Había sido jodidamente imposible ignorar los mensajes de Inoo. El día después de hablar con Daiki no se molestó en encender su celular. Se había planteado no faltar a su palabra, aun así estuvo tentado a encender el aparato y revisar si Inoo había enviado algo más. No era fácil olvidar lo que sucedió en el departamento, y a pesar de que Yabu fue quien dominó su cabeza aun sentía las suaves manos del arquitecto sobre su pene. Había sido una sensación única, pues nunca nadie le había tocado de aquella manera, mucho menos Kota, entonces comenzó a comprarlos. Toques suaves contra bruscos, labios dulces contra unos resecos que aún lograba sentir. No fue nada agradable comprarlos pero tener nuevamente el deseo de tener lo que no le pertenecía era una gran fantasía, imaginando que su mundo dejaría de ser tan lamentable.

El golpe a su puerta lo regresó a la realidad.

–Tienes una llamada –Su madre se asomó con una sonrisa. Desde su ausencia en la música ella se había comportado dulce todo el tiempo, le consentía y defendía en las discusiones con su padre, y se lo agradecía regalándole una sonrisa. Su perezoso cuerpo se levantó de la silla para alcanzar el teléfono– Es Inoo –intentó evitar la mueca. Maldito sea Inoo y su insistencia. 


Apegó el teléfono a su oreja, escuchando inmediatamente un suave y continuo golpe, supuso que estaría jugando con algún lápiz mientras se mordía los labios, pero junto a ello se escuchaba su suave respirar, haciéndole recordar otra vez la suavidad de sus labios. Su madre salió cerrando la puerta.

– ¿Sí? –La voz le salió insegura. Había pensado en colgar pero el imaginar que Inoo estaría frente a su casa esa misma noche, o peor, mañana frente a su escuela esperándole le inquietaba, y no era por la tonta promesa que le hizo a Daiki, sino porque no sabría en donde esconderse la vergüenza ahora que Daiki le había asegurado ignorantemente que Inoo sabía quién le había lastimado.

Inmediatamente después de su pregunta Kei sonó igual de inseguro, no quiso ir directo al tema de Kota– ¿Me estás ignorando? –Ryutaro se mordió los labios antes que el mayor, quien comenzó a morder una de sus uñas, la del pulgar izquierdo para ser precisos.

– ¿No?  –Era claro, había sido estúpido responder con una pregunta, pero estaba nervioso, su suspiro entrecortado se lo hizo saber al mayor.

–Has apagado tu celular –Un silencio incómodo se formó entre ambos. Entre la incomodidad Ryutaro se dejó caer a la cama, pero continuó resbalándose por la orilla hasta terminar sentado en el piso– ¿Lo siento? –En realidad no lo sentía. Después de escuchar esa desastrosa disculpa Ryutaro se dio cuenta de lo acelerado que estaba su corazón, sentía su palpitar en todo el cuerpo y fue cuando también notó lo acalorado que se puso el ambiente– No, en realidad no lo hago –eso incomodó más la situación. Kei no sabía qué decir, su boca estaba por voluntad propia, más al no escuchar palabra alguna de Ryutaro– ¿Podemos vernos?

–No –Ryutaro imaginó cómo sería tener ésta conversación en persona, no logrando concluir si sería más o menos vergonzosa.

–Por favor –La angustia del mayor le preocupó un poco. De seguro se estaría sintiendo culpable, ¿pero de qué? Por haberlo tocado estando en una relación o porque lo que pasó podría dañar a Daiki. Ambas estaban relacionadas, pero a Ryutaro le interesaba más la primera conclusión.

–No puedo –Recordar a Daiki no era realmente bueno, codiciaba dañarlo. Era un deseo inmaduro si razonaba que en realidad él no tuvo la culpa de no ser correspondido, pero pensar en que al hacerle daño a Daiki se lo hacía también a Kota afloraba una enorme satisfacción en su pecho.

Kei supuso que su respuesta en realidad era un “No quiero”, lo que le lastimaba más. Sería sincero, tenía que serlo– Si es por lo que pasó lo lamento, pero porque te hice recordar cosas. Creí que podrías olvidar y me equivoqué –su voz sonó más desesperada, quiso decir más pero recordó que había llamado a su casa y la conversación no era privada– Enciende tu celular –El menor de inmediato lo miró. Gateó hasta él y lo alcanzó, encendiéndolo, recibiéndolo la melodía de bienvenida. Escuchó la llamada ser cortada y en pocos segundos su celular ya estaba vibrando. Tardó dos timbres antes de contestar, escuchándose el suspiro tranquilo de Kei a través de la línea– No podía hablar por el teléfono de tu casa –Ryutaro también sabía eso– Ryutaro, no me arrepiento de haberte tocado –las cejas del menor se alzaron ligeramente, asombrado, avergonzado y con un cosquilleo en su garganta al escucharle– No lo hice por lástima. Por favor entiende eso. No siento lástima hacia ti. Si hice todo eso fue porque quería hacerlo –Kei escondió la mitad de su rostro en su mano libre, sonreía ligeramente al pensar realmente en lo que decía– Deseé tocarte desde que nos quedamos dormidos en tu sofá –Oh. Eso era nueva información que estaba enloqueciéndolo a zancadas. 

–Daiki –susurró Ryutaro. No quería que ni el nombrado ni Kota salieran en la conversación pero si Kei salía con todo eso del deseo no podía evitar pensar en su novio, en el que ambos engañaban.

–Es diferente –Los dos quisieron comprender esas palabras. ¿Diferente en qué?– Sé que es descarado de mi parte pero quisiera que volviera a pasar –La garganta del menor dolió al pasar tan rasposa saliva. Esas palabras le hicieron pensar en lo que anhelaba. Sí deseó tener a Kei, pero ¿cómo? Se imaginó siendo su novio, pero no imaginó más a detalle. Intentó hacerlo, susurrando una parte de lo que quería.

– ¿Algo más que amigos? –Ryutaro se avergonzaba de usar la palabra directa. Incluso sus mejillas estaban sonrojadas, la vergüenza lo invadía más que antes, y recordar sus pensamientos pasados, de cómo sería tener esta conversación en persona se imaginó totalmente sumiso, con su cabeza gacha, escondiendo su mirada y admitiendo a duras penas que también quería ser tocado por él.

–Amantes –Kei no logró evitar la sonrisa. En realidad no sabría la reacción de Ryutaro pero el que aún siguiera en línea era algo.

– ¿Por qué? ¿No te sientes mal por Daiki? Es tu novio. Si él se entera –Kei no tardó en callar esa suposición.

–No lo hará. Te juro que no lo sabrá –En realidad Kei no se asustó de ello porque siquiera imaginó a Daiki enterándose de lo que pensaba.

–No lo entiendo –Frunció sus labios para pausar. Su mano estaba temblando debido al montón de pensamientos y sentimientos– No es bueno. Esto no es bueno para ninguno de los dos. Daiki te ama y tú también a él –su voz sonó más baja, como un susurro al afirmar sentimientos ajenos, pero fue porque él también quería sentirse amado y no solo deseado.

–Déjame verte –La respuesta silenciosa del menor le dejaba en claro que no quería repetir las cosas. Debía admitir que su mente se estaba enfermando al anhelar a alguien que no era su novio, intentar meterse en la cabeza que haciéndolo suyo lo haría olvidar a Kota. No quería responder esa constante pregunta que le atormentó desde el momento en que miró a Ryutaro dormido. “¿Para qué?” Dicen que un clavo saca a otro clavo, eso era una estupidez. No pensaba en una relación sería con Ryutaro teniendo a Daiki, tampoco quería que se enganchara a él, pero deseaba fuertemente tenerlo entre sus brazos, así que esa pregunta no era una prioridad en esos momentos, sí lo era cumplir con su deseo pero si el menor no quería no había nada que hacer. Aun así no quería alejarse de él aunque la amistad se estaba quebrando.

–Mañana… Diré que estoy enfermo –En un principio Kei no logró comprender– así que no habrá nadie en casa –Ryutaro dudaba, pero quería lo mismo que el mayor, quería quitarse esa curiosidad de encima.

Kei sonrió– Estaré ahí a las nueve –La despedida fue igual de incómoda que el saludo.

Esa noche Kei estuvo tan impaciente que solo logró dormir dos horas, lo que terminó atrasándolo al fijarse que era la hora en que debía estar en casa de los Morimoto.
El camino fue largo, haciéndole pensar en las miles maneras de comenzar esa reunión. Todo cambió al llegar y tener a un Ryutaro en pijama frente a él. Era un pijama común, uno que consistía solo en unos holgados pantalones largos, solo eso.
Ryutaro no sabía cómo recibirle. Había pensado en vestirse, pero pensar en lo que harían dejaba a la ropa como un estorbo. Estaba acostumbrado a pasearse por la casa solo en pantalón y si ambos ya conocían sus pechos gracias al trabajo entonces no había nada de raro en recibirlo así. Fue lo que pensó.

Sus miradas no se mantuvieron por mucho tiempo. Ryutaro se alejó para dejarlo entrar, dándole a entender que cerrara la puerta. Su caminar fue rápido, intentó hacerlo normal. Kei lo había notado.
Se escondió en la cocina, eso fue lo que Inoo pensó. Se escuchó el chocar de los vasos antes de su voz ofreciéndole algo. Se negó y caminó a buscarle, encontrándolo en la nevera sirviéndose jugo. Encontró lindo su actuar. Le estaba evitando y eso lo hacía más lindo. Cuando Ryutaro volteó y le encontró mirándole intentó pasar de él, pero el brazo de Kei rodeando su cintura le hizo temblar. Sus pasos se detuvieron, alzando el rostro y dando directo con los castaños ojos del más alto. Ambos se miraron los labios. Sabían a qué se debía esa reunión, pero justo cuando Kei terminaría besándolo una mano le interrumpió, ocultando los labios que tanto deseó besar.

–Espera –aun lleno de nerviosismo Ryutaro no dejó de mirarlo– Quiero que entiendas, y lo diré también para no hacerme ideas equivocadas. Aunque… aunque hagamos cosas no lo olvidaré… –ambos se incomodaron por tocar el tema de Kota– y sé que tú tampoco a Daiki –Kei suspiró– Solo quería que lo entendieras. No será como la vez anterior… No intentaré imaginar que eres otra persona. Seré consiente de ti y que esto lo hacemos por curiosidad nada más –Al terminar Kei dio por entendido lo dicho, e iba a retomar el camino a sus labios– Espera… sobre los besos –tal vez sería tonto para Kei– no los labios… eso es para formalidades.

Eso fue todo. Si no podría besar sus labios entonces encontraría en donde acariciar su piel. Tomó el cuello del menor, sus dedos sujetando suavemente su nuca antes de hacerlo ladear la cabeza. Besó su cuello, escuchando el primer suspiro pesado. Su nariz rozó levemente sus cabellos, sintiendo un aroma suave, era shampoo. Siquiera se había dado cuenta que Ryutaro tomó un baño tal vez anoche o quizá esta misma mañana. Llegó con besos hasta su lóbulo y como si esperase otra reacción de su parte se detuvo antes de meter ese pequeño trozo de piel a su boca, deslizándolo muy suavemente por sus labios antes de soltarlo.
Ryutaro estaba tan nervioso que todo su cuerpo estaba tenso, retenía la respiración para no dejar salir nada, siquiera un jadeo. Kei no podía permitirse aquello y sosteniendo delicadamente su cadera por ambos lados lo obligó a caminar de espalda, haciéndose camino al segundo piso, la habitación de Ryutaro. Fue un trayecto peligroso para el menor al no poder mirar ni estar seguro en donde pisar. Se había abrazado fuertemente el cuello del otro debido a la vergüenza y agradeció a Kei en su mente el no obligarle a separarse.

Las caricias que Inoo dejaba sobre su cintura no se detuvieron en ningún momento, lo trataba tan suavemente queriendo que se relajara, y no solo por eso sino porque el chico era algo delicado para él, no quería lastimarle y estaba agradecido por ganarse un poco de su confianza en este momento. Aunque la mente de Ryutaro giraba en torno a la misma pregunta una y otra vez. 

“¿Por qué hago esto”?

Ya habían llegado y Ryutaro intentó no mirarle cuando el mayor quiso dejarlo en la cama pero fue inevitable. Sus miradas se encontraron y ambos se estremecieron, sus ojos brillaban de un modo distinto y sus dientes se apretaban contra sus labios casi con la misma fuerza. 
Su cuerpo temblaba por completo, y fue más consciente de ello al cargarse en sus brazos para subirse más a la cama, y se avergonzaba, por eso deseaba que Inoo no se diera cuenta de lo tan nervioso que le tenía. Quiso no mirarle pero verle quitarse la camisa y notar sus manos igual de temblorosas le alivió un poco, no era el único asustado.
Cruzaron miradas por última vez cuando Ryutaro le vio acercarse. Dejó toda su espalda apegada a la cama y con un antebrazo se cubrió los ojos, no quería mirarle. A Kei no le molestó esto, ya luego le pediría que le dejara verle, ya que no quería perderse ninguna de sus expresiones. 

2 comentarios:

Nane dijo...

oh!!! por Dios!!!! había esperado tanta esta continuación! wiusefdbwiekafud morí -pero feliz-

Yojhannah dijo...

Dios mio esta conti me deja sin palabras aunque estoy algo molesta ya que no me eh dado cuenta antes de tu actualización, dios mio wl fic va de maravilla lento pero seguro aaaah dios ya quiero mas xd te eaperamos prontito de vuelta

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