Nota: Espero que lo disfruten. Bye bye.

Una cita y una mezcla de cosas extrañas


El parque era muy ruidoso, lleno de conversaciones, gritos y risas. Las largas orejas del conejo se movían incómodas dentro de esa gran gorra y comenzaba a sentir calor. Había estado tan emocionado con aquel momento en que podría divertirse junto con el rubio, que no dejó de correr de un lado para otro, llevando al alto de la mano a dónde fuese. Se había subido a un carrusel, el primero que había visto en su vida, nunca pensó que tales cosas existieran. Aquellos caballos se movían de arriba hacia abajo, y por más que insistió a Yuya de que subiera con él, este se rehusó, mirando a todos lados, a todas aquellas personas que les miraban, pero después de que dijese “Puedes subir, quiero mirarte desde aquí”, el bajito no había hecho más que sonreír de felicidad e irse corriendo para subirse a un caballo, sonriéndole al mayor desde esa distancia, y emocionarse cuando el juego comenzó a moverse.

Aunque el mayor no lo demostrase con palabras o quizás gestos, estaba divirtiéndose, no creyó hacerlo de esa manera cuando su mano era jalada y terminaba en juegos infantiles, pero a pesar de eso, a pesar de la vergüenza que sentía con las miradas que se dirigían a él y al pequeño conejo, se sentía feliz de ver esa sonrisa en su rostro, porque se veía tan sincera e inocente, y qué decir de esa mirada, que después de tanto correr de un juego a otro, Yuri se detuvo frente a un chica sentada frente a pequeña mesita en dónde tenía muchos maquillajes.

-Hola –dijo la chica con una sonrisa.



-Hola… -respondió el conejo, ladeando la cabeza hacia un costado mirando la mesita. ¿Se suponía que esto era un nuevo juego?- ¿Qué es eso? –preguntó apuntando inocentemente con su dedo. La chica por un momento tal vez pensó que la estaba molestando, pero cuando la presencia del rubio se hizo presente, el menor le miró.

-Yuri… -susurró incómodo cerca de sus orejas- esto es algo para niños, vamos a otro juego.

-¿Para niños? –volvió a ladear la cabeza, con el entrecejo un poco fruncido pero no de molestia, sino por no entender.

-Está bien si quieres hacerlo –interrumpió con una sonrisa la chica, que tomó un pequeño frasco de color blanco- ¿De qué lo quieres? –Yuri seguía sin entender y Yuya le tomaba del brazo- ¿Tal vez un conejito? –y al escuchar esa palabra las orejas del menor se movieron dentro de la gorra, que por suerte el mayor fue el único en notarlo.

-¿Conejito? A mí me gustan los conejitos –dijo emocionado y con un notorio brillo en los ojos, dando un paso hacia adelante.

-Entonces–…

-Lo siento mucho –repentinamente el rubio se inclinó y rápidamente salió corriendo con Yuri de su mano, que lo siguió sin protestar. No quería ni imaginar a Yuri con ese maquillaje infantil en el rostro, que muchas veces perturba la mente de los adultos, o por lo menos la de él.

Para cuando sus piernas dejaron de moverse tan rápido y ya caminaban uno lado del otro, Yuri se aferró a su brazo, sorprendiéndolo completamente, dejándolo así hasta detenerse a un lado de la pequeña cerca que los separaba de los arbustos y césped, dónde al parecer estaba prohibido sentarse, pero que de igual había gente ahí, familias descansando como también parejas haciendo cosas melosas. Un par de risitas se escucharon llamando la atención de los dos, fue entonces que Yuya comenzó a pensar que tal vez a Yuri lo estaban confundiendo con una chica.

-Tengo calor… -Yuri se soltó de su brazo y se dejó caer hasta sentarse en el piso- Tengo sed… -se quejó.

-Iré por algo de beber –el chico dio un paso y fue detenido bruscamente, por unos brazos que se aferraban fuertemente a una de sus piernas.

-No me dejes aquí –una mirada triste era suficiente como para sacarle un suspiro que en ese momento lo interpretó como un ataque de inocencia.

-No tardaré, tan sólo quédate aquí –se agachó frente al menor, mirándole muy seriamente- ¡pero sin moverte ni un centímetro! –sin ningún tono de enfado, pero uno muy determinado y estricto, fue suficiente para que el chico asintiera sonriente.

Y cuando los pasos del rubio fueron alejándose hasta ya perderle de vista, Yuri suspiró, no era un suspiro de cansancio, sino más bien uno tal vez un poco rosa. Apoyó la cabeza en la cerca y movió sus pies de lado a lado, mirando el cielo y las nubes moverse lentamente, entonces fue que se quitó la gorra por un momento, suspirando nuevamente pero de alivio al sentir el viento chocar contra ellas.

-¿Una cita? –un par de chicas llamó su atención a su espalda, volteando de rodillas y mirar entre los arbustos, afirmando sus manos entre los fierros- Esta es mi primera cita… -una sonrisa avergonzada al igual que su mirada, junto con unas mejillas sonrojadas, era lo que Yuri podía ver, a una chica con la mirada baja frente a otro chico que al parecer estaba igual de avergonzado. Pero Yuri tenía una duda ¿Qué era una cita? ¿Algún tipo de comida? ¿Yuya ya la había probado? Tal vez él podía decirle qué tipo de comida era una Cita, y ojala fuese dulce porque a él le encantaban las cosas dulces, como aquellas galletas que Yuya comía frecuentemente.

Sus orejas se movieron levemente al percatar un sonido familiar, el sonido de los pasos del rubio, estaba cerca, pero no volteó hasta ya tenerlo a un lado. Yuya había corrido después de verlo si la gorra, preocupado de que alguien lo viese, aunque aquello se podía tomar como un cosplay, ¿pero y sí lo tocaban? ¿Si tiraban de sus orejas? Pero cuando ya estuvo a su lado y la mirada del meno subió hasta la suya, en su mente se creó una imagen tierna que por instinto lo llevó a agacharse a su lado, en un silencio que ambos mantenían y que no era necesario interrumpir cuando sus miradas estaban fijas, pero al llegar el momento en que ambas se separaron de la otra, volvieron a unirse, pero sobre una flor que el mayor cortó del arbusto, dirigiendo luego su mano al cabello negro del conejo. Yuri sintió su cabello moverse y luego en su oreja por aquella acción del mayor. Sonriente el rubio, se quedó fijamente mirando el rostro del conejo, el cual complementaba lindamente con la flor.


-Gracias… Yuya… -susurró en una sonrisa el menor, haciéndole sonreír y latir su corazón a un ritmo diferente, entonces fue cuando su mente se llenó por completo de una imagen, en dónde estaba en la misma posición y en su mano sostenía una pequeña flor de color blanco de delgados pétalos. Su vista cambió, y ahora el pequeño cuerpo de un niño era lo que llamaba su atención, acercando la mano hasta ese largo cabello oscuro, y acomodar la flor en él. Sentía que sonreía, al igual que el niño frente suyo “gracias Yuya-san” fue lo que pudo leer de sus labios.


-¡Yuya! –Yuri volvió a llamarlo, frunciendo el entrecejo preocupado. El nombrado parpadeó un par de veces y la imagen cambió a la realidad. “¿Qué fue eso?”-¿Me estás escuchando? –los labios del chico se entreabrieron queriendo responder, pero su mirada aún estaba un poco perdida. Entonces Yuri no encontró otra forma de llamar su atención que ponerse de pie y apuntar hacia una dirección- Vamos a esa cosa –apuntando hacia la Noria, pero su otra mano fue jalada hacia abajo, dejándolo casi por completo sobre el rubio.

-Tus orejas… -susurró Yuya después de notar lo que había causado, que sus rostros terminaran demasiado cerca- cúbrelas… -dijo esta vez aguantando la respiración, pero no fue escuchado.

-Yuya… -susurró el conejo, y en el proceso sus labios no dejaron de ser mirados, haciendo que la boca del mayor se secara y volviese a sentir todas aquellas sensaciones a cuando le miró las piernas en su habitación.

Pero había algo diferente en todo esto, el rostro del menor no era de total felicidad, o enfado, se veía avergonzado y nervioso. En menor no dejaba de cuestionarse que pedir algo como “eso” estaba mal, ya se lo habían dicho, él por ningún motivo debía pedir cosas como tales, pero lo ansiaba, quería todo de él, al principio se conformaba cuando le tomaba en brazos, cuando le sonreía y hablaba antes de irse a la universidad y después de llegar de esta, al igual que cuando salían juntos de paseo y lo lleva en una pequeña jaula sobre sus piernas, y aunque al principio le temía a la jaula, el alivio y el miedo desaparecía cuando el rubio estaba con él.

-Yuri… -su nombre en un susurro, el cual el aire chocó contra sus labios y le avergonzaron de tal manera que se sonrojó sin darse cuenta, y que por reacción se puso de pie torpemente.


-¡Eso! ¡Quiero subir a eso! –gritó nervioso y no tardó en salir corriendo y dejar que sus blancas orejas se movieran gracias al movimientos y al viento. Yuya saliendo rápidamente tras él, pero no pudiendo darle alcance hasta que Yuri se metió dentro de la cabina, subiendo rápido y cubrirlo con el cuerpo para que nadie lo mirase desde afuera, pero gracias a que eso no había pasado porque la atracción se movió, deteniéndose luego para que más personas se subieran en la siguiente cabina, personas que ajenas a ese par de miradas, respiraciones agitadas y un poco de tensión en el ambiente, no hacían más que sonreír y seguir sus conversaciones.

- La gorra –dijo nervioso el rubio- la olvidaste, la compré para ocultar tus orejas –se sentó a su lado y el chico apartó la mirada, pensando que algo había hecho mal después de notar que esos ojos no brillaban como antes, ¿pero cómo saber lo que pasaba por la cabeza del menor?

Yuri quitó la flor de su cabello para no estropearla y dejarla entre sus manos, mientras el rubio le tomaba las orejas con delicadeza y acomodaba la corra sobre ellas


-Lo siento, en verdad debe ser incómodo… pero aquí no es normal que un chico tenga orejas –su voz se escuchaba cada vez más baja, pero a la vez más cerca, y cuando Yuri le miró estaban nuevamente cerca. Yuya parecía no percatarse de la cercanía de ambos, al igual que no parecía ser consiente del momento, más bien parecía tener una mirada perdida, pero a la vez fija y concentrada tan sólo en esos labios carmín, que se movían suavemente. Y la respiración de Yuri se cortó cuando sintió un cálido toque sobre sus labios, siendo apretados de forma dulce contra los contrarios, escuchándose el sonido de un beso después de separarse. Su mirada era de sorpresa, tal vez miedo, pero más que eso, era de algo más cálido que los adorados abrazos del rubio. Pero Yuya parecía inconsciente en ese presente, hasta que sus ojos pestañearon entonces se dio cuenta de lo que había hecho. Nunca pensó que una imagen borrosa en su mente, le harían tener acciones de las cuales tal vez se arrepentía, pero es que aquella escena de unos labios tan parecidos fueron besados por los suyos, era algo que le tomó por completo, en un control absoluto.



*^*^*^*^*^*^*


A dónde fuesen, ambos terminaban mojados, tal vez no por completo pero partes de sus ropas llegaban a pegarse contra sus pieles por el agua acumulada. Yuto y Ryosuke no dejaban de ir de juego en juego de agua, hasta habían pasado corriendo por un pasillo de separados tubos que de arriba y los lados tiraba agua, como si se tratase de una lluvia, repitieron eso tantas veces, entre risas y gritos de emoción, que terminaron cansados sobre el césped.


-Otra vez –pidió el perro, riendo y tomando de la mano a Yuto para que se pusiera de pie, riendo mientras lo hacía e ir nuevamente a una ronda bajo esa lluvia de pleno día soleado.

-¡Ya no puedo más! –dijo Yuto con una sonrisa y en medio del cansancio, volviendo a tirarse al césped, con un Ryosuke igual o menos cansado a su lado. Ambos se miraron y rieron al ver sus cabellos pegados al rostro, entonces fue que Yuto tuvo un poco de curiosidad y acercó una mano para tomar la gorra que el perro usaba y quitarla, notando que el cabello bajo este no estaba mojado, terminando con más risas juntos- ¡tu cabello! –rio posando las manos sobre su estómago por el dolor de tanto reír. Hasta incluso esas orejas que se movían no estaban mojadas.

Ryosuke en verdad se divertía tanto, que salió corriendo por la poca fuerza que le quedaba, para correr de ida y vuelta bajo aquel pasillo, volviendo ahora con el agua destilando de su cabello y sacudirse sobre Yuto, el cual rio y se quejó, cubriéndose el rostro con las manos, para luego tomar de la cintura a Ryosuke y voltear posiciones, quedando arriba y hacer lo mismo, terminando en más risas y en una lucha de cosquillas cuando el agua dejó de destilar como antes.

-¡No por favor! JAJAJA –Ryosuke se moría por esos ataques de cosquillas, sin poder dejar de reír, teniendo al humano sobre su cuerpo por completo y teniendo roces de los cuales ambos no eran conscientes hasta que se cansaron y solo se quedaron mirando, Ryosuke aminorando su risa mientras Yuto tan solo le miraba con una sonrisa bastante amplia como para creerlo. Y para cuando fue consiente en la posición que estaban, el perro parecía no comprenderlo, porque no dejaba de sonreír ni de mirarle divertido.

-Estoy cansado –comentó como si nada, pero Yuto no dejó de mirarle- ¿Qué sucede? –preguntó feliz el perro, bastante feliz para ser verdad ya que ese tipo de cercanía y momentos no los tenían, no cuando Yuto insistía en mantenerlo alejado. Entonces se movió, apoyándose en sus propios codos y terminar con la distancia que separaba sus rostros- ¿Uhm? –sus orejas acompañaron sus palabras, dejando una en alto mientras la otra estaba gacha.


Yuto de un momento a otro comenzó el torpe juego de abrir y cerrar la boca como un idiota, sin saber que decir y salir torpes suspiros de entre sus labios hasta que vio que el perro fruncía el entrecejo, alejándose y cayendo de espalda.


-T-Tengo hambre –tartamudeó y rápidamente se puso de pie, mirando a los alrededores buscando a uno de sus hermanos, pero más que eso intentaba no mirar al perro que poco a poco se puso de pie, mirando su ropa mojada y mover un poco sus orejas cuando el viento chocaba con ellas, sintiéndolo frío.


Yuto frotó uno de sus brazos, manteniéndose aún nervioso pensando en aquella reacción de su cuerpo al mirar al otro de tan cerca, entonces sus mejillas suavemente tomaron un color rojizo. “Esto parece una cita” pensó al recordar lo que sus compañeros comentaban sobre sus citas, cuando estaban nerviosos por tomar la mano de su acompañante. Fue entonces que Yuto miró su mano, pensando en si algún día tomaría el de la persona de la cual se enamoraría, entonces sonrió por la idea, pero esa sonrisa no duró mucho cuando el perro le tomó la mano para salir corriendo juntos.


-¡Tengo hambre~! –gritó sin detenerse ni soltar la mano de Yuto.


**^*^*^*


Kei y Daiki seguían descansando bajo la sombra del árbol, habían perdido de vista a Keito y Hikaru en el momento en que Daiki no quiso bajar. A pesar de los gritos Daiki se veía tranquilo, apoyando la cabeza en el tronco mientras Kei estaba del otro lado sentado de la misma manera. Quiso acercarse al felino pero tuvo miedo de que este se fuese alejar, estando atento a cualquier ruido que este hiciera. Cargó el peso de su cuerpo en una de sus manos y se ladeó para mirar hacia atrás, pero al hacerlo, el chico ya no estaba, preocupándose y mirando a todos lados.

-Esto es aburrido –escuchó a su espalda y dio un sobresalto, acomodándose bien y ver al felino al otro lado del que se había inclinado, ahí de pie mirando a las personas.

-¿Quieres ir a un juego? –se levantó, sacudiendo su pantalón. Ante esa pregunta los felinos ojos de Daiki se posaron sobre el pelinegro, notando la molestia que esa palabra le causaba después de “lo divertido” que había sido subirse a la Noria.

-Ve por tu cuenta, yo iré por la mía –y emprendió el paso, dejando a un Kei incómodo por sus palabras, pero que igual fue tras él, llamándole para que le esperase.

Entre tanto caminar, con un Kei un tanto agitado por los rápidos pasos del otro, llegaron un extraño juego para Daiki, que ladeó un poco la cabeza al no comprender qué tenía de divertido eso.

-¡Es la bola de pelos! –su entrecejo se frunció apenas escuchó aquello y reconoció la voz del perro, mirando en su dirección con desgano. ¿Por qué a pesar de ser un lugar tan grande tenía que topárselo tan pronto?- Te reto a que no me ganas –dijo muy confiado apuntando a la atracción que antes Daiki miraba.

-No me interesa algo tan estúpido como eso –respondió dando media vuelta y Kei suspiró cansado, porque iba a tener que ir tras él.

-Lo dices porque sabes que perderás –murmuró el perro, sabiendo que el gato lo escucharía como si lo tuviese hablándole al oído. Y fueron esas palabras las suficientes para ir corriendo cuesta arriba por el juego, subiendo todas esas escaleras, haciendo competencia para ver quién llegaba primero, y Kei salió tras ellos junto con Yuto que no dejaba de sonreír.

Tuvieron que subirse en parejas, aunque no era obligatorio, pero el pelinegro no quería dejarlo solo cuando desconocía todo aquello.
Daiki y Ryosuke estaban sentados de los primeros en ambos flotadores pequeños, con sus piernas flexionadas. Kei intentó acomodarse tras de Daiki, teniendo que estar tan juntos que sintió al gato estremecerse en cuanto su espalda y pecho chocaron.


-No se te ocurra pasarte de listo –murmuró el gato, mientras Yuto terminaba de acomodarse sentado detrás de Ryosuke.

Pidieron que les lanzaran al mismo tiempo. Daiki realmente no sabía las sensaciones que experimentaría, pero comenzaba a sospechar de ellas al ver que el tubo por el que les lanzarían era completamente oscuro aunque no tenía problemas con ello.

En cuanto les lanzaron los gritos de Daiki eran los que primero se escucharon, siguiéndole las risas de Ryosuke y Yuto que celebraban la bajada y los movimientos de lado a lado por las curvas, bajando rápidamente con la ayuda del agua que corría.


-¡Gato estúpido! –gritó fuertemente el perro.

-¡Perro faldero! –gritó de vuelta el gato que de un momento a otro comenzó a reír, siguiéndole Kei, que realmente rio porque el otro lo hacía, abrazándose bien a su cintura y pasando desapercibido mientras los otros dos seguían insultándose.


Cuando llegaron al final del tubo, nadie supo quienes llegaron primero, porque no podían salir del flotador, ambos hermanos teniendo que salir primero y ayudar a los otros dos.


-¡Te gané! –aseguró el perro.

-¡No seas idiota, si venías con los ojos cerrados y la lengua afuera! ¡Imposible que vieras quien llegó primero! –Daiki no se dejaría vencer, por lo que ambos optaron por salir corriendo a otra atracción y darse miradas fulminantes mientras esperaban su turno para subir a los autos chocones.


Yuto quería ver la pelea entre ambos y Kei solo quería estar lo más cerca posible del felino.


-¿Cómo es esta porquería? –preguntó con fastidio el gato, entonces Kei sonrió.

-Este es el acelerador, con este podrás avanzar y el de tu pie izquierdo es el freno, el volante suele ser pesado por lo que… -pero no alcanzó a terminar de hablar cuando sonó la alarma que avisaba que el juego comenzaba, llevando corriente a los autos y haciendo que Daiki y Kei salieran disparados porque el felino no dejó de pisar el acelerador.


Ambos sintieron un fuerte choque que los hizo soltar un quejido. El perro no dejaba de reír y Yuto no parecía estar diferente.


-¡Perdedor! –se burló el perro y alejó para ganar velocidad. Daiki se molestó.

-Tómalo con calma, no tienes que dejarte llevar por lo que él dice, tal vez… -y otra vez fue interrumpido cuando aceleraron, sin detenerse y doblando en curvas de las cuales Kei creyó que caería. Entonces lo gritos del pelinegro no se detuvieron en la pelea de los otros dos, que chocaban una y otra vez, con un Yuto riendo a carcajadas, dándole ánimos al perro para que no se detuviera. Kei era completamente opuesto, pidiéndole a Daiki que se tranquilizara ya que estaba asustado por si caía, aunque la posibilidad de ellos era mínima.

Sus gorras se habían caído entre la pista, ahora Daiki sonreía y eso había sido notado por su copiloto, que sonrió por un segundo para luego seguir gritando.


**^*^*^*

Desde que habían bajado de la Noria, ninguno habló. Yuya intentó mirar a otros lados mientras seguían arriba, sin evitar mirar el reflejo del más bajo en el vidrio, notando sus mejillas sonrojadas y manos inquietas entre las piernas. Había hecho algo estúpido y se reprochaba una y otra vez por eso. La estancia ahí arriba se había sentido larga. Yuri bajó con alivio, ya que el viento fresco le ayudaría a bajar ese color de sus mejillas. Caminando vio un puesto de juego un tanto familiar, entonces miró los premios que este ofrecía y sonrió queriendo llamar al rubio, pero deteniéndose al recordar lo que había sucedido, aunque no fueron necesarias las palabras para que el alto se diese cuenta de lo que quería.


-¿El conejo gigante? –preguntó a Yuri y este asintió con la cabeza gacha, sintiendo luego la mano del otro sobre su cabeza- Bien… -con mucho más ánimo Yuya pagó para poder jugar, recibiendo la escopeta para disparar a los patos que no dejaban de moverse, y fue un momento en que ambos olvidaron lo que pasó, Yuri mirando emocionado y dando pequeños brincos cuando un pato caía, pero Yuya no del todo concentrado, pensando el porqué de todo lo que había pasado, sobre todo en esa imagen en su cabeza, del beso y por el cariño que seguía teniendo por ese ser desconocido que por muy dentro en su corazón se sentía cálido.


**^*^*^*


Hikaru miraba al gran felino de reojo cada tres segundos, mantenían una distancia prudente mientras caminaban sin hacer más que eso, caminar por el enorme parque sin siquiera subirse algún juego. Los gritos y las risas lograban que Hikaru comenzara a sentir ganas de subir a un juego, pero al parecer Keito no quería más que observar el lugar, deteniéndose de vez en cuando para mirar hacia arriba las grandes estructuras del parque.


-Oh… -Hikaru volteó rápidamente al escuchar salir aquello de los labios del felino, encontrándolo mirando un puesto de comida.

-¿Quieres comer? –preguntó acercándose a su lado y mirar la variedad de cosas que habían.

-Quiero carne… -susurró muy cerca de su oído, y Hikaru no hizo más que sonrojarse leve y caminar apresurado a comprar lo que fuese para quitar el apetito de su propio acosador, haciendo fila para el pedido.


Mientras Hikaru estaba distraído en la caja, Keito buscó en dónde sentarse, encontrando lugar en una mesa, bajo de una sombrilla. Se acomodó y miró atento lo que hacía el castaño, apoyando una mano en la mesa y sostener su cabeza, haciéndose su mirada cada vez más profunda mientras su cabeza se llenaba de pensamientos, sin importarle que miradas comenzaron a caer sobre él, sintiendo la fragancia de los perfumes de las chicas que ahora tenía a su lado, pero estaba más atento a Hikaru, el cual comenzó a desaparecer cuando las chicas rodearon la mesa.


-¿Estás solo? –Miró a la chica que le preguntó aquello.

-¿Nos acompañas? –Desvió la mirada a la otra y sonrió, escuchándose esos gritos de emoción en el lugar.

-¿Me das tu número? –Keito no entendió aquello, menos cuando la chica puso algo frente a su rostro, una caja extraña la cual nunca había visto- ¿No tienes celular?

-¿Celular? –preguntó confundido- ¿Qué es eso? –Las risas de las chicas llamaron la atención de Hikaru y miró, buscando a Keito pero no lo hallaba. El pedido estuvo listo y tomó la bandeja, dio unos cuantos pasos mirando a todos lados, pensando a dónde habrá ido. Entonces escuchó su voz- Lo siento chicas, espero a alguien –miró al grupo de mujeres y se acercó lentamente, entonces una de ella de apartó al verlo y fue cuando ambos chicos cruzaron miradas, Hikaru completamente sorprendido. Un par de chicas se acercaron a él y más preguntan fueron hechas, pero la mente de Hikaru comenzó a perderse al crearse en su cabeza un recuerdo perdido.


-¡Ya déjenme! ¡Quiero estar con Hikaru! –Un pequeño niño hacía berrinche, moviendo molesto sus pequeños y cortos brazos frente a tres personas bastante altas- ¡Hikaru, corre! –el niño le tomó la mano y juntos salieron corriendo lo más prisa que pudieron.


-Hikaru… -Pestañó. Keito estaba frente a él, sintiendo que le sostenía de la muñeca. Era extraño, por primera vez el tacto se sentía familiar- Tengo hambre… -se quejó. Hikaru despertó por completo y dejó la bandeja sobre la mesa.

Las chicas seguían ahí mirándoles. Keito comenzaba a sentirse fastidiado, por lo que repentinamente tomó al castaño del mentón, obligándolo a que lo mirase y sin anunciarlo, se acercó hasta dejar una lenta lamida sobre sus labios, entonces el silencio se hizo. Hikaru se congeló y sonrojo, escuchando como las chicas se iban, algunas reían y otras se quejaban. La mirada que ahora tenía sobre él no mostraba más que una sonrisa.

-Creo que ahora puedo comer tranquilo –dijo Keito y se sentó, revisando las cosas que el otro había comprado y comenzar a comer, pero Hikaru no dejaba de estar sonrojado, sintiendo que todos lo miraban y sentarse con el cuerpo completamente tieso, derrumbándose sobre la besa y esconder el rostro entre sus brazos- ¿No vas a comer? –preguntó Keito mientras comía su hamburguesa con bastantes modales. Vio la cabeza de Hikaru negar, no haciendo más que sonreír y comer a gusto mirando ese cabello castaño.





Después de comer bajo un profundo silencio, volvieron a retomar camino, Keito deteniéndose en una larga fila.

-¿Quieres subir? –le preguntó a Hikaru, entonces este miró la atracción, sin alcanzar a responder cuando Yuya y Yuri llegaban a su lado.

-¿Subirán? –preguntó el rubio, Hikaru iba a responder cuando nuevamente fue interrumpido por las discusiones de Ryosuke y Daiki, que no dejaban de pelear aun cuando tenían muchas miradas sobre ellos. Parecía que nunca se cansarían de eso.

No necesitaron saludarse, simplemente comenzaron una conversación, entrando a hacer la fila mientras Daiki parecía bastante metido en la discusión. Kei intentaba calmar al felino pero este con solo mirarle molesto, le hacía callar, en cambio Yuto estaba que tomaba a Ryosuke de una oreja para que se callara, y es que cuando comenzaban una discusión esos dos, Yuto deseaba ser sordo y no poder escucharlos. Y así pasó hasta que llegó el turno para subir, entonces Daiki se dio cuenta en donde estaban. Kei subía a aquel tronco de madera, aunque no lo fuera, un diseño bastante lindo y adecuado con el lugar.

-Ya sube –Ryosuke lo empujó, pero Daiki intentó voltear para correr, siendo un impedimento cuando el perro le tomó del brazo, manteniendo una sonrisa en los labios y subirlo a arrastras

-¡Suéltame! –se veía demasiado asustado, pero Keito al verlos también le gustó la idea de Ryosuke, por lo que le ayudó a subirlo.

-Creo que es mejor dejar que baje –sugirió el chico a cargo de aquella atracción.

-Ni en broma –sonrió Ryosuke y al ver que Daiki no tuvo más opción que abrazarse a algo, encontrando a Kei a su lado, el encargado hizo que el bote comenzara andar hacia una rampa, escuchándose la maquinaria mientras subían.

-Quiero bajar, quiero bajar, quiero bajar –Los susurros perturbados solo los podía escuchar el pelinegro- Lo mataré, juro que lo mataré.

-No tengas miedo, no es tan espeluznante –le dijo y Daiki le miró enojado antes de esconder nuevamente la cara sin soltarse de él.

Subían más y más. Yuri miraba sorprendido por todo el lugar, desde ahí se podían ver algunos de los juegos que estaban cerca. El peluche que Yuya se había ganado en Disparar y Derribar, lo abrazaba fuertemente con un brazo, mientras con el otro se sostenía del brazo del rubio, que no dejaba de mirarle y pensar.

La tortura de Daiki comenzó y aunque duró unos cuantos segundos, no evitó el que gritara fuertemente mientras era mojado, siguiéndole el grito de Yuri, que después de llegar abajo y notarse todo empapado, comenzó a reír divertido, pero nadie más que Daiki y Kei, habían sido los que más habían quedado mojados. El rostro del gato se veía asustado, aun cuando bajaron y ya estaban caminando.

Las burlas fueron presentes hasta que Yuto le hizo callar, pero no por eso Ryosuke dejó de reír.





El día había sido demasiado divertido, aunque Daiki era un gato mojado con expresión molesta, no podía negar que habían sido agradables todos esos momentos. Hikaru aún no podía sacar de su mente lo que había pasado frente a esas chicas, menos olvidar la sensación de la lengua de Keito sobre sus labios, lo deseaba pero la vergüenza era mucho más grande.

Esperaron a que Yuya abriese la puerta, Daiki quería entrar primero y correr a cambiarse, quitarse aquella ropa y limpiarse el cuerpo, porque de solo pensar en esa agua, sentía asco. Pero apenas dio unos tres largos pasos apresurados dentro de la casa, se detuvo de golpe, haciendo que Yuri chocara el rostro contra su espalda.

-¿Por qué te…? –pero sus palabras bajaron de tono, terminando de quedarse en silencio.

-¡Rayos, no estorben! –Ryosuke pasó por el lado de Yuri, justo iba a empujar a Daiki para molestarlo cuando también se detuvo.

-Oigan… -los hermanos les quedaron mirando, deteniéndose también porque no sabían qué sucedía, y cuando Hikaru volteó a mirar a Keito (quien fue el último en entrar), vio aquel gesto, el gesto de cubrirse el rostro con una mano y verse un poco avergonzado, desviando la mirada.

Algo sabían. Algo que ninguno de ellos cuatro lograba descifrar.

-¿Yuri qué sucede? Tu cara… -Yuya le miraba, sorprendido al ver esas mejillas tan sonrojadas. El conejo le miró y pareció avergonzarse más.

-¿Qué les sucede? –Yuto fue hasta donde el perro, pero este evitó por todos los medios dejar que lo mirase, mientras Daiki fruncía leve el entrecejo, manteniendo también sus mejillas sonrojadas y cuando se topó con la mirada de Kei, simplemente la desvió. Aquello era tan vergonzoso de decir, que ninguno de los cuatro deseaba hacerlo.

-Llegaron –Las miradas se posaron en el chico que acababa de bajar. Kota se veía diferente, eso fue lo único que sus hermanos pudieron notar, pero ninguno de ellos le tomó importancia-. ¿Qué hacen ahí, no van a pasar? –y fue cuando notó los cuatro pares de ojos, muy fijamente mirándolo. No lo quería aceptar, pero entendía que ellos sabían lo que había pasado, siendo el quinto que relució unas mejillas levemente sonrojadas y cubriendo su boca con un puño, mirando hacia otro lado.

-¿Kota? –la suave voz del miembro menor se escuchó, bajando lentamente la escalera y notar recién que no estaban solos, entonces regresó corriendo a la habitación, tropezando en el camino y haciendo bastante ruido al chocar con un mueble del pasillo.

-¡Ryutaro espera! –gritó Yuri.

-¡Ven acá! ¡Tenemos que hablar! –gritó seguido Daiki.

-Oh rayos. ¡Soy mitad bestia! ¡Mi olfato es sensible! –se quejó fuertemente Ryosuke y salió al patio bajo la atenta mirada de Yuto.

-Supongo que tendré que hacer algo o lo matarán –Keito parecía el más preocupado- ¿Pero primero no deberíamos cambiarnos de ropa? ¿O prefieres quedarnos sin ella? –Hikaru se avergonzó y aquel comentario cambió la atmósfera que había.

-N-no… ve tú, yo lo haré luego –Hikaru intentó desviar su camino a la cocina, pero el insistente brazo de Keito lo jaló escaleras arriba, escuchándose el portazo cuando la puerta de la habitación del castaño se cerró.

-¿Y entonces? –preguntó Kei- ¿Qué fue todo eso? –Yuto le miró y se encogió de hombros.

Yuya caminó a paso calmado hacia su hermano mayor, envolviéndole del cuello con un brazo- ¿No tendrás algo que contar? –susurró para que sólo él escuchara.

La sonrisa que se hizo en sus labios fue de algo triunfante, porque Yuya había descifrado parte del rompecabezas. Se acercó más para susurrar en su oído.

-Al parecer… hueles a sexo.

11 comentarios:

Unknown dijo...

Mio♥ *Se va a leer*

Unknown dijo...

MIERDAAAAAAAAAAAA!! La askdjhakjsdsdhasd madre que parió la sensibilidad de Ryosuke X'D Oh por Dios, esto esta bueno :'3 Morí en las ultimas partes, más que nada con los recuerdos dejandome con más ganas de leer, asdhasdaksdhasd. Y ¡YABU y RYUTARO! ya los ampayaron ;) asdjasdjasd Me rei en la ultima parte, eres genial y no me cansare de decirlo, por eso te amoooooo♥ En cuanto a Yuri y Takaki >_< Kyaaa tan tiernos >w< Y Kei y Daiki asdasjdaksdjasd yo se que terminaran teniendo sexo del fuerte(?) Y Keito y hikaru... Ya falta poco para que Hikaru termine siendo comido X'D

adfasdjlaksjdkalsd YABU DE ESTA NO TE SALVAAAAS!! quierrooooooooo *-* Dios, lo ame♥, gracias *-*

Satommy dijo...

OMG X'D adsaddadsds me encantó lol más la parte final
donde Yuya le dice a Yabu que huele a sexo asdssas
HAHAHAHAHAHA :'D aish, que está genial -u-
sigue escribiendo!

Paoo Inoue dijo...

♥ Oh Dios, Oh Dios! Pero,peroperopero! Algo va a pasar! Todos los tipitos hambrientos y Ryutaro bien servido sea Oh Yeah!
Está de más decir que quiero saber lo que le harán al pobre Ryutaro awws me enanta su papel todo sumiso en el fic :C ya extrañaba el Yabutaro asdassdaasdfasd me voy a leer el capítulo 9 y 1m de nuevo xD
♥ Dios, Dios, Dios! Esos recuerdos que tienen los chicos son raros aasdfasdf Keito preciosochadondo me encanta que le diga esas cosas a Hikaru :'DD gracias por escribir Yuu-sempai, muchísimas gracias! Pero quiero saber que pasa cuando ellos se acoplan, Yabu y Yuya y sus comenatrios, me gustó Me encantó, me puso muy feliz el leerlo! Lo juro c: estoy riendo como torpe. ♥

Quiero mucho más, se que tienes más asdasdasd ♥

Anónimo dijo...


Yuya dejándose llevar por la ternura de Yuri y el beso Kyaaaaa

Estos chicos si que supieron divertirse en el parque, Ryutaro y Yabu también se divirtieron pero de otra forma ;D

Esta increíble, de verdad esta mas que genial, la espera bien vale la pena, me encanto TODO =)

Gracias y felicidades por escribir tan genial ^^

I LOVE JUMP

Haruki-chan dijo...

Como lo dejas ahí por dios quiero la conti waaaaaaa kota pervertido y pobre yamada con su olfato que olía el ambiente a sexo x3 y los otros 2 que mataran a Ryu

AmiS dijo...

OH POR LA MADRE QUE PARIO A ESOS 10!!!!!!!!!
........................
DIABLOS YUUKI!!!! me tienes en abstinencia y al leer algo nuevo tuyo... colapso!!!COLAPSO!
uy~~~se pone cada vez mejor!!!1 OMG OMG OMG OMG OMG OMG!

miriacha dijo...

diosssssss..claro si son animales..olfateran muuuchas cosas,,,y entre esas SEXOOOOOOOOO

yab y ryutaro debieron ser mas cuidadososo..jajajaj son la muerte este par...^^

este capi fu grandioso...todo fue excelente

>////<

Anónimo dijo...

jejejejejej geneal amo el yamajima y el inodai!!! graciassss

Unknown dijo...

hola soy nuevo y me gustaria que visitaras mi blog es este http://inoodai-yamajima.blogspot.mx/2013/03/contigo-inoodai.html

Ryusei Matsuda dijo...

Asdfghjkdfghjkfghjk!!!! Lo amé, te amo, sigue escribiendo, adoro este fic *--*!! YabuTaro...

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