En el gran gimnasio de la escuela se situaban en filas todos los alumnos que ese día habían asistido a clases, incluso todo el personal de la escuela se encontraba ahí. Todos esperando a saber el motivo de tal reunión.

El director notoriamente enfadado miraba inquisitivamente a cada uno de los alumnos, paseando rápidamente la mirada por el centenar de filas. No sabía con qué palabras comenzar y es que estaba seguro que aquel desastre en su oficina lo había hecho una persona o personas que lo odiaran.

Daiki, Kei, Kota y Ryutaro sabían perfectamente por qué estaban todos reunidos. Daiki obviamente nervioso empuñaba las manos, que escondidas estaban en las mangas de su chaleco al ser más largas. Pero nadie, absolutamente nadie estaría más nervioso como lo estaba Ryutaro no muy lejos de la fila donde estaba su hermano, el desgraciado y su amigo.

Los tuvieron ahí casi por una hora para dar con el o los culpables del caos, pero estaba demás decir que así nunca darían con ellos.



-Ryutaro –con voz penosa y ‘algo’ arrepentida trataba de hacer que su hermano lo mirase– no te enojes, ya pasó y no nos descubrieron –dijo con énfasis y gran sonrisa, parpadeando exageradamente cuando el menor lo miró.

-Claro cuñadito, tu hermano tiene razón –con un brazo Kei lo abrazó del cuello– no te molestes, además ni te imaginas lo excitante que fue… -pero no pudo continuar su maravilloso dialogo por comenzar a toser al recibir un fuerte, y muy fuerte golpe en el estomago.

-Imbécil –y fue como si de pronto tanto Kei como Daiki pudieran ver su oscura aura, su fría y profunda mirada– te lo advertí, ¿verdad? –miraba por sobre el hombro a Kei que aun encorvado estaba, ahora sí mirándolo con miedo– patearía tu trasero hasta no quedar nada… ¡Y ESO ES LO QUE HARÉ AHORA!– se lanzó sobre el pobre e inocente pelinegro que sin dudarlo puso a su querido novio como escudo- ¡NO ESCAPES COBARDE! –lanzaba patadas para así alcanzar a tocarlo, sosteniéndose de esos delgados pero fuertes brazos que lo tenían sujeto de la cintura.

-Kota eres de mucha ayuda en momentos como este – le agradeció el pelinegro aun sin salir detrás de su novio.

-¡SE HOMBRE Y PELEA, IDIOTA! –aun trataba de alcanzarlo y soltarse– ¡SUÉLTAME YABU, SI NO LO HACES AL QUE PATEARÉ SERÁ A TI! –para ser francos, al mayor no le pareció mala idea, quizás había comenzado a sentir cierta atracción por el masoquismo.

-No digas eso Ryu, Kei es un hombre. –los tres se le quedaron mirando– sí que lo es –soltó una risita recordando lo de la tarde.

-Oh Dios, por qué me hiciste nacer en una familia donde el que reina es un idiota y lo peor es que tiene como novio a un imbécil sátiro – se lamentaba sin hacer mucho esfuerzo de quedar libre. Pero unos aplausos lo desconcertaron.

-Wooo, no sabía de tu perfecta actuación, de seguro serías la estrella en las películas, sobre todo de esas porno como las que tiene Inoo en su habitación, aunque… no hay mucho dialogo que decir. – rodó los ojos cansado de todo.

-Ya suéltame, no dañaré a nadie –y con eso Yabu lo soltó regresándolo al piso– me adelanto –desganado caminó unos pasos con el maletín en una de sus manos y su espalda encorvada. A Daiki no parecía esperarle un buen futuro.

-¡Espérame! –le reclamó el mayor de los Morimoto.

-¿No irás a mi casa? –preguntó Inoo.

-No, prometí a Higurashi ayudarle con lo de la fiesta de cumpleaños de Ryutaro 

-Esa en la que tú y yo... –hablaba recordando todo lo que harían juntos.

Y tan rápido como escuchó, se volteó.

-¡Tu imbécil, no estás invitado! –lo apuntó con el dedo Ryutaro.

-¡¿Qué?! Pero si no lo invitas a él es como si no me invitaras a mi 

-Pues entonces tampoco asistas –dijo dando fin a la conversación.

-Pero si vivo contigo, como no iré -exageradamente llevó la mano libre a su rostro. No, Daiki ya estaba perdido– anda Ryutaro. Inoo dijo que te regalaría la colección de libros de Detectives –el mayor estaba a punto de reclamar cuando Daiki lo miró serio– anda, ¿verdad que quieres esa colección? –esa colección lo era todo.

-Está bien, pero si los descubro en algo den por hecho que a ambos los sacaré a patadas de la casa –dio un paso hasta que recordó algo mas– tú también puedes ir –miró de reojo a Yabu y retomó sus pasos hasta la limusina que lo esperaba a las afueras de la escuela.



Los invitados comenzaban a llegar y Daiki estaba impaciente porque su novio aun no llegaba y quería saber qué sorpresa le daría el día de hoy.

-Kei aun no llega –refunfuñó mirando por la ventana de su habitación.

-Ya deja de quejarte y mejor termina de vestirte –Ryutaro había subido a su habitación al no verlo en el salón– ni siquiera te has puesto la camisa –tomó la blanca y lisa camisa de la cama y se acercó a su hermano que aun no se despegaba del ventanal– oye, Daiki.

-¿Uhm? –musitó sin tomarle mucha atención.

-Tienes unas heridas en la espalda –dijo acercándose mas para fijarse bien.

-¡Aaaah! Si si, es que me caí –comenzó a reír como estúpido y le arrebató la prenda de las manos sin intenciones de darle la espalda otra vez.

-Sí, claro. Te veo abajo, no tardes –y salió de allí tratando de olvidar su reciente descubrimiento no deseado.

Bajó tranquilamente las escaleras topándose al pie de estas con el mayordomo.

-Higurashi –lo llamó con una seña de mano para que se acercara. Obedientemente el mayordomo se le acercó dejando a un lado una bandeja que llevaba segundos en su mano –tengo que pedirte un favor. No quiero, por nada del mundo que dejes a mi hermano y al idiota de Inoo Kei solos. No me importa a donde vayan, debes seguirlos, marcar presencia y vigilarlos a toda costa, sobre todo si se encierran en el baño.

Algo confundido el mayordomo aceptó su petición y lo vio marcharse en dirección a la puerta para seguir recibiendo a sus invitados.

-¡¡HIGURASHI!! –el mayor de los hermanos bajó corriendo de las escaleras para abrazar el brazo derecho de mayordomo– ¿ya llegó Kei? –preguntó poniendo su más inocente cara.

-Acaba de llegar, ahí viene –y felizmente Daiki corrió a recibirlo.


Desde entonces pasaron exactamente diez minutos y 32 segundos.

-Demonios, pero qué le pasa a tu mayordomo, no nos ha dejado de seguir desde que llegué –se quejó el pelinegro harto de estar de allá para acá con Daiki sin que el Mayordomo los dejase a solas.

-Son ideas tuyas. Aish, cuando será que me dirás que haremos hoy, esperé un día, y una noche pero solo me has llevado por toda la casa sin decirme nada –dijo bebiendo un líquido de una de las copas servidas en la mesa que estaba a su costado. Llevaban mas de 5 minutos de pie en el mismo lugar.

-Pues tu mayordomo ya me arruinó el plan, de seguro tu hermano le dijo que nos siguiera –pero ¿para que tomarle atención cuando la bebida de aquella copa era tan dulce?– pero ya se me ocurrirá algo –dijo convencido.

No muy lejos se encontraba Ryutaro conversando con su hermano.

-Genial, está distraído –miró al mayordomo que estaba siendo igualmente distraído al ofrecer copas– ahora Daiki –lo tomó de la mano y se agachó metiéndose ambos debajo de la mesa que era cubierta con un mantel color crema hasta el piso– ¿qué haces? –preguntó al ver que el menor aun no estaba completamente debajo.

-Quiero otra bebida, ¡espera! –y buscó con la mano otra copa, hallándola exitosamente.

-Ya deja de beber eso, es alcohol –le reprochó.

-Pero está dulce. Uhm, ¿qué hacemos aquí debajo? –dijo antes de terminar de beberse lo que le quedaba en la copa.

-Escondiéndonos, cuando se cansen de buscarnos nos iremos a tu habitación –decidido estaba a hacerlo en la habitación del menor pues ya ni caso había con hacerlo en el despacho del padre de Daiki.

-Que aburrido eres, ¿por qué mejor no jugamos aquí? –miró la copa vacía y sus labios formaron un puchero.

-¿Daiki cuántas copas bebiste? –le arrebató el cristal dejándolo a un lado.

-No lo sé, estaba dulce. Además qué tiene de malo que lo hagamos aquí, ¿qué acaso no es excitante? –dijo cargándose en sus hombros para dejarlo espaldas contra el piso.

-¿Estás loco? Hay demasiada gente y eres muy ruidoso –sonriendo trató de quitárselo de encima.

-¡No es cierto, tu lo eres! 

- Ya baja la voz que nos pueden escuchar 

-¿Entonces si lo haremos aquí? –ya ni siquiera estaba completamente sobrio.

-No –volvió a negarse.

-Vamos Kei, ¿por qué ahora te niegas? –sus manos comenzaron a desabotonar su camisa, terminando con ella bajo la atenta mirada del pelinegro– ¿si? –una de sus manos continuó descendiendo hasta llegar a la entrepierna ajena y apretarla.

-No, Daiki –dijo levantando un poco su cuerpo, logrando con eso que accidentalmente Daiki se golpeara la cabeza contra la mesa.

-¡Auch! Me dolió –se quejó escondiendo el rostro en el pecho del mayor. Cosa que a Kei le dio una idea.

-Daiki, nunca te he dejado estar arriba, ¿verdad? –en la misma posición negó– juguemos aquí, pero no hagas ruido.

El que lograra distraerlo tan fácilmente lo sorprendía. Podía estar tan sumido en algún libro, una conversación en su grupo de amigos o cuando hablaba por celular, y de la nada apareciese él. Con tan solo sentir su presencia lo distraía de todo lo demás, clavando su mirada y todo su interés en él.

-¿A dónde vamos? –sus pasos apresurados solo indicaban una cosa. No hacía falta preguntar el motivo por el cual lo había ido a buscar, o por qué iban casi corriendo por los pasillos de la escuela tomados de la mano.

-Ya verás –entre risas continuó jalándolo del brazo, hasta llegar a las afueras de una sala, la cual en la puerta tenía un letrero.

‘Oficina del Director’

El más bajo al verlo girar aquella perilla y volver a escuchar su risa lo detuvo, jalando la mano que aun tenía entre la suya hacia atrás.

-¿Qué crees que haces? –la impresión impregnada en su tono de voz, y el solo acto de que le sonriera lo desconcertaba– no Inoo, no entraré ahí –dijo decidido. Soltándose de su agarre para cruzarse de brazos y darle la espalda.

‘Está loco’

-No perderé una oportunidad como esta, es ahora o nunca –con mirada inquisidora se volteó. Y ahí estaba, con ese semblante atributivo, que nada lo haría cambiar de parecer y solo esperaba que diera su aprobación y cruzaran aquella puerta.

Y la sonrisa de derrota que sus labios formaron, dieron por hecho que ya había cedido. Fue el primero en entrar, mirando en toda la oficina lo ordenado y silencioso que se encontraba todo. Fijándose en aquel escritorio y cómodo asiento giratorio, con vista a gran parte del patio que formaba parte de la escuela.

Su conciencia diciéndole que aquello no era buena idea lo impulsó a voltear para decírselo al pelinegro, pero ni segundos tuvo de formular alguna palabra al abrir la boca, ya estaba acorralado contra el escritorio de aquella oficina, siendo ferozmente besado.
Pero ya había iniciado, y eso significaba que no había vuelta atrás, que todo lo que dijera o hiciera no lograría que el mayor desistiera de su idea.

-No… detente. –le pidió no muy convencido luego de sentir esos fríos dedos rozar la piel de su cadera cuando su impecable camisa se encontraba fuera de su pantalón.

-¿Ahora qué? –se separó de sus labios para recorrer ese cuello que inevitablemente el menor le exponía al ladear la cabeza- ¿Quién era el que quería tener algo excitante y peligroso? –y escuchar el quejido que soltó el menor logró que volviera esa sonrisa que antes mantenía en su rostro.


En el patio de aquel bello jardín, dos chicos cómodamente se encontraban sentados a los pies de un gran árbol. Uno disfrutaba de la tranquilidad del lugar cargando su cabeza en aquel tronco con los ojos cerrados y el más bajo tenía sus castaños ojos clavados en lectura.

Todo estaba en completa armonía, el menor masticando un pocky de chocolate mientras cambiaba de página, pues no podía estar tan lejos de un chocolate por muchas horas, aunque no fueran sus favoritos los estaba disfrutando. La respiración acompasada del mayor había desaparecido, con ello arrastrando aquel silencio cuando su voz carraspeó con tal frase.

-¿Es que no pueden frenar su deseo sexual por un día? –en los labios del menor se formó en una mueca de molestia por haberlo interrumpido.

-¿De qué hablas? –preguntó sin mucho interés pero aun así alzó su mirada para tomarle atención y resolver lo que no entendía con su frase y volver a su lectura.

Un brazo se deslizó por detrás de su cuello, sintiéndose demasiado nervioso con tal cercanía, pero poco le importó después de observar por aquel cristal. ¿Acaso era una pierna?

-¿Ahora lo ves? –preguntó el mayor cerca de su oído casi en un susurro.

-Sí –trató de alejar todo pensamiento ‘impuro’ de su mente, apartando rápidamente sus ojos de aquella ventana, posándose ahora en la mirada del mayor.

-Pues –acercó sus labios a los del menor pero sin siquiera darle un roce– es tu hermano –dijo con una sonrisa.

Los ojos del menor de abrieron a más no poder de la sorpresa y apartando de mala manera al otro se puso de pie, decidido a frenar el comportamiento inadecuado de su hermano. Y es que después de saber que su hermano salía con el que antes era un simple compañero de clases, su comportamiento era completamente opuesto al que tenía, e intentó separarlos incontables veces pero nada logró hasta darse por vencido. Logrando con aquel vencimiento que Daiki, su hermano, empeorara aún más su comportamiento, pillándolo varias veces en distintas partes de la escuela teniendo encuentros no aptos de un alumno.

Y es que ahora si se había pasado. Sabía perfectamente a que parte pertenecía aquel gran ventanal.

El más alto y mayor de los dos, iba tras él divertido por lo molesto que estaba, con la caja de pocky’s en una de sus manos mientras que la otra sostenía una de las baritas, acabando en su boca.

Pero lo que nunca pensó el menor fue que se encontraría con el director, que justamente se dirigía a la misma dirección. Su oficina.
Lo peor que podía suceder era que los encontrara y su hermano fuera expulsado junto con el troglodita de su novio. Y obligado estaba ahora de distraer al director hasta que el par de insensatos terminaran lo que hacían.

-¡Sr. Takaki! –gritó para luego salir corriendo tras él.


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Sobre el gran escritorio que poco quedaba de las cosas que antes se situaban sobre el, Daiki gemía fuertemente con su espalda curvada, sin tener de donde sostenerse. Terminando por tirar todo lo demás al piso. Dos cuadros ya rotos al impactar con la alfombra que ni siquiera sirvió para evitar que el vidrio se trisara. Los lápices y papeles importantes esparcidos por alrededor.

-¡Ahhhh! -y pensó que su espalda no se podía curvar mas cuando se corrió, arañando el costoso escritorio en donde había olvidado que se encontrada.

Pero aun después de venirse, Kei seguía arremetiendo contra él mientras su cuerpo se estremecía. Pero aquella posición no se le hacía suficiente para él también llegar al clímax. Salió bruscamente del menor, ganándose con ello un quejido de molestia, girándolo brusca y rápidamente para entrar nuevamente en él. Comenzando otro fuerte vaivén.

La camisa de Daiki adherida a la piel de su espalda, le causaba cierto morbo al mayor, dejando deslizar una de sus manos ascendentemente por esa espalda para subir la camisa.

-Ya… córrete –le dijo en forma de suplica el menor después de estar consciente del caos que habían causado y que poco faltaba para que el Director llegase del almuerzo – Demonios… ¡KEI! – las uñas que se clavaron en su pálida piel no pasaron desapercibidas aun con el placer y la sensación de algo caliente en su interior.

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-Bueno, ahora debo volver a mi oficina a leer unos papeles –dijo, y de verdad tenía que leer unos papeles, justamente los mismo que Daiki había esparcido por el piso.

-No no, espere – lo sostuvo del brazo pero no sabía qué decirle.

-¿Sí? –el señor lo miró pero de la boca del menor no salía nada, separaba y juntaba los labios como un pececito quedándose sin aire, desviando la mirada al mayor para que lo ayudase con alguna excusa pero Yabu no hizo más que desviarla y aguantándose el no explotar de la risa por la expresión del menor.

- ¿Ryutaro? –y el gran alivio volvió a su ser. Su hermano y el desgraciado, de pie detrás del director.

Obviamente con la camisa mal arreglada y sin corbata. El director los miró con algo de molestia y les indicó con la mano la ausencia de las corbatas. Daiki por su parte poca importancia y atención le tomó. Se alejó de Inoo para acercarse a su hermano y tomar uno de sus brazos en forma de cariño.

-¡No me toques! –le gritó Ryutaro, recordando todo lo que debieron haber hecho y ni siquiera se había lavado las manos, pues acababan de salir de la oficina y quizás qué se tocaron. Los cuatro presentes y un par de chicas que caminaban por ahí se les quedaron mirando– eeh… auch, te dije esta mañana que me dolía –fingió dolor sobándose el brazo.

-Oh, lo siento. Lo olvidé  lo miraba interrogante. ¿Acaso le había dicho algo así en la mañana?

Comenzó a pensar, recordando todo lo de esa mañana y no, no dio con nada parecido a un Ryutaro con dolor en el brazo. Suspiró, quizás su memoria comenzaba a fallar y tendría que ir al doctor o tomar pastillas.

-Yah, deja de pensar tonterías –se cruzó de brazos después de que el director desapareciera por el pasillo rumbo a su oficina.

-Cuñadito no seas tan cruel con el dulce de…

-Tú te callas sátiro, si no fuera por MI –dijo señalando con el brazo ‘adolorido’ su pecho– ustedes dos en estos momentos estarían pasando la vergüenza más grande de sus vidas y estarían expulsados. Ahora –dijo volviendo la mirada a su hermano– ruega porque no sepan que estuvieron en la oficina del director haciendo… haciendo quizás qué cosas.

La risa de Yabu acompañó todas las palabras del menor haciéndole fruncir más el entrecejo.

-¿Qu—que dices? O… o sea, tú 

-¡Sí, y cualquiera pudo haberlos visto!

-Vaya, entonces debería comenzar a cobrar –se burló Kei.

-Mira idiota, si echan a mi hermano de la escuela por tu culpa, patearé tu trasero hasta que ya no quede nada de ti –lo amenazaba tirando del cuello de su camisa.

-Ok~ se acabó el show, ya los regañaste, ya nos vamos. –Yabu con toda confianza se les acercó para separarlos, tomar a Ryutaro y dejarlo sobre uno de sus hombros.

-¡¿Qué haces?! ¡Bájame! –pero nada de lo que le decía hacía, viendo que se alejaba cada vez mas de su hermano– ¡Ya verás Inoo Kei! ¡Te lo advertí! ¡Patearé tu trasero!

La pareja se quedó mirando cómo se alejaban. Inoo creyendo que pronto su pellejo estaría en peligro si Ryutaro sabía todo lo que hacían. Daiki por otra parte pensaba en florecitas.

-Tu hermano cada día está más loco –dijo Kei

-No lo está, solo me quiere – dijo sonriendo hundiéndose de corazones rosa invisibles por el amor que tenía por su hermano– de seguro quiere que lo hagamos en partes más secretas –y si existía el premio por ser idiota, Daiki ya se lo había ganado. Meses en que Ryutaro se oponía a su relación y él aun no se daba cuenta – ¿Crees que sepa de alguna?

-Yo sé una –Daiki inmediatamente lo miró– ¿tú hermano que no estará de cumpleaños pronto? –el menor asintió– entonces habrá un excelente lugar –sonrió.

Titulo: 62% Cacao
Autor: Yops
Pareja: InooDai/DaiKei - YabuTaro
Género: Slash, Lemon, AU
Extensión: Threeshot
Precuela: 60% Cacao
Resumen: La historia habla de dos hermanos completamente diferentes, el mayor es un chico descuidado que por amor a su novio hace cada locura que este quiere, a diferencia de su hermano menor que es reservado y que no acepta al novio de su hermano ya que siempre lo pone en peligro en la escuela, pero tiene un secreto tras esa fachada de hermano responsable.

Bueno... solo pondré que el titulo del fic se me ocurrió porque mi abuelo me regaló un chocolate que por cierto se llama así *se ríe como estúpida* era muy rico y a medida que me lo comía pense en un InooDai, porque con chocolate solo se me ocurren InooDai's. Pero como ya tengo muchos quise poner de protagonista al bello Ryutaro *v* y con quien mas que con el lindo Kota .>o<. uish si mi morbo es tan cuatico.
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Primera Parte
Segunda Parte
Tercera Parte

Demonios!!! Me leí un InooDai y asdasdasdasd
Se los recomiendo como la persona linda que soy (?)
Son de esos InooDai's que se merecen un chocolate tamaño real de la pareja, sobre todo al tener un banner tan *¬* (?) como el que tiene.

Yah, me dejo de morbosidades, aquí está el link. Disfrutenlo y comenten cosas pervert jujujuju

Do you love me? [Oneshot]



D: Es mi primer Trailer *le tiemblan las manos* traté de hacer lo que pude ;_; me he visto solo un drama y era de Ryosuke. De verdad hice lo que pude TOT
Muchas gracias Ruru por la canción.


YamaJima - Juego de Dados

Si no comentan con la verdad de como quedó, me pego un tiro.

Se seguían besando aumentando la pasión y el calor de sus cuerpos, y el agua templada no ayudaba a bajarla. Sentía que el cuerpo del menor descendía, tomándolo de nueva cuenta de las piernas para sostenerlo, aprisionando sus entrepiernas que aun seguían inmunes a los besos y roces. Levantó lo suficientemente a Ryosuke para dejarlo sentado a la orilla de la piscina separándose de sus labios, pero no demoró mucho en volver a unirse con ellos, saliendo también de la piscina.


Al mayor el aire se la iba en cada beso hambriento y exquisita caricia en su vientre. La mano de Yuto se entretenía deslizándose hacia su cadera, tocando esa ardiente piel que le era imposible no querer sentir.

- Aquí no – y por primera vez a Ryosuke le importaba el lugar en donde se encontraban, al menos eso era lo que pensaba.

Sin querer hacerlo dejó de besarlo para incorporarse y ser jalado del cuello hasta el camerino. Ryosuke lo acorraló contra la pared, regalándole cortos besos en el cuello, tratando de quitarle esa polera mojada adherida a su piel. Yuto fue el que terminó quitándosela, continuando con los pantalones que tanto le dificultaban la tarea a Ryosuke.

- Esto no está bien – pronunció el menor

- Nunca lo ha estado - esa extraña relación formada por un juego nunca estuvo bien. De igual manera Ryosuke logró bajarle el pantalón junto con la roja interior

– Uhmm… demonios qué haces – miró hacia abajo como Ryosuke lamía la punta de su miembro mientras lo miraba.

No dijo nada y engullendo aquel pesado de carne lo succionó enseñándole una nueva forma a Yuto de cómo sentir más placer.

Y aquí estaba otra vez, en una situación como esta con el chico bipolar que lleva tiempo conociendo. Y pensar que con cada día que pasaba sentía que lo conocía cada vez menos, que no tenía vuelta atrás ese comportamiento que una vez Ryosuke le mostró a la defensiva. Que el culpable de que su vida cambiara convirtiéndose en dudosos pensamientos y anhelos nunca cumplidos ahora estuviese lamiendo y succionando su miembro, sintiendo en su cuerpo sensaciones placenteras, extrañas y vergonzosas desde la punta de sus pies a su cabeza, que subían y bajaban con cada succión y el deseo por marcar un ritmo más excitante lo hizo mover su mano inconscientemente mientas no dejaba de mirarlo a los ojos, ojos que ambos tenían semi-cerrados por el placer.

Verlo sacar la lengua y pasearla lentamente por su extensión casi, casi lo hace correrse en su rostro. Ya no podía contenerse más, deseaba que la estrechez de ese cuerpo lo rodeara una vez más, esa que tanto ansiaba desde la prima vez que lo hizo suyo.


***

Kei salió de su habitación en busca del lindo conejo. Caminó tranquilamente tarareando una melodía que había escuchado esa misma tarde, no hace más de unas horas cuando Ryutaro y su hermano escuchaban música encerrados en la habitación del menor.

-Ryosuke – dijo antes de tocar dos veces la puerta – voy a entrar – anunció girando cuanto antes la perilla para al fin verlo, pero solo se encontró con una habitación con poca iluminación por las cortinas aun cerradas.

Miró alrededor y todo estaba en perfecto silencio, no podía ver nada por lo que se acercó a las ventanas para correr la tela que ocultaba tras ellas la luz del sol que resaltaba con la blanca nueve del jardín.

Pero lo único que encontró fue una cama perfectamente estirada y el silencio quebrado por su suspiro de desilusión. Bueno, le quedaban muchos lugares por donde buscarlo pero antes quería husmear por aquellas pertenencias ajenas que podrían dar hincapié a su ‘no’ relación amorosa. Comenzó con el gran ropero con los percheros donde caían las miles y lindas chaquetas y pantalones. Las camisas y poleras dobladas correctamente –gracias a los sirvientes- a un costado del colgador, no más de tres sobre otra para no arruinar el planchado.

Sacó el esmoquin que raro le pareció verlo ahí colgando, pues difícil que vistiera formal cuando estaban de vacaciones, sin padres ni adultos que quisieran organizar algún tipo de reunión o fiesta para usar ese tipo de vestimenta.

El bolsillo del pecho se veía abultado, curioso metió los dedos para sacar lo que era un pañuelo de tono celeste, arrugado al estar doblado de mala manera, pero al sacarlo completamente algo cayó al piso alfombrado, llamando su atención.

Cuatro hermosos dados de diferente color eran observados por su oscura mirada.


***

Los canastos que antes descansaban sobre el mueble ordenados por la servidumbre se encontraban esparcidos por el piso resbaloso por el camino de agua que Yuto había dejado con la ropa mojada que antes traía puesta.

-Ngg.. – su respiración dificultosa al no poder respirar como era debido por las oleadas de placer que sentía cada que Yuto se movía en su interior, causando un caos de placer.

Entrando con facilidad después de seguidas penetraciones y el líquido pre-seminal de Yuto, pero todo era más cómodo al estar sentado sobre el mueble donde se dejaba la ropa y contra la fría pared que en ese momento siquiera sabía que estaba fría porque no sentía nada más que a Yuto dentro de él.

El menor sujetaba sus piernas a cada lado de su cuerpo, moviendo su cadera fuertemente hacia adelante, quería tocar ese punto que haría gritar a Ryosuke y no tardó en encontrarlo. Feliz y agitado hizo el intento de besarlo para ahogar esos gemidos y suspiros entre besos húmedos pero siquiera fueron suficientes para lograrlo.

Ryosuke Se aferró a su cuello con ambos brazos para no querer alejarlo más, que no saliera de él nunca. Sus ojos cerrados y los dientes de Yuto en su hombro izquierdo para no gemir descaradamente. Sostenía su cadera, presionándola, dejando zonas rojizas con sus dedos, hasta marcas aun mas rojas por las uñas que rozaban esa piel blanca sin darse cuenta.

El mayor se dejaba hacer gimiendo provocativamente en su oído aun con los ojos cerrados. Gimió su nombre al sentir otra vez como tocó esa zona que lo enloquecía. Abrió lentamente los ojos sintiéndose desorientado y mareado a la vez.

La impresión casi lo hace atragantarse con su propia saliva al ver a alguien o más bien algo al borde de la pared, ocultando todo lo demás.

Todo se acercaba a su fin junto con ello la visión, volviendo a cerrar los ojos arañando la espalda y hombros del menor al terminar corriéndose entre sus cuerpos. Descansando pero aun sintiendo los espasmos y calidez de Yuto al correrse. Al tener otra vez visión ya nadie más que ellos se encontraba ahí.

***

La hora de la cena llegó, teniendo a cinco lindos chicos sentados a la mesa, esperando la cena. Cada uno en sus propios mundos u otros compartiendo sonrisas, como Yuto y Ryosuke que no dejaban de mirarse o sonreír. –Ryosuke sin poder evitarlo-

Compartieron y conversaron, pero más que eso fue la mente de Ryosuke la que le jugó una mala pasada, pues Kei seguía siendo el mismo, le hablaba como la primera vez que se conocieron y no parecía ocultar nada.


***

En su habitación pensaba en el por qué lo imaginó en ese momento. La puerta sonó y sus palabras dejaron entrar al que creyó sería Yuto, pero para su sorpresa no era nadie más que el alto y atractivo chico de cabello negro, de pie delante de la puerta cerrada, mirándolo extrañamente serio.

- Ryosuke – dijo cambiando las expresiones de su rostro por una hermosa sonrisa –sabes, encontré algo y me dio una idea. –caminó hasta situarse frente a frente al menor.

- ¿Qué? – preguntó

- Juguemos a algo divertido –sus ojos parecieron cerrarse luego de sonreír aun mas - algo escalofriante - mostrándole en su mano alzada cerca de su propio rostro dos dados familiares entre sus dedos – será divertido.

Y lo que pensó jamás volver a sentir en ese momento cambió ‘confusión’


****

- ¿Qué haces? – un chico alto de cabello rubio, obviamente teñido se encontraba sentado en una de las dos camas que habían en la habitación. Los dormitorios de la escuela eran ocupados en pareja. Para su agrado un chico Japonés también estudiaba ahí.

- Debo volver a casa – dijo refiriéndose a que debía volver a Japón con su familia. – pero será por unos días, creo.

- ¿Y eso? Pensé que te quedarías más tiempo, ¿acaso quieres volver por ese chico? – y un revuelco se formó en su pecho al saber exactamente a quien se refería.

- No digas tonterías, solo fue un juego. – guardaba las prendas de ropa con una expresión molesta, lo estaba consigo mismo. – estaba aburrido en ese momento, no volverá a pasar.

- Juego que no termina, ¿verdad? – en silencio se le acercó abrazándolo sorpresivamente por la espalda – puedo ir contigo, ¿verdad?

No lo pensó dos veces para decirle que sí. Tenía tanto miedo de que eso llamado ‘sentimiento’ cambiase. Todos los Yamada volvieron a Japón, Ryutaro volviendo a la escuela, pero para Ryosuke había otros planes.

Lo que no pensó al volver fue que tal vez era una fecha importante. Su padre casi lo obligó a ir al cumpleaños de Yuto pero se zafó de irse con él antes excusándose de no estar listo, que luego lo alcanzaría junto con Yuya para no dejarlo solo en casa.

***

- Yuya hablaba muy bien de ti. Nunca creí que vería al original Yamada Ryosuke y menos que su ‘juguete’ fuese mi primo. No crees que sería lindo decirle a Yuto que hiciste trampa en aquel juego y que te metiste entre las sabanas de un mayor y te revolcabas con él mientras mi pobre primo pensaba en ti?

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Esto e suna porquería -_-

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