Oww -_- siento la demora, es que pensé que no lo iba a continuar, sumado con que ando con la flojera de escribir. Espero sea lo suficientemente sádico para sus gustos(?) ._. aunque lo dudo, no termina por convencerme -_-

Y bueno, después de leer un fic en donde Kota debe morir (fanficticamente) por rechazar a mi ratoncito por Hikaru *^* asdasdad me puse emo. Ojala esa chica lo continúe *^* mi ratón merece ser feliz~ Pateé a Kota en ese fic e_é o sea, qué se cree?(?) Ya XD me dejo de divagar.
Por cierto, son casi las 7am así que como siempre, encontraran faltas ortográficas, soy turnia como para encontrarlas todas(?)
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Consecuencias del pasado - 2


Año 2003. Región Kansai
Prefectura de Osaka, Capital

Rostro sin emociones, pero ojos que hablaban por si solos, mostrándole el terror y el daño marcado en su cuerpo. ¿El destino? ¿La burla del destino? Y se vio reflejado él mismo en esos castaños ojos que a centímetros de su cara le miraban sin expresión, como si no tuviera ningún tipo de emoción, sentimientos, y es que los músculos faciales del chico estaban relajados, demasiado relajados para presenciar una muerte.

No era su primer trabajo como asesino, se suponía que debía matar al viejo e irse de ahí, pero ahora había un testigo, un silencioso testigo que había visto claramente su rostro después de haber apuñalado cinco veces el cuerpo inerte a tres metros de ellos. Pensó si sería buena idea asesinarlo, acercando la navaja que antes había usado, rosándola por la mejilla del chico que por fin reaccionó, pero fue un movimiento inesperado. Pensó que se echaría hacia atrás o gritaría, pero en vez de eso sujetó fuertemente su mano, a pesar de tener un cuerpo delgado, desnutrido y gastado, la fuerza sobre su muñeca era impresionante, acercando la navaja por su cuello, causando un leve corte, pero no pareció dolerle. Asombrado miraba el camino que la navaja recorría, sostenida por su mano y la del chico, bajando lenta y descuidadamente hasta su pecho. Ahora el asustado era él, alguien le tentaba a asesinarlo y no sólo eso, cuando le miró nuevamente a los ojos estos parecían llorar sin dejar caer lágrimas, brillando en pena y dolor. Su corazón fue tan compasivo y cobarde que no pudo hacerlo, alejando la navaja y escuchando un quejido de parte del chico, pero palabras de esos labios entreabiertos no salieron.

-“Hikaru” –el auricular en su oído le volvió a la realidad poniéndose de pie.

-Papá –miró con atención al chico que apenas podía ponerse de pie, acercándose al cuerpo sobre la cama para dejarse caer sobre él, manchando con sangre su cuerpo desnudo, y pensó por qué hacía eso- Hay un chico… -tragó saliva mirando ahora ese cabello negro gotear sangre la cual cayó sobre el rostro del muerto.- su cuerpo está maltratado, parece… parece que abusaban de él.

¿Cuántos años debía tener? Se notaba menor que él, tal vez dos o tres años.

-Tráemelo –fueron las últimas palabras que escuchó. Una orden que no podía rehusarse a cumplir si se trataba de su padre, si se trataba de “trabajo”. Con los guantes negros ensangrentados se acercó al chico sin expresión que no dejó de mirarle, y extendió su mano.

-Ven conmigo –pero el chico no reaccionó. Sus ojos desinteresados en su persona se desviaron a mirar el rostro del muerto- vendrán por nosotros, serás libre, ¿no quieres salir de aquí? –el inminente silencio fue la peor respuesta para el niño de doce años que sin saber qué hacer se acercó a tomarle de la mano, siendo rechazado a penas el niño desnudo sintió el roce de esos guantes contra el bello de su piel.

Aun así no hubieron palabras de por medio. No lo podía entender, le daba la posibilidad de ser libre y él sólo se quería quedar abrazado a ese cadáver. No tenía tiempo, debía irse y el problema es que no podía hacerlo solo o sería castigado. Entonces hizo lo que un niño normal haría, tomar fuertemente su mano aunque el otro forcejeara para que le soltase y jalándolo comenzó a sacarlo del lugar.

-Escucha –le dijo después de dejarlo caer el piso- No puedo dejarte aquí, ¿entiendes? Papá quiere que te lleve conmigo. Estarás bien. Cuando salgamos de aquí podremos jugar juntos –pero esas palabras el chico no parecía entenderlas, pero aun así le siguió, y antes de salir miró la cama por última vez, sabiendo que no volvería a estar ahí.

***


Los días en el lugar al que llamaba hogar eran normales, en donde vivía con los demás chicos que eran entrenados con el mismo fin que él, asesinar. Todo seguía como siempre, a excepción del chico que había llevado con él. Su padre le prohibió visitarle diciéndole que era lo mejor, diciendo palabras que no entendió en aquel momento: “no te acerques a él, no quiero que te conviertas en su apoyo” La psicóloga le había dicho exactamente lo mismo, el chico necesitaba rehabilitación pero su mente se veía tan atormentada y su rostro tan inexpresivo que llegaba asustarle a veces.

Caminó por los pasillos de las habitaciones, llegando justo en frente a la del chico, la cual golpeó pero nadie respondió, entrando sin más ya que tampoco tenía el seguro. Al entrar le vio recostado en la cama, de lado y mirando el escritorio, sus ojos se veían perdidos, ¿Por cuánto tiempo seguiría así?

Se acercó sentándose en la cama.

-Keito –le llamó pero el chico pareció no escucharle. Miró el escritorio y ahí estaba la comida que debía ser su desayuno- no has comido, ¿no quieres comer solo? –pero otra vez no pronunció palabra. Se levantó y tomó la bandeja, volviendo a la cama- Keito…

Y esa mañana comprendió que nada sería tan fácil.

A escondidas de su padre se escabullía a la habitación del menor, haciéndose siempre notar. No había día en que no fuese a verle. Dormían siesta juntos, le alimentaba cuando Keito no quería comer. Se podían quedar horas mirándose a los ojos, ambos recostados sobre la cama. Era una extraña amistad a escondidas, donde la paz les rodeaba. Y llegó aquel día en que su padre le sorprendió en su habitación, pero eso pasó tres años después, cuando ya nada tenía vuelta atrás, en donde Yaotome Hikaru se había convertido en el apoyo de Keito.


Los años iban pasando y con eso la rehabilitación de Keito, aunque muchas veces presenció sus ataques de histeria en donde comenzaba a gritar lanzando a donde fuese lo que pudiese tener entre las manos, terminando por refugiarse en un rincón de la habitación escondiendo la cabeza entre sus brazos, justo como el que acababa de tener a sus ahora 18 años, hace tanto no presenciaba eso, desde que lo pusieron a entrenar esos ataques habían disminuido, reduciéndose a nada, hasta ese día.

-Keito, ¿estás bien? –preguntó acercándose lentamente pero seguro, con 20 años y acostumbrado a eso ya no le daba miedo. Se arrodilló a su lado y cuando el menor supo lo cerca que estaba, tan rápido como pudo se aferró a su cuerpo, abrazándole del pecho, ganándose una caricia en su cabello, caricia que se fue repitiendo hasta que su respiración se reguló.

El mayor miró la ventana y los vidrios rotos, esparcidos por el piso con manchas de sangre. Separó al chico y miró sus manos, no estaban heridas, así que miró sus desnudos pies.

-Te heriste –aunque le molestara en su expresión no lo demostró.

-No… -le escuchó decir. Cada que escuchaba su voz la calidez llenaba su pecho, era con el único que hablaba aparte de la psicóloga, y eso le hacía sentirse único.

-Debo curarte las heridas, sacarte los vidrios o prefieres que llame a un médico –pero el menor negó repetidas veces- entonces espérame aquí –se puso de pie buscando entre las pertenencias del chico la caja auxiliar.

No hubo más que silencio entre los dos mientras curaba sus pies y el que Keito no se quejara no le sorprendía, no expresaba dolor cuando sacaba un fragmento de vidrio de su piel. Pero el silencio tampoco era incómodo.

Ahora que había limpiado y vendado sus heridas estaba la pregunta que tanto quería hacer.

-¿Por qué ahora? Pensé que no volvería a pasar –pero Keito no respondió, en su lugar se puso de pie como si nada, caminando hasta su cama para tumbarse ahí, mirando al mayor como si le dijese con sus ojos que se acercara y recostara a su lado. Hikaru había aprendido a lo largo de todos esos años a saber cuando algo quería, y aunque su expresión fuese la misma para todos, sus ojos no lo eran, por lo que se puso de pie para acercarse y acostarse a su lado.

Era tan confortante abrazar su cuerpo y escuchar su pausada respiración, y aunque esperó respuesta a su pregunta esta nunca llegó. Keito seguía y tal vez seguiría ocultándole lo que pensaba.

Desde el incidente pasó una semana en la cual no hubo otro ataque de histeria, incluso se veía mejor cada día. Ansioso de regresar cada que salía a hacer un trabajo, volviendo rápidamente para visitarle, encontrándole varias veces dormido y en otras, encontrando la habitación vacía, diciendo con eso que estaba entrenando, entrenamiento que nunca le permitieron ver, y entrenamiento que el mismo Keito le pidió no visitar. Pero hoy quería hacer la excepción, porque hoy el maestro de Keito diría si ya estaba listo o no para comenzar a trabajar, por lo que se escabulló al Dojo en donde solían encerrarse a entrenar. Para su sorpresa no era el único ahí, habían varios de sus compañeros amontonados a la entrada, y cuando se acercó los escuchó murmurar y más que asombrados parecían aterrorizados. La preocupación dio inicio con una fuerte punzada, abriéndose paso entre ellos para lograr quedar delante de todos.

Lo que vio le sorprendió, pero a esa edad no le asustaba ver un cuerpo decapitado, pero diferente era volver a ver aquella imagen de sus 10 años. La ropa de Keito estaba cubierta de sangre, con varios cortes en la tela, dejando ver una que otra herida, pero no solo eso, a los pies del chico estaba la cabeza del cuerpo, cabeza que reconoció abriendo desmesuradamente los ojos.
No lo podía creer, eran casi las mismas imágenes del pasado.
Repentinamente el menor dobló sus rodillas, terminando arrodillado frente a esa cabeza aun desangrándose. Suspiros de asombro y más murmullos hubieron cuando el chico tomó la cabeza para envolverla entre sus brazos, con la mirada perdida en el cuerpo a pocos metros de ahí, pero con una paz terrorífica en el rostro.

-Está listo –escuchó a su lado, la siempre seria psicóloga de Keito no dejaba de mirar a su paciente. Y al lado de ella estaba el otro discípulo del difunto.

No podía comprender el por qué Keito había asesinado a su propio maestro.

El asesino volvió hacer un movimiento que estremeció a todos a su espalda. Se puso de pie acercándose al cuerpo, pisando y manchando la tela de su pantalón con la sangre que inmediatamente absorbió. Fríamente dejó caer la cabeza como si ya no tuviese valor alguno, revotando en el piso.

Y el observar por segunda vez ese cuerpo en una escena sangrienta, le estremeció repetidas veces y el miedo recorrió su cuerpo cuando la mirada de Keito se posó en él, mostrándole lo tan profundos y oscuros que podían llegar a ser, dándose cuenta que era un demonio, el cual no supo en que momento despertó.

-Agramon –escuchó susurrar a la mujer que no tardó en marcharse desinteresada o quizás con otras cosas importantes que hacer.

Miró al otro discípulo y le vio llorar, sintiendo un amargo sentimiento en el pecho, porque esa demostración de pena Keito nunca la tendría más que en sus ojos, los cuales nadie era capaz de mirar.

Agramon: Demonio del miedo.

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6 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bueno, me encanto por completo.
La actitud de Keito me capturo.
sigue asi babo.
saranghae <3

Demi♥ dijo...

Asdfgdsdf♥ ¡Por fin puedo leer esto! *O* Siempre por una cosa o por otra, no podía, pero hoy fui feliz *--*
Quiero más e_e~ Enserio, me encantó, pero muero por saber qué pasa, me los imagino a los dos recostados en la cama, abrazados y ♥.♥
Fue todo muy entretenido, lograste atraparte♥

AmiS dijo...

OH FUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUCK!!!
WOOOOW SENSACIONAL!
intersante... muy interesan!

Paoo Inoue dijo...

D: no deje mi comentario antes? -se estampa contra la compu-

dios esto es como decirlo, difícil, keito con su masoquismo de querer morir en el intento de vivir ;W; Hikaru metiéndose de a poco en su vida

si yo viera a alguien muerto degollado y que el asesino sea alguien que quiero y le abrace la cabeza no se que haría definitivamente le tendría miedo

pobre keito pobre Hikaru, pero lo bueno aun no empieza y yo quiero mas uu--u

Uebo♥ dijo...

Por qué demonios nunca firmé esto!? Es sensillamente genial. Es la segunda vez que lo leo. Este fic es uno de mis favoritos...
Me encanta que sea tan enfermiso! Es que lo hace genial!
Dios~ No me voy a cansar. De decir que amo como escribis...
Te amo Deni <3

Natarashi dijo...

Se supone que no iba a comentar hasta que terminará los capítulos pero se trata de Keito kyaaa el demonio del miedo estan *~* Hika no sabía como es en verdad, pero yo se que a un así lo ama, puro love el Hikato
A un no leo los demas ya que los leo de camino al trabjo para entretenerme

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