–No sé cocinar… –susurró Ryutaro mientras miraba los ingredientes sobre el mesón. Kei no dejaba de mirarlo, sentado en el sofá.
–Has tu mejor esfuerzo –dijo con una gran sonrisa, más cuando vio aquella mueca en el rostro de Ryutaro.
No podía quitar esa sonrisa, no cuando Ryutaro comenzaba a quejarse, seguramente cortando las verduras de una exagerada manera y eso le intrigaba, por lo que se puso de pie para ir a mirar cómo el menor hacía la cena, pero un suave vibrar llamó su atención. Miró a Ryutaro por unos segundos para luego dirigir la mirada a su celular sobre la mesa. La sonrisa no desapareció ya que quién llamaba era su novio. No dudó en contestar y tener una corta conversación con él.
–¿Entonces está contigo? –Kei se dejó caer por el respaldo del sofá.
–Sí, y se quedará esta noche –dijo como si nada. Daiki al otro lado del aparato no hizo ningún gesto a cambio, más que fruncir levemente el entrecejo y voltear sobre su cama, aunque no estuviese bajo las mantas, pues aún no terminaba de quitarse la ropa cuando escuchó a Kei decir que Ryutaro estaba con él.
–¿Entonces lo que Ryutaro dijo… –pero no pudo terminar su pregunta ya que sus labios se cerraron, terminando por fruncirlos.