No puedo con esto

¿Pantalón?... ¡Listo!
¿Camisa?... ¡Lista!
¿Gorra?... ¡Lista!
¿Zapatillas?... ¡Listas!


Se miró el espejo que tenía Yuto en su habitación y sonrió. Se preguntarán qué hace el perro de la familia, esto es fácil. Anoche se durmió antes de que Yuto llegara con la comida, por lo que ocupó todo el espacio en la cama. Yuto no tuvo de otra que dormir en el piso porque aunque ahora si creyese en la existencia de ese ser que por cierto lo atormentaba en cada momento, no dormiría con él en la misma cama aunque no tuviera otro lado en donde hacerlo.
Pasó la noche casi en vela por el dolor de espalda que le daba estar en el piso y los incesantes e inquietantes movimientos del perro. Y tras esos sucesos se levantó más temprano de lo habitual y se fue, dejando al olvidado perro sobre la cama.

Es por eso que Ryosuke al despertar sufrió, porque ya era costumbre despedirse de Yuto cada mañana que iba a clases, y el no haberlo siquiera escuchado cuando se fue le dio la idea de ir tras él, pero no fue él quien completó el plan, pues no tenía ningún problema en salir desnudo por la calle. La cabecilla de orejas grandes y peludas se encontraba en estos momentos en otra habitación. El conejo que estaba igual de obsesionado con su amo le ayudó a vestirse, buscando entre las ropas de Yuto algo que le quedara perfecto, pero no todo estuvo bien planeado, aunque las peludas orejas de pelaje castaño estaban escondidas bajo esa gorra, la cola estaba a libre vista. Ryosuke la hubiese escondido dentro del pantalón pero según Yuri eso no era bueno así que sin pensarlo dos veces hizo un agujero en ellos, donde Ryosuke al ponerse los pantalones pudo mover su cola libremente.

No esperó a que Yuri volviera, el chico había regresado a dormir a la cama de Yuya que a esas horas estaba también dormido.

Bajó las escaleras silenciosamente, encontrándose en el camino a Hikaru que dormía sobre el sofá con una pierna y un brazo colgando de él. La cabeza torcida dolorosamente, de seguro cuando despertara sufriría por ello.
Abrió la puerta y la cerró con cuidado de no despertarlo, lo mismo hizo con la reja del jardín. Y cuando por fin estuvo fuera de casa respiró profundamente, recordando el aroma de Yuto para encaminarse a su encuentro.

***


Cuando el conejo volvía a la habitación del rubio que aún permanecía dormido, sonrió al ver sus cabellos teñidos sobresalir de entre las mantas. Iba a volver a su lado y abrazarse fuertemente a su cuerpo mientras lo miraba dormir, pero movimiento a los pies de la cama llamaron su atención, recordando que no estaban solos. El gato se despertó con el entrar de Yuri a la habitación, miró al chico -que aún vestía solo una camisa- y sus ojos felinos se desviaron al cuerpo que descansaba.

-¿Ya estás mejor? -le preguntó Yuri acercándose para quitarle una venda -si, ya lo estás -Daiki maulló sin dejar de mirarlo. Yuri le sonrió y tomó en brazos, sin miedo a dañarlo por sus heridas, porque éstas ya habían sanado- Es tan genial que sanemos tan rápido -le dijo el menor- iugg... -y aquel gesto sin gusto en el conejo llamó la atención del felino- Hueles a Kei -inmediatamente el chico se acercó a la cama para olerla- ...¡apesta a Kei! -el gato bajó de sus brazos- ¡Aaah! ¡Que desagradable! ¡Por tu culpa la cama de Yuya apesta a Kei! -el gato comenzó a bufar irritado porque el conejo lo había ofendido.

-¡No apesto a Kei! -gritó a penas se transformó.

Kei que dormía tranquilamente despertó con aquel grito, y que decir de Yuya que estaba en la misma habitación, despertó asustado y cuando miró, un chico salía de su habitación con vendas sueltas y refunfuñando.
El delgado y pelinegro de la familia cuando salió de su cama para salir a ver qué pasaba, lo último que vio moverse en el pasillo fue la puerta del baño siendo cerrada de un portazo. Curioso se acercó a la habitación de Yuya que estaba frente a la suya, golpeando antes de entrar y lo que escuchó si le molestó un poco.

-Es que apesta a Kei -Yuri intentaba convencer al rubio, el cual tenía una expresión molesta.

-Pero no es para que le grites así -le reprochó, yéndose en defensa del pobre gato que estaba herido.

-¿Daiki? -miró al interior, pero lo único que había era su hermano y un extraño, lo miró detenidamente casi atónito.

Pero por Dios, tenía orejas largas y blancas, estaba casi desnudo y además lo miraba enojado. No pensó que Daiki fuera el único pero tampoco pensó que habría uno de ese tipo.

-¡¿Qué es esa cosa?! -traumado no dejó de mirar al pequeño, que ahora parecía mucho más molesto por llamarlo “cosa”. Y sin darse cuenta su hermano ya estaba de pie a su lado.

-No es una cosa -el golpe en su cabeza fue doloroso, muy doloroso. Nunca dejó de pensar que los mayores siempre se aprovechaban de los indefensos y tiernos hermanos menores.

Pero...

“Un momento...” Buscó en su memoria y lo que encontró fue un pequeño conejo blanco en brazos de Yuya.

-¿Yuri? -apuntó al desconocido, ahora no tan desconocido.

-Si, es Yuri, y Daiki no está aquí -dijo recordando el nombre- salió después de que Yuri le gritara -ambos miraron hacia atrás. El conejo estaba sentado en la cama con las mejillas infladas y el entrecejo fruncido, con los brazos cruzados y mirando en otra dirección.

Si era shockeante mirar un no tan desconocido chico con orejas. Y pensar que aquel siempre había sido una pequeña cosa peluda que se veía adorable, pero nunca lo tocaría de nuevo, porque ese animal parecía odiarlo.

-Aún debe estar herido -comentó el mayor de los dos, frotando sus cabellos teñidos para dar el primer paso fuera de su habitación- mejor lo buscamos -pero cuando quiso dar el segundo paso un agarre en su brazo lo detuvo, mirando inmediatamente al pequeño culpable.

-No está herido, sana rápido -dijo Yuri aun con el ceño fruncido, pero aunque dijera eso Yuya no le creyó, así que soltándose sutilmente del agarre terminó por dar el segundo paso.

-De igual manera lo buscaré.

Yuri le miró más molesto, empujándolo para cerrar la puerta y dejarlo afuera.

-Creo que lo consentí demasiado -Kei sólo se dedicaba a mirar cómo es que reaccionaba tan normal en una situación no tan normal.

-Descuida, creo saber en dónde está -ya bastante tenía con que hayan dormido juntos toda la noche. Le molestaba demasiado. Y si Daiki estaba desnudo por ningún motivo querría que su propio hermano le viera tan, tan... “sexy” Si, esa era la palabra más perfecta en la cabeza de Kei para calificar a ese felino, un chico sexy. Mordió sus labios y se giró, de sólo pensar en su cuerpo desnudo sus mejillas se sonrojaron. Es que era algo tan inevitable.

-Está bien -Yuya no quiso volver a su habitación, así que se fue en dirección a la escalera.

Kei a penas lo vio lo suficientemente lejos, se acercó al baño, abriendo sin golpear antes, y ahí estaba, con su piel clara, “sexy-mente” mojada y como envidió esas gotas y aquel jabón que fuertemente frotaba contra su cuerpo. Pero en cuanto unas palabras fueron pronunciadas su cara babosa cambió a una dolida.

Daiki se bañaba refunfuñando, claramente porque odiaba el agua, sobre todo si esta estaba caliente (o no tan caliente). Pero aquella brutalidad con la que pasaba el jabón sobre su cuerpo era por las crueles palabras del conejo. 'Daiki apestaba a Kei' y eso no dejaba de repetirse una y otra vez en su cabeza. En definitiva era una gran ofensa, y aunque oliera a jabón, ese olor dulce pero enfermizo, era mucho mejor que apestar a Kei.

-Apesto a Kei -olió su brazo después de quitarse el jabón con el agua que caía del cabezal de la ducha- ahora huelo peor -con un gesto de desagrado frotó el jabón en su pecho.

-¿Tanto asco te doy? -traumado se giró, erizándosele la piel a penas le vio, y como si ese cuerpo lo llamara, sus impulsos asesinos se fueron contra el pelinegro. Y es que las palabras de Yuri volvían a su mente, y con la presencia del protagonista de aquella frase su furia aumentaba.

-¡Lárgate de aquí!- con toda la furia lanzó el jabón que antes estaba en su mano, era todo lo que tenía para lanzarle, y ahora la barra de jabón se encontraba en el piso, pero frente a Kei que no dejaba de tocar su cabeza.

-¡No tenías por qué hacer eso! -le gritó enojado o más bien adolorido, sin alejar la mano de donde estaba. Y Daiki tenía tanto acierto que había chocado justo en su frente. Sí se había golpeado muchas veces la frente, pero ese dolor no se igualaba a ninguno de esos accidentes.

-!Que te largues te dije! -y cuando Kei vio como Daiki tomaba los frascos del shampoo y bálsamo, se asustó, es que ¿en verdad tanto lo odiaba?

El felino lanzó el frasco de shampoo, que por suerte -quizás- lo esquivó y salió tan rápido como pudo, pero logró escuchar como algo chocaba fuertemente con la puerta, seguramente el frasco del bálsamo.
Lo único que le quedaba hacer era buscar alguna solución a ese odio que tanto le tenía o simplemente resignarse, aunque eso quería decir: no acercamientos.

-En verdad me salvé. Eso hubiera dolido mucho –sobó su frente cuando el dolor volvió, la adrenalina que tuvo al huir del felino le hizo olvidar- ¿Tanto me odia? –preguntó a la nada sin creer aun que todo eso fuese verdad.

***

El paisaje era completamente extraño, hasta le daba ganas de correr por esas calles al observar lo amplias que eran, con esos árboles dejando caer algunas hojas, o el suelo pavimentado que tenía bastantes aromas que le mareaban. El aroma de Yuto casi no lo podía distinguir entre los demás, menos cuando personas pasaban por su lado con esos olores tan fuertes despidiendo de sus cuerpos.
Su cola, casi escondida si le miraban de frente se movía armoniosamente acompañando su caminar. La gorra presionaba sus orejas casi adormeciéndolas. Aún era temprano y el Sol no alumbraba tanto como en las tardes.

Olió una vez más y cambió su dirección virando hacia la derecha y el sonido de los autos comenzó a hacerse más fuerte, bocinas, motores, las pisadas de las personas, su hablar, todo eso le daba punzadas en la cabeza. ¿Yuto podía vivir con eso? ¿Cómo es que aguantaban tanto ruido? Su ceño se fruncía cada vez que una mujer pasaba a su lado, sus olores eran demasiado fuertes que la sensación de querer vomitar se hizo presente en su garganta, rechazando cualquier gesto agradable que quisiera formarse en su rostro cuando sentía débilmente el aroma de Yuto.
No le daba de otra, debía correr, quería escapar de todo eso, comenzaba a sentir temor por el exterior. El arrepentimiento comenzaba a decaer sobre él pensando que lo mejor que hubiera hecho ese día era quedarse en casa esperando a que el chico llegara y no salir pensando que el encontrarlo sería tan fácil.

La fuerte bocina de una de esas cosas de metal que mantenía personas adentro le hizo detenerse bruscamente mirando asustado a su costado. Sus piernas tiritaron y casi a punto de llorar haciendo oídos sordos a los gritos del señor que asomaba la cabeza por la ventanilla del auto, corrió, y corrió escuchando más bocinazos entre más avanzaba.

Definitivamente no volvería a salir de casa, por lo menos no solo.

***

Incómodo se removió sobre lo que estaba acostado. Sus huesos dolían tremendamente, su cuello le causaba un fuerte dolor de cabeza y el querer enderezarse le daba una sensación mucho más dolorosa. Sus ojos se sentían pesados y el cansancio parecía haber llegado sin motivo alguno. Intentó levantarse pero el dolor volvió a torturarle como si agujas se clavaran en su piel llegando hasta sus huesos.

-Eso pasa por no dormir sobre tu cama –y ese suave susurró sobre su cuerpo hizo desaparecer cualquier tipo de molestia.

¿Acaso había hecho algo malo? ¿Acaso algún tipo de Dios le odiaba tanto que ahora mandaba a un demonio a torturarlo sexualmente? Por qué… por qué diablos el tal Keito estaba ahora sobre su cadera, justo en su entrepierna mirándole con esos ojos que demostraban demasiados deseos, con sus manos cargándose sobre su pecho y lo peor que sus ojos podían ver, completamente desnudo con esas marcas oscuras destacando sobre su piel blanca como si fuesen tatuajes, recordándole todo lo que había sucedido anoche, carcomiéndole el arrepentimiento por ser una persona que se descontrola fácilmente después de escuchar un gemido, volviéndose loco después de escuchar los que siguen y siguen, quemándole por dentro, secando su boca cuando desea escuchar más, desobedeciendo a esa vocecita que dice “No”, dejándose llevar por los deseos sexuales que crecen y crecen dentro de sí. ¿Por qué diablos ahora volvía a sucederle lo mismo cuando sintió la lengua de ese chico sobre su labio inferior, terminando entre esos dientes que le mordieron de forma delicada, casi como una caricia que disfrutó completamente? ¿Por qué diablos quería más de eso? ¿Por qué diablos sus ojos se entrecerraron esperando un poco más de contacto? No, Hikaru estaba definitivamente perdiendo la cabeza cada que lo veía y lo provocaba tocándolo como si el sexo fuera lo primordial en su vida comenzando a serlo también para él.

-¿Te parece si terminamos lo de anoche? –si pudiese hablar diría un jadeante “Sí” acompañado con caricias sobre ese cuerpo que pedía ser recorrido por sus manos de manera descarada y obscena. Creándose un fuerte deseo sobre su piel que le pedía ser tocada para sentir su suavidad y calor, sentir esos casi invisibles bellos sobre su piel que se erizaban con el tacto suave, y no es porque no hubiese visto ese tipo de imagen, porque justo ahora al acariciar esa pierna a un lado de su cadera, le vio reaccionar de esa manera, encantándose con esa piel erizada. Y esa sensación grata que sintió cuando volvió hacerlo. Hikaru se deleitaba con esos ojos que no dejaban de mirarle de manera penetrante, algo muy difícil era apartar la vista si quería hacerlo. Y el movimiento de cadera del chico sobre su entrepierna pudo haber sido otro detonante para seguir acariciándole el cuerpo si no fuese por el grito de espanto que despertó todos sus sentidos y caer en su realidad, en la realidad de estar acariciando y deseando a un completo desconocido.

-¡KEITO! –absurdamente ahora había un chico mojado igual de desnudo en el marco de la entrada al living, o, pero con la diferencia que no podía ver su entrepierna si no fuera por… ¿las flores de la mesa de centro?- ¡SUCIO, DESVERGONZADO, SINVERGÜENZA, DESCARADO, DEGENERADO, DEPRAVADO, ¿QUÉ CREES QUE ESTAS HACIENDO?! –vio que esas mejillas se sonrojaron y él no estaba lejos de estar en sus mismas condiciones.

-¿Desayunando? –respondió el chico sobre su cuerpo de una manera tan simple. Y parecía querer continuar con lo que hacía cuando volteó la vista nuevamente sobre el cuerpo de Hikaru, pero nuevamente la interrupción del chico desconocido le… ¿salvó?

-¡No me respondas de esa manera y quítate de ahí! –no se acercó, simplemente apuntó a Hikaru como si de un objeto se tratara. Sus pequeñas orejas se movieron sobre su cabeza al compás de cualquier acción y palabras que salían de su boca, se parecía al chico sobre su regazo, con la diferencia que su piel no era del mismo tono y el pelaje de sus orejas era castaño, un poco más grandes y puntiagudas.

Intentó levantarse de ahí para salir corriendo despavorido por la presencia de otro ser extraño, pero el peso sobre su pecho le impedía cualquier movimiento ascendente, Keito cargaba con bastante fuerza sus manos, pero no de manera en que le hiciera daño, solo quería mantenerlo quieto y que no saliera huyendo como la noche pasada en que las miles de sensaciones sobre su cuerpo le hicieron perder fuerzas y tomándolo por sorpresa.

-¿Ni siquiera me dejas comer tranquilo? –su entrecejo se frunció. ¿Por qué seguía tratándolo como comida?

-No me interesa, ¿no ves que lo estás asustando? –y esa pregunta fue tan absurda para el felino de pelaje blanco y negro que comenzó a reír burlescamente. Asustado era la palabra que menos existía en las acciones del castaño bajo su cuerpo.

Mudo, sin ser capaz de decir algo a su favor, les siguió mirando hasta que otro ser salió detrás del gritón, pero esta vez se le hizo conocido y completamente diferente a los otros dos, con un pelaje de un tono blanco puro, sus orejas eran largas y caían libremente de su cabeza, que para su desconcierto, el cabello era negro. Su estatura media destacaba al lado del castaño que le miró molesto mostrándole esos pequeños pero puntiagudos colmillos, haciéndose a un lado como si hubiese dado un salto, erizando el pelo de sus orejas y dejando ver ahora una cola erguida, un poco más corta que la de Keito. Y por un momento quiso ver la cola del felino, pero no podía, aun así sentía como ésta estaba sobre una de sus piernas reposando, levantando la punta y dejándola caer en el mismo sitio al estar en un estado manso.
Mirando de pies a cabeza al recién llegado se alivió al no verlo desnudo, al parecer usaba la misma camisa de la noche anterior, cubriendo gran parte de ese cuerpo pálido.

-¿Qué hacen? –la cabeza del conejo se ladeó en muestra de duda al no saber bien qué hacía Keito sobre uno de los hermanos de Yuya, moviendo ligeramente una de sus orejas.

Nadie respondió, sino que para su mala suerte apareció alguien más pero que esta vez si conocía perfectamente. Kei abrió desmesuradamente sus ojos al ver la imagen más erótica de su vida, pero con el desagradable detalle que uno era su hermano. Su garganta se secó al darse cuenta de esos pequeños pero grandes detalles, como la mano de Hikaru que descansaba sobre esa pierna. Si bien tenía la sospecha de que no era el único con un “visitante” después del relato de Yuto, la aparición de Daiki y el encuentro de esa mañana con Yuri, nunca pensó en que el visitante de su hermano mayor estuviese sobre su regazo de esa manera y menos que su hermano le estuviese tocando, y quizás, por un momento, por un segundo, sintió envidia, ¿Daiki podría dejarlo hacer eso? ¡IMPOSIBLE!

-Hikaru –pronunció su nombre con voz tambaleante, y eso fue suficiente para que el chico reaccionara, quitándose al felino de encima para casi caer al poner los pies sobre la alfombra.

-¡No es lo que piensas! ¡Puedo explicarlo! -¿qué podría explicar? ¿Que la calentura fue más grande que su raciocinio?

Kei no era capaz de reaccionar aún porque en su cabeza aún estaba la imagen de él y Daiki protagonizando esa escena sobre el sofá. Tragó saliva desviando la mirada al que estaba a su lado destilando agua, fijándose en esas finas gotas que caían por su cuerpo haciéndolo tragar saliva, subiendo la vista hasta ese pecho plano que justamente era de su gusto, pero el problema cayó cuando levantó más la vista encontrándose con esos ojos que parecían querer asesinarle, sintiéndose descubierto y carraspeando la garganta para mirar de nuevo a su hermano, el cual también se había percatado lo que sus torpes deseos reflejaban: el tocar el felino a su lado.

Se escuchó ruido proviniendo de la escalera y en segundos el hermano mayor con un chico de orejas pequeñas aparecieron, quedándose mirando unos a otros, y luego unas pantuflas siendo arrastradas desde la cocina. Ahora cuatro miembros de la familia se miraban con cuatro desconocidos no tan desconocidos.
Ninguno dijo nada hasta que el pelinegro vio movimiento a su lado.

-Daiki, la alfombra –Kei se acercó con la intención de secar su cabello y esas orejas que moría por acariciar, pero el gesto del gato al intentar alejarlo le asustó, y todo por lo que había sucedido en el baño.

-Ya me largo –dijo molesto el felino caminando en dirección al ventanal, abriéndolo con brusquedad, los vidrios vibraron y los cuatro hermanos se asustaron de que se fuesen a romper, pero para el alivio de todos no sucedió, pero si se ganaron una mirada de completo desprecio del chico antes de cruzar el umbral. Y todos vieron como ese cuerpo mitad humano disminuía su tamaño quedando en un pequeño y liviano gato que al sentirse pesado por el agua adherida a su pelaje, se sacudió quedando despeinado, sacando una risa estruendosa del conejo que llamó la atención de todos, de todos menos de Kei. No podía mirar al chico que se reía cuando vio esa acción tan adorable del gato pasando una de sus patas delanteras sobre su cabeza hasta su hocico. Se veía completamente adorable, y más cuando lamió sus falanges rosaditos, cerrando los ojos cuando su áspera lengua las lamía. Y hubiese seguido deleitándose con esa imagen adorable si no fuera porque el gato se detuvo inesperadamente para dejar la pata sobre el piso muy junta de la otra y mirarlo detenidamente. ¿Cómo es que podía tener una mirada tan amenazante? La boba sonrisa que tenía se borró cuando el felino le mostró los dientes, terminando con una huida rápida arriba del árbol.


***

Casi sin aliento, hombros caído y cargando su peso en la pared al estar cansado de tanto correr, podría saltar de alegría y dejarse caer al piso después de llegar por fin al lugar donde Yuto iba cinco veces a la semana. Podía sentir su ligero aroma en el aire, el llegar ahí había sido tan difícil que estaba seguro y se había jurado a sí mismo no volver a salir de casa sin Yuto a su lado.
Miró el interior del recinto a través de la reja que le impedía entrar. Todo se veía tan tranquilo, pero las miles de voces provenientes del edificio, podía escucharlas claramente, si bien no sabía de qué hablaban, estaba seguro de que Yuto se encontraba ahí dentro. Agudizó sus oídos pero no le escuchó, si pudiese entrar todo sería más fácil. Buscó pero no encontró, no dándole de otra que pegar un salto sobre esa pared, sujetándose para no caer y lograr subir, escondiéndose detrás de unos arbustos después de bajar. Ahora todo estaba bien, Yuto estaba cerca.

Olió nuevamente el aire que corría junto al viento, sonriendo porque ahora el aroma de Yuto era mucho más intenso, embriagándose con el a medida que avanzaba por los pasillos.

-¡Ey! –miró hacia atrás en el pasillo, un hombre se dirigía hacia él, de sólo verle el rostro se asustó, estaba enojado, muy enojado. Sin saber el por qué tampoco se quedaría a averiguarlo. Corrió en la dirección que antes tomaba.

Corrió y corrió, escondiéndose tras unos arbustos cerca de los salones. Había mucho ruido, tanto que aquellas voces le hacían sentir mareado, intentaba buscar la voz de Yuto hasta que logró hacerlo. Pero se escuchaba casi lejano. Olió y caminó en esa dirección hasta detenerse sin dejar de mirar hacia arriba. Eso se veía muy alto, ¿cómo llegaría? Pero para el perro todo tenía solución, subió aquel árbol que poco amenazante se veía y entre las ramas y hojas estaba escondido, mirándolo ahí sentado, atento a clase que ni siquiera sabía de qué servía. Miró a todos a su alrededor, y algo cambió su ánimo, molestándole tanto que ladró sin darse cuenta. ¿Qué rayos hacía esa chica poniendo la mano sobre la de Yuto? Volvió a ladrar con el entrecejo fruncido y mostrando los dientes hasta que la atención de aquella chica, Yuto y un par de personas más las cuales no le tomó importancia, se posó sobre su persona. La chica miró asustada y Yuto no parecía mirarle de diferente manera, tanto que se puso de pie llamando la atención de todos cuando la silla se arrastró por el piso haciendo un fuerte sonido. Pero la atención del delgado y alto chico seguía en el perro que no cambiaba de expresión molesta.

Estaba sorprendido: ¿cómo había llegado ahí? ¿Qué rayos hacía ahí?
El profesor le hablaba y Yuto seguía en el mismo estado y no dejó de estarlo cuando el sonido de un libro dar contra una mesa le hizo dar un sobresalto, mirando de inmediato al hombre mayor.

-¿Qué es lo que tanto mira?

-Ah… Yo… Nada profesor –bajó la cabeza pero desvió la mirada a su costado para mirar el árbol. Era extraño, anormal, nada de este mundo, no quería que su profesor lo viese.

E ignorando la repentina interrupción Yuto se sentó bajo las palabras del profesor y si aquel chico extraño mitad perro, bien raro, era producto de su imaginación, la cosa cambió cuando escuchó aquel “¿es tu amigo?” de parte de su compañera de asiento, que la miró sin quererse creer la cosa. En seguida escuchó una risa por parte de ella acompañado de un “es bien raro” a lo cual pudo sonreír levemente y asentir con la cabeza, intentando no volver a llamar la atención. Miró otra vez hacia la ventana y en aquel árbol sólo había hojas y ramas meciéndose levemente con el viento.
La clase se le hacía eterna, no pudo evitar mover la pierna y girar el lápiz entre sus dedos, impaciente por querer que la clase acabase pronto, y en cuanto la campana sonó, tomó sus cosas, guardando todo apresurado, sin dar explicación a su compañera de asiento que le preguntó a dónde iba. Corrió por los pasillos, bajó escaleras para ir al lugar en donde le había visto por última vez.

Ya no estaba desolado, había muchos estudiantes caminando por ahí y seguía sin encontrarle. ¿Y si se había ido a casa? ¿Y si realmente era producto de su imaginación? Pero ese pensamiento desapareció cuando le vio salir por un pasillo, tan distraído que no se fijaba en las miradas que se posaban sobre él. Corrió tan rápido como pudo y le tomó del brazo, corriendo y escondiéndose tras unos arbustos.

-¡Regresa a casa! –dijo sin alzar mucho la voz para que no los viesen.

-Es que no sé como volver –quedito le miró un poco preocupado por su temperamento, sentándose pesadamente en el suelo, ensuciando con tierra los pantalones de Yuto, al igual que su propia cola al moverse un poco.

-¡Eres un perro! ¡Tienes que saber volver! –dijo llevándose las manos a la cabeza y revolver su cabello, pensando que pronto terminaría por enloquecer si es que aun no lo estaba.

-¡No soy un perro! –sus impulsos lo llevaron a ponerse de pie, ganándose unas cuantas miradas al gritar, y en menos de dos segundos, Yuto lo había jalado de la ropa para que volviera agacharse, haciéndole perder el equilibrio y terminar en una posición que le hizo enrojecer. El humano se lo quitó rápidamente de encima empujándolo algo brusco, nervioso por esa mirada.

-Vámonos… espero que no me vean –susurró después de escuchar aquel sonido que indicaba la vuelta a clases. Ryosuke le siguió de cerca, sin entender por qué se escondían.

Salieron del lugar, no sin antes tener que esperar a que no hubiese nadie en el patio; encaramándose a la pared Yuto logró subir, mirando curioso a Ryosuke que no dejaba de estirar los brazos, no dándole de otra opción que estirarse y tomarle la mano para que lograra subir.
Al saltar recogió su maletín del piso, pero al voltear se encontró con aquel rostro de Ryosuke demasiado cerca, tanto que no tuvo de donde sujetarse cuando este le cayó encima, soltando un quejido.

-¡¿Eres idiota?! –gritó, intentando quitárselo de encima.

-Me tropecé –se excusó asustado por el grito.

Yuto tan solo soltó otro quejido cuando Ryosuke se quitó de encima, notando la ropa que traía puesta y enfureciéndose más.
El camino a casa fue lo más peligroso, Ryosuke chocó con un poste luego de quedarse mirando un grupo de gatos y gruñir un poco; no habían pasado siquiera dos minutos cuando un grupo de chicas pasó corriendo ganándose una caída segura al piso, escuchando risas y disculpas a lo lejos. Cuando Yuto pensó que nada más pasaría se detuvo en una luz roja de peatón, mirando los autos que pasarían de la calle contraria y cuando miró a su lado por inercia su mano se movió, jalando a sus brazos al perro que se aferró a su camisa después de escuchar esa bocina.

-¡Idiota!

Ninguno de los dos miró al tipo que había gritado, tan sólo se quedaron parados sin alejarse el uno del otro. Ryosuke aun asustado insistía en quedarse ahí con el rostro escondido en el cuello del más alto; Yuto aun sentía el corazón acelerado después de casi presenciar un accidente. Levantó la mirada a la luz cuando indicó verde y alejó al más bajo lentamente, sin pensar dos veces cuando tomó su mano comenzando a caminar. Y como si nada hubiese pasado, Ryosuke formó una sonrisa en sus labios mientras caminaban, sin dejar de mirar su mano, todo eso Yuto lo había notado, pero prefería estar así a presenciar un accidente, evitando todos esos que Ryosuke pudo tener después de no mirar el camino por no quitar la vista de sus manos, pero la sonrisa no le duró mucho, no cuando entraron a la casa, encontrando a todos reunidos en la sala.

***

Podía ser incómodo estar los diez reunidos en el living en completo silencio. Los cinco hermanos mirando a cada una de sus mascotas. Yuya de pie cerca del ventanal, Kei de pie al lado izquierdo del sillón en donde Yuto se encontraba sentado, Hikaru a su lado derecho con Kota de pie a su lado.
El conejo se miraba intensamente con el rubio. El gato sentado en una esquina del sofá intentando el más mínimo contacto físico con el perro que estaba a su lado, el cual ni siquiera le tomaba atención, mientras que el conejo estaba sentado entre el oso y el gran felino sentado en medio del sofá cruzado de brazos, demasiado serio, como si estuviese molesto.

El primer suspiro lo soltó el mayor de los hermanos.

-¿De dónde son? –lo que los cinco querían saber fue completamente ignorado con miradas desviadas.

El único que intentó responder a esa pregunta fue el oso, que abría y cerraba la boca de forma nerviosa, y cuando salió un pequeño y casi inaudible sonido se calló, arrepintiéndose, todo mientras miraba al mayor de los hermanos el cual esperaba respuesta, pero se sintió tan nervioso que jugando con sus dedos desvió la mirada porque no podía responder a eso.

Y a continuación ocurrieron todas estas acciones al mismo tiempo después de ese incómodo silencio.

-Tengo hambre –fue la excusa respuesta del conejo, como si aquella pregunta nunca hubiese sido hecha mientras miraba al rubio.

-Tengo sueño –dijo el gran felino que se inclinó hacia un lado cargando la cabeza en la del conejo.

-Me voy –aquel fue el gato con intenciones de levantarse, pensando en dirigirse al jardín y descansar sobre una rama del árbol para tomar la siesta.

-Yuto, juguemos a… -pero el perro ni siquiera terminó de hablar, moviendo las orejas y haciendo un puchero.

Haciendo obvio que no tenían intenciones de responder.

-¡ESPEREN! –de forma escandalosa y desesperada tres de los hermanos gritaron. Kei queriendo acercarse al pequeño felino que inmediatamente lo fulminó con la mirada. Yuya ignorando completamente al conejo al mirar a Daiki. Kota levantando la mano, marcando un stop, dándoles la impresión de querer que se callaran. Hikaru por su parte solo se miraba directamente a los ojos con el tigre que parecía hablarle telepáticamente, transmitiéndole el deseo que tenía de tocarlo, mientras que el menor de los hermanos bufó desviando la mirada porque las del perro estaban sacándole de quicio, y es que aunque se sintiera culpable de siempre dejarlo durmiendo afuera no quería decir que ahora se lanzaría a abrazarlo y darle mimos, no, porque Yuto aún le quería lejos de su alcance, porque el que ahora supiese hablar y pusiese seguirle a donde sea lo tenía peor que antes.

-Ryutaro, ¿de dónde vienes? –volvió hacer una pregunta el mayor, pero el oso en respuesta mordió su labio adorablemente desviando la mirada al piso, casi cautivándolo sin intención.

-Yuri –Yuya fue el siguiente que habló al ver la acción de ambos, preguntándose qué tanto podía cambiar Kota con tener a ese chico cerca.

-Aaah.. no puedo pensar si no me alimento –el conejo se tiró hacia atrás causando que el gran felino también lo hiciera, Yuya en su respuesta pareció molestarse, pero el conejo estaba algo molesto por ser ignorado.

No hacía falta hablar de Daiki, que ignorando la mirada del pelinegro se encaminó de igual manera al jardín, pero las palabras de su amigo detuvieron sus pasos.

-Si Hikaru me alimenta estaría satisfecho –esas palabras habían sonado tan insinuantes y deseosas, que todos miraron al nombrado, a excepción del pequeño felino, avergonzados, enojados, sorprendidos, y uno con una especial envidia en particular.

-¡SUCIO! –fue el grito que se escuchó por parte de Daiki antes de cruzar la línea del ventanal.

-¿Qué, estas celoso? No seas envidioso –usando un tono burlesco Keito le miró, soltando una risita cuando escuchó un bufido por parte del mayor.

-No soy envidioso –susurró molesto, volteando y empuñando las manos a cada lado, sin poder evitar cruzar miradas con el pelinegro que parecía tener una estúpida sonrisa de felicidad, causándole un leve escalofrío sin saber por qué.

-Claro que lo eres, ni siquiera me dejas comer, todo porque Kei no te deja montarte sobre él –y esas insinuantes palabras no evitaron un sonrojo en el felino, sin poder evitar que todos lo notaran, sobre todo Kei, que también se había sonrojado de sólo imaginar esa escena.

-¡Yo no… –mira a Kei- quiero montarme sobre el! –desesperado por haber perdido el control de la situación no evitó el gritar, menos apuntar al pelinegro y mirarle con odio aunque la imagen de su entrecejo fruncido y mejillas sonrojadas no dejaba de ser adorable para Kei.

Ryutaro que miraba todo aquello sin entender muy bien, fijó la mirada en Daiki y con cierta inocencia entreabrió los labios para preguntar-¿Quieres tú montarlo?

-¡¿Podrían callarse?! –El mayor de los hermanos se acercó rápido al sofá y sacó a Ryutaro de ahí, abrazándolo de la cintura y tomando su nuca para esconderle el rostro contra su propio pecho.

-¿Tú me montas a mí no, Kota? –dice inocente con una sonrisa, logrando que las mejillas del mayor también sonrojasen.

El pequeño conejo miraba toda esa situación con demasiado entusiasmo, pensando en qué pasó para que las relaciones entre ellos comenzaran a formarse tan rápido. Miró a Yuya y se puso de pie estirando los brazos; llamando su atención.

-¡Yuya, enséñame a montar! –exigió sin saber realmente a que se referían los otros, tan sólo queriéndolo hacer para que su relación con el rubio se uniera más.

Yuto cohibido miraba a todos, fijándose en el perro después de preguntarse si él sería igual que los demás y en cualquier momento comenzaría hacer cosas raras, pero Ryosuke en vez de estar atento a la conversación, estaba recostado sobre el sofá después de que Daiki se pusiera de pie, moviendo el brazo que colgaba del sofá y picando la alfombra con los dedos como si no escuchara lo que los demás decían. Y mientras todo se volvía un caos, Hikaru y Kei se morían de la vergüenza, mientras Keito y Daiki no se callaban, uno gritando y el otro sin dejar de usar el tono burlesco. Kota intentaba lidiar con esa mirada de súplica por parte del chico entre sus brazos, no sabiendo en dónde meterse o qué responderle. Yuya era jalado de su camisa insistentemente por el conejo que al igual que los otros dos, no parecía querer callarse hasta que lo consintieran.

Después de la fallida conversación por saber de dónde provenían, cada uno se separó a diferentes direcciones dentro de la casa. Para Kei, Daiki desapareció tan rápido, y pensando que estaría sobre el árbol subió hasta su habitación, pero para su sorpresa ahí estaba, a punto de salir por la ventaba para saltar a la rama del árbol.


-¡Espera! –le gritó cerrando rápido la puerta, sin olvidar en ningún momento el tema de conversación- si quieres podemos hacerlo…

-¿Hacer que? –con su peculiar expresión seria dedicó unos segundos la mirada sobre su cuerpo, sin entender a qué se refería.

-Eso de… montar –sus mejillas se sonrojaron al igual que las del gato con la diferencia que este frunció el entrecejo.

-¡Como si quisiera hacerlo! –y lanzó lo que tuvo al alcance, la lámpara del velador que fue a parar en la puerta reventando la ampolleta y asustando al pelinegro que alcanzo a salir de la habitación, con el corazón acelerado del miedo y la emoción que le causaba aquel ser, que sin darse cuenta le sacó una sonrisa de los labios.

Si aprendía a lidiar con ese carácter que cargaba el gato, de seguro pronto podrían acercarse más y eso era lo que más le impacientaba.



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*se inclina* lo siento, no me había percatado que había pasado un año desde que lo actualice… en realidad sí, pero sólo a mitad de esta semana e_e
Espero que les siga gustando ._. no les hago resúmenes del capítulo anterior porque no se me ocurrió antes x’D bueno… eso… saludos y gracias por los comentarios y que les gusten mis fics, o sólo este fic e_e como sea, ustedes entienden(?)

9 comentarios:

Hitomy-Chan dijo...

Kyaaaaaaaaaaaaaa!!! "rueda de felicidad" valió la pena esperar tanto <3
WTF Yamada se fue en busca de Yuto >///< me mato de risa al imaginar la reacción de Nakajima a ver a su mascota jajaja XD
Yuri me mata es hermoso de conejo <3 Takachii love
Inoo es un pervertido o_O miro a Daiki desnudo muero X( me ése Keito es ucaliente de lo peor y Hika no se queda atrás el gato los descubrió en pleno acto XD
Jajaja Daiki quiere montar a Inoo asdasdasdasdasdas k ternura Ryu es puro amor <3
Espero la contii ;-) Te adoro

AmiS dijo...

waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa....................!!!

dios dios dios dios dios dios dios dios!!!.. qe se monten!!

increible!!..

eres la culpable de qe me haya olvidado lo que estudie estos dos ultimos dias... pero no importa..KIERO MAS!! *-*

Uebo♥ dijo...

AHHHHHHHHH♥ Ya había leído casi todo, pero sadsadasdsad igual me emociona leerlo todo entero, terminado y corregido♥
Sabés que amo este fic porque te lo dije millones de veces, y sabés perfectamente que amo como escribís. Así como también sabes que te amo a vos♥ Gracias por hacer que sólo con leer algo que escribas mi día mejora notablemente (: Tu forma de escribir es especial, me gusta mucho sxdsadsda ♥

Kei yo sé que se va a montar a Daiki (todos lo sabemos) o quizá sos tan mala que hacés que nunca lo monte(?), pero me gusta que se lleven mal! Me encanta. Me encanta que Daiki sea difícil! Es por eso creo xD

Chinen quiere que Yuya lo monte 1313 ♥ MONTALO TODO YUYAAAAAAAAAAA ;)
HAHAHAHAHAHA

No sé me encanta el HikaTo de esta historia es tan sexual ♥ Rawrr~

Y Ryu tan inocente u-u Me encanta que Kota lo cuide tanto, se me hace muy tierno ♥

HAHHAHAA Yama, te juro que me imaginé mucho lo del árbol. Se me venía a la mente la cara de Yuto al verlo y me daba mucha mucha gracia. Igual nunca tanta gracia como lo de la bañera capitulos antes xDDDDDD

Nada te amo ♥ Seguí escribiendo nunca te detengas♥

Demi♥ dijo...

Asdsadssads♥ ¡El Hikato! Lo amo, lo amo, y amo a ese Keito tan suke que provoca a Hikaru de esa manera. En serio, me encanta ♥
¿Y el YamaJima? Me parecen los más adorables de todos uwu Imaginarme a Ryosuke con orejas, con cola de perro y siendo así de bobito, ¡Es lo más tierno que podría haber! Y yo sé que Yuto va a caer en sus redes muy pronto uwu
Quiero más ;/; Pero si esperé un año para esta continuación, puedo esperar otro más para la que sigue, pero espero y no sea necesario esperar tanto xD
Extrañaba leer uno de tus fics ♥ Y yo los amo todos, y 62% cacao es el que me vivo releyendo desde que me lo leí ewe
Voy a estar esperando la otra conti~♥

mabelucome dijo...

la conti!!!! *O*
Yuto es malvado con Ryosuke, me da pena que siempre vaya detras de él y este no le hago caso ;____;
Jajajajaja si Kei no llega a apartarse lo mata XD La verdad es que es un baka, si no le hubiera rechazado tanto ahora Daiki no le tendria ese odio.
WAAAAAAAA quieres volverme loca con el Hikato!? pero se lo quiere comer de una vez ya!? Yo quiero que se lo coma!!!! *Q*
Claramente Daiki esta asi de amargado porque quiere montarse a Kei e.e
Me rei muchisimo cuando han empezado a decir que querian montarse XD que lo hagan!!! e.e

Izumi月女神 dijo...

kyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!! ha pasado tanto tiempo <3 <3 que sentía como el corazón me latía de la emoción <3 <3 <3 fue maravilloso, no mas que maravilloso estupendo *¬* he revivido de un sueño profundo. MUCHAS GRACIAS POR SUBIRLO!!!! estuvo estupendo!!!!!! me he puesto a saltar por toda mi casa

Paoo Inoue dijo...

-w- Dios esperaba leerlo completo y al fin ya esta, aunque todavia no lo leo bien bien, se que esta genial waaa ;OOOO; Al fin lo has puesto despues de tanto tiempo por lo menos no nos has dejado tiradas con la conti (?)

kia dijo...

lo amo lo amo lo amoooo!!! me encanto todo mis ojos eran O.O sigue leyendo sigue leyendo jojojojo me encanto ryu tan inocente *tu también me montaras* jajajaja pobre kota jajajaja y kei tan pervert imaginándose el montándose a dai >///< jojojojo ohh y chii me parece que esta celoso de dai por takako kyaaaa!! y las demas parejas, keito sexoso y hiKa *O* y yamajima!! kyaaaaa... ARIGATOU POR CONTINUALOOO!!! :)

Unknown dijo...

No he comentado antes porque no lo habi terminado, pero DIOS QUE ME REI MUCHO CON ESTA CONTI TUYA!!! y ademas que el INOODAI ESTA MÁS BUENO QUE NUNCA
por eso haces queeee teeeameeeeeeeee... asdasdasdasdasdasdas nadie escribe mejor que tu *-* Y si esta vez mi comentario no se publica e.e cajo, no se a quien putear entonces ._. XDD!
dadasdasdadasdadasd TAMbien aclaro que me gusta como esta el hikato!! lo amo *-* amooo toooodooo lo que escribas *-* mucho mucho asasdasdasdasdasdasdasdasdasdasdas, al fiiiin pude encontrar un fic preferidooooo, asdadas, gracias por continuarla :) cuando puedas hazle otra contii siiii? sdashdasljdlajdalskjdaksljasd hermoso♥

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