Ahora no me digan que está corto ;_;

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Había pasado una semana desde que Inoo vio a Ryutaro y cada día pensó en él con más frecuencia. Aquel día se quedó a su lado hasta que su hermana llegó, hubiera querido pasar más tiempo con él, abrazándolo y acariciar sus manos pero con la presencia de la chica era imposible. Tenerlo al menos contra  suyo había sido tan cálido y Ryutaro se veía tan cómodo con eso que se dejó hacer muchas cosas, como dejar que Inoo lo volviera a masturbar mientras veían televisión, eso le permitió a Kei ver cómo se mordía el labio inferior para aguantarse los suspiros. En verdad fue un buen día, a excepción cuando se fue y se permitió encender el celular, tenía demasiados mensajes y llamadas perdidas de Daiki. Se estaba convirtiendo en un mentiroso profesional ya que no le costó nada mentirle a su novio y estar frente a él como si nada hubiera pasado. En los siguientes días Ryutaro no lo contactó, fue él quien tuvo que ir tras él, llamarlo a veces y enviarle mensajes aunque los trabajos de la universidad no le dieran el tiempo suficiente.

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Ésta tarde Daiki se había planteado la idea de ir al departamento de Kei después de la grabación en un estudio en donde estarían todos respondiendo una que otra pregunta, bueno, todos menos Kei pues la universidad lo tenía demasiado ocupado como para asistir y tenía permiso de ausentarse. No lo llamó ni mucho menos hizo mención antes de que iría a visitarle, quería que fuera una sorpresa y se encargaría de preparar una rica cena para complacerlo y cuidarlo. Daiki sabe que en tiempos como éste Kei no se alimenta bien debido a los cortos plazos de entrega de trabajos en la universidad. Si vivieran juntos está seguro que su novio no sufriría de hambre.

Ya eran las nueve de la noche. El ambiente estaba frío y al estar apartado del centro de la cuidad transitaba poca gente por las calles. No tardó tanto en subir hasta el departamento de Kei. Al llegar solo sacó la copia de llave que su novio le dio pero grande fue su sorpresa al abrir y darse cuenta que todo el departamento estaba a oscuras, no se alarmó, tal vez Kei estaba durmiendo, estaba más seguro de eso y la idea de que haya salido se fue así como llegó, rápido y sin razones. Encendió todas las luces abriéndose camino hasta el living, ahí no estaba y mucho menos en la habitación. Ahora se daba golpes mentales en la cabeza por no avisar que iría. Lo único que ahora podía hacer era llamarle y así lo hizo. Primero se acomodó en el sofá antes de marcar. Kei tardó en contestar.

–¿Daiki? –él sonrió al instante– ¿Qué sucede? –escuchar su voz le provocaba grandes sonrisas, en verdad amaba a Kei más de lo que alguna vez imaginó que lo haría.

–Pensaba que podríamos vernos… –iba a comenzar todo un dialogo de lo que pensó mientras estaba en el estudio, lo que planeó cocinar y hacer mientras Kei estaba ocupado con sus tareas.

–Lo siento, hoy no puedo –claro que podían, solo debía llegar a casa.

–Pero ya estoy aquí –Un silencio se hizo después de eso. Daiki esperaba con emoción lo que su novio diría a continuación. El rechinar de unos dientes era bastante audible, era como si Kei estuviera murmurando algo que no alcanzaba a comprender.

–Está bien, espérame. Tardaré un poco en llegar pero ya voy –Sus palabras no causaron algo agradable en Daiki, tal vez estaba muy ocupado. Distinguió en su tono un poco de molestia y la idea de que lo haya interrumpido en un trabajo con algún compañero era preocupante, no quería interferir en sus estudios pero al parecer lo acababa de hacer y el sentimiento no fue nada agradable.

–Descuida, no es necesario que vengas –pero antes de que el pelinegro alcanzara a escuchar esas palabras ya había colgado y eso no tranquilizó al menor.

El sofá no fue lo suficiente confortante para aliviar su malestar, pero se recostó buscando de igualmente encontrar una excusa que le tranquilizara. Kei le quería tanto que no se atrevería a dejar a su novio solo en su departamento aunque tuviera que entregar un trabajo al día siguiente, eso es lo que pensó, con eso quiso darse ánimos a sí mismo y enorgullecerse de Kei por amarlo como lo hacía. Por ahora prepararía una cena digna de una disculpa.

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–Inoo, ya puedes soltarme –Desde que había sonado el celular del mayor Ryutaro había intentado detener la mano que no dejó de acariciar su miembro sino hasta hace unos segundos. Aún tenía su erección firme a pesar de saber quién había llamado. Kei no había dejado de suspirar desde que había cortado.

–Aun no acabamos –Lanzó el celular sobre la almohada y al darse cuenta que Ryutaro había bajado las puntas de la camisa de la escuela con intenciones de ocultar su erección no dudó en volver a descubrirlo. La llamada de su novio había sido tan repentina, y justo ahora que se dio el tiempo de ver al menor.

Ryutaro se había negado tanto a dejarse tocar porque toda su familia estaba en casa y aunque habían puesto el seguro en la puerta con el pretexto de que Inoo le ayudaría a reforzar algo en matemáticas, no significaba que fuera seguro hacer cosas pervertidas, no cuando a Ryutaro aún le costaba ocultar su voz cuando la excitación era demasiada.

Esta era la segunda vez que Inoo visitaba la casa con el pretexto de las matemáticas. Sus padres estaban bastante agradecidos, era agradable estar con esa familia y hace poco habían cenado. Lo primero que hizo al volver a la habitación fue abrazar al menor de la cintura y obligarlo a sentarse sobre sus piernas. Era la única manera para que Ryutaro se dejase tocar.

–Ya te tienes que ir –Ryutaro insistió, tomando las delgadas pero fuertes muñecas de Kei aunque no le apartó, solo observó cómo la mano de Kei volvía a moverse por su erección y sonrió, si Daiki supiera lo que su novio hacía después de cortarle una llamada se preguntaba qué expresión pondría– Uhmm… –no pudo seguir pensando en el novio de su amante cuando éste se dedicó tanto a complacer su cuerpo pellizcando uno de sus pezones y besarle el cuello. Su propia espalda se arqueaba.

–Terminemos esto primero –Kei sonrió al sentir el trasero del menor moverse contra la erección que se le había formado bajo el pantalón, hasta jadeó contra su oreja. Como le gustaría tomarlo de una vez por todas, hundir su miembro en su agujero mientras lo oía gemir.

–No –Ryutaro habló angustiado y en un susurro poco formado– Va a salir –avisó con desesperación antes de tensarse y llegar al orgasmo. Cada vez se acostumbraba más a las manos del mayor y aunque aún le costaba mirarlo a los ojos mientras lo hacían ansiaba cada día que le tocara.

Lamentablemente no pudo cumplir con Daiki pero no se arrepentía.

Los días para él pasaron muy ajenos a sus compañeros de grupo, pero sabía que las cosas no estaban muy bien entre Kota y Kei, éste mismo se lo había dicho y aunque le pareció una estupidez su pelea saber que hubo alguien que le defendió y le apoyó causó un sentimiento agradable en su corazón. Nunca quiso involucrar a Inoo en una pelea, ni a nadie pero igual resultaba reconfortante que alguien cuidase de él sin pedirlo, aunque en un principio fue molesto, no comprendió el entusiasmo de Kei por acercarse tanto cuando los demás guardaron distancia con esa actitud tan cortante que usó.

Miraba a Kei  limpiase la mano cuando no pudo evitar darse cuenta de la erección que tenía. Era vergonzoso pero se armó de valor y volvió a sentarse en sus piernas, esta vez de frente con un marcado sonrojo pero no importó, e intentando ignorar la sorpresa del pelinegro y sus propias manos temblorosas sacó la correa de la hebilla. Kei no se resistió, claro que no lo haría ahora que por fin Ryutaro se daba el valor de tocarlo por iniciativa propia, aunque si se quejó de las manos frías cuando tocaron su abdomen, sobretodo su miembro.

–No se te ocurra mirar – era una tontería pedir eso pero estaba nervioso. Era como si el silencio se fuera en su contra.

–No lo haré –Kei fue un mentiroso, desde hace mucho lo estaba siendo, y aunque volteó el rostro a un lado sus ojos no habían dejado de mirarlo. No se molestó en ver cómo acariciaba su miembro porque con sus mejillas bastaba. Era tan adorable cuando se avergonzaba.

Ryutaro era torpe, inexperto a pesar de ser un hombre. Sería normal saber como masturbar a alguien cuando seguramente se lo había hecho a sí mismo varias veces, y las manos frías no ayudaban a que terminara pronto. Así no se podría ir nunca, Daiki le esperaba pero era imposible decirle no a Ryutaro.

–¿Qué haces? –Ryutaro, alarmado por ser abrazado tan repentinamente detuvo los movimientos de sus manos.

–No quiero ofenderte, pero así no acabaré nunca –Claramente eso ofendía, hería su orgullo. Morimoto había estado tan emocionado de darse el valor de tocarlo que esperaba hacerlo bien, mordiéndose el labio en frustración.

–¿Y sí… –lo dudó un poco pero Kei guardó silencio, era mejor que no le interrumpiera para retractarse de sus pensamientos– lo hiciera con mi boca? – ¡Oh, oh! Eso animaría a cualquiera.

Kei se apartó para mirarlo, pero Ryutaro se escondió contra su cuello, aún tenía entre sus manos el miembro del mayor, aún estaba caliente y le sintió palpitar al ofrecer tal servicio. ¿En verdad le había gustado la idea?

–No me quiero negar, ¿pero estás seguro? –Sintió la negación contra su cuello, provocándole un suspiro– Lo sabía.

–Pero quiero hacer algo. No puedes irte así, posiblemente mis padres lo notarían. A menos que se te ocurra otra manera de bajarlo.

–Tengo mis trucos –Kei no lo obligaría a hacer algo que no quería y apartándole las manos intentó acomodarse la ropa– Está bien, ya haré algo.

Cuando Ryutaro se quitó de encima evitó a toda costa cruzar miradas. En ese momento pensó en las posibles maneras de cómo Kei se podía quitar la erección, Daiki estaba incluido en esas posibilidades pero sus pensamientos cambiaron cuando ya todo en orden Kei se fue al baño con cuidado de no toparse a nadie en el camino. Bueno, no estaba tan decepcionado ahora.

Mientras esperaba su regreso acomodó las cosas en su cama, el bolso de Kei, su celular y la chaqueta con la que llegó. Mirándola bien era bastante delgada y especialmente esa noche hacía frío. Sacó una de sus bufandas y cuando Kei ya estuvo listo para partir se acercó, sin decir nada envolvió su cuello con la suave prenda negra con delgadas líneas blancas y otras pocas rojas. Era bastante cálida, un buen aislante del frío, fue lo que pensó Kei al hundir bien la barbilla dentro hasta que su nariz alcanzó a ocultarse. Vaya regalo, aunque solo era un préstamo, tenía el aroma de Ryutaro y eso le agradaba bastante.

–Gracias, ¿pero no sentirás frío en las mañana?

–No si me la devuelves pronto –Kei rió–. Tengo otras, no te preocupes –No se atrevería a lavar la prenda hasta el día exacto en que tuviera que devolverla y eso sería dentro de unas semana tal vez. Con el poco tiempo que tenía de seguro no podría ver a Ryutaro en varios días más.

Cuando se fue tardó en llegar a su departamento más de lo que esperaba. El tiempo extra que se tomó con Ryutaro más el viaje bastó para que Daiki terminara dormido sobre la mesa con la cena ya servida. Eran pasadas las once y ambos estaban cansados.

–Dai-chan –el suave zarandeo lo sacó de su sueño. Cuando Daiki agudizó su vista y vio a su novio  despabiló lo antes posible. Enderezando su espalda mientras frotaba sus ojos.

–Bienvenido –su adormilada voz hizo sonreír al mayor.

–No tenías que esperarme aquí –suspiró y tomó la mano de su novio. Se lo llevaría a la cama para que durmiera.

–Pero quería verte –Daiki comprendía si Kei estaba molesto, más si al verlo no lo besaba. La situación ameritaba que lo hiciera él. Detuvo sus pasos abrazándolo del cuello antes de besarlo, como había extrañado sus labios y se sintió feliz cuando Kei lo atrajo más a su cuerpo, los unió al punto de que Daiki sintiera su erección contra su abdomen. No importaba cuanto se hubiera corrido al masturbarse en el baño de los Morimoto, no había sido suficiente cuando las palabras de Ryutaro se repitieron constantemente en todo el camino.

La risa de Daiki interrumpió el beso cuando su cuerpo fue elevado. Kei estaba “emocionado” y la idea encantaba, abrazando sus caderas con las piernas, dejando que la erección del pelinegro se frotara contra la suya que pronto se uniría a la fiesta. Estaba desvistiendo a Kei cuando comenzó a pelearse con la bufanda que usaba, Kei se quejó por lo brusco que estaba siendo porque la tela comenzó apretar su cuello, más cuando Daiki se dio cuenta que no era de él. Al demonio, no podía pensar ahora, solo podía dejarse llevar por los besos de Kei y sus manos.

Estaba gimiendo contra la cama con Kei detrás de él cuando la bendita bufanda quedó a su vista. Creyó que Inoo la había lanzado lejos pero la estúpida prenda no llegó más allá que a la orilla de la cama donde estaría por caer si fuera de otro tipo de tela. Si Kei le penetraba de esa manera tan fuerte no podía mantener los ojos abiertos. Había extrañado tanto pasar un momento a solas como este, sentir los dedos del mayor sujetarle con fuerza para que no fuera más allá de su alcance debido a las embestidas. El placer estaba desbordándolo cuando pidió más atención en su miembro y pronto fue complacido con notables caricias por toda su extensión, besos en su espalda y cuello. Kei estaba por acabar cuando al abrir los ojos de nuevo vio la bufanda.

Maldición, así no se podía concentrar en lo que hacía. Miró la bufanda con insistencia dispuesto a sacarse la curiosidad de encima, no era de Kei y la había visto antes. Parece que Keito tenía una igual. No, Keito tenía una azul con negro– Uhm… así, justo ahí  –Sentir como la punta golpeaba su interior era lo que deseó desde el momento en que planeó ir al departamento de su novio, pero Kei terminó dentro antes de lo esperado. Se estaba quejando por eso pero las cosas no quedaron así. Kei salió de él y le obligó a voltearse, fue algo brusco pero el dolor quedó atrás cuando ya le tenía entre las piernas aliviando su erección con la boca. Le encantaba cuando Kei hacía eso porque era tan bueno que los gemidos desesperados no los calló cuando se estaba corriendo.

La habitación estaría en silencio pero sus agitadas respiraciones no lo permitían. Abrazados en la cama intentaban calmarse.

–Esa bufanda –Kei lo ignoró pero levantó la cabeza para saber de qué hablaba– ¿es nueva? –dejó que Daiki se le escapara de los brazos. El tema de conversación no era tan importante cuando el menor le dejaba a la vista su trasero– Pero la he visto antes… –miró a su novio. Kei alzó las cejas sonriente. En verdad no le estaba tomando atención– Creo que es de… –Iba a mencionar a Yuri cuando el recuerdo de Ryutaro con ropa de estudiante llegó a su cabeza. Miró la bufanda con detenimiento, dudando, ladeando el rostro porque no quería equivocarse.

–¿La bufanda? Es de un compañero –El corazón de Daiki se alivió.

–¿Y has visto a Ryutaro? –Ahora era cuando las inseguridades volvían. Había estado aliviado después  de asegurarse por Ryutaro que no volvería a ver a Kei ni involucrarlo en sus problemas, pero si ahora su novio confirmaba que sí lo había visto no sabía cómo saldrían las cosas.

–No –Inoo no estaba realmente seguro si decir la verdad porque temía que Daiki tuviera la misma reacción de aquella vez en que se peleó con Kota.

–Hmm –La posibilidad de que antes de su llegada haya estado con Ryutaro desaparecieron. Kei no lo había mencionado pero si llegase a ser cierto no había razón para ocultárselo, ¿verdad? – ¿No te ha llamado? –en ningún momento quitó la mirada del rostro  de su novio, buscando algún gesto o esperando de lleno una afirmación que no le gustaría saber.

–No. Incluso apagó su celular. –Se dio cuenta de las dudas de Daiki y eso no era bueno, necesitaba cambiar de tema y mientras pensaba qué decir se echó boca arriba– Necesitaba terminar un informe –Kei recordó la tarea en la que supuestamente intentó ayudar pero que luego las cosas se salieron de control– Pero no alcanzamos. –Inoo le sonrió a su novio antes de atraerlo a su cuerpo– Justo me llamaste.

Sí era un alivio para Daiki saber que no estuvo con Ryutaro y se sintió algo torpe por haberlo pensado, más por desconfiar de su novio, el problema era que Inoo a veces estaba tan cerca de él pero a la vez era tan lejano. Ni siquiera supo que esa tarde estaría con un compañero haciendo un informe. Las cosas habían cambiado en Kei desde que Ryutaro dejó el grupo y aunque aún no era oficial deseaba en estos momentos que el menor no regresara nunca más. Era egoísta de su parte sabiendo lo mucho que el chico se esforzaba por hacerlo mejor y lo feliz que se  ponía cada vez que ensayaba un solo.  
Aun pensando todo eso Daiki guardaba la duda de si Ryutaro era capaz de cumplir lo que le prometió.

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Planeó una salida con el líder de grupo solo para distraerse y poder eliminar todas esas inseguridades de su cabeza, armar un plan para que Kota y Kei se reconciliaran. Esta salida estaba únicamente dedicada a ellos pero no podía estar tranquilo, las cosas entre Kei y él iban silenciosamente cada vez peor y todo por sus propias inseguridades. Su mente formaba escenarios que no existían pero no lograba borrarlos del todo y Kota se dio cuenta de que no estaba bien. Un Daiki normal, aunque tuviera problemas siempre estaba sonriente, y cuando se miraron lo confirmó, los ojos de Daiki no tenían ese hermoso brillo y la sonrisa aunque fuera la de siempre no era igual, pero no fue necesario preguntar.

–Creo que Inoo me oculta algo –no podía alegrarse si ellos tenían problemas pero era inevitable. Era como si la esperanza a que rompieran comenzara a existir, que Daiki se diera cuenta de que Inoo no era el único, que estaba él y que siempre estaría a su lado, eso quería que sucediera– No sé si es paranoia –Daiki se forzó a sonreír como si lo que decía fuera una broma– pero ha estado distante. –Ocultó su rostro entre las manos antes de gruñir– Estoy celoso. Celoso porque creo que ve a Ryutaro a escondidas de mí.

Eso era nuevo– ¿Por qué lo piensas? –Daiki no respondió a su pregunta cuando ya le tomaba de las manos y estaba a una distancia tan corta de su rostro que le tensaba.

–Por favor arréglate con él. No sé qué sucedió entre ustedes pero arréglense y habla con él sobre mí.

–Es fácil decirlo, pero hacerlo… –Kota hizo una mueca. Esa expresión no aliviaba para nada al menor.

–Por favor. He estado pensando demasiadas cosas estos días, nada agradables y no me atrevo a volver a discutir el tema con él porque sé que terminaremos peleados y será por mi culpa. Por favor Kota, habla con él, eres su mejor amigo. Los mejores amigos se saben perdonar –Yabu se mordía los labios. Era tan difícil decirle que no, aunque arriesgaba su pellejo al acercarse más de lo debido a Kei, pues él sabía la verdad y no quería que ningún otro integrante lo supiera. Kei no amenazó con divulgarlo pero lo vio tan molesto, con tanto odio que le asustaba. Aun así era imposible negarse a esa mirada que insistente permaneció fija en la suya.

Kota suspiró no creyendo lo que haría– Está bien –el agarre en sus manos cambió a un fuerte abrazo, para su desgracia no duró lo suficiente, Daiki se apartó rápido para darle su copia de llave del departamento de Kei.

–Podrán hablar en privado y con calma en su departamento. Si te pregunta por la llave solo le dices que te la di yo. No se molestará –Kota no estaba muy seguro de eso.

7 comentarios:

nane dijo...

���� Se me sigue haciendo corta jejeje
ES QUE ESCRIBES TAN GENIAL!! QUE SIEMPRE QUIERO SEGUIR LEYENDO U.U

YuukiNii dijo...

Ok, entonces el otro capítulo lo hago más largo.

AmiS dijo...

aaaahhh....!!!!!!
omgomgomgomgomg... se que hagarren a puñetes y se coman!! asi se arreglan las cosas.

lucero dijo...

Me encanta la historia!! aunque no son mis parejas preferidas, por favor que mi ichiban Daichan encuentre a alguien que lo aprecie de verdad!!

Paoo Inoue dijo...

Hijo de!!!!!!!! ;_; LO ODIO! PINSHI COBARDE!
Sabes que no me tiene conforme y aun así me haces leer esto ;-;

Yojhannah Tomatito dijo...

quiero continuación creepy(¿?)

Dark May dijo...

Jajsbcjfjfjfnrjrjn me encanta!!!! El corazón me iba a mil!!! Síguelo por fa!!!!

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