Este capítulo va dedicado a Paoo. Pao el capítulo anterior no vale mucho e_e ya que habías leído la gran parte de él. Y a mi(?) Uebo Hime .__. que la he tenido súper abandonada… perdón ;__;



Tengo un hermano menor



Un estruendoso ruido se escuchó en la segunda planta de la casa, una puerta había sido cerrada fuertemente dejando a un felino mirarla con enfado. ¿Hasta cuando Hikaru dejaría de ser tan vergonzoso y corretearlo cuando lo único que quería era estar abrazado a él? Y si de poder, le reclamaría varias cosas que ahora no se le era permitido pronunciar. Y el pensar hasta cuando seguiría así le enfurecía.
Miró sus pies, fijándose en la camisa negra que llevaba puesta (cortesía Hikaru), que olía a él y eso le tranquilizaba porque le encantaba su aroma, pero también revoloteaba su interior, deseando nuevamente entrar a esa habitación y comerse al chico a besos.

Bajó al living encontrándose a Kei sentado sobre el sofá, con una mirada demasiado pensativa, enfadado, sonriendo como tonto y luego dudando, un a un iba expresando aquellos pensamientos, y pensó lo que tal vez pasaba por esa mente humana. Se acercó a paso silencioso mientras movía la punta de la cola armoniosamente hasta llegar al frente del pelinegro, que le miró extrañado para luego sonreírle amablemente.



-Amm, Keito ¿verdad? –el felino simplemente le sonrió sin pronunciar palabra. Kei se veía avergonzado porque el chico estaba semidesnudo y la imagen mental de su hermano y él en esa posición aún no salía de su cabeza- ¿puedo preguntarte algo sobre Daiki? –y sus sospechas eran ciertas, sabía que por su mente lo único que había era la imagen de su gran amigo y pequeño felino de mirada molesta.

-Claro –y maquinando alguna maldad siguió sonriéndole esperando a que soltase las milagrosas palabras que podrían ayudarle.

-¿Por qué Daiki me odia tanto? –sabía que parte de esa respuesta era el haberle estornudado, insultado, ignorado y dejarlo morir de hambre desde que se lo habían regalado, pero había algo más, algo que no sabía. Y Keito no supo qué responderle- Y… ¿por qué tu relación con mi hermano es tan… cercana? –ahí estaba, ahí estaba la puerta que abriría demasiadas oportunidades para la vida del pelinegro, y le ayudaría, sólo porque no tenía nada más que hacer.

Percibió el sutil movimiento del pequeño felino, moviendo una de sus orejas y su sonrisa cambió a una que ennegreció su mirada, asustado al pelinegro que no pronunció palabra. Hasta le excitaba de cierta manera hacer lo que ya quería hacer, y cuando con sus pequeñas y peludas orejas escuchó los pasos más cerca, cosa que Kei no podía, no cuando Daiki caminaba igual de silencioso que Keito.

Keito se abalanzó sobre su cuerpo, sorprendiéndolo pero no dándole tiempo de reaccionar cuando sus rostros estaban tan cerca. Las piernas del felino a ambos lados de su cuerpo, tragando saliva cuando se dio cuenta que estaba ¡sin ropa interior! Y peor aun cuando comenzó a sentir un deseo que no imaginó sentir por él. ¿Así se sentía su hermano cuando miraba al felino directamente a los ojos?

-¿Qué tal si cambias de felino? –cuando esas palabras fueron pronunciadas algo hizo clic en su mente, no era correcto, él no cambiaría a Daiki, menos si al que ahora tenía encima “era” de su hermano, y quiso rechazarlo pero cuando tenía la intención de decir esas palabras, la presencia de alguien se hizo presente en sus sentidos, mirando en dirección al ventanal. Y quiso morir en ese momento.

Daiki en su forma humana les miraba sorprendido, sus orejas se movieron otra vez con molestia, porque lo que veía le sorprendía, aunque se negara a aceptar que le dolía. "Porque no lo quise montar se busca a otro" fue lo que pensó.

-¡Daiki espera! –molesto le vio pasar de largo en dirección a la escalera, Keito se quitó de su regazo tan rápido como pudo para reír cuando les vio desaparecer del salón.

-Por los dioses, esto es tan divertido – y sin parar de reír se dirigió a la cocina.



***

Estaba tan furioso, no podía creer lo que le causaba el haber visto a Keito sobre Kei tan provocativo, diciéndole esas palabras y peor aun, que Kei no lo rechazó. Furioso, muy furioso, no sabía con qué descargarse si no era el pelinegro, pero terminaría golpeándolo, de eso estaba seguro. Caminó por la habitación del pelinegro, de un lado a otro como si estuviera estresado. Sus uñas pedían que arañara algo, y cuando se dio cuenta, ya estaba sobre la cama con una almohada entre las manos y sonriendo sádicamente comenzó a arañar y arañar, dejando que la tela se desgarrara y el relleno saliese dejándolo volar, pero aun después de terminar con ellas sentía que no era suficiente. Y miró el ropero del pelinegro. Salió de la cama y a paso lento se acercó, abriendo una puerta para dejarse ver las perfectas poleras y camisas dobladas. Justo cuando sacó una, Kei había entrado a la habitación en busca de él, mirándole sorprendido al notar su camisa preferida.

-¡No! –gritó dando solo un paso cuando las uñas de Daiki se pasearon por la tela, rasgándola.

-¡Descarado! –gritó de vuelta el felino, tirando la camisa al piso, fue en eso cuando Kei notó el desorden de las plumas por todas partes. Pero tiempo de quejarse no tuvo, no cuando Daiki cambió de forma y salió por la ventana de su habitación, siendo totalmente ignorado cuando se acercó corriendo y le vio caminar por la rama, sentándose y lamiéndose la pata.

Soltó un suspiro pesado. No tuvo de otra (como siempre) que quedarse con las palabras en la boca porque el pequeño gato no tenía intención de escucharlo.



Pasaban las horas y no podía distraerse, encerrado en su habitación sin hacer más que mirar el techo y girar sobre la cama lamentándose por su camisa, hasta que la sed se hizo presente y bajó a la cocina por algo de beber, en su preferencia dulce para quitarse ese amargo sabor del rechazo.

Cuando menos se dio cuenta ya estaba en el living mirando atontado la pequeña figura de un peludo animal durmiendo plácidamente sobre el respaldo del sofá. El gatito dormía como si nada hubiera pasado.

Se acercó sigiloso, aprovechando sus pies descalzos sobre la alfombra. Daiki estaba completamente dormido, escuchándose ese bajito ronroneo de estar a gusto en el sueño. Con algo de miedo al ser rasguñado, el pelinegro acercó una mano a su pequeña cabeza, acariciando suavemente sus orejas y luego el lomo. El gato ronroneó de manera delicada. Al verlo Kei no pudo evitar tomarlo, aprovechando lo poco que el felino dormía. Al tenerlo en brazos Daiki abrió los ojos, queriendo saltar asustado, pero el humano no se lo permitió, abrazándolo bien y volviendo acariciar su lomo, en respuesta Daiki cerró los ojos, volviendo a ronronear sin querer hacerlo.

No hacía falta que hablara para que Kei se diera cuenta de que eso le gustaba. Entre más caricias el felino más se restregaba contra su mano, sacándole una sonrisa que no dudó en mostrarle.

Daiki por más que disfrutara de esas caricias no quería seguir así, transformándose rápidamente y soltando un pequeño jadeo cuando la caricia de Kei terminó en su cola, la cual se irguió. El pelinegro se quejó por el golpe, cerrando los ojos con el entrecejo fruncido y soltando un suspiro de dolor, pero cuando ambos se dieron cuenta sus rostros estaban demasiado cerca, notándose en las mejillas del felino ese color rojizo suave.
Las manos de Daiki (con brazos flexionados) no pudieron sujetarse de otro lado que no fuese de los hombros de pelinegro, que mantenía la espalda contra el piso mientras ambas de sus manos estaban sobre su cuerpo desnudo.

Sus miradas no se alejan de la otra, palabras tampoco pronunciaban, no hasta que Daiki notó como la mano de Kei se movía por su espalda, subiendo y ronroneando nuevamente hasta que esta llegó a su oreja y entrecerró los ojos por la caricia. El pelinegro sonrió como nunca al ver aquella reacción, y cuando el otro lo vio se alejó violentamente, causando que casi tropezara con el sofá a su espalda.

-¡Yah! ¿Qué crees que haces? –furioso intentó salir corriendo de ahí al notar el calorcito en sus mejillas, pero Kei fue rápido y le tomó de la muñeca.

-Espera, quiero aclarar algo –dijo en un tono lleno de suplica, pero el felino en respuesta frunció el entrecejo al imaginar qué era lo que quería aclarar.

-¿Cuántas veces debo decir que no me toques? –tiró fuertemente de su propia muñeca, alejándose rápido de la mano del otro al notar que algo se removía en su pecho al ver su mirada.

-Lo que pasó hace unas horas no fue…

-¿Y crees que me interesa? –cortó su explicación, mirándole enfadado, pero Kei aun podía notar sus mejillas sonrojadas y algo nervioso, esta vez intentando cubrir su intimidad con su propia cola- Solo mantente lejos de mí –dijo en un tono suave, terminando por alejarse más y desaparecer en su forma animal en el jardín. Kei sólo soltó un suspiro cansado, pues ya no sabía qué hacer.



***




Un nuevo día para los adormilados ojos de Hikaru, que al no sentir peso a su lado se sorprendió ¿En dónde estaba Keito? Pero no hizo falta seguir pensando, el gran felino entró a la habitación mostrando unas notorias heridas en sus brazos y pecho, asustando al castaño que le miró pensando la respuesta de qué le había sucedido.

Le vio acercarse a ese paso tan peculiarmente silencioso y lento que tenía, dejándose caer sobre su cuerpo, derrotado y soltando un sutil suspiro en su cuello. No le recibió de brazos abiertos, se limitó a quedarse bajo ese cuerpo con ambas manos sobre las cobijas de la cama, separando sus semi cuerpos desnudos por las sábanas.

Keito seguía sin hablar y se fijó bien en las heridas, eran delgados y superficiales rasguños que a pesar de ser pequeños la piel se veía irritada.

-Hikaruuu~ -canturreó su nombre como le gustaba hacerlo, llamando toda la atención del chico cuando el aliento del felino golpeó su oreja- Daiki me atacó~ duelee~ -su voz se escuchaba dolida, y cómo no dolerle si eran muchos arañazos- alíviame el dolor -la inesperada lamida sobre su piel le sobresaltó, reaccionando inconscientemente dejando al felino recostado boca arriba sobre la cama, el cual al ver como Hikaru le miraba aferró sus brazos a su cuello, acercándolo para comenzar a besarlo lentamente.

La camisa larga que cubría parte del cuerpo de Keito quedó casi toda desabotonada con el movimiento de Hikaru sobre él. El chico respondía a cortos besos queriendo detenerse.

-Hikaruu~ -otro susurro en su nombre provocándole.

Con el felino sobre o bajo su piel se sentía extraño, diferente, incluso se desconocía. Sintió esa suave y peluda cola colarse dentro de su pijama ocasionándole un escalofrío y gemido retenido entre besos, besos que aumentaron respondiendo como debía. Sus manos temblaban temerosas pensando qué hacer, y todo se vio interrumpido por la imprudente entrada de un pelinegro que apareció con una expresión de preocupación, cambiándola por una avergonzada al ver a su hermano sobre el felino que surcaba una sonrisa en sus labios. Hikaru de un brinco se quitó de encima de Keito para carraspear la garganta, pero para cuando pensaba excusarse Kei ya no estaba en la habitación.

-N-no vuelvas hacer eso –pretendió regañarle pero más que eso parecía una petición, casi suplica si se le sumaba el tipo de mirada que le dedicó.

-¿Hacer qué? –preguntó Keito lamiendo la herida de su brazo y por primera vez Hikaru sintió inminentes ganas de hacer lo mismo, excitándole la idea que fue desecha cuando sacudió su cabeza e intentó salir de la cama.

-Suéltame, debo levantarme –sintiéndose acosado con esa mirada quiso huir de la habitación, pero el agarre era fuerte, y más fuerte fue el jalón en su brazo, cayendo nuevamente recostado en la cama con un Keito sobre su regazo.

-Pero Hikaru, estoy herido –era cierto, pero también lo era el que ¡se estaba aprovechando! Y él no podía resistirse a solo quitárselo de encima porque comenzaba a gustarle demasiado tenerlo encima, y si de poder, se hubiese golpeado la cabeza contra la pared por ese pensamiento, a él no podía gustarle un hombre y para peor, un ser extraño. Pero con todo el autocontrol que aun le quedaba, se alejó rápidamente y salió de la habitación para encerrarse en el baño- Rayos… -susurró el felino con el entrecejo fruncido- hacer todo esto no sirvió de nada –se lamentó mirándose las pequeñas heridas que terminó por lamer.



***



Yuya se levantó como toda mañana, sin mucho ánimo y con la espalda encorvada sacando una toalla de uno de sus cajones. El conejo al no sentir el calor del pecho del rubio, entreabrió los ojos buscándolo con la mirada, viendo su silueta borrosa por aun no despertar del todo. Cargó las manos en la cama y se sentó de lado, tallando uno de sus ojos y volver a mirar somnoliento.

-¿A dónde vas? –preguntó sin mucha intención de salir de la cama.

-A la universidad –respondió secamente. Yuri hizo un puchero el cual no fue tomado en cuenta cuando Yuya salió de la habitación. Soltó un suspiro y volvió acostarse, cubriéndose completamente con la sábana, cerrando los ojos para volver a dormirse, pero no permaneció por mucho tiempo así, no cuando tuvo una idea y se levantó rápidamente buscando algo que ponerse, poniéndose sólo una camisa y unas zapatillas de Yuya que le quedaban grandes. Peinó un poco su cabello con las mismas manos, al igual que sus orejas haciéndolas hacia abajo mientras sonreía.

Cuando Yuya regresó del baño vistiendo solo un pantalón y la toalla sobre sus hombros, se quedó mirando extrañado al conejo, que no dejaba de sonreír.

-Iré contigo –demandó, y fue en eso que Yuya notó las zapatillas que el conejo llevaba puestas.

-No puedo llevarte –ante eso se escuchó un pesado suspiro- hoy tengo examen, no podría estar contigo.

-Pero –Yuri entreabrió los ojos y se acercó, poniendo su mejor cara de pena, haciendo que al rubio le diese un escalofrío y no dejase de mirarlo- no me quiero quedar aquí, quiero estar contigo. No molestaré, haré lo que quieras –sus labios se fruncieron y Yuya cerró los ojos, levantando el rostro y soltando un suspiro como si luchara mentalmente consigo mismo.

-Está bien, pero… -miró las orejas del conejo que ahora sonreía y luego sus piernas. Salió de su habitación y entró a la de Hikaru, encontrándose con el tigre al cual miró de reojo. Este le miró profundamente después que el rubio le sonriera e inclinase levemente la cabeza en forma de saludo, siguiendo atentamente todos sus movimientos cuando se acercó a los cajones de Hikaru y hurtó hasta encontrar un pantalón buso. Saliendo rápidamente de la habitación al sentirse nervioso por esa mirada. Cuando volvió con el conejo, este le esperaba sentado a la orilla de la cama, mirándose los pies descalzos y moviendo los deditos.

-Ponte esto –le entregó el pantalón y Yuri no tardó en ponérselo, notando lo largo que le quedaba y lo molesto que era al ocultar su pequeña cola. Miró hacia atrás y tironeó del pantalón al igual que con la otra mano intentaba subírselo- creo que Hikaru podría matarme por esto –susurró después de notar lo que hacía el conejo.

-No me gusta –se quejó, intentando quitarlo, pero el mayor se lo impidió al tirar suavemente de su muñeca y acercarse a su escritorio. Tomó al conejo por debajo de los brazos, sacándole un risita que no pudo evitar corresponder con una sonrisa, y buscó unas tijeras entre sus cajones- no te muevas –y el conejo sólo le miró, separando un poco los pies cuando Yuya comenzó a cortarlo, y rezaba para que Hikaru no notase que era su pantalón. Cuando terminó de cortarlo miró hacia arriba y Yuri se dio vuelta, para que también hiciera un agujero para su cola, sin poder evitar reír al verlo con ese puchero, y lo hizo.

-Creo que será mejor comprarte ropa –Yuri hizo una extraña expresión al escucharlo, mordiéndose los labios al no saber si era bueno decirlo.

Se bajó del escritorio ignorando los brazos de rubio y salió corriendo de la habitación como si algo le urgiera, Yuya preocupado salió tras él, notando que entraba a la habitación de sus padres, caminó a paso lento y miró entre la puerta como el conejo buscaba algo en un baúl escondido en el fondo del armario, le costó sacarlo pero con toda su fuerza jaló de él. El rubio se adentró a la habitación y al ver toda esa ropa que parecía extremadamente cara no pudo evitar preguntar qué hacía eso ahí, pero el conejo no respondió, a cambio sacó una camisa que parecía de seda y demasiado extraña, junto con unos pantalones que por un momento quiso reír.

-¿Disfraces? –se encorvó para tomar algunas prendas pero el suave manotazo en su mano le sorprendió.

-No te burles –dijo el conejo con el entrecejo fruncido. No dijo más y se quitó el pantalón que llevaba puesto, poniéndose el que había sacado del baúl, haciendo lo mismo con la camisa del alto, sustituyéndola por esa que tenía amarras al llegar al cuello, reluciendo un poco el blanco pecho del bajito. Cuando el conejo volvió al baúl buscando unos zapatos se notó su pequeña colita resalir del pantalón por un agujero, el mayor se cuestionó el por qué, pero luego no evitó acercar una mano y apretarla, sintiendo lo suave y fino que era el pelaje. El conejo al sentirlo jugar con su pompón se alejó rápidamente tapándose con una mano, mostrando ese furioso sonrojo en sus mejillas, luciendo realmente adorable, tanto como para desear abrazarlo- ¡No hagas eso! –se quejó y estando en otra posición siguió hurtando el baúl, sin evitar mirar de reojo al rubio que no dejaba de sonreír.

Cuando le vio ponerse los zapatos, que encajaban a la perfección con el disfraz, se acercó ayudarle pero el otro se alejó un poco al pensar que volvería a tocar su pequeña cola.

-Déjame ayudarte –dijo en ese tono grave de voz que estremeció al bajito.

-No, puedo hacerlo yo –dijo antes de terminar de ponérselo.

Yuya al verlo completamente vestido lo quedó examinando.

-Hace frío, con esa camisa tus brazos se enfriarán.

-Mmm –volvió a buscar en el cajón y sacó algo que hizo reír al mayor.

-Será mejor que te pase algo mío –dijo entre risas, ignorando esas mejillas infladas y enfadadas, y por ello el conejo no volvió hablar. Guardaron todo y volvieron a la habitación, antes de bajar mientras uno terminaba de vestirse. Tomaron unas cuantas cosas para comer por el camino después de ver la hora y notar que iba atrasado.

Sus manos iban tomadas, casi corriendo por la calle, olvidándose de algo que al parecer era realmente importante. Yuya se daba cuenta de las pocas personas que transitaban la calle, que no dejaban de mirarlos y sonreír, sobre todo cuando llegaron al centro de la cuidad y escuchaba a las escolares reír bajito mientras los miraban, tanta curiosidad le dio que miró al bajito. Yuri disfrutaba de aquella manzana que comía. ¿Tal vez se reían de sus raros pantalones? O quizás de sus zapatos, que volvieron a causarle una sonrisa. ¿Su colita? Su colita no se veía al traer un sueter que le quedaba algo grande, le miró cuidadosamente mientras caminaban y fue en una esquina, cuando esperaban la luz verde, que escuchó a las chicas de atrás susurrar.

-Se ven muy reales –miró de reojo y notó como una de ellas intentaba tocar una del par de orejas que caían por el cabello de Yuri, abriendo la boca sorprendido y casi soltando un gritito. ¡Había olvidado esconderlas! Yuri por su parte parecía totalmente indiferente a las personas, se dedicaba a mirar y masticar la manzana.

Yuya buscó con la mirada algún puesto de gorras, cruzando corriendo cuando la luz dio verde, escuchando pero ignorando el quejido por parte del otro cuando por la brusquedad su manzana cayó al piso, mirándola cada que se alejaba para luego levantar la mirada a la chica que la había levantado, una de esas que quiso tocar su oreja. Soltó un suspiro entristecido e intentó caminar al paso del otro.

-Mi manzana… se cayó… -dijo en un tono triste.

-Luego te doy otra –agitado respondió.

Juntos llegaron a un puesto de gorras y rápidamente el rubio compró una, la que creyó sería perfecta para las largas orejas del bajito. Se escondieron en un callejón.

-¿Por qué… -pero no terminó de preguntar cuando la gorra fue puesta en su cabeza y sus orejas acomodadas dentro, escuchando luego un suspiro de alivio por parte del alto.

-Con esto evitaremos cualquier sospecha –Yuri tan solo le miró sin comprender. ¿Qué tenían de malo sus orejas? Tocó la gorra de lana, ancha pero también cómoda, era extraño, pero sonrió al pensar que era un obsequio porque esa mañana realmente hacía mucho frío, y el viento helado golpeaba sus orejas, aunque siempre estuvo acostumbrado a tenerlas al aire libre y no escondidas en una gorra.

-Gracias –sonaba realmente agradecido, pero tiempo de miradas bonitas no hubo, Yuya iba atrasado a su examen en la universidad. Tomaron un bus y al llegar se detuvieron fuera de la sala en donde debía entrar.

-Escucha, quédate aquí hasta que yo salga –Yuri asintió después que le explicara que no podía entrar.

Cuando Yuya desapareció detrás de aquella puerta, Yuri se puso de puntillas para poder mirar por la ventanilla de la puerta, que para su mala suerte quedaba tan arriba que sólo sus ojos podían relucir a través de ella. Buscó con la mirada al rubio que subía escalones en esa extraña habitación, sonriendo tontamente al verlo, era fácil de encontrar al ser el único con el cabello de ese color.

-¿Buscas a alguien? –se sobresaltó al escuchar una voz tras suyo, volteando y ver a un hombre mayor. No habló, sólo negó con la cabeza y vio como el hombre se acercaba para también mirar por la ventanilla- ¿entonces esperas a alguien? –asintió y el hombre sonrió, alejándose luego y volviendo a quedarse solo.

Los minutos pasaban y Yuri se aburría terminando sentado en un asiento del pasillo, balanceando sus pies mientras los miraba, por otra parte, Yuya no podía concentrarse en el examen, preocupado por el conejo, miraba repetidas veces a la puerta sin evitar pensar que tal vez tenía hambre, recordando que su manzana se había caído y cuando estaban esperando cruzar la calle esta estaba a medio comer, entonces miró su bolso a un lado, en donde estaba todo lo que habían sacado para comer, dándose un sonoro golpe en la cabeza con la palma de su mano, cayendo miradas sobre él las cuales no percató al tener en mente al conejo. Y pensar que aquella manzana era lo único que Yuri había comido esa mañana. ¿Y si le desobedecía y se iba a buscar algo de comer? ¿Y si en esa búsqueda salía de la universidad y terminaba perdido en las calles? Intentó terminar luego el examen y salió rápidamente sin tomar en cuenta al profesor, al cual siempre ignoraba.

-¡Yuya! –el nombrado y el conejo voltearon a mirar quién había gritado, viendo a un par de chicos junto a otras chicas que iban conversando, Yuri por su parte se puso de pie y caminó a paso rápido donde el rubio, tomándole de la mano sin dejar de mirar a ese grupo. Los ojos de los cinco recién llegados se posaron en el bajito chico al lado de su compañero- ¿Novia nueva? –se burló uno de ellos, causando un poco de envidia entre las chicas. Yuya se extrañó y Yuri frunció un poco el entrecejo.

-No… él es… mi hermano –susurró lo último causando sorpresa en los demás, sobre todo en el conejo que parecía tener una mirada dolida.

-¿Es… un chico? –preguntó sorprendida una de las chicas y se acercó a Yuri que se hizo un poco hacia atrás cuando esta quiso tomarle una de sus claras mejillas deseando apretarla.

-No creo que eso sea buena idea –dijo Yuya con una sonrisa, jalando suavemente de la mano del bajito para que se alejara un poco más al recordar cuando otra chica quiso tocarlo- no le gusta mucho que aprieten sus mejillas –rio nervioso.

-¿En serio es tu hermano?, no se parecen en nada. ¿Cuántos años tiene? –preguntó otra chica, que también se acercó para mirarle de cerca, dejando sus rostros a escasos centímetros-

-Ah… -Yuya no supo qué responder porque en realidad no sabía la edad del conejo, mirándolo a él para que respondiera, pero ese entrecejo fruncido le decía que no saldrían palabras de entre sus labios- ¿Qué edad creen que tiene? –dijo forzando una sonrisa.

-Mmm… yo creo que tiene 13 años –dijo uno de sus compañeros. La mirada de Yuri sólo se concentraba en las chicas que no dejaban de mirarlo como si fuese una nena y a Yuya con un brillo en los ojos, y cuando repentinamente la tercera chica se acercó, la miró atentamente hasta verla acercarse al rubio y abrazarse a su brazo, enojándose mucho más.

-Yo creo que…

-¡Dieciséis! –gritó y jaló del brazo del alto, haciendo que la chica lo soltara, comenzando a caminar lejos de ellos con un Yuya sorprendido.

-No tenías que gritar –dijo en tono suave, pero a cambio recibió una mirada realmente furtiva que le hizo callar, y fue entonces que Yuri no quiso estar más ahí y regresar a casa, evitando mirar al otro en todo el camino, ignorando sus temas de conversación, ignorando también aquella manzana y galletón delicioso que quiso darle, arrepintiéndose por dentro porque realmente quería comerse esa galleta gigante.

“¿Cuándo será el día que Yuya entienda las cosas?” Se preguntó el conejo después de llegar a casa e irse a la cama.



***




Kota había notado lo extraño que estuvo el pequeño oso el día anterior, lo vio caminar sin sentido por la casa, sonrojándose cada que le veía. Otras veces se acurrucó en la cama y no le habló. Comenzó a preocuparse y siguió silenciosamente al menor cuando este subió la escalera y entró a la habitación del mayor de los hermanos. Kota al acercarse entreabrió lentamente y suavemente la perilla, y le miró desde el rabillo de la puerta. Ryutaro estaba sentado sobre la cama, frotaba sus piernas una contra la otra, frunciendo levemente el entrecejo y mirando su entrepierna, y cuando los ojos del mayor descendieron a esa parte se sorprendió, viendo un pequeño bulto. Se puso algo nervioso y avergonzado por mirarlo. Se mordió los labios y se dispuso a entrar, asustando al oso que se echó un poco hacia atrás al verlo acercarse.

-¿Qué sucede? –pero Ryutaro no respondió, en cambio negó con la cabeza, bajándola para evitar mirarlo. Kota no sabía como comenzar hablarle por lo que le tomó de las manos y lo hizo ponerse de pie, notando más el bulto en su pantalón. Se sentó sobre la cama y jaló con suavidad del chico para sentarlo sobre sus piernas. Ryutaro se inquietó pero no intentó levantarse- ¿duele? –preguntó repentinamente, Ryutaro intentó mirarle pero al sentir la mano del mayor en su entrepierna gimió sorprendido, llevándose una mano a la boca para cubrirla avergonzado- está bien, es normal –Kota tomó aquella mano y la hizo descender- no debes dejarlo así –no muy seguro el mayor comenzó a desabrocharle el pantalón, tragó saliva al meter la mano entre la ropa interior del chico que se estremeció por el toque en su miembro, respirando agitado- tócalo –dijo en un susurro. Ryutaro negó y Kota tomó su mano, haciendo que tocara su propio miembro, a lo que Ryutaro la alejó rápidamente- si no lo haces seguirá doliendo –pero Ryutaro no parecía querer tocarse, por lo que Kota volvió a tomar su miembro, comenzando a frotarlo y escuchar esos bajitos jadeos salir de esos labios, que al verlos le causaron un deseo extraño.

Kota alejó la mano del miembro del menor, pero este le miró rápidamente, reflejando en sus ojos que deseaba que continuara, y sin darse cuenta ya estaba tocándolo nuevamente. Ryutaro se sujetaba de sus brazos, apretándolos por lo que sentía. Contuvo la respiración por un momento y Kota le sintió correrse en su mano, escuchando esa respiración cansada y pesada, junto con el peso de su cuerpo cuando el otro se apegó a su pecho. Le miró al rostro, sus mejillas estaban sonrojadas y los ojos los mantenía cerrados. Kota esperaba a que Ryutaro le dijese algo, pero palabras no salieron de su boca, en cambio se quedaron mirando, Kota realmente absorbido por sus ojos, hasta que reaccionó y se levantó, haciendo al oso a un lado, que le miró extrañado pensando que algo hizo mal. Kota le entregó un poco de papel.

-Límpiate –dijo sin más y salió de la habitación para encerrarse en el baño, y Ryutaro se quedó con las palabras en la boca cuando le vio irse, bajando la mirada a su entrepierna y limpiarse aquel líquido espeso y blanquecino, sin entender por qué su cuerpo había reaccionado así.

Kota en el baño se quedó mirando al espejo, preocupado y un poco agitado. Bajó la mirada y cerró los ojos después de ver su propia entrepierna erguida.

-Cielos, creo que voy a morir –suspiró pesado y se sentó sobre el retrete, llevándose las manos a la cabeza después de apoyar los codos en sus piernas. Lo evitaría, evitaría tocarse porque no debía hacerlo si estaba pensando en lo que había sucedido hace unos minutos. Por lo que ignoró al menor lo que restó del día, pero no fue tan fácil, no cuando este le seguía todos lados queriendo decir algo, pero palabras no le salían.

Cuando llegó la hora de dormir y estaban juntos en la cama Kota evitó a toda costa contacto con él. No lo abrazó y sólo le dijo buenas noches. El menor estuvo a punto de llorar hasta que se quedó dormido, agarrándose de la camisa de pijama del mayor, que se negó a soltar por más que Kota se alejara de su cuerpo.



No pudo dormir hasta que se hizo de mañana, cayendo repentinamente en el sueño. Cuando Ryutaro se despertó se levantó de la cama, poniendo los pies sobre el piso y acercarse a la orilla para mirar al otro dormir, cargando la cabeza cerca de la suya. Pasaban los minutos y Kota no despertaba, sacándole suspiros ansiosos porque quería verlo ya despierto, pero así no fue, no hasta que pasaron dos horas. Kota abrió los ojos y vio al oso dormido muy cerca de su rostro, alejándose inconscientemente de lo nervioso que se puso, sintiendo ese acelerado palpitar, sin saber si era por el susto u otra cosa, que fue alejada rápidamente de su mente, sacudiendo la cabeza y revolviéndose el cabello.

-Me volverá loco –susurró mientras lo miraba y revolvía un poco su cabello. Le quedó mirando ahí dormido. ¿Qué hacer con lo que había pasado? Pues nada, por lo que decidió olvidarlo y hacer como si nada pasara, eso era lo mejor que podía hacer.



***



En Daiki aun permanecía aquella imagen de Keito sobre Kei, atormentándole cada que cerraba los ojos. Suspiraba y respiraba frustrado, caminando de un lado a otro, necesitaba sacarse toda esa molestia que parecía crecer más y más en su pecho. Caminó cuesta arriba por la escalera, abriendo la puerta de la habitación de Kei, el cual seguía dormido a esas horas de la mañana. Se acercó con el entrecejo fruncido y una mirada gatuna haciendo su pupila más fino.

Y se acercó a tomar uno de sus cojines lanzándolo realmente fuerte al rostro del pelinegro, el cual despertó de golpe y con el dolor en el rostro. Se quitó el cojín tan rápido como pudo y buscó con su mirada somnolienta al culpable.

-¿Por qué… -pero no terminó de preguntar cuando otro cojín fue lanzado a su rostro.

-¡Descarado! –dijo en un grito antes de salir furioso por la puerta y dejar al pelinegro descolocado por lo sucedido.

El día iba transcurriendo, Kei se había ido a clases distraído, volviendo en la tarde con un hambre feroz, revisando la alacena y sacando galletas para comerlas ya que el almuerzo aun no estaba listo, no se molestó en buscar a Daiki después de verlo acostado al sol fuera del ventanal, sentándose a ver televisión pero desviando su mirada cada 10 segundos, carraspeando la garganta deseando llamar su atención, pero el gato no hacía más que estar quieto con sus pequeños ojitos cerrados al recibir el sol en el rostro.

Para cuando el gato dio un signo de vida, Kei le vio estirarse, saliendo sus afiladas y pequeñas uñas al hacerlo, con su cola erguida. Llegó a sonreír al ver lo perezoso que Daiki llegaba a ser, pero dejó de sonreír al verlo transformarse. Cuando sus miradas se encontraron el gato sólo le miró serio antes de fruncir su entrecejo y hacer un desprecio caminando lejos de él, adentrándose en la cocina después de ver a Yuya entrar. Kei al verlo soltó un bufido triste y celoso, un tanto molesto.

“¿Por qué tiene que ser tan rencoroso?” Era lo que se preguntó Kei antes de seguir viendo televisión aunque realmente no le tomase atención.



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Para la extrañeza de muchos, la noche pasó tranquila y silenciosa a pesar de todo el escandalo y peleas de la tarde. Kei dormía de lado, cara hacia la orilla de la cama mientras el gato le miraba, sentado al lado de la puerta entreabierto, con esos profundos y gatunos ojos, haciendo ese suave sonido hasta que se levanto y salió de la habitación, perdiéndose en la oscuridad de la casa.

Yuto dormía esta noche muy cómodo sobre su cama, pero con Ryosuke acostado en el futón después de insistentemente decirle que no quería dormir en otro lugar que no fuese su habitación. Por otro lado Kota dormía abrazado a Ryutaro, envolviéndolo entre sus brazos, y no había costado para nada que el menor se durmiera después de acariciar repetidas veces su cabello. Yuya y Yuri no estaban muy diferentes, sólo que por la costumbre de los meses juntos, Yuri dormía con la cabeza apoyada en el pecho del rubio, escuchando y elevándose levemente cuando el otro respiraba. Se diría que todos se tomaron las cosas a la ligera, asumiendo todo lo que sucedía, con muchas dudas pero ya sin ningún miedo, a excepción de Hikaru que aun no aceptaba el estar atraído por otro hombre que para hacer peor la situación, era una criatura extraña, con cola, orejas y esas marcas que por mucho que se negara le atraían demasiado, y es por eso que esa noche cerró con el seguro la puerta de su habitación, cerró ventanas y se durmió con unos audífonos puestos, ignorando todo llamado por parte del tigre detrás de la puerta. El felino frunció el entrecejo y después que todos se durmieran, en medio de la noche hizo algo que pensó no haría en mucho tiempo. Quitó aquel raro arete de su oreja, dejándolo caer al piso y pisarlo con la furia que creció en su interior, haciéndolo trizas y viéndose una densa pero pequeña nube de color verde brillante salir de este, siendo lo último que alumbró el pasillo de las habitaciones.


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Quisiera pedir disculpas a las fans del YamaJima y TakaChii, porque es lo menos que he escrito en el fic y es que tengo excusa(?) inconscientemente escribo de las otras parejas, mi mente se va a la xuxa y más allá y mis manos escriben lo que mi cabeza morbosamente piensa .__.

11 comentarios:

Uebo♥ dijo...

GRACIAS ... Sabes que es el fic más me gusta.. que siempre espero ansiosa cuando se trata de my pet. Gracias primero por la dedicación... Yo también te descuide un poquito... lo siento uwu En cuanto al capítulo.. la parte TakaChii me encantó <3 Los celos de Yuri son tan notorios... tonto Yuuyan que no se da cuenta.. éwe El InooDai también me encanta... A Daiki los sentimientos le hacen ruido y los está evitando sin éxito... <\3 YabuTaro sensual <3 Kota! Bolso Violalo todo!!! Hazle el amor ♪-canta-
AY...BUENO YA.. escribí mucho desde el celu.. y es cansador..
TE AMO! Y gracias :)

Uebo♥ dijo...

Celular de mierda... quise poner "bobo" no "bolso" -lo patea ahora que está en la pc-

Haine dijo...

Bueno, empiezo porque me encantó y ya llevaba tiempo deseándolo tanto como a Chinen(?) ;3;
La parte inoodai...es extraño ._. Porque a mí NO me gusta mucho el inoodai...y sin embargo este inodai es como que me sfdfsgfs. -<3-> es tan cuco *-* al igual que NO me gusta nada el HikaTo, pero asi como el inoodai, este me puede x'''D.ni se como lo haces pero lo consigues. Al igual que el Takachii hasta hace un poco... No comencé a tenerle interes pero por tu culpa ahora abdo con vicio de ellos ._. Porque sinceramente hablando hay pocos takachis que me lea porque hay muchos(?????) xD pero generalizo porque es asi pero todos tus takachiis ._. No sé que tienen bueno ai lo sé pero los amo~ asi que ahora ando con vicio y con esa parte takachii pues soy feliz, yo y mi vicio :3
Gracias por subirlo y esperp que no tardes mucho en el siguiente pero como sé que la espera vale la pena~ ánimo u3u y se esperará todo lo necesario. :3

Chuu~

AmiS dijo...

oh dios mio!!!!!.... el dia iba siendo una porqeria pero con esto se me alegro y mejoro!!!! dios como queria una actualizacion de My Pet!!!
mas kiero mas!!! *________________*
YabuTaro y Hikato <3

YuukiNii dijo...

Jajajajaja -risa estúpida- gracias por los comentarios, no suelo responderlos pero aprovechando que parezco drogada con el sueño. Muchas gracias, solo porque les gusta es que sigo escribiendo el fic (eso era algo obvio e_e) pronto publicaré el capítulo que sigue

Paoo Inoue dijo...

ewe comenté ayer y no se quedó ;S; primero que nada grcias por la dedicatoria <3 insisto, te envio sms y no te llegan.
Dioooos Keito que hiciste! Aunque maldito seas Hikaru! Te odio ahora uwu ok no pero si me dio tristeza el hecho de que no lo dejara ní entrar a dormir

mabelucome dijo...

Asdassaadasd porno!!!!! (?)
Keito malvado que haces enfadar a Daiki, ve a tirarte a Hikaru y dejalos (?) Aunque lo de tirarte a Hikaru ya casi le tienes e.e
Daiki idiota, deja tu orgullo y dejalo que te haga cositas, bien que disfrutas que te toque e.e (y quien no disfrutaria si le toca Inoo?)
jaj ja me hizo gracia Yuri, es como un niño super mono >///<
el yabutaro... Te lo creas o no, has cumplido una de mis fantasias asdasdasdasd Kota, tiratelo!!! él se deja seguro y tu lo deseas :D
uyuyuy se terminó muy interesante, esperaré la conti *-*

dalia801 dijo...

kYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!! esta hermosoooooooooooooooo TT^^TT me encantaaaaaaa!!!!!!! en especial la parte en la que Daiki se pone celoso y rompe la almohada de kei *O* tan genial ;O; Me gusto mucho el Yabutaro tan asdaasd *O* !!!! HERMOSO!! REALMENTE HERMOSO!!!!

kia dijo...

kyaaaaaa!!! amooooooooooooooo!!1 tu fic!! D.I.O.S.A!!! jojojo se que dijiste que no te diga asi de mooo como no decirlo si me encantooo!! y el yabutaro *O* kyaaaaaaaaaa!!!! me imagine a ryu~y kota *O* kyaaaaaay el innodai!! por kami!!! esta muy wooooooow de hecho todo elta muy woooooow kyaaaaaaaaaaaaa!!!!-se desmaya-

Hitomy-Chan dijo...

Kyaaaaaaaaaaaaaaaaaa Sempai cada día te admiro más más me gusto mucho la parte enk Keito seduce a Kei fue tan asdasdasdasdasdasdasdas Daiki se puso celoso Kawaii <3
El Yabutaro estuvo demasiado bueno k emoción amo esté serial <3

Mooo hizo falta el Yamajima :'( y Takachii :'(
Aún así disfruté mucho leer esté capítulo ;-)

Unknown dijo...

Mierda!! Sabes que lo ame desde en un principio, te lo dije por inbox, pero te lo vuelvo a repetir, AMO ESTE FIC, DIOS, tu eres definitivamente mi escritora favorita!! Y, como dije antes tambien~~ Dejame un keito y un Daiki asi por delivery, y, una pompa de Chinen Tambien porfaaa~~ Oh Dios, no se, me has dejado gritando, Yupiii~~!! Keito, que fue lo que piso? asdasdasdadadad Hikaru, a veces eres medio idiota por no decir completo XD
Daiki, yo se que te gusta Keii~~ Maltratalo si quires, muerdelo si es posible~!

asdasdasdasdasdsadasdasd, No hizo falta nada *w*Si quieres no le pongas Yamajima~~ Asi es mejor~~ Jajajaja, ok no .-. Ponle todo, lemon, sadismo, asdadad violacion, golpes, pero asdasgdhgasdhjasgdhsajdgasjhdgashjdgsdjagd, todo lo que le pongas es bueno *-*

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