El silencio reinó por momento entre los dos, Yabu no sabía qué responder ante sus palabras, y mucho menos en cómo mirarle, nunca pensó que sus sentimientos por Daiki lo llevarían a esta situación. Abrió y cerró la boca intentando decir algo, pero palabras no salían y la mirada de Inoo no se apartaba de la suya esperando respuesta, impaciente por dentro y preocupado, pensando que su amigo podría decirle lo que Ryutaro no se atrevía, pensando que era su salvación para buscar una solución y curarlo de cualquier mal que lo estuviese atormentando.

–Yo… no… -se había guardado lo sucedido hasta el día de hoy, no se lo había contado ni siquiera a su almohada y para ser sincero, se estaba muriendo por soltar todo, sobre todo después de que el menor del grupo se fuese excusándose con los estudios y sabiendo que no era esa la causa.

Pasó por su cabeza contarle todo, pero se detuvo al pensar que el hacerlo lo haría ganarse el odio de Inoo, después de todo ahora parecía el más preocupado por Ryutaro, sabía por Daiki que el pelinegro había ido hasta el instituto a buscar a Ryutaro. ¿Y si le decía y luego Kei le contaba a los demás? Estaba destruyendo al grupo por sus acciones y más lo haría si le contaba la verdad.



–No lo sé… no sé qué le sucedió –pero la respuesta no pareció engañar al pelinegro, su mirada lo expresaba. No se creía esas palabras, Yabu era su amigo, entonces ¿por qué no se lo decía? ¿Acaso Ryutaro le había dicho que fuese un secreto? Pero se dio por vencido, tampoco estaba bien saberlo por otra persona, Ryutaro debía decírselo. Soltó un suspiro desviando la mirada, mirando a sus compañeros que iban entrando a la sala de ensayo para volver a la práctica.

–En verdad me preocupa, ya nada es lo mismo sin él –Kei se puso de pie y miró por segundos al mayor– quisiera verlo hoy, pero tengo trabajos qué hacer, podrías ir tú, estoy seguro que le gustaría verte –esbozó una sonrisa antes de extenderle la mano–

–Tal vez, pero tengo que hacer unas cosas –mintió revolviendo su cabello después de ponerse de pie, y Kei notó que volvía a mentir.

–¿Están enojados? –era algo extraño en los dos, Ryutaro era apegado a Yabu y hasta se notaba en sus ojos brillosos que lo admiraba, como un hermano menor hacia el mayor, y es por eso que sospechaba que Ryutaro le había contado toda la verdad a Yabu, no como a él que sólo le contó tal vez menos de la mitad de todo lo sucedido– no me hagas caso, es imposible que estén enojados –abrazó a su amigo sin dejar de sonreír, dando unas palmaditas en su espalda antes de reunirse con los demás para retomar el ensayo.

Yabu suspiró al verle alejarse, volviendo a revolver sus cabellos y susurrar “No estamos enojados… Él me odia.”

---

Caminaba desganado a casa, sus compañeros habían insistido en que los acompañara a la biblioteca por una tarea, pero mintieron y lo llevaron a los vídeo-juegos. Sí se divirtió, se distrajo demasiado, e incluso dejó de pensar en sus problemas y en Yabu. Se preguntó si Inoo iría a verlo, aunque ya era de noche. No había recibido ningún mensaje en todo el día. Y ahora que se había quedado nuevamente solo, volvía a pensar en Yabu y en todo lo sucedido, sintiendo su pecho apretado y las ganas de llorar que no tardaron en mostrarse en sus ojos, dejándolos húmedos sin querer que las lágrimas cayeran. No quería devastarse como cada noche o cada momento que estaba solo.

–Ryutaro… –Sus pasos se detuvieron y levantó la mirada, sintiendo su corazón palpitar fuertemente al reconocer aquella voz y mucho más al cerciorarse de que era él. Dio un paso hacia atrás al verlo acercarse– Uhm… –Yabu se quedó ahí de pie, sin intentar volver acercarse cuando le vio retroceder.

–¿Qué quieres? –Siempre intentaba tomar todas las fuerzas necesarias para demostrar una actitud fría, no queriendo mostrarle su lado más lamentable.

–Ryutaro yo… –Miró el piso sin saber exactamente cómo decirle, sin saber por dónde comenzar con todo lo que necesitaba desahogarse. Muy dentro de sí mismo le advertía no acercarse, que aquel chico frente a él le odiaba y nunca perdonaría. Sabía que había hecho mal pero el reconocerlo lo hacía sentirme más miserable.

–Tú qué… –Yabu continuó mirando el piso en silencio, moviendo intranquilo los dedos de una mano, sentía que el tiempo se había detenido, cuando en verdad no dejaba de avanzar y muy rápido para Ryutaro cuando no dejaba de mirarle, al ver que el mayor estaba distraído con el piso.

Debió pasar un minuto en absoluto silencio, Yabu con un revoltijo de palabras en su cabeza, mientras Ryutaro tenía miles de preguntas del por qué Yabu estaba de pie frente a él.

Odiaba ese silencio que se alargaba entre ellos, ya no lo soportó más y decidió irse, pasando por el lado del mayor, pero a una distancia la cual ni siquiera le haría sentir su aroma, aquel que tanto extrañaba cuando le abrazaba, el que llenó sus fosas nasales el día que se entregó a él sin importar todo el dolor que aquello le causó, el que no le dejó tranquilo los siguientes lamentables días junto a su recuerdo. El que aun sentía, aun estando con el rostro hundido en su propia almohada, el que sin darse cuenta ya se había impregnado en él. Pero todo eso no era suficiente, porque por un segundo extrañó sentirlo realmente, aunque habían momentos en que se sentía sucio.
Si tuviese el poder de retroceder el tiempo, impediría el sentir amor por Yabu Kota, así los diez seguirían juntos.

---

Miró la hora y corrió luego de bajar del bus. No había tenido siquiera tiempo de enviarle un mensaje a Ryutaro, cada que lo iba hacer era interrumpido, terminado por olvidarlo cuando comenzó el examen.
Corrió lo más rápido que podía, llevando incómodo su bolso. Sonrió al ver al menor caminar en su dirección.

–¡Ryu–! –Su cuerpo se detuvo en seco al notar con quien estaba, sin poder evitar esconderse sin saber el por qué. Él mismo le había dicho que lo fuese a ver, tal vez un momento los tres juntos podría ser agradable, como aquellos días cuando aun eran diez.

–¡Espera! –Pero el menor no se detenía– Ryutaro espera –Los vio. Vio la expresión triste en el rostro del menor, vio la expresión preocupada en el rostro del mayor. Vio aquella reacción de Ryutaro luego que Kota le tomase de la muñeca, de una manera que no se zafara tan fácil cuando el más joven forcejeó para alejarlo, rindiéndose al no poder hacerlo, pero sus manos seguían firmemente empuñadas–. Perdóname, por favor perdóname. Yo no sé en qué estaba pensando y yo solo–

–Yo sé en qué estabas pensando. Yo sé en quién estabas pensando –Le interrumpió.

Kei los miraba con expresión de no entender de qué hablaban, por qué Yabu le pedía perdón a Ryutaro. Y por sobre todo, por qué Ryutaro se veía tan molesto.

–Tienes que volver. Debes volver –Yabu comenzó a mirarle con un toque de desesperación cuando Ryutaro bajó la mirada, frunciendo el entrecejo por el tono de exigencia que usaba el mayor–. Los chicos te extrañan. ¡Las fans también! No puedes hacerles esto. Ellos siempre preguntan por ti, están tristes porque no contestas sus llamas, ni siquiera sus mensajes. Ellos te quieren de vuelta…

–¿Y tú? –Se mordió los labios antes de continuar con las palabras que tenía atoradas en la garganta– ¿Tú me extrañas?

Otra vez silencio. Ryutaro deseaba saber qué pasaba por la mente del mayor, mientras Inoo deseaba saber qué pasaba entre esos dos.

–Sí… –susurró el mayor– Te extraño… –Y aquellas palabras fueron suficientes para causar estragos en el pecho de Ryutaro, levantando la mirada y encontrarse con los ojos de Yabu.

Entonces le vio acercarse dudoso.

Abrió los brazos sin dejar de mirar a Ryutaro al no saber cómo reaccionaría, si creería en sus palabras o volvería apartarlo. Entonces fue que le vio mirar hacia abajo, aun así se animó y mordiéndose el labio levemente, lo abrazó. Era un abrazo suave, ni siquiera ejercía fuerza en sus hombros. Aún faltaba el otro, el menor aún dudaba, pero apretando fuertemente los ojos comenzó a corresponder poco a poco, terminando por empuñar las manos en la espalda del mayor, volviendo a estar nervioso como aquella vez en que Kota comenzó a besarlo. Recordaba que le había dicho adiós, que se juró a sí mismo olvidarse de él, pero si Kota hacía este tipo de cosas, para Ryutaro era muy difícil cumplir sus propias palabras, y es que su propia mente y sentimientos lo traicionaban.

–Voy a regresar… –Fueron las últimas palabras que Inoo escuchó antes de marcharse, después de notar que él ya no hacía falta ahí.





El fin de semana había sido realmente largo para Ryutaro, que no dejaba de dar vueltas en su habitación cada que comenzaba a pensar en volver al grupo, además de no dejar de mirar su celular. No había mensajes de Inoo como tampoco llamadas y ya habían pasado dos días. Eso era extraño, pero Yabu se comunicaba con él cada tres veces al día y solo para preguntar cómo estaba, escribiendo en aquellos mensajes que estaba feliz de que volviese, que estaba impaciente en que ya fuese Lunes, y fue entonces que Ryutaro se sintió extraño.

Aquella noche Ryutaro pidió un poco más de tiempo, hasta que fuese Lunes, ese día iría a la agencia.
Se sentía sofocado, atrapado y lo peor de todo es que no estaba Kei para decirle que volvería, quería que él lo supiera pero este había desaparecido, por lo que decidió salir, tomando unas gafas y bolso, lo necesario para no llamar la atención en un día soleado y bastante caluroso. El viaje parecía eterno, deseaba ya llegar al lugar, caminando por las calles y buscando el edificio que creía el correcto en su libreta de direcciones. Subió escaleras y entonces golpeó la puerta. Bajó la mirada y se acomodó la ropa, asegurándose que su gorra también luciera bien.

La puerta se abrió.

–¿Ryutaro? –Pero la persona no era correcta, a quien tenía en frente no era a quien deseaba ver, entonces no pudo reaccionar a tiempo, recibiendo un efusivo abrazo no correspondido–. ¡Que sorpresa! –Daiki no lo quería soltar y para cuando Kei salió a mirar quién era, se encontró con la mirada de Ryutaro tras esas gafas, y el menor entendió que aquellos ojos no parecían felices de verlo–. Ven, entra –Daiki no le permitió elegir, simplemente le tomó de la muñeca y lo entró al departamento. Kei no le dio una bienvenida, solo se quedó atrás para cerrar la puerta y caminar apartado de ellos.

–Creo que no es momento –Intentó irse, topándose con el pelinegro de frente. Aquella mirada le hacía sentir que algo había hecho mal y no podía entenderlo– Debería irme… –susurró.

–Viniste a ver a Kei y no esperabas verme aquí, ¿verdad? No te preocupes no teníamos pensado hacer nada pervertido –Su suave risa se escuchó en todo el departamento, pero Daiki no se daba cuenta de nada, estaba tan feliz en ese momento, que parecía un ciego–. Quédate, hoy traje un pastel, puedes sentarse mientras…

–No –a pesar de que Ryutaro envidiaba tanto a Daiki por tantas cosas, le sonrió–. Olvidé hacer unas tareas, además ustedes deben de tener planes…

–Pero qué dices –El pelicastaño intentaba tenerlo ahí, acercándose rápido para tomarle de la mano– Con Kei podemos salir otro día, no te preocupes por eso.

–No… Debo irme… –Se despidió rápidamente de ambos y salió del departamento, no sin antes darse cuenta de una cosa. El celular de Yabu estaba ahí. ¿Acaso el líder del grupo estaba ahí? Entonces miró hacia atrás la puerta ya cerrada. Nadie salió a buscarlo, nadie salió a verle irse.

–¿Vino alguien? –preguntó Kota luego de salir del baño.

–No, no vino nadie –le respondió Inoo en un tono que solo ambos escuchasen, aprovechando que Daiki se había ido a la cocina.

–Creí haber…

–Solo creíste, pero no vino nadie –Kei se perdió camino a la cocina, dejando a Yabu ahí solo que se limitó a mirar la puerta de entrada y caminar para ir a ver afuera, pero no había nadie, entonces volvió a entrar.

¿Cómo decir que no quería que Ryutaro y Kota se volviesen a ver? Kei no entendía lo que pasaba con él y lo peor era que Daiki comenzaba a notarlo.


---

Ryutaro llegaba tarde, sabía que estaban a la mitad de los ensayos para el nuevo vídeo que sacarían. Ya varios de la agencia le saludaban al verlo ahí, incluso lo dejaban pasar para ir a ver a los demás. Todo estaba bien, iba a volver y junto con ello la esperanza de tal vez conquistar a Yabu, y es que aún le costaba decirle adiós, sobre todo después de aquella conversación y ese abrazo que tanto le hizo confundirse.
Si Yabu le pedía disculpas por lo sucedido, estaba seguro que lo perdonaría sin pensarlo dos veces.

Estaba por llegar, escuchaba risas y no dudó en abrir la puerta suavemente para darles una sorpresa, abriendo poco a poco y preparándose para saludarlos.

–Sabía que volvería si tú se lo pedías –Su cuerpo se detuvo al igual que su respiración–. Gracias por hacerlo. Ryutaro no quería hablar con ninguno de nosotros y creí que si eras tú, él cambiaría de opinión –Su mente comenzó a imaginar todo y sus ojos se ensombrecían mientras escuchaba la voz de Daiki decir todas aquellas cosas. Otra vez había sido un tonto al creer una vez más en él–. ¿Y, lograste que te dijese el por qué se fue? –No necesitó seguir escuchando la conversación, sabía que Yabu no le diría la verdad a nadie, así que sólo cerró la puerta y comenzó alejarse a pasos pesados del lugar.

Aquel día ambos esperaron impacientes a que Ryutaro llegara. Kei en silencio, fingiendo que no sabía, también le estaba esperando, pero los tres se quedaron con la ilusión de verlo, sobre todo Daiki, porque se moría por decirle a los demás. Pero las horas pasaban, el ensayo terminaba y con eso la llegada de la hora en que todos se tenían que separar.

–¿Crees que le haya ocurrido algo? –preguntó repentinamente Daiki, que caminaba a un lado de su novio mientras miraba el piso. Inoo solo intentó no saber de qué se trataba, pues Daiki tampoco le había contado.

–¿Quién?

–¡Ryutaro! Se supone que hoy vendría… Se supone que hoy volveríamos a estar todos juntos. ¡Yabu lo había convencido de que así fuese, pero no vino!

Inoo sabía que Yabu tenía gran poder de convencimiento sobre Ryutaro, lo sabía, lo supo siempre y volvió a cerciorarse de eso cuando les vio aquella noche.

–Tal vez tuvo cosas qué hacer –dijo para no ver triste a su novio, tomándole de la mano cuando pensaba que nadie lo notaría, pero él sabía la verdad, él sabía que Ryutaro estuvo ahí, lo había visto, pero no fue capaz de acercarse cuando notó aquella expresión en su rostro. No se sentía capaz de mirarlo después de lo que había hecho aquel día en que no le detuvo cuando fue a su departamento– Estoy seguro que algo desvió su camino –Daiki le miró no muy convencido. Se abrazó a su brazo y caminaron así hasta llegar al departamento del mayor.



Los días pasaban, nadie sabía de Ryutaro, absolutamente nadie. Daiki revisaba constantemente el celular de Yabu y junto a eso le enviaba mensajes a este, como si fuese el mayor, Yabu lo sabía, había sido el plan después de todo, después de que no supiese qué cosas escribir y Daiki terminara por quitarle el celular y enviar el primer mensaje de aquel día.

Inoo miraba su celular y se preguntaba si sería bueno enviarle un mensaje o tal vez llamarle, pero las dos veces que se atrevió hacerlo sus llamadas no fueron contestadas, llegando a escuchar tan solo el buzón de voz.

Todos sabían que Ryutaro intentaba evitarlos, incluso en el instituto.
Pasó un mes cuando todo eso cambió con la presencia de Inoo fuera del instituto, fijándose muy bien de ver a Ryutaro salir, y entonces le vio. Ambos se miraron, pero Ryutaro no fue capaz de mantener la mirada, siguiendo de largo y alejarse cada vez más. No sabía si había hecho algo malo, pero la mirada de Kei era tan acusadora que notaba que no deseaba del todo hablarle. Entonces su mano fue sujeta de una manera que le hizo sentir aliviado cuando Kei comenzó a caminar a pasos rápidos, sin soltarle. Caminaron hasta alejarse de todo y entrar a un pequeño parque. Kei parecía un loco, pues se llevó a Ryutaro a rastras, escondiéndose ambos detrás de unos arbustos y mirarse agitados, comenzando a sonreír y terminar por reír como si hubiesen hecho algo malo. Para Ryutaro no había motivo para esconderse por lo que le había hecho gracia. Incluso durante el camino miró hacia atrás pensando que alguien los seguía.

Hace tanto que no reía de aquella manera que comenzó a llorar sin darse cuenta y la reacción de Kei ante eso fue un abrazo, atrayéndolo a su cuerpo y preocuparse aún más. Lo había extrañado tanto.

–Lo siento. Por favor perdóname –susurraba cerca de su oído sin aflojar el abrazo, sintiendo que Ryutaro le correspondía y escondía el rostro en su cuello. La humedad de sus lágrimas podía sentirlas al pegarse la tela de su camisa a su cuerpo. Estaba tenso, por lo que le acarició la espalda y dulcemente le dejó un beso en la mejilla, reacción que no pensó que tendría pues no estaba muy consciente de sus acciones, pero para Ryutaro no había sido nada malo, o tal vez no lo notó porque no podía dejar de llorar ni de intentar evitar que Inoo le viese así– Perdón… Es que pensé que ya no… –se mordió los labios pensando que sería extraño que dijese eso, aunque realmente sintió que ya no era necesario en la vida del menor si Yabu iba a ser el presente.

–No es tu culpa… -dijo con dificultad y separándose poco a poco, poniéndose una mano sobre los ojos para no ser visto por el pelinegro. Buscó en su bolso su pañuelo pero para cuando lo encontró, Kei ya le había quitado la mano del rostro y puesto un pañuelo sobre su nariz. Le miró sonriente esperando a que Ryutaro exhalara por la nariz y cuando lo hizo movió con delicadeza los dedos para no hacerle heridas. Limpió su nariz como si fuese algo muy frágil y esas mejillas sonrojadas del menor no podían pasar desapercibidas, entonces volvió abrazarlo.

–En verdad perdóname, no debí…

–Ya dije que no es tu culpa, sé que estás muy ocupado con la universidad y el trabajo en la agencia, yo fui quién debió enviar los mensajes o llamarte. Tú perdóname a mí –Y aquellas palabras fueron suficientes para que el corazón de Inoo se removiera en su pecho, comprobando lo inocente que Ryutaro podía llegar a ser o tal vez, lo ingenuo que era.

Se tiraron sobre el pasto y permanecieron así abrazados hasta que el celular del mayor comenzó a sonar.

–¿No vas a contestar? –Ryutaro se había acomodado sobre su pecho.

No creyó prudente contestar, no cuando se hacía la idea de quién podría ser.

–Daiki me contó que ibas a volver… ¿Era mentira? –Acarició sus cabellos e intentó mirar su rostro.

–No quisiera hablar sobre eso… –Se separó lo suficiente para lograr mirarlo bien–. ¿Estarás muy ocupado en la semana?

–Eso depende de la universidad. ¿Por qué? –preguntó con una sonrisa.

–Es que tal vez necesite un profesor de algebra…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

waaaaaaaaaaaaaaaaaa me encanta este fin!!! la verdd lo leo desde hace mucho solo que antes me daba pena comentar este fic lo amo!! amor el yabutaro y el innotaro, pense que yabu habia comensado a sentir algo por ryu pero solo fue porque daiki se lo pidio u.u inno!! el heroe xD waaaaa esperare con ansias la continuacion! :D

AmiS dijo...

OH FUCKING SHIT!!! diooooooooooooooooos.... despues de una terrible horrorosa semana de examenes y publicas otro cap!!!! dioseseses eres mi salvadora!.. extrañaba tus "feos" fics!!! los amo! otro cap...que no demore tantooooooooooooooo!!!
Yuuki te amosh!

dalia801 dijo...

¡¿POR QUE YABU?! T___________T esta genial!!, muy interesante ;O; Ryutaro iba regresar T_________T YABU TT____TT ,me encanta continualo por favor

Anónimo dijo...

dskjfbaslk bkskbk YUUUUUKII!!!!POR FAVOR!! CONTINUALOOOOO WAAAAAAAA YA ME SE DE MEMORIA TODOS LOS CAPITULOS WAAAAAAA ONEGAI!!! CONTINUALOOOOO

YuukiNii dijo...

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA XDDD ♥

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