Cuando llegaron al departamento de Yaotome, Keito supo que no saldría de ahí hasta concretar con lo que más deseaba Hikaru, y aunque fuera una total mierda seguir con todo eso ocultándole algo tan importante como lo que crecía en su vientre, no hizo más que corresponder todos aquellos besos y caricias con toda la pasión que sentía por el mayor.
Sus sentimientos comenzaron a engañar a su mente, todo momento de intimidad entre él y Yaotome, Keito se hacía la ilusión de que lo que expresaban en cada beso era amor, o por lo menos algo bastante fuerte y no simple desahogo de sexo como acordaron desde un principio. Estaba claro que Hikaru había roto el trato al mezclar sus celos, ¿pero qué podía reprochar él? El cariño que le tenía iba mucho más allá de su razonamiento. Su cuerpo actuaba por sí mismo, al igual que su boca. Por más que intentaba decirle que se detuviera se empeñaba más en profundizar el beso. Y dejó a un lado el lio en su cabeza para disfrutar mejor, dejando de contar los minutos cuando unos dedos tocaron su miembro semi erguido.
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