El juego del sirviente y el amo - Capitulo 5 ♥

Mis disculpa ;_; por la tardanza… jejeje.

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Su cuerpo se estremeció al sentir un aire tibio sobre el cuello y como unos dedos suaves se deslizaban por su cintura. No podía estar pasando aquello, el chico que tenía pegado a su cuerpo era frío y cortante con él, esta faceta no se la conocía y dispuesto a conocerla tampoco estaba.
Kei olió su cuello rozando su nariz en la piel blanca y suave de Daiki hasta llegar a su lóbulo. Estaba a punto de lamerlo cuando unos fuertes brazos lo empujaron cayendo fuertemente contra el piso.

- ¡Loco! - le gritó asustado y apenas Kei lo miró asombrado se enrojecieron sus mejillas y corrió al closet para esconderse - ni se le ocurra acercarse!


El mayor sabía perfectamente lo que había sucedido. Molesto se puso de pie y caminó con el seño fruncido hasta el armario e intentó abrir la puerta, pero Daiki la tenía bien sujeta desde adentro. Continuó forcejeando bajo los fuertes gritos del otro para que se alejara y lo dejase tranquilo.

- ¡pero qué demonios te pasa sal de ahí ahora!

- ¡ni loco! ¡si hubiera sabido antes que usted tenía ese tipo de gustos nunca hubiera aceptado este trabajo! Renuncio, ¡¡renuncio!! -

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Yuri trataba de mantener la mirada seria, pero bajo aquella tensión en el ambiente era muy difícil. No quería quedar como el tonto que se asustaba por todo y por eso optó por adoptar aquella personalidad que no era para nada real, solo quería que Yuya se le quitara de encima pero al parecer no le resultó, pues Yuya seguía sobre él mirándolo. Ahora se había metido en un problema grande, lo había provocado, aunque ese pequeño roce de labios que causó se sintió... ¿bien?

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- ¡insolente! - eso le había molestado demasiado, nunca nadie (aparte de Ryosuke) se había atrevido a dirigirse a él de esa manera - ¡cuando salgas serás hombre muerto!

- ¡¿muerto?! ¡Lo que quiere usted es otra cosa, por favor deténgase! ¡no soy gay, no me gustan los chicos! - aun los dos continuaban forcejeando.

- ¡si no sales en cinco segundos derribo la puerta y te irá peor, te lo advierto, sal de ahí! - Daiki lo pensó y a su lado tomó unos pantalones que colgaban del perchero y tan rápido como pudo se los puso - ¡cinco!

Abrió el closet y corrió por su vida saliendo, empujando al mayor para abrir la puerta que lo llevaría a su salvación.

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-Yuya, Yuri ya... - Ryosuke entraba a la habitación encontrándose con tal escena que lo descolocó, su boca abierta de la impresión y ese molesto cosquilleo en el pecho llamado ‘celos’ se extendió por todo su cuerpo llegando hasta ambas manos empuñadas.

Yuri al dejar de sentir peso sobre su cuerpo, salió de la cama como si nada hubiese ocurrido, caminando hasta la puerta y haciéndole a ambos una reverencia antes de irse.

- Espero que esté satisfecho con mis servicios - y salió de la habitación dejando a Ryosuke con la gran duda de qué habían hecho esos dos en su ausencia, sabiendo cómo era Yuya e imaginando demasiadas cosas que hacían nacer su molestia.

- ¿qué hacían? - su molesta voz se hizo escuchar después de que Yuri cerrara la puerta.

- no es lo que piensas, veras...

- entonces, ¿por qué dijo eso? ¿de que servicios hablaba? ¿Por qué estabas sobre él?

- Ryosuke de verdad no es...

- ¡no me hables!, no te me acerques y mucho menos toques a MI sirviente - y con la misma furia salió de la habitación azotando la puerta, sonido que hizo eco por todo el pasillo y dejó un vacio dentro de la habitación.

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Inoo tenía acorralado a Daiki entre la cama y su cuerpo, apoyando todo su peso en el cuerpo del menor que no dejaba de forcejear para que lo dejase ir.

- ¡ya cálmate! - pero sus palabras no tranquilizaban para nada la perturbada mente de Daiki, pensando en las cosas que le podrían ocurrir - ¡demonios! ¡no te haré nada, tranquilízate! - lo inmovilizó tomándolo de ambas muñecas.

- ¿qu—qué pretende hacerme? -

- solo quiero que tengas bien metido en la cabeza que no me interesas y lo que pasó... pues solo fue un mal entendido. Ahora me voy a mi habitación, no se te ocurra molestarme y… -miró el pecho desnudo de Daiki y desvió la vista para darle la espalda - vístete.

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Luego de cambiarse el uniforme Yuto caminaba mirando en todas las direcciones por cada pasillo que pasaba, buscando algún alma por la casa. Entró a la habitación de Daiki. Su amigo se encontraba sobre su cama semi desnudo y en posición fetal, se le acercó lentamente hasta estar a su lado y mirando hacia abajo se le acercó aun más, porque no sabía si había escuchado bien, pero su amigo decía incoherencias. Le tocó el hombro para ver si reaccionaba, cosa que sucedió, pues Daiki se paró en un segundo asustando a Yuto que se alejó un poco. Se miraron fijamente.

- ¿qué pasó? - Le preguntó Daiki con cara de preocupación... o perturbación.

- eso debería de preguntar yo - dijo acercándose para tocar su frente pero Daiki se alejó casi cayendo de la cama - uhmm... – lo miró extraño, nunca lo había visto reaccionar de esa manera y sabiendo cómo era a veces Daiki prefirió dejar las cosas como estaban - me voy y será mejor que te vistas.

Dando media vuelta dio unos cuantos pasos cuando escuchó un golpe obligándolo a girarse, Daiki estaba con medio cuerpo sobre la cama y lo que restaba en el piso boca abajo. Se le quedó mirando asustado. Yuto quiso acercarse para ayudarle pero Daiki al verlo trató de ponerse de pie dejando caer completamente su cuerpo al piso.

- ¡no te acerques! - se hincó y movió sus brazos en señal de que se alejara - estoy bien... mejor vete, ¿si? - trató de sonreír pero lo único que logró fue formar una mueca con el labio torcido.

Yuto abrió enormemente los ojos asustándose de la salud mental de su amigo, preguntándose que pudo haberle sucedido para estar de esa manera.

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Ryosuke se encontraba en el jardín de la casa sentado al borde de la piscina mojándose los pies, pensando en cómo vengarse de Yuya. Pensamientos de su hermano junto a su sirviente en posiciones poco ‘normales’ se repetían una y otra vez en su cabeza.

¿En qué momento sucedió? ¿Cuándo fue que se descuidó de Yuri como para que Takaki quisiera lanzarse sobre él y engañarlo frente a sus narices?

- amo Ryosuke – la voz del menor lo sobresaltó, pero verlo aun con ese uniforme de sirvienta trajo muchas ideas tras otras. Sabía perfectamente que la habitación de Yuya se divisaba desde la piscina y la ventana siempre permanecía abierta en verano. También sabía que a Yuya le gustaba mirar desde la ventana y que ese aire fresco golpeara sus mejillas para refrescarlo.

- Yuri – lo llamó en un tono extraño que Yuri no percató – acércate un poco – el muchacho obedeció y en segundos un par de brazos tironeaban de su ropa para quedar a pocos centímetros del rostro del joven amo que lo abrazó para no dejarlo alejarse – dime Yuri, ¿qué hacían tú y Yuya? –

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Yuya aun seguía en su habitación pensando en las palabras de su hermano, como es que había cometido tal error. Se recriminaba una y otra vez por su estupidez, ahora le tocaba calmar a Ryosuke y tratar de explicarle las cosas a ver si así dejaba de estar molesto y volvía a sus brazos.

Y pasó lo que Ryosuke quería que pasara. Yuya se acercó a la ventana y vio a su amado hermano con Yuri. Y las ganas de estrangular al menor para que se alejara de él no tardaron en brotar.

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En una habitación a oscuras un chico estaba tirado sobre su cama, cubriendo su rostro con uno de sus brazos mientras la otra mano descansaba a la altura de su cabeza empuñando fuertemente el cobertor de la cama.

- ¡maldición! – se incorporó sobre la cama. Por eso no le gustaba el contacto físico con otras personas, menos si estas se encontraban desnudas. Comenzaba a sentir una extraña atracción e inimaginables deseos de tocar esa piel descubierta, acariciarla, sentir ese calor que emanaba de ellas para luego recorrerla con sus labios. Sentirla estremecer, que su respiración se agitara con cada uno de sus tactos. Y cuando eso ocurría olvidaba a quien tenía en frente.

Ahora se podía ver claramente que los hermanos Inoo no eran para nada normales. Si no fuese por esa actitud apática que tomó con el pasar de los años estaría haciendo incesto igual que sus hermanos. Sabía su secreto, sabía perfectamente que cuando nadie los veía se envolvían entre ellos y se dejaban ser. Muchas veces los escuchó al caminar por los pasillos y no se le hizo extraño, si se asombró al descubrirlos hace un año, incluso se le hacía extraño verlos en ese tipo de relación pero con el pasar del tiempo se acostumbró y junto a ello, esa necesidad de sentirse querido también, temiendo de sí mismo si un día llegaba a besar a Ryosuke o Yuya.

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- no hacíamos nada – respondió con algo de nerviosismo pero aliviado al ver que Ryosuke le creía y lo soltaba.

- ¿estás seguro? – volvió la duda a su mente, mirándolo detenidamente para ver cualquier gesto contrario a sus respuestas.

- claro que si amo – trató de sonar lo suficientemente seguro. No quería tener problemas, menos con él.

- está bien. Yuri ¿podrías traerme un refresco? – el chico inmediatamente se puso de pie regalándole una linda sonrisa y comenzó sus pasos para ingresar a la casa – estúpido Yuya – dijo mirando el agua vibrar con el movimiento de sus piernas.

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El cielo se oscureció con el pasar de las horas, ya era la hora de la cena. La costumbre era que solo los miembros de la familia se sentaban a la mesa del comedor y los empleados comían en la cocina pero el Señor Inoo les ordenó al trió de amigos que debían comer con ellos, que estos no tenían otra opción de obedecer. A ninguno le gustaba ya que la cena solía ser silenciosa, solo se escuchaban los cubiertos al rozar la losa o el mascar de la comida, siempre era una tortura la hora de las comidas.

El primero en terminar y ponerse de pie para retirarse fue Kei. Su padre no le decía nada por hacer eso, para el trió de amigos eso era de mala educación pero nada podían decir ni hacer.

- con permiso, la cena estaba deliciosa – dijo el menor al ver que todos habían terminado de cenar, poniéndose de pie para recoger los platos.

- no no, no es necesario que lo hagas tú, hay servidumbre para esto – le dijo el Sr. Inoo. – Chinen – el nombrado no dejó de mirarlo en ningún momento pero al ver ese tipo de mirada en el señor se sonrojó – ¿por qué traes esas ropas? – e inevitablemente Ryosuke comenzó a reír quedito.

- amm – miró a Ryosuke pero lo único que intentaba este era en no reventar en risa.

- está bien – deduciendo ya el por qué de su vestimenta miró a Ryosuke que al ver su mirada dejó de reír inmediatamente – será mejor que te cambies- y Yuri asintiendo se fue a su habitación por el cambio de ropa – no vuelvas a hacerlo – le dijo a su hijo que con algo de molestia por su tono de voz se puso de pie para darle la espalda y salir del comedor.

- deberías saber ya como es, es normal que haga este tipo de cosas – Yuya parándose con pesadez de la mesa lo miró pero con ningún tipo de expresión clara.

Su padre no dijo nada. Simplemente pensó en decirle algo, pero ¿qué sacaba con hacerlo? Ryosuke siempre hacia lo que quería.

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Daiki había olvidado completamente la tarea que le habían dejado. Cuando abrió su maletín y sacó su cuaderno, en su cabeza solo había garabatos. No entendía que tipo de ejercicio de matemáticas era ese. Quizás Yuto podría ayudarle… no… Yuto iba a un curso más bajo, imposible que supiera, aun así no perdía nada en preguntar. Tomó su cuaderno y salió de su habitación.

Tocó antes de entrar. Yuto ahí sentado en el piso apoyándose en su cama mientras al parecer, también hacía tarea.

- Yuto – el menor ni siquiera se había percatado de que alguien había entrado. Miró a Daiki con una sonrisa y el mayor se acercó.

- ¿Tarea? – preguntó al ver el cuaderno entre sus brazos.

- No entiendo esto – y en la cabeza de Yuto también se formaron garabatos. ¿Qué era eso? Con suerte podía con su tarea. En aquella escuela pasaban cosas que en la anterior nunca pasaron. Suspiró desganado.

- Yo tampoco lo entiendo – dijo en un tono triste – pero... que el chico ese, no va en el mismo curso que tú? – y a Daiki se le prendió el foco.

Sí, definitivamente le preguntaría a Kei. Salió de la habitación de su amigo para dejarlo terminar su tarea, despidiéndose y deseándole un ‘buenas noches’. Pero cuando salió su sonrisa se borró. NO definitivamente NO le preguntaría a Kei nada de eso. No quería acercársele por mucho que en la tarde le dijese todas esas cosas de que no le gustaba, pues sus acciones demostraban otra cosa. Quizás no le gustaba pero si sentía atracción por su cuerpo.

Y no señores. Daiki no es gay así que mañana a primera hora, a penas llegara a clases le preguntaría al rarito de su compañero y no al gruñón de sexualidad sospechosa.

Lo mejor ahora era ir a dormir y no pensar nada hasta el otro día.

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Y qué linda fue la mañana del siguiente día. Yuri no tuvo problemas en despertar a Ryosuke, simplemente porque el pobre casi no durmió y las ojeras que tenía eran visibles para cualquiera. Yuto no tenía problemas con Yuya ya que el mayor era puntual y tenía un despertador, solo entraba a su habitación para acomodar su uniforme.
Daiki por otro lado, se despertó minutos antes de las 6 de la mañana para ir a la habitación del mayor y ordenar su uniforme a los pies de la cama. Pero cuando miró el bulto entre las sabanas, pensó: ¿Kei podría despertar solo? El día anterior le había tomado treinta minutos lograrlo. Suspiró derrotado. Tendría que si o si despertarlo.

….

Unas manos recorrieron parte de su pecho. Sentía como estas sacaban cada botón del ojal de su camisa de dormir. Movimientos temblorosos, respiración casi marcada por la incomodidad y nerviosismo. Fue en ese momento que despertó.

Escuchó al chico murmurar con molestia. Su entrecejo se frunció.
El calor en su espalda no era del todo agradable, sobre todo si podía sentir el fuerte palpitar del corazón del menor. Su respiración en su cuello. Aun con todo eso no se movió, dejó que Daiki marcara el movimiento de su cuerpo mientras trataba de quitarle la camisa. Abrió lentamente lo ojos mirando como el chico ahora metía cada botón en un ojal. Y cuando terminó de hacer eso todo se quedó en silencio. Ya no se escuchaban los murmullos del menor ni seguía con su tarea de vestirlo.

¿Qué lo detenía? Lo detenía el hecho de que ahora debía quitarle el pantalón. ¿Por qué Inoo simplemente no despertaba, lo echaba a patadas y terminaba de vestirse él?

- Amo Inoo – murmuró Daiki agarrándolo de los hombros para zarandearlo – por favor despierte – suspiró. Inoo parecía no querer despertar y con todo el humor que se cargaba desde el día anterior, por ningún motivo le quitaría el pantalón, si ya tenerlo así de cerca le espantaba, verlo completamente desnudo sería peor - ¡Ya despierte! – gritó en su oído aturdiendo al chico con el mejor humor de la mansión.

- ¡¿Por qué tienes que gritar?! – empujó a Daiki igual como el día anterior. Solo para hacer como si nada hubiese pasado, como si él nunca se hubiese despertado antes y hubiese dejado hacer lo que hizo el menor. – sal de mi habitación – esta vez no gritó. Daiki sobre la cama lo miraba atento. Kei miró su camisa antes de tomar el pantalón. Y por un momento quiso probar al menor. Y por Dios, ¿su mente tenía que ser tan retorcida? Alejó sus pensamientos y volvió a mirar al menor.

Daiki salía de la cama para después salir de la habitación, por lo menos hoy solo se había ganado un grito. Y a penas terminó de ponerse los zapatos negros de la escuela se volteó.

- Mocoso – las frías palabras del mayor fruncieron el entrecejo de Daiki que no se volteó a mirarlo - alcánceme la ropa interior, está en el segundo cajón del ropero – Daiki no tuvo de otra. Miró a su lado izquierdo y pensó: ¿Cuál ropero? Eran dos y bastante anchos. Llenos de cajones. ¿Cuál se suponía que era el cajón? Carraspeó los dientes y se acercó a uno. – ese no mocoso, el otro ropero – se quejó el mayor. Claro, para el todo era fácil. Sabía en donde estaba todo.
- Tome – entendió la mano luego de sacar un par de calcetas y un bóxer.
- Voltéate – sin esperar mucho volteó.

Se escuchó el rozar de la ropa al caer al piso. Inevitablemente las mejillas de Daiki se pusieron rojas. Es un chico, no podía ponerse nervioso por ese tipo de cosas.

- El cinturón – volvió hablar Kei. Rápidamente los ojos de Daiki pararon a un sillón raro, nunca había visto uno así. Era un chaise longue estilo rococó. Se acercó a el, era muy lindo y las ganas de sentarse en él lo invadieron, pero no podía. Tomó el cinturón y volteó para dárselo a Kei justo cuando este abrochaba su pantalón.

Daiki no dijo nada, solo se acercó y se lo entregó. Kei terminó de vestirse y Daiki se dio cuenta lo torpe que era con la corbata. Si no mal recordaba ayer Kei no usó corbata en el desayuno. Estaba a punto de perder la paciencia, ¿cómo es que no era capaz de hacer un nudo de corbata?, y cuando estuvo a punto de quitarla y lanzarla Daiki acercó sus manos y se la acomodó, sin quitar el sonrojo de sus mejillas. Inoo se le quedó mirando y solo lo dejó hacer.

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