El comienzo de una mentira.



La tensión le asustaba. Demasiados ojos sobre él atentos a sus movimientos. Eran extraños, de colores y formas que nunca imaginó reales, colmillos, garras. Todo era extraño y aterrador, al punto que se sentía una tierna oveja entre lobos hambrientos. Pero no solo era eso, sino el lugar en que estaba sentado, ese era el gran motivo de que las miradas se posaran sobre él. Algunas sorprendidas, como otras de enfado. Morimoto Ryutaro era el presidente estudiantil, por ende podía hacer muchas cosas y nadie se quejaría de ello, pero aquel que se encontraba no muy lejos de ellos parecía el más molesto de todos.

-Presidente –Los problemas no tardaron en llegar tras ese tenso tono de voz.

-¿Sí, vicepresidente? –Yuto miró al chico, notando que tenía una personalidad muy rígida. Sentía por su espalda caer una muy fría gota de sudor- No la bajes –le dijo esta vez a Yuto, pues le había “obligado” a sostener una hoja mientras la leía. Aquello parecía una relación muy cercada, al punto de verse un tanto retorcida. Parecía su sirviente, pero uno muy consentido.

-¿Qué hace él aquí? –si se estaba refiriendo a él, pues tenía la misma duda. ¿Era necesario estar ahí? O más bien, ¿era necesario estar sentado sobre una pierna del vicepresidente? Sabía que su vida corría peligro, ¿pero no era más normal sentarse a su lado y no sobre él?

-¿Acaso tengo que explicarlo? –entonces Ryutaro levantó la mirada hacia el vicepresidente, con una leve sonrisa para hacerle recordar lo de anoche. Y todos aquellos que habían clavado sus extrañas miradas en él bajaron la cabeza con una sincronización perfecta cuando el Presidente miró al frente. Ahora sus miradas tensas en los papeles sobre la mesa, hasta podía verles tiritar.

Pensó que les entendía, pues aquellas dos miradas que se cruzaban una con la otra le asustaban, pero aquella sensación cambió, su cuerpo tembló ligeramente al sentir una extraña mano en su cintura, y aunque el gran escritorio del presidente no dejase ver aquello la corta distancia con el vicepresidente sí se lo permitía.

-¡Es suficiente! -Yuto intentó escapar de ese feroz acercamiento del vicepresidente, pero la mano que rodeaba su cintura le atrajo con tal fuerza que sus manos terminaron sobre el pecho de Ryutaro. El papel había terminado aplastado entre ambos pechos.

Otro silencio se formó y juró escuchar papel siendo arrugado.

-No te alejes demasiado, podrías caer -Sus cortos cabellos se mecieron tras toparse con aquel tibio aire que rozó su mejilla, terminando en su oreja.

La situación iba empeorando y Ryutaro parecía disfrutar de ello, pues la sonrisa que le mostraba se lo dejaba en claro.

-¡Pre--! -El feroz vicepresidente iba a protestar una vez más, pero una presencia que para Nakajima había pasado desapercibida ahora parecía protegerle, anteponiendo su cuerpo para impedir aquel acercamiento.

-Vicepresidente, guarde la distancia -Su voz fue suave, pero profunda y autoritaria.

Yuto sabía que cualquier cosa que Ryutaro dijera, el vicepresidente no la tomaría en cuenta y le entendía, pues nada tenía sentido. Pero no pensó que las palabras de aquel desconocido calmaran el ambiente.

Todos parecían haberse tranquilizado y aunque la distancia entre su rostro y el de Morimoto no se habían apartado aquello ahora parecía no importar.

Una leve inclinación por parte del defensor le obligó a sentarse como antes. Su postura se veía elegante, manteniendo su mano derecha cerca de su pecho, a la altura del corazón, entonces tomó en cuenta la existencia de guantes cubriendo sus manos. Tal vez era una especie de guardia personal, así lo veía el humano.

-Presidente, si lo desea puedo hacer su trabajo -Yuto pensó que aquel chico era muy respetuoso. Sabía que los presidentes escolares muchas veces eran respetados, pero más que respeto los otros parecían temerle.

-Sí, te lo encargo -De manera suave y rozando una de sus manos, Ryutaro tomó el papel que antes sostenía- Vicepresidente, dele otra hoja, ésta ya no será tocada por nadie más -Sus palabras fueron extrañas para todos, pero nadie pudo protestar cuando frente a su rostro Yuto vio asombrado como aquel papel se quemaba sin dejar de ser sostenido por los delgados y largos dedos de Morimoto Ryutaro.

El segundo al mando no se molestó en mostrar su molestia. Intentó tranquilizarse aun cuando no quitaba la vista de Ryutaro y Yuto que a paso firme se retiraban del despacho, por lo menos Ryutaro, que era el que menos le tomaba importancia a los reproches infantiles del vicepresidente.

-Pude quedarme en la habitación. No era necesario que estuviera en esa reunión –Al salir no dudó en quejarse, sus manos no dejaban de temblar. Aún tenía en su memoria como aquellos oscuros ojos le miraron con un sombrío odio. Toda la culpa la tenía Morimoto. No sabía si alguien le saltaría encima para devorarlo o solo se apartarían, pues el Presidente parecía tener la frase "Témanme, si no me obedecen los mato" clavada en su mirada.

-Si lo hubiera hecho ya te habrían encontrado después de intentar huir -Esa sonrisa le dejaba en claro que sabía perfectamente cómo actuaría. Era claro que intentaría huir, pero desde esa mañana se había percatado que era imposible caminar solo por los pasillos. A donde mirase estaba lleno de seres extraños, muchos que solo había visto en libros, textos de la escuela e incluso descripciones perfectas de relatos de miedo entre su grupo de amigos en su anterior escuela- No tengas miedo o se darán cuenta -la mano que sostenía la suya le apretó ligeramente para hacerle reaccionar tras sentir esos ligeros temblores.

Desde que habían salido del salón de reuniones, Ryutaro no había soltado su mano, sintiendo nuevamente las miradas sobre él.

-La única manera de que sigas con vida es estando a mi lado. Nadie se acercará a ti si te ven conmigo, además aunque estés usando mi ropa aun siento tu aroma -aquello hizo fruncir seño. No era que Yuto apestara, sino que el olor a humano no le era muy agradable.

-¿Acaso no es mejor dejarme ir? Puedes acompañarme hasta la salida y nunca más volveré -eso era claro. Nunca volvería a pisar aquellos terrenos apestados de criaturas hambrientas.

-Imposible. Una vez que entras no podrás salir sin el permiso del director. Incluso entrar es imposible. La barrera que nos separa de los humanos ha estado ahí desde que el director se fue de viaje. El que hayas entrado es un enigma y estoy seguro que el director estará de acuerdo en investigar como llegaste aquí, además que tu solicitud no pudo ser aceptada sin su firma y ese papel la tenía -Entre más avanzaban Yuro parecía perderse más. Aquel lugar era enorme, pasillos anchos con techos altos- Tu ficha ha sido escondida por tu seguridad. ¿Has podido recordar algo?

-No. Todo es muy borroso -soltó un doloroso suspiro antes de sujetarse la cabeza con la única mano libre- Solo tengo el vivo recuerdo de lo que sucedió anoche... solo hasta antes de desmayarme -alejó su mano de su cabello para mirar sus dedos, los cuales movió- ¿Esas escamas eran reales?

-Tan reales como el Jikiniki que te iba a devorar -Yuto estaba realmente clavado en la conversación, tanto que solo caminaba sin importarle a dónde Morimoto le llevara, llegando a un gran comedor en donde el ruido los envolvió por segundos, solo hasta que todos los presentes sintieron la presencia de Ryutaro y fueron saludándoles.

Yuto miró asombrado aquel gigante cuerpo robusto, su color tierra le hizo temblar.

-No lo mires a los ojos. Suelen enojarse cuando les miran tan fijamente -Rápidamente apartó la mirada, pero no lo suficientemente rápido, pues aquella criatura le había mirado, deteniéndose enseguida.

-¿Qué es? -intentó hablar bajo, pero eso era imposible cuando la mayoría de los presentes poseían unos sentidos bastante agudos.

-Oni. Los hay en abundancia dentro de la escuela, pero algunos lo ocultan y prefieren un lado más humano.

Mientras Yuto le escuchaba en silencio al otro lado del pasillo un rubio y alto personaje se detenía en uno de los ventanales que separa el pasillo del extenso jardín, recordando un pasado encuentro que se mantenía muy vivo en su mente cada que llegaba a ese sector de la escuela.




Los murmullos comenzaron a llenar la mañana mientras caminaba hacia su salón de clases. El pasillo estaba atestado de una multitud de Han'you y Yōkai, que iban rodeando a una criatura en particular. Eso era frecuente. Solo era las típicas acciones para acosar a una pequeña criatura.

Siempre evitaba enredarse en esas cosas, pasando de largo pero las expresiones de muchos a los que iba dejando atrás en su caminar le llamó la atención, pues se veían realmente fascinados y la curiosidad le dominó. No había manera de saber de qué tipo de monstruo se trataba, pues ni su poder de Han’you era capaz de percibir lo que era en realidad, solo era capaz de distinguir a los demás que rodeaban un cuerpo pequeño, era bajo, por más que le mirase caminar y escucharle respirar, no sabía lo que era. No era cosa de aroma, ni de físico. Pero si sabía que aquella chica, se veía demasiado humana; posiblemente era otro débil Han'you, por lo que no le tomó más importancia. Ya sabía lo que sucedería cuando vio a un tipo de pie frente a ella obligándole a detenerse.

-Eres muy linda –No hizo falta voltear a mirar, era obvia que por ser nueva no faltaría aquel que quisiera marcarla como de su propiedad- Sal conmigo –aquello le hizo sonreír, pero no hizo más que seguir su camino- Si no lo haces no te lo devolveré –se escuchaban los murmullos, se escuchan risas, como también lamentaciones, entonces decidió voltear a mirar ya que antes no se detuvo a observarla bien y por muy dentro le causaba curiosidad lo que sucedería a pesar de saberlo, pero su cuerpo no obedeció cuando quiso seguir y solo se quedó ahí, en una postura relajada.

La chica seguía ahí de pie, con su mirada escondida bajo aquel flequillo. Su cara era tan pálida. Llegó a pensar que lloraría y que terminaría siendo la burla de todos, pero entonces vio aquellos pálidos labios separarse, y junto a ello levantar la mirada. No supo qué fue lo que atravesó su pecho, solo podía mirar esos fríos ojos, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo, y supo que no fue al único que le ocurrió aquello.

El pasillo comenzó a sentirse mucho más frío a pesar de ser mediados de otoño.

Entonces ella estiró la mano pidiendo su bolso sin necesidad de hablar. El tipo parecía temblar.

-Devuélvemelo –su voz fue baja, pero un susurro frío para las mejillas de nuestro Han'you de Oni que era uno más de aquel expectante público.

En verdad la temperatura estaba bajando considerablemente. Para cuando bajó la mirada al piso de pura curiosidad se sorprendió al ver las escarchas de hielo, pero esto no duró demasiado, pues comenzaron a desaparecer junto a la fría temperatura del pasillo.

-¡Hey tú, no causes problemas tan temprano! –Deseó que el presidente del consejo no hubiese aparecido en ese momento, pues ahora tenía curiosidad- Y tú… -dijo dirigiéndose a la chica con molestia- Está prohíbo hacer uso de tus poderes. No me causes problemas –arrebató el maletín de las manos del chico que la molestaba y se lo entregó- ¡Si ya desayunaron, váyanse a sus salones! –Le miraron con miedo- ¡Ahora! –gritó más fuerte, espantando a todos que apresuraron sus pasos a sus destinos- Espera, tú vienes conmigo.

Nuestro Han'you no pudo seguir mirando a la extraña chica, pues tuvo que ir a sus clases, aunque por primera vez esto le causara molestia.

-¡Takaki! –levantó la mirada antes de sentarse, recibiendo un saludo de uno de sus compañeros.

Era difícil olvidar todo eso cuando se había convertido en su obsesión.

-Ha buena hora te encuentro –Aquellas palabras lo regresaron al presente. El alto rubio vio la figura del presidente pasar a su lado y algo llamó su atención, o más bien dos cosas. Primero la pálida y bajita chica acercarse con calma. Sintió su propia temperatura aumentar aunque no lo demostró, pues su mirada y tono de piel seguían igual de inmutables. Pero cuando pensó que no podía dejar de mirarle su vista reparó en aquel ser que el Presidente sostenía de una mano. No distinguió aroma ni poder salir de su cuerpo, solo la fuerte esencia del presidente envolverle. Era sorprendente porque nunca pensó que el presidente tuviera tal acercamiento con una criatura, por lo menos no una de la institución hasta el punto de marcarla. Estaba escrito en ese cuerpo desconocido que era un peligro acercarse, solo un idiota se atrevería a desafiar al presidente, pero alguien se le pasó por la cabeza. El vicepresidente.

El pensamiento se esfumó en cuanto vio el tan amistoso abrazo del presidente para con la chica, aunque esta le advertía con sus ojos a medio esconder en ese largo flequillo que era un peligro andante, al medio dragón no le importó, pues parecía gustar de fastidiarla y esta no hacía más que atacarle con su frío hielo que era rápidamente derretido por el dragón. Pero esta vez no fue así y no quiso detenerse pero sus cuerpo no le dejaba continuar el paso por la curiosidad. Por primera vez no veía a la chica de hielo llamada Yuri, atacar al presidente. Quiso darle la excusa que se debía a la nueva presencia frente a ella.

Quiso saber qué sucedía, pero se le fue impedido. Vio en los ojos del presidente una sonrisa cuando sus ojos se entrecerraron y sus labios solo se movieron para susurrar algo muy cerca de la oreja de la chica. Esta inmediatamente dirigió la mirada hacia el rubio, que por primera vez se sintió nervioso. No era nuevo que cruzara miradas con ella en los pasillos, pero sí que reparara en su presencia, pero aun así no volteó para seguir su camino al comedor.

-Eres tan molesto –dijo la chica, pero esas palabras eran dirigidas al presidente. Un tono molesto seguido de un chasquido antes de voltear y los tres alejarse, dejando al rubio Han'you atrás.

Era obvio que la chica nunca se fijaría en él, pues siendo mitad Oni no tenía oportunidad contra alguien descendiente de dragones de fuego. Por mucha fuerza que tuviera no era suficiente y las parejas que ahí dentro se formaban solo se basaban en poder al momento de la unión. Nadie estaba dispuesto a salir con alguien débil y entre él y el presidente no había por dónde dudar.

Sentía celos, siempre los sentiría porque Yuri solo dejaba que el presidente tuviera ese tipo de acercamiento con ella. Solo él podía tocarle y solo él la hacía enfurecer al punto de hacerle gritar como lo estaba haciendo ahora, por muy lejos que estuvieran podía escuchar las quejas de Yuri.

Pero todo aquello era extraño, no era novedad que Yuri era hija de Yuki-onna, se supo el primer día del altercado en ese mismo pasillo. Su unión con un dragón de fuego era absurda, totalmente opuestos. Pero aunque no había noticia oficial de unión él la sospechaba, o sus celos lo aseguraban de ello.

Y mientras el rubio se debatía en qué hacer para llamar su atención, Ryutaro, Yuto y la chica de las nieves estaban bien apartados del comedor. Yuri se veía bastante alterada, pues Ryutaro no se detuvo al querer revelar su secreto al nuevo tipo junto a ellos. Estaba acostumbrada a un tercero, pues Ryutaro siempre iba con su perro fiel o muchas veces con su propio hermano. Se sorprendió al ver algo nuevo alrededor del dragón, pues algo dentro de ella le decía que no debía estar ahí, la esencia humana podía percibirla claramente, mucho más fuerte que en los demás Han'you, entonces pensó que podía tratarse de algo muy parecido a lo que era Ryutaro, algo más humano que su propio hermano, en el cual la sangre de dragón era mucho más fuerte.

Yuto no dejaba de mirar sorprendido el pequeño cuerpo frente a él. Le era difícil el creer que esa linda y “tierna” chica no era precisamente una.

-Deja de mirarme así –dijo esta con voz profunda, cargada de molestia porque Yuto no se detuvo a mirarla sorprendido, sabiendo que de seguro estaba pensando en que tenía alguna especie de fetiche con la ropa de mujer, pues Yuri traía encima una falda tableada por sobre las rodillas, unas ligas que ocultaban toda la piel de sus piernas y una chaqueta de piel que cubría gran parte de su cabello al estar la gorra sobre este. Todo de un color blanco puro, totalmente distinto a su cabello negro, el cual solo podía ver el flequillo.

-No te molestes en intimidarle, no es capaz percibir tus ansias de congelarlo –ante eso Yuto se puso alerta, apretando la mano que sostenía la suya. Ryutaro se había negado a soltarle.

Yuri posó su mirada en el presidente- Explícate

-No es bueno que hablemos aquí, ya sabes que las paredes tienen oídos muy agudos.




Ya los tres apartados de todo estudiante, en lo más profundo del laberinto en donde Yuto observó asombrado como monstruosas paredes vegetales cubrían todo el lugar, se veía espeluznante, pero de lo que no tenía idea era que se trata de un laberinto de mazes, pero Ryutaro y Yuri lo conocían a la perfección.

-¿Y bien? –Yuri se detuvo bajo un gazebo de pilares de piedra blanca. Yuto alzó la vista para ver las enredaderas cubriendo casi por completo el metal del cielo, con una que otra flor completamente abierta, mostrando su maravilloso color blanco. Esto era algo que por primera vez veía.

Tomó asiento sobre la estructura, al lado del pilar de piedra mientras Yuri y Ryutaro se quedaban frente él. Ryutaro al ya sentir que estaban seguro al no sentir ninguna otra presencia cerca de ellos se tomó la libertad de soltar la mano de Yuto. Había sido desagradable y no dudó en demostrárselo cuando sacó un pañuelo de uno de sus bolsillos para quitar el sudor que la mano del humano dejó en él.

-Necesito que me ayudes a cuidarlo –Yuri alzó una ceja, Yuto era capaz de verlo ahora que estaba sentado. Sus ojos iban de un color blanco a marrón.

-No cuidaré a tu mascota –dijo torciendo el labio.

-Te daré beneficios si me ayudas. El director no se encuentra y debido a mi posición no puedo cargar siempre con él –Yuri no quería una tarea así, le molestaba tener a alguien a su lado- Sé que te diste cuenta –las seguras palabras del presidente no cambiaron su expresión.

-Estás loco si pretendes que cuide a tu humano, son débiles y causan problemas –Yuto no podía replicar, el tema de que le dejaran ir estaba cerrado gracias a la barrera que rodeaba el sector.

-Pues te recuerdo que eres mitad humano, así que no le veo el problema.

-No me engañas, sé que te molesta tenerlo a tu lado, que piensas lo mismo que yo pero tu maldita lealtad al director no te permite dejarlo a su suerte –Ryutaro no pudo más que sonreír ante sus palabras. El ser mitad Yōkai los hacía ser soberbios por naturaleza, sintiéndose superior a los humanos.

-Si me dejaran ir todo sería más fácil –se quejó Yuto al sentirse como basura.

-Ya hablamos de eso Yuto, no podrías salir de aquí aunque quisiera, solo el director puede deshacer la barrera.

-Me sorprende que lo lleves contigo a todos lados como un perro. Si tanto quieres protegerle haciendo esto no le ayuda a sobrevivir –Yuto regresó la mirada al frío chico, sintiéndose intimidado porque este le miraba.

-Es torpe, no dudaría en escapar si lo encierro en mi habitación –Yuri comprendió. Los humanos se arriesgaban mucho y todo por no percibir el peligro tan fácilmente- No sé cómo logró entrar estando la barrera activa y estoy seguro que el director será capaz de hacer algo.

-¿Y qué te hace pensar que no consumiré su vida? –ambos han'you se miraron desafiantes.

-Sería una estupidez de tu parte y sé que no eres de aquellos que cometen estupideces –Yuri no perdía nada con poner a prueba a Ryutaro, quería saber hasta dónde podía llegar con tal de proteger al humano y es por ello que no tuvo más opción.

Yuto no se dio cuenta pues su mirada se concentraba en Ryutaro al cual en cámara lenta vio cómo endurecía la expresión y para cuando se dio cuenta de lo que sucedía ya estaba de espalda contra el suelo, con un fuerte dolor en su cabeza y muñecas, sintiendo solo un profundo frío tanto en sus brazos como en sus labios, con la vista fija en esos ojos extraños frente a él. Esto era peor que meterse dentro de la nevera o estar bajo la lluvia por horas. Sentía su cuerpo congelarse y cómo la vida se le iba en un simple contacto de labios que muy a su pesar se convertía en su primer beso. No pudo quejarse, ni mucho menos moverse, solo hacer el vano esfuerzo de ajustar su vista cuando todo se veía cada vez más nebuloso.



Glosario:

Han'you: Poseen sangre humana y de yōkai, así que son híbridos con forma humana pero que conservan algunos rasgos de yōkai.

Yuki-onna: Mujer de las nieves.

Laberinto de Mazes: Es un laberinto de varios caminos, de esos en los que uno se puede perder por tener caminos cerrados.

2 comentarios:

dalia801 dijo...

asdasdadasd ME ENCANTO ;O; estuvo muy bueno los celos de yuya asdads que emocionante, esta genial!! asdasd espero con ansias la continuación, ¿como llego Yuto alli ? *O* ryutaro , yuto <3 *O* y chinen !!! ser hijo de yuki-onna *O* perfecto, igual ryutaro y yuya queda perfecto con ellos, ¡maravilloso !

Anónimo dijo...

Me esta gustando mucho y ya quiero saber que más pasa =)

Takachii Yupiiiiii! Yuya se pone celoso que maravila, me encanta como describes las situaciones y reacciones de los personajes ^^

Yuko "I LOVE JUMP"

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