele! Le tenía alergia al pelaje del gato.
Escuchó un maullido a su lado y rápidamente se corrió cuando el gato pasó a su lado en dirección a la entrada.

- ¡Espera! – le gritó pero el gato siquiera miró, seguía dándole la espalda esperando a que abriese la puerta – ven… ven acá – quiso tomarlo cuando sus manos temblaban, pero el gato salió corriendo hacia el patio de la casa – ¡solo quería hablar contigo! – le gritó molesto, sintiéndose demasiado estúpido por lo que hacía. Hablarle a un gato, el gato que desde que se lo regalaron no le tomó ni la más mínima importancia

Entró a la casa pasando a la cocina para dejar la bolsa sobre la mesa. Kota no se encontraba ahí y solo no se quería quedar, así que lo mas relajante por ahora sería tomar un baño para dormirse temprano. Demonios, acababa de recordar que tenía que hacer un trabajo que de pereza no quiso hacer antes y tenía que llevarlo mañana. Vio a Kota viendo televisión sobre el sofá totalmente absorbido por la luz de la caja pues pareció no darse cuenta de su presencia, así que pasó de largo subiendo la escalera para ir por una toalla directo al baño.

Pasó por afuera de la habitación de Hikaru olvidándose de su existencia, al igual que la de Yuya, siguiendo de largo para irse directo al baño pero el sonido del agua correr le dieron a entender que estaba ocupado. Golpeó dos veces para saber quien estaba dentro pero no recibió ninguna respuesta. Si solo no había nadie entonces entraría pero la puerta estaba cerrada. Volvió a golpear y apenas dio el tercer golpe se escuchó una voz desde dentro.

- Yuto termina luego, yo también quiero tomar un baño – le gritó volviendo a su habitación.

****

- ¡Kei! – llamó a su hermano a penas la mano sobre su boca dejó de hacer presión – ¡idiota vuelve acá! – y el silencio volvía hacerse presente.

- Yuto todo este tiempo has sido muy malo contigo, pero te perdono si me bañas de nuevo – ambos estaban dentro de la tina. Yuto aun conservaba su ropa pues fue empujado dentro de ella.

- ¡No, aléjate! – arrinconado con el agua cayéndole sobre el cabeza trató de hacerse más hacia atrás. El chico se le acercó más pero solo para poner el tapón entre las piernas de Yuto y así dejar que la tina se llenara de agua.

- esto es incomodo, ¿verdad? – con toda la proeza que era quitarle la camisa de la escuela a Yuto, se la quitó a tirones mientras este trataba de alejarse de él – ahora solo queda esa cosa entre tus piernas – dijo refiriéndose a los pantalones cuadrilles – ¡solo hay que tirarlos! – con alegría tomó una de sus piernas tirando de la tela.

- ¡¡NOO!! ¡DEJAME! - Yuto se resistía, sujetando el borde de su pantalón para que el otro no pudiera quitárselo, pero poco sirvió el dejar de sujetarse de la tina resbalándose dejando que el agua ahora cayera sobre su rostro, sintiendo que se ahogaba al no poder respirar bien. El chico no dejaba de reír de la situación hasta que por fin, tomando la tela de la otra pierna se los quitó, teniendo que ponerse de pie para sacárselos completamente.

- Ahora si – miró hacia atrás y tomando el que sabía que era el shampoo se lo echó a Yuto sobre el cabello cuando el pobre pudo incorporarse quitando el agua de su rostro para abrir los ojos. Sintió las manos del chico sobre su cabello con delicadeza desparramarle lo que fuese que le pusiera. Abrió los ojos y el chico se echaba de lo mismo en su cabello.

Ahora para nada se veía amenazante, menos cuando tomó sus manos para dejarla sobre su cabeza. Y lo suave que se sintió luego sentir las de él masajeando su cabello para que el shampoo se hiciera espuma blanca. Pensando que era una total locura movió sus dedos sobre el cabello del chico que se dejó hacer con lo que para él eran caricias como cuando lo bañaba.

***

Se relajaba sobre la cama volviendo a pensar en las palabras de su hermano y en el tonto gato que salió corriendo olvidándose del trabajo que debía de hacer o quizás solo eran las pocas ganas que tenía de escribir que lo llevaron a tirarse sobre el colchón.

- ¿Qué es lo que querías hablar conmigo? – el chico de esa misma noche apareció al lado de su ventana – qué, ¿ahora te vas a acobardar cuando fuiste tú quien quería hablar? – Kei se quedó en silencio mirándolo, tratando de tranquilizar el pulso de su corazón para no salir huyendo despavorido.

- No voy a huir – dijo con todo el valor que estaba tratando de tener – so-solo no te me acerques mucho.

- Tsk – el chico caminó hasta el otro extremo de la habitación – ahora. Tu tampoco te me vuelvas a acercar como lo hiciste – Kei se ofendió y abrió la boca para reprocharle – no necesito cariño pobre de tu parte.

- Ni que quisiera dártelo –

- Si me querías para decirme esto entonces me largo – molesto caminó de vuelta a la ventana aun abierta.

- Solo quiero saber quién eres – se hizo un poco más hacia atrás cuando comenzó a tener ganas de estornudar, cubriendo su nariz para evitarlo.

- Ya que nunca me diste un nombre mamá me lo dio, no es Gato, imbécil. Es Daiki, así que deja de llamarme como estúpido cada vez que me vez o te refieres a mí. Bien, respuesta respondida. Adiós.

No era suficiente para él, necesitaba saber más cosas, como: ¿de dónde provenía?, ¿qué hacía ahí?, ¿qué era?

- No no, espera – sostuvo su mano y esos ojos extraños lo miraron con el entrecejo fruncido.

- Aah~ te dará alergia si me sigues tocando~ - con maldad enredó su cola en el brazo del pelinegro para que le diera comezón – ¿no piensas soltarme? – y todo el tiempo en que Kei se mantuvo en silencio fue solo porque al mirar detenidamente el rostro del chico con el reflejo de la luz proveniente de la calle, sintió que su estomago se revolvió y su pecho era fuertemente golpeado por el palpitar de su corazón, sintiéndose incomodo por la reacción que tuvo, sobre todo cuando la cola del chico se enredó en su brazo y su rostro se acercó mirando mucho mejor las facciones de este.

- No – dijo mirándolo a los ojos que cada vez se veían más cerca – te tengo miedo – pronunció aun más tonto de lo que alguna vez creyó estar por alguna chica. El chico no entendió la reacción del pelinegro y prefirió mejor alejarse dándole un golpe en la frente con la otra mano para que se fuera de espaldas sobre la cama.

No sintió nada, solo se le quedó mirando mientras se quejaba por el golpe. Pensó en el niñito gallina que era Kei cuando lo veía y lo raro que era ahora no verlo correr hacia la puerta para huir. Suspiró incomodo divagando en las tantas veces que desistió de tocarlo. La herida en su pecho quizás costaría sanar, mas teniéndolo tan cerca.

***

Se movía de un lado para el otro dando cortos pasos. Todo estaría completamente oscuro si no fuera por la poca luz que entraba por la ventana. No quería permanecer por más tiempo ahí encerrado y pensando en la frazada que antes Kota dejara sobre la cama la abrió cubriéndose hasta la cabeza con ella. Abrió la puerta con cuidado observando que nadie se encontrara por el pasillo, saliendo con sigilo y cerrando la puerta con el cuidado de hacer el más mínimo ruido hasta que escuchó un grito al final del pasillo, caminando rápidamente hacia la escalera y bajando descalzo por ella. Hasta que…

- ¡¡Aaah!! – tropezó a pocos pasos de bajar completamente cayendo de boca contra el piso. Aun con el golpe que se dio solo se quejó para ponerse otra vez de pie, sintiendo el olor a comida. Tomó la frazada cubriéndose bien.

Daba pasos largos solo por la comida llegando pronto a una habitación que nunca había visto pues poco salía de la habitación de Kota. Para su felicidad lo encontró ahí de espaldas a la entrada, acercándose en silencio hasta estar centímetros cerca de su espalda.

- Tengo hambre – para cuando Kota se volteó dando un sobresalto su cara se horrorizó, tomando al chico de la nuca, acercándolo con rapidez al lavaplatos, cubriendo su nariz con lo más cercano que tenía. El rollo de papel de cocina.

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Fue muy cuatico escribir este capítulo.

De pie frente a la entrada miraba hacia el exterior, dejando que su mente recreara tales recuerdos que muchas veces le hicieron sonreír y otras llorar, consumiéndose en ellas, dejando pasar los segundos que le parecían horas cuando aquella cálida sonrisa iba y venía a su mente, sonriendo solo para él, pero no era más que un recuerdo, un cruel recuerdo en esos míseros segundos que pasó de pie junto al ventanal de aquella cafetería donde pasaba la mayor parte de su tiempo.

Ya llevaba un año trabajando en una cafetería que quedaba justo en la esquina de una avenida, por lo cual era frecuentada por diferentes edades. Los recuerdos de su vida pasada como lo llamaba él, aun permanecían vigentes en su mente, torturándolo cada que veía entrar a una pareja de estudiantes a tomar un café y compartir su tiempo juntos. No los envidiaba, los admiraba, admiraba ver cada sonrisa que se regalaban y miradas intercambiadas, llenas de sentimientos cálidos. Las mejillas que enrojecidas trataban de ocultar ya fuera entre sus flequillos o manos.

-Takaki-san – y todo volvió, aquel ruido de murmullos al tener gente de aquí para allá. Miró al culpable de su interrupción, el mismo chico con el que compartía departamento, el mismo que veía cada mañana, cada tarde y antes de dormir – podrías dejar de mirar la calle y tener la gentileza de ayudarme con esto? – oh, no se había percatado de la pesada caja que parecía estar ligera, sosteniéndola entre sus brazos, y tan pronto como sus miembros reaccionaron dio los pasos suficientes para llegar a su lado y ayudarlo.

En efecto, la caja era lo suficientemente pesada a pesar de ser tan pequeña. Supuso que serían nuevas lozas que el dueño había comprado hace ya meses pero que aun no eran usadas, para la temporada de otoño que ya había comenzado.

Aun no comprendía la manía del dueño en cambiar el diseño de tazas en cada estación del año, junto con los vasos, las mesas y sillas, dejando que el lugar se tornara de matices que representaban el otoño, pero aun con todo el cambio que debía realizar, amaba su trabajo y todo lo que lo rodeaba, porque para él había sido como comenzar de nuevo.

Los minutos pasaban rápido cada que se divertía en aquella cafetería realizando alguna acción, como acomodar los cubiertos y artículos de trabajo.

Ya era la hora y el cartel que decía “cerrado” cambiaria dando la bienvenida a quien fuese que cruzara el portal.




En un principio costó sobrellevar aquella tragedia sobre sus hombros, no poder conciliar el sueño cada que decía su nombre en un susurro añorando el volver a verla a su lado. Sentir sus sedosos cabellos entre sus dedos cada que los acariciaba. La idea de su tío al llevárselo a la capital no había sido del todo mala, pero al ver que abusaba de su hospitalidad buscó un trabajo y al poco tiempo un compañero el cual dio la idea de compartir departamento. Inoo Kei, no era mal chico, era menor solo por meses, al chico le gustaba mantener su cabello algo largo y ondeado, claro que en la cafetería lo llevaba amarrado en una corta coleta todo el tiempo.

Era increíble la paciencia que podía tener, cada mañana dejaba el baño desordenado y Takaki no le gustaba eso, Inoo sabía cómo aguantarse su mal humor y sonreírle todo el tiempo, pero aun con lo enojado que podía llegar a estar con él no se arrepentía de vivir juntos, ya que por cierta parte llenaba su casi vacía vida con sonrisas y amistad.

La campanilla de la puerta sonó dejando entrar a dos chicas que coquetamente les sonrieron antes de buscar un buen lugar donde sentarse.

Sumido en su labor preparaba dos capuccinos y dos trozas de tiramisu, hasta que la voz y presencia de su compañero de trabajo lo interrumpió.

-esas chicas te miran demasiado, creo que deberías de pedirles sus números, sobre todo a la de cabello largo. Desde que entró no ha dejado de mirarte – no dejaba de mirar a las chicas que sonrientes disimularon estar en una entretenida conversación, mirando luego a su compañero que parecía estar ignorante a su presencia.

El ruido seco y el fuerte golpe que recibió el pelinegro lo volvió a la realidad.

-qué esperas, trabaja – era común de su jefe, el dueño de aquella cafetería que lo golpeara a manotazo en la cabeza cada que se distraía y quejándose se alejó del lugar para llevar la orden a las lejanas mesas que estaban en uno de los extremos de las murallas que daban fin al lugar.




El conflicto de palabras que escuchaba nublaban su mente, generándole dolor de cabeza y es que la parejita no había dejado de discutir desde que habían salido de la escuela.

Caminaba cinco pasos más adelante para no escucharlos discutir, pero era imposible y esperar a que terminaran de hacerlo lo era aun más.

Y el conflicto mental que tenía era tan grande, las palabras de ambos sonaban como si las dijeran con un altavoz, y podía ser conocido por ser un chico dulce y todos los sinónimos de aquella palabra, pero cuando se trataba de algo como esto, pues simplemente se convertía en un ser irreconocible y su mirada podía asustar tanto que a ambos podía dejar mudos con solo mirarlos y justamente eso pasó cuando volteó al no tener más aguante, volviendo todo a la paz con sus palabras silenciadas.

-tengo hambre y quiero un pastel – demandó aun con esa mirada de los mil demonios, sabiendo que con ello podría obtener comida gratis.

Solo caminaron dos calles más arriba y lo que mejor estimó conveniente en aquel momento fue una cafetería que desteñida se veía por fuera pero que tras el cristal era algo único.

-bienvenido! – el tintineo de la campanilla lo hizo mirar cuanto antes para recibir a la nueva clientela que algo asombrados entraron al lugar, tomando asiento no muy lejos de la entrada.

-quiero pastel de cerezas – habló un chico de más baja estatura cuando fue eso lo primero que vio en el menú, mirada inocente, con un lindo brillo en sus ojos, cual podía cautivar a cualquiera, piel rosada y lindos labios que se curvaron luego de percatarse en la mirada que el mesero de coleta le diera sin darse cuenta.

-yo quiero un mousse de chocolate con un café con leche y para él un chocolate caliente – pidió la chica frente al pequeño que aun con una mirada coqueta no dejó de observarlo.

Tan pronto como pudo tomó nota y se alejó de la mesa sintiéndose demasiado intimidado por el chico a pesar de los meses que llevaba trabajando ahí y muchas veces le miraron de la misma forma.

La vida le parecía dar grandes sorpresas, pero nunca pensó en que alguien pudiese coquetearle cuando el mismo pensaba que nadie podía superarlo en palabras románticas y miradas coquetas.

-te sientes bien? Sucedió algo? –de la presencia de su amigo no se percató, quien tomó la libreta donde había tomado la orden y comenzaba a prepararla.

Pero la mirada que antes se posó en él, ya no se encontraba, dando un gran alivio pero a la vez desilusión, no era gay ni mucho menos, no le interesaban los chicos, pero aquel era tan diferente a los demás que con solo haberlo mirado se le creó cierto calorcito en el pecho.

En sueño volvió al bar para reposar sobre el mesón luego de dar la orden de aquel grupo sin poder evitar mirarlo hablar, haciendo muecas algo extrañas por no obtener siquiera otra mirada de su parte.

La campanilla volvió a sonar pero esta vez no eran dos ni un grupo de chicos, si no uno solo con una sonrisa que al pelinegro le pareció algo escalofriante y un papel entre sus manos, no imaginándose que podría ser. Sin que sus palabras saliesen de entre sus labios para darle la bienvenida lo vio venir aun sonriente a su lado.

-quisiera hablar con el dueño – lo escuchó decir y su voz no acompañaba para nada aquel rostro rosado y dulce que le miraba.

No necesitó nada mas pues llamó a su jefe que no tardó en salir de la cocina secándose las manos, de seguro había estado ocupado haciendo algún pastel. Inoo no servía para hacer dulces, con suerte podía preparar un café exprés pero no por eso seguía en aquel trabajo, solía atraer clientela con su persuasión y luego aquella comenzó a ser clientela frecuente, Takaki no estaba muy lejos de ser igual de persuasivo pero la gran diferencia es que sabía preparar todo tipo de postre que se servía en la cafetería y los cafés les quedaban exquisitos por eso pasaba en el bar preparando los pedidos.

-Takaki-san - y el rubio miró por sobre sus anteojos de marco negro a su compañero de trabajo - necesito ir al baño, la mesa 5 pidió otro pastel de cerezas - y guiñándole el ojo le dejó la libreta sobre el mesón y corrió al baño en el segundo piso.

Tranquilamente, pensando que tenía todo el tiempo del mundo se dirigió a la cocina tras el bar cortó otro trozo del pastel, llevándolo en un platillo y este sobre una bandeja color plata a la mesa indicada.

-aquí está el pastel - dijo mirando a los tres presentes que se limitaron a mirarlo hasta que escuchó un "gracias" a su derecha y algo incomodo se sintió al observar al chico pero poca importancia le tomó.



Paralelo a lo que Takaki hacía en la cafetería Inoo salía del baño inevitablemente escuchando la conversación de su jefe con aquel chico. No muy a su parecer pero aun así con bastante curiosidad se asomó un poco para observar y escuchar mejor lo que hablaban, pensando que era realmente sospechoso que el jefe tuviera una mano encima de la del chico que se veía algo incomodo. ¿Lo estaba acosando?

Ambos no decían nada, el chico tenía la vista pegada en su mano y cuando levantó la mirada lo vio suspirar, regalándole una sonrisa a su jefe, esto era realmente extraño sobre todo cuando su jefe se puso de pie acercándose al chico aun sentado para abrazarlo de forma efusiva, resguardando su delgado cuerpo entre sus brazos.




Y antes de depositar el pastel de fresas sobre la mesa frente al chico, no pudo evitar mirar su cuello y pecho algo descubierto, su piel era clara y se veía realmente suave, pero no fue eso lo que realmente llamó su atención, mas bien fue lo que colgaba de su cuello. Al ver que el mesero no sacaba la mano del platillo y no se alejaba levantó la mirada.

-sucede algo? - preguntó preocupado, fijándose en lo que quizás estaba mirando - ah, es el anillo? - pero el rubio no dijo ni hizo nada - me queda algo grande, fue un regalo - y no supo porqué decía eso tan fácilmente cuando había guardado el secreto de su existencia.

-puedo verlo? - no evitando la curiosidad, en cuanto el de tez clara le dejó la cadena junto con el anillo sobre su mano, sus ojos parecieron perderse en lo mas profundo de sus recuerdos.




-ah! - sumido en el abrazo, resguardando memorias que prefería olvidar miró hacia otro lado para dejar de pensar en ese olor que invadía su nariz, encontrándose con el chico de antes mirándolos, sin evitar alejar al señor que no quería soltarlo pero la fuerza y la rapidez con que lo hizo no le dio de otra opción que mirar lo que tanto miraba el mas bajo.

-Inoo-kun? - el pelinegro se sintió tan fuera de lugar que quiso retirarse pero otra vez la voz de su jefe lo hizo quedarse donde mismo - te presento a Daiki-kun, Arioka Daiki, ahora trabajará para la cafetería.

Mirar esos ojos castaños que lo inspeccionaron con un sonrojo sobre las mejillas le incomodaron, sintiendo el fuerte latir de su corazón por la extraña situación, pensando que lo mejor hubiese sido no haber visto eso. Su mente jugaba con escenas realmente extrañas, su jefe besando a ese chico, estrechándolo entre sus brazos, demasiado extraño ver a un hombre de 35 años abrazar a un chico que seguramente era menor que el.

-un gusto – dijo el chico haciendo una pequeña inclinación como forma de saludo. Inoo hizo lo mismo pero mas torpe por lo incomodo de la situación de su mente.
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Ambos chicos bajaban las escaleras en silencio, cuando Inoo vio a Takaki inmediatamente se le acercó para presentárselo, pero al rubio pareció no importarle lo que quisiese decirle, dejándolo con la gran duda de qué le había pasado.
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Caminó de aquí para allá en forma circular en el mismo punto. Mordía la uña de su dedo pulgar, sin poder dejar de preguntarse el porqué del anillo, porqué ese chico tenía un mismo anillo con las mismas iníciales de sus nombres en romaji, dos hermosas

YY
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