Inoo quería cosas que no debería codiciar  y aquí estaba, besando un cuerpo que no le pertenecía, engañando al que dijo sería el amor de su vida, que nadie existiría en su cabeza mientras estuviera con Daiki, incluso siquiera se imaginó un futuro sin él, pero ahora todo era muy distinto. Daiki no estaba en su pasado, presente ni futuro cuando sólo podía pensar en probar cada rincón de este cuerpo, del cuerpo de Ryutaro. Pasar la lengua sobre uno de sus pezones causó una excitación en su lengua, fue algo maravilloso. Una sensación que recorrió su abdomen aumentando su libido, su miembro que reaccionaba poco a poco, no era notorio pero si sentía un cosquilleo en el abdomen, lo que causaría una erección muy pronto. Se entretuvo con aquel pezón izquierdo mientras sus brazos abrazaban la delgada cintura del menor. Su piel era tan suave que recordar también la de su miembro le incitaba a continuar ya que era ahí a donde quería llegar, pero quería desesperar a Ryutaro, quería enseñarle cosas nuevas que seguramente Kota no hizo. Lo sentía tenso, quería relajarlo y si iba de a poco él no se arrepentiría de lo que hacían. 

Sentía en su cabello cómo Ryutaro le empujada muy débilmente. Cuando se alejaba de su pezón con una suave succión el menor parecía desear que volviera, ya que su pecho se elevaba hasta que la carne rozaba los tibios labios del mayor.


Kei se deleitó con sus pezones un poco más antes de subir otra vez a su cuello. Quería demostrarle a Ryutaro que no debía avergonzarse, que él estaba igual de excitado y por eso no lo pensó demasiado cuando tomándole de las caderas apegó su pelvis, atrayéndole y haciendo un suave pero firme movimiento de cadera. Jadeó junto a Ryutaro cuando sus erecciones hicieron fricción. Fue magnífico aliviar ese dolor y lo volvió hacer. Ryutaro enredó los dedos en sus ondulados cabellos para amortiguar la sensación, era algo nuevo para él y no sabía cómo reaccionar. Sus piernas flojas, completamente abiertas permitieron que Inoo le deslizará el pantalón fácilmente y ya que sus cuerpos estaban aún pegados uno contra el otro la prenda no llegó más bajo de sus glúteos, solo bajó lo suficiente para que su erección saliera a la vista junto con su trasero. Kei seguía con su pantalón puesto pero no le importó porque en su cabeza había un revoltijo de sensaciones que no lograba ordenar. 

Ryutaro escuchaba claramente la agitada respiración de Kei contra su oreja, están muy cerca, escondido. Su caliente respiración chocaba con su cuello, justo bajo su lóbulo y el cabello al ser más largo le hacía cosquillas en la mejilla. No podía verlo porque estaba con los ojos cerrados, avergonzado y evitando cualquier contacto visual que pudiera delatar su situación.

El sonido del roce de las sábanas le ensordecía un poco junto con el húmedo y anestesiante movimiento que Inoo hacía en su cuello al besar lo, la humedad de su lengua pronto volvió a sentirla. El movimiento de caderas no se había detenido. En un descuido Kei se apartó de su cuello sólo para seguir un sendero hasta su mentón, lo mordió con delicadeza, hasta que le hizo estremecer.

Kei fue feliz de ver como Ryutaro apretaba los párpados cada que hacía fricción en su miembro, hasta le podía sentir húmedo ya que la punta se rozaba constantemente contra su propio abdomen.
De repente olvidó lo que Ryutaro le había dicho y se acercó a sus labios para besarlo,  habían estado tan secos y separados dejando escapar suspiros que la tentación fue demasiada. En un principio Ryutaro aceptó  pero cuando la lengua del mayor comenzó a tocar cada rincón de su boca, causando una sensación extraña en su paladar y lengua  no pudo continuar. Su pecho le pedía a gritos permitirle jadear y con una lengua obstruyendo el paso no podía, tomó a Kei de los hombros pero él se negó a separarse, incluso fue más entusiasta. Kei dejó de cargarse en él solo para concentrarse más en el beso, Ryutaro le estaba gimiendo en la boca y la vibración era exquisita hasta que él mismo no pudo continuar. Y es que a pesar de tener experiencia junto con Daiki en esto de los besos Ryutaro era distinto, y lo confirmó al separarse y escucharlo jadear fuerte. Su sonrisa no pudo ser más notoria, Ryutaro era un inexperto en muchas cosas y eso le gustaba porque la idea de corromperlo lo incitaba a no detenerse. 

Inoo le acarició una mejilla mientras se mordía el labio inferior. Le agradecía al menor por una oportunidad como esta y mientras esperaba a que abriera los ojos continuó acariciando su mejilla. Ryutaro al verlo fue una vista única, sus ojos al estar un tanto llorosos —porque pensó que se quedaría sin aire— daban una vista de un Kei sonriente, pero luego se dio cuenta que en verdad estaba sonriendo. El cabello negro cayendo por toda su cabeza era hermoso, no tenía otra palabra para describirlo y es que Inoo estaba sonriendo. 
Cuando Kei mencionó que quería que fueran amantes no imaginó nada de esto, incluso lo que pensó era algo rápido y sin todo ese mar de sensaciones que le confundían. ¿Los amantes se trataban tan cariñosamente? No fue una pregunta que pudieran responderle, mucho menos Kei cuando siquiera se atrevía a soltar palabra.

De repente el pelinegro se apartó, arrodillado sobre la cama y sin moverse de su lugar tomó  el botón de su pantalón el cual abrió dejando a la vista su ropa interior. Ryutaro no evitó mirar dándose cuenta de un bulto bajo la tela, notorio y casi al borde del elástico hasta que Inoo lo dejó a la vista. ¡BUM! Su corazón resonó en sus oídos, incluso parecía golpear mucho más fuerte cuando vio el sexo del otro.  Fue extraño, su estómago pareció revolverse aún más y su garganta secarse. Comprendía la situación menos de lo que esperaba.
Mientras Kei decidió quitarle el pantalón por completo sin haber hecho lo mismo con el propio Ryutaro intentó voltear, ya no era capaz de seguir mirándolo si la vergüenza plasmada en sus mejillas no se iba.

—No te voltees —Kei le tomó de la cintura.
—Déjame —no podía creer que esa fuera su voz. Había sonado tan insegura y excitada que le avergonzó aún más. 
—Pero quiero hacerlo de frente —Kei insistió. 

Ryutaro tenía las piernas flexionadas por intentar voltear y que Inoo se acercara para detenerle provocó que su erección le chocará contra el muslo, le sintió tan caliente y duro que se mordió el labio de la emoción que creció en su pecho al pensar que Inoo podía excitarse de esa manera con él. Y por miedo a verse expuesto, que se diera cuenta de sus pensamientos tomó tu almohada y cubrió rápidamente su cabeza. No importaba que tan sofocante fuera hundir el algodón contra su rostro, no dejaría que Inoo se diera cuenta de lo desvergonzado que era.

—No te ocultes, quiero verte —la lucha  del mayor por quitarle la almohada fue imposible, pero no una pérdida de tiempo cuando estaba disfrutando el momento. Ryutaro estaba siendo tan vergonzoso que le causaba ternura. Bueno, si no le dejaba mirarle por lo menos tendría libre acceso a tocar por donde quisiera.

Ryutaro sólo escuchó el somier de la cama crujir con el movimiento del mayor. No sabía qué hacía,  no podía imaginarlo pero su curiosidad no era tanta como para descuidarse y levantar la almohada, solo se llevó la sorpresa después cuando algo rodeó su miembro. El gemido se le escapó. Asombrado, no creyendo lo qué le hacían volvió a gemir empuñando las manos. Kei le abrazó de la cadera y obligó a levantarla como si fuera él quién pidiera más de esa fricción en su miembro. Kei chupaba su pene y él lo estaba disfrutando. Estaba tan enloquecido sólo con eso que siquiera podía sentir la saliva del mayor bajar por su extensión, ni el cosquilleo en su abdomen cuando el cabello lo rozaba y, mucho menos los dedos largos y delgados que separaban sus glúteos. Estaba gimiendo y no se podía contener. Se estaba sofocado y no podía apartar la almohada. Esa boca hacía tan buen trabajo que el constante roce de la punta contra ese cálido y húmedo paladar comenzó a provocar que un poco de semen saliera, Kei lo sintió,  incluso tragó y movió la lengua alrededor para degustarlo, eso enloquecía al menor y éste sin darse cuenta estaba moviendo la cadera en busca de más succiones. 

Era el momento. Kei sacó de su pantalón un pequeño pote de gel lubricante junto a un par de condones, los dejó  cerca  de su alcance y abrió el pote. No dejó de succionar el pene de Ryutaro cuando ya tenía un poco de  gel en los dedos y lo esparcía. En el momento que tocó el orificio Ryutaro se desesperó. Fue algo repentino cuando su cabello era enredado en unos dedos y sentía una pequeña orden de no detenerse. La almohada se había aflojado y los gemidos se escuchaban con más claridad, eran desesperados, sin aliento y con un indicio de convertirse en gritos. Ryutaro  iba a tener un orgasmo, se iba a correr en su boca y Kei lo aprovecharía, pero los movimientos de esas manos cambiaron de dirección,  Ryutaro intentaba apartarle ya que terminar en su boca no parecía algo que pudiese soportar pero  Kei se negó, continuó sin detenerse, metiendo un dedo en su agujero hasta abriste paso lo suficiente. Fue incómodo pero el orgasmo era mucho más fuerte que cualquier incomodidad en su trasero. Ryutaro se tensó, su cadera se mantuvo en alto y un segundo dedo había entrado en él cuando comenzó a gemir fuerte, soltando el aliento que contuvo cuando el orgasmo comenzó,  fue como estar ahogándose, fue desesperante pero el alivio que sintió luego cuando su semen comenzaba a salir fue aún mejor. Sus paredes presionaron los largos dedos de Kei pero él no los detuvo, el gel ayudaba a que se deslizarán muy fácilmente. Ryutaro se estaba relajando cuando la incomodidad en su trasero comenzaba a hacerse presente, más cuando los dedos se separaban. Kei sólo quería aflojar su carne, no quería volver a excitarle aún porque sería demasiado para Ryutaro.

Cuando se miraron Kei ya se había tragado una pequeña parte de su semen y  la otra escurrido hacia abajo. Tenía la barbilla embarrada y no se molestó en limpiarse porque no se quería detener, si no preparaba a Ryutaro no podría aliviarse él mismo, pero vio la incomodidad en ese rostro  cuando volvió a separar los dedos. Ryutaro se mordió los labios, expresando el dolor cuando sus paredes eran tan estrechas. 

Kei suspiró dejando caer la cabeza contra el muslo del menor— Maldición… —tal vez era demasiado pronto o tal vez no pero decidió detenerse. Quitó los dedos y se apartó hasta terminar sentado. Ya se estaba arrepintiendo de no continuar, su propia erección en alto se lo decía.

—¿Qué pasa? ¿Ya no quieres? —Ryutaro preguntaba eso con unas mejillas tan rojas que era demasiado adorable. Lo vio sentarse y cubrirse con la almohada húmeda con su saliva por haber estado gimiendo contra ella.

—Es mejor detenernos —escuchar aquello lo asustó. El ambiente se hizo incómodo con su silencio y Kei lo comprendió— No pienses mal, es solo que creo que es muy pronto. No estás acostumbrado y no quiero terminar mal esto.

—Pero y tú… aún  no terminas —ambos miraron la única erección que pedía atención y Kei rió apenado.

—Me encargaré de eso luego. Traeré algo para limpiarte —Ryutaro no se negó,  sí estaba algo decepcionado pero un alivio recorría su cuerpo. Aun sentía incómodo su pasaje y eso que sólo habían sido dos dedos los que  se movieron dentro, hasta incluso olvidó lo que fue tener a Kota moviéndose porque  el orgasmo no le permitió sentir cuando Kei introdujo los dedos. No sabe cómo lo hizo pero eso solo demostraba la experiencia que tenía en esto del sexo.

Cuando Kei regresó su pantalón ya estaba abrochado, se podía ver la erección y deducir lo doloroso que debió ser meter su miembro en una prenda tan apretada. No quería ofrecerse a hacer lo mismo porque no estaba dispuesto a meter ese pedazo de carne a su boca, no sabía cómo hacerlo ni estaba preparado para aprender. 

Ryutaro no se dejó limpiar,   Kei ya había hecho suficiente y le pidió que le dejara sólo un momento, el mayor aprovechó eso para encerrarse en el baño y masturbarte hasta que su semen chocó contra su mano y papel. Se desahogó pero resultaba decepcionante porque se había imaginado tocando a Ryutaro, continuando en donde habían quedado y que la fricción de sus paredes le satisfacían lo suficiente hasta correrse,  lamentable fue ver su semen en el papel y no sobre los glúteos del menor. Al regresar a la habitación Ryutaro ya estaba con su pantalón de pijama, incluso con una camiseta.

—¿A qué hora llega tu madre? —Kei buscó su camisa.

—Tarde. Me quedaré sólo hasta las seis de la tarde —Kei no dijo nada sobre eso. Se vistió y guardó sus cosas otra vez en su bolsillo. Ryutaro le miró incómodo, evitando hacer movimientos exagerados pero no logró evitarlo si Kei no decía nada.

—¿Vemos televisión? —Ryutaro asintió y se levantó para salir. Caminó rápido, incluso bajó la escalera con prisa, ya estaba abajo cuando Kei recién iba bajando. Encendió el televisor y se quedó de pie mientras pasaba los canales. Inoo buscó el sofá y se dejó caer tras Ryutaro que pasaba de los canales noticieros. Verlo ahí de pie, nervioso intentando encontrar algo a su gusto le hizo sonreír. Todo en Ryutaro era tierno, por eso no aguantó las ganas y tironeó de su ropa. Ryutaro soltó un chillido por el susto pero cuando cayó sentado en el sofá, entre las piernas de Kei volvió el silencio. Inoo lo abrazaba de la cintura con tanta naturalidad que no tenía qué decir para quitarse, se veía cómodo más cuando fue obligado a echarse hacia atrás y el pecho del mayor contra su espalda fue cálido, era suave y Kei se encargaba de no hacerlo sentir incómodo cuando le abrazaba con tanta delicadeza.

—Busca una película —el susurró en su cuello fue estremecedor. 

Todo esto era tan nuevo pero también acogedor. 

---

Al marcar era enviado directamente al buzón de voz. Esta era la octava vez que Daiki intentaba hablar con Kei pero su celular parecía estar apagado. Ya era la hora en que el mayor estaba por entrar a su siguiente clase después del almuerzo y no había manera de contactarlo. Solo esperaba que nada malo le hubiese pasado. La vibración en su mano calmó sus preocupaciones, contestó con prisa con una radiante sonrisa en  su rostro pues  al fin escucharía su voz.

—Dai-chan —la decepción es grande cuando estás seguro, con fuertes esperanzas de quien te llama es quien crees que es.
—Kota –el nombrado río al escuchar ese tono a decepción.
—Perdón por llamar. 
—No, lo siento —Daiki se revolvió el cabello— Creí que eras Kei, llevo horas intentado hablar con él —ojala fuera Kei, muchas cosas serían diferentes.
—¿Sucedió algo? —esperaba que sí.
—No, solo tiene su celular apagado. Ya que hoy tenemos libre pensaba ir a verlo 
—Ah. —Kota no estaba interesado en escuchar las cosas que harían y Daiki se dio cuenta.
—¿Estás ocupado?
—No mucho
—¿Entonces tienes tiempo para mí?  —Kota sonrió a más no poder 
—Mmm, debería revisar mi agenda —Daiki comenzó a reír. 
—Ok, espero —ambos sonreían. 
—Mmm, no —Daiki formó un puchero— pero te puedo acomodar unos cinco minutos en una media hora. 
—¿No seas tacaño!  —Kota río y Daiki después. 
—Sabes que es una broma. Vienes tú por mí o voy yo.
—¿Estás en tu casa? Iré para allá. 

Daiki miró por última vez su celular luego de cortar. Esperaba que pronto Kei encendiera su celular, estaba preocupado, algo en su pecho le incomodaba.

3 comentarios:

nane dijo...

Es tan asdasdasd se me hiz0 muy corto!!! Waaaaa estare atebta a la conti!!!

Paoo Inoue dijo...

De hecho es corto y extrañamente no me causó malestar alguno. Creo que estoy madurando O-O

AmiS dijo...

Carajo~~!!!!!!!
Porque?!?!??! Tenian q comerse mutuamente!!!
Actualiza... actualizaaaaaaaaaa

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