El malestar de un afecto.


Había un ambiente tenso, si aquello que se realizaba en aquel salón era una reunión más parecía una batalla de miradas y resistencia, queriendo saber quién tenía más paciencia. 
La ausencia del presidente no era relevante, aunque su asiento se encontraba vacío aquel ser que había tomado su posición en voz solo se mantenía de pie frente al escritorio, mirando cada papel que iba siendo dejado frente a él, sin la intención de sentarse.

-Departamento de música clásica –Recitó la secretaria- “Por favor hagan que el laboratorio de ciencias quede lo más aislado de los otros salones, sus miembros son muy ruidosos y destructivos.”

-Presidente del departamento de ciencias –llamó el sustituto del presidente estudiantil.

-No está aquí. –Se escuchó una molesta voz desde uno de los extremos del último sofá. Era el presidente del departamento de música clásica- Nunca está aquí –se levantó bruscamente golpeando la mesa con las palmas- ¡Todos los años es lo mismo, solo explosión tras explosión! –El carraspeo del vicepresidente le obligó callar, regresando a su asiento.

-Entonces aprobado –el hombre de mirada gélida frente al único escritorio tomó el papel que le era extendido con la reciente petición, dispuesto a firmar.

-Nakayama Yuma, sé que sustituyes al presidente pero aun así—


-Vicepresidente –dijo con calma el recién nombrado- Estoy seguro que el presidente aprobaría ésta petición –No muy conforme Yabu guardó silencio bajo una pesada atmosfera, pues que alguien inferior le hiciera tragarse sus palabras no le hacía gracia.

Repentinamente una fuerte luz entró por los ventanales del salón, cegando por segundos a los presentes hasta que desde lo profundo del jardín se dejó ver un gran remolino de fuego, pero lo que continuó asustó algunos. Los vidrios fueron fuertemente azotados por el viento, formándose cristales de nieve que comenzaban a congelar el ambiente al interior. 

-¡Grandes problemas! –un pequeño joven entró al salón sin llamar a la puerta.

-¡Ahora qué! –Yabu nunca podía controlar su molestia, por lo que ahora no sería la excepción.

-El presidente… -y tan solo esas palabras bastaron para que el vicepresidente perdiera la paciencia.

-Supongo que la reunión queda suspendida hasta mañana –Nakayama con una expresión de tranquilidad caminó elegante hasta la puerta,  pero no salió sin antes mirar hacia atrás y darse cuenta de lo tenso que estaba el ceño del vicepresidente mientras le miraba.

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Solo había alcanzado a cubrirse con los brazos antes de que la ventisca de nieve golpeara fuertemente su rostro.  Las plantas y paredes vegetales junto con la tierra comenzaban a congelarse, formándose un grueso hielo mientras frente a él solo estaba la imagen de un gran cristal impidiendo su vista. Chasqueó la lengua. Yuri estaba arriesgando mucho solo para verle preocupado. 
A sus pies el hielo no demoró en subir por sus piernas, no quedando de otra que usar sus propios poderes. Y tal vez había sido exagerado aquel remolino de fuego, pero estaba dejándose llevar por la preocupación, pues Yuto era algo misterioso y debía mantenerle con vida. 
El atrevimiento de Yuri no le sorprendía, pero estaba seguro que podía confiar en él, el problema aquí era que tal vez la linda chica no sabría medir la gravedad de sus poderes y el humano podía terminar fácilmente muerto.

Todo comenzaba a arder en llamas y frente él el hielo se derretía, dejando ver la amplia sonrisa de la chica de cabello blanco, tan largo y puro cayendo hasta su cintura. Ella misma no tuvo de otra que quitarse su gruesa chaqueta cuando ésta comenzó a incendiarse.

-¿No crees que tendrás problemas con esto? –Preguntó ella, comenzando a ponerse de pie mientras sostenía en una de sus manos el delgado y frágil cuello humano, que al estar inconsciente no había posibilidad de queja por la posición de su cuerpo. 
Repentinamente una intrusa gota cayó por esa ahora pálida mejilla hasta detenerse en los dedos de Yuri, al no haberle soltado aún el cuello. Comenzó a caer una tras otra en distintas zonas de su rostro, hasta que todo fue envuelto por la lluvia y el humo mezclado con vapor debido a las llamas. 

Yuri chasqueó . 
“Llegó muy pronto”

-Llévatelo de aquí, y  asegúrate que nadie lo vea. –detrás de Morimoto una sombra se dejó ver.

-Sí –El silencioso perro guardián mostró su figura y caminó tranquilamente hasta la chica. Ninguno se sentía amenazado por lo que le dio espacio para que se llevara al humano, soltándole del cuello. Nakayama impidió que la cabeza de Yuto diera por segunda vez contra el piso.

-Un gran perro –dijo con molestia- No entiendo por qué te es tan fiel –escupió aquellas palabras luego de ver al humano desaparecer junto a Nakayama en una negra nube de lluvia suspendida en el aire, ocultándoles mientras el viento azotaba alrededor.

-Estoy seguro que no es algo que te interesa saber –ambos sonrieron y el ambiente pareció tranquilizarse.

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Los del consejo no tardaron en llegar junto a otros estudiantes ajenos al problema, que solo habían sido llamados por la curiosidad.
Ésta era otra falta del presidente y Yabu estaba seguro que con esto rebalsaba el vaso de errores que se podían cometer. 
El laberinto estaba prohibido por el mismo director,  dueño de la institución y todo sector que estuviese dentro de la montaña. Ahora la mayoría de las plantas quemadas dejaban al descubierto el abuso de poder, solo quedaba esperar a la llegada del director para comenzar con los castigos correspondientes, eso le hacía feliz, pero por mientras debería lidiar con aquel rebelde mestizo de dragón.

Un fuerte viento hizo a todos cubrirse los rostros y quizá nadie lo vio, pero Yabu estuvo seguro de que aquella nube negra había sido Nakayama, dejando en el aire una leve esencia del protegido de Morimoto. Algo sucedía, algo muy grande que averiguaría.


La lluvia se encargó de calmar las llamas. Lo impresionante no era eso, sino las plantas que comenzaban a crecer sobre aquella tierra quemada.

Un joven dragón sonrió.

-Y pensar que esto lo haces solo para mi hermano –susurró mientras frente a él botones de rosas comenzaban abrirse.

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No había sido un problema llegar a la habitación del presidente, aunque el camino que tomó terminó hecho un desastre. El problema ahora eran esas pálidas mejillas que se negaban a tomar el color natural. Nakajima respiraba con dificultad,  y si no tuviese buen oído juraría que ya estaba muerto. 
Se acercó a él con una gélida expresión. Ésta era la primera vez frente a un humano, incluso aún recordaba esa leve sensación de calor en sus manos… en todo lo que Yuto había tocado en el momento que le tuvo en brazos.

-Sorprendente, ¿verdad? –una tercera presencia se mostró frente a él, en el otro extremo de la cama. No le sorprendía, siquiera su expresión cambió- Es cálido –El recién llegado gateó sobre la cama para llegar al humano, pero fue como si no existiera porque sus ojos solo miraban esa gélida expresión- Lo vi –sonrió- Dejaste que las plantas volvieran a crecer –lentamente elevó una de sus manos. Dudó- Yuma, mírame –su petición fue cumplida, pero aun así esos ojos seguían vacíos- Te gusta el calor, ¿verdad? –su mano completó el camino trazado, y con delicadeza acarició la mejilla de Nakayama, pero no por mucho.

-Estorbas –dijo Yuma y apartó su mano para luego levantarse. Ryutaro no tardó en entrar.

-Shin, ¿qué haces aquí? –preguntó, aunque no había necesidad de una respuesta pues ya la sabía. Miró a Yuma, sin sorprenderse que no cambiara la expresión aunque notó un leve sonrojo en las mejillas de su hermano. Se veía avergonzado.

-Nakajima casi no respira –Las palabras del perro hicieron al presidente chasquear y apretar los puños. Con esto Yuri le debería favores, incluso se encargaría de cobrarlo hasta que se disculpara por su osadía. 

Shintaro observaba la situación en un silencio incómodo, desviando la mirada desde su hermano a su fiel guardián. Intentaba encontrar un cambio de expresión, pero era imposible. A lo largo del tiempo que llevaban conociéndose solo se había ganado uno que otro ceño fruncido. No era suficiente. 
El suave caminar de su hermano le obligó a mirarle, se acercaba preocupado, algo muy distinto a Nakayuma. Su hermano sí podía cambiar fácilmente de expresiones.
Shintaro, sabiendo del asco que Ryutaro poseía por los humanos intentó no verse sorprendido cuando la mano del Han'yō tocó la mejilla de Nakajima. Ryutaro intentaba concentrarse en sentir su vitalidad.

-Está muriendo –susurró con molestia- Su cuerpo se enfría rápidamente. 
Para Shintaro la decisión de su pariente fue muy rápida- Shin, sal de mi habitación –No era una petición, sino una orden que no tenía derecho a réplica- Yuma, vigila que nadie se acerque. No dejes entrar a nadie ni siquiera a mi hermano.

-Sí –el nombrado se inclinó en una hermosa venia. Shintaro no tardó en mostrar su descontento, pues que le prohibieran la entrada a ésa habitación era algo nuevo y preocupante.

-¿Qué piensas hacer? 

-Lo necesario para mantenerle con vida –Ryutaro extendió su mano, curiosamente no hacia su hermano ni el humano. En segundos Shintaro tenía su boca abierta en sorpresa al ver por primera vez una muestra de afecto entre esos dos Han'yō. Al igual que por primera vez veía una ligera sonrisa en los labios de Nakayama, aunque media oculta cuando el chico inclinó el rostro en busca de más contacto en su mejilla con la mano del dragón. Ryutaro tocaba la mejilla de Yuma sin ningún sentimiento de culpa. Aquello parecía algo realmente íntimo y estaba seguro que estaba siendo ignorado por ambos.

-Gracias por lo de hoy. Debió ser realmente molesto soportar a Yabu –el perro sonrió en respuesta, cerrando los ojos mientras disfrutaba del calor que ésa mano le brindaba.

-Fue divertido –Hizo sonreír al otro.

Yuma era un Han'yō igual que él, pero aunque fuese mitad humano increíblemente su cuerpo era frío. Ser hijo de Ameonna, la Yōkai capaz de atraer la lluvia no le favorecía del todo cuando el chico lo que buscaba era calor, un calor que Ryutaro le entregaba de vez en cuando.

-Aún estoy aquí, ¿saben? –En un acto de molestia Shintaro se acercó y apartó posesivamente la mano de su mano de la mejilla del otro, abrazándose de aquel miembro como si sus celos se debieran a que su hermano había sido tocado. Ambos sabían que no era por eso, pero Shintaro se negaba a decir la verdad.

El menor se ganó una mirada de molestia de parte de Yuma.

-Está bien, ya salgan –Ambos salieron bajo la atenta mirada de Ryutaro. No comprendía por qué su hermano no era capaz de decirle la verdad, no era secreto entre ellos tres que Shintaro quisiera estar en su lugar, con Yuma sirviéndole. De pequeños había sido así.

Las puertas fueron cerradas con Yuma custodiando fuera de ésta y un Shintaro de pie a su lado, cabizbajo. Aún afectado por esa escena tan íntima, sabiendo que a Ryutaro no le gustaba tocar a nadie. Mucho menos a Yuma, que siempre llevaba unos guantes blancos cubriendo sus manos de cualquier contacto directo. Aún se repetía en su mente la escondida sonrisa que el hijo de Ameonna dirigió a su hermano, eso solo le aseguraba que si no hubiese estado ahí para verlos Yuma se hubiese quitado los guantes para tocar a su familiar.

Aún envuelto por los celos elevó su mano, situándola frente al rostro del otro sin tocarle, pero sintiendo ese suave y frío aliento contra su piel. El chico le miró en confusión.

-Mi cuerpo también es cálido –le miró de reojo- Así que puedes tomarla –silencio fue la única respuesta- ¿Qué esperas?

-No es tu calor el que quiero –con palabras directas y frías Yuma respondió, mirando al frente e ignorando su presencia. Parecía hablarle al viento.

-¡Dije que la tomaras! –Tal vez Shintaro no estaba pensando con claridad, y tal vez Nakayuma no estaba tan atento a lo que el dragón menor estaba haciendo, pues más de la mitad de su concentración estaba en lo que sucedía dentro de la habitación, y por todo ello es que solo se fijó que Shintaro se le venía encima cuando ya estaba sintiendo piel contra piel, calor contra frío. Sus heladas mejillas eran fuertemente presas de unas calientes manos. 

Demasiado sofocante para su gusto. No tardó en apartarle con sus manos portadoras aún de los guantes. 

-Dije –su voz se engruesó, arrastrando la molestia que le causó el sentir ése sofocante calor- que no es tu calor el que quiero –Pasó el dorso de su mano por su mejilla, como si quitase la suciedad de aquella zona- No vuelvas a hacerlo. No responderé de lo que te suceda si esto se repite.

Ambos se miraron intensamente. Uno herido y molesto, el otro solo mostrando fastidio y asco.
No había más que decir. Shintaro se largó echando un ligero humo por la boca al dejar salir su respiración. Le haría pagar por su insolencia, ya estaba planeando muchas maneras de hacerlo.

Y antes de que ambos comenzaran con toda ésa discusión, dentro de la habitación Ryutaro a horcajadas sobre el Humano, comenzaba a desabotonarse la camisa ágilmente con los dedos de una mano, pues la otra se ocupó lentamente de subir la que el humano portaba, su propia ropa a decir verdad. Tanteaba su piel suavemente desde esa frágil cadera. Siquiera le sentía estremecerse por el cambio de temperatura, solo lograba escuchar la débil respiración y el lento palpitar. 
Subía la tela mientras tocaba directamente su cuerpo. Al llegar al pecho no dudó en rasgarla y exponer por completo la piel. Una figura demasiado delgada.

-Tener que hacer esto para el director  -dijo, y aunque parecía una queja, detrás estaba el sentimiento grato de ser útil para alguien que admiraba. Paseó la punta de su nariz por sobre el ombligo de Nakajima, subiendo entre caricias sin salir de la línea media del cuerpo hasta que llegó al cuello, donde se dedicó a oler. Sentir su propia esencia le hizo sonreír. 

Levantó la cabeza para mirarle riguroso. Llevando los dedos al frío mentón para con el pulgar atraer levemente la piel y lograr separar más esos labios.

-Estoy seguro que te gustaría estar en su lugar –dijo al aire, sonriendo porque sabía que era escuchado por la criatura indicada. 

No hizo esperar más, unió sus labios a los contrarios en un extraño beso, donde el movimiento aparentemente suave y delicado era opacado en el interior con una furia tremenda, demostrándolo cuando finos hilos escarlatas comenzaban a descender de las comisuras humanas, mezclándose en la tela bajo la cabeza humana.

Fuera de la habitación solo se percibía el olor a lluvia. 

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Glosario:

Ameonna: es un Yōkai-espíritu femenino, capaz de atraer la lluvia con sólo lamerse la mano. En la mañana adopta la forma de una nube y de noche se vuelve lluvia. Puede ser vista en las noches lluviosas.
:’D ¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado :B Imaginen lo que quieran entre Yuma y Ryutaro, todo es válido(?) XD

3 comentarios:

dalia801 dijo...

Akdkdnfkdkkaslfkdkckdkdkfcs fabuloso!!!!!!! Esta super interesante los celos de shintaro, las emociones de yuma waaaaaaaaaa me encanta espero con ansias el siguiente capitulo: Me pregunto que diria yabu del beso entre yuto y ryutaro *o* waaaa y yumaaaaaaaaaaa super emocionante

Anónimo dijo...

Esta muy emocionante, genial lo del beso de Ryutaro y Yuto, todo sea por salvar a Yuto, aunque parece que Yuma esta celoso y Shintaro esta celoso de su hermano, hay tanto misterio que me encanta =)

Yuko "I LOVE JUMP"

Paoo Inoue dijo...

Me lei este para retomar el siguiente capítulo :c pobre Shin quiero que Yuma lo quiera(>人<)
Aunque Ryutaro malote me encanta
Por otro lado ya quiero que Yuto despierte D: ese Yuri es incluso mas malote(’-’*)

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