Hola~ Tanto tiempo :v Se supone que publicaría el final antes de que acabara el año y lo tenía antes de eso, pero me puse hacer otras cosas y lo olvidé ._. así que se podría decir que comencé mal el año(?) XD Pero bueno, aquí está el final de My Pet. Por fin algo menos qué continuar… 

Intentaba unir la inocente sonrisa del niño de su sueño con la que hace un par de días no era capaz de ver. Era difícil de aceptar o siquiera hacerse a la idea de que ese pequeño en su sueño era real y ahora no quería siquiera cruzar miradas con él, ni por accidente.

Si la paciencia no fuera su fuerte lo más probable es que, en estos momentos, Kota estaría sacándolo a patadas de la habitación. Yuya había llegado ahí hace más de quince minutos. Al entrar sus miradas no se cruzaron, sólo observó al rubio sentarse a la orilla de su cama mientras parecía pensar las palabras que diría, pero no resultó así. El menor se mantuvo en silencio con la vista fija en la alfombra y un ceño fruncido como si aquel peludo objeto fuese a resolver sus problemas, porque dentro de su cabeza no dejaba de pensar una y mil cosas. Molesto consigo mismo a la vez que intentaba ignorar la verdad que resplandecía a lo lejos, como la luz al final de un túnel; porque de ser así ¿quién era él?



La interrupción de un suspiro agudizó su oído, topándose luego con los ojos de Kota quien en ningún momento dejó de mirarle.

-¿Y Ryutaro? –Para Kota era extraño que el menor preguntara por el oso, pues sabía que no era de él quien quería hablar.

-Con los demás, supongo –Yuya pasó de estar sentado a estar acostado, buscando la comodidad sobre aquella cama ajena, que se sentía más pequeña que la propia.

-¿Cómo puedes aceptar las cosas tan naturalmente? Como si él siempre hubiese estado ahí.

-No se trata de aceptarlo –hizo una pausa, pensando dos veces la pregunta que haría- ¿No sientes que le conoces desde antes? –Sabía que su pregunta tensaría el ambiente, pues Yuya se sentó tan rápido como pudo para mirarle dudoso- Los recuerdos de cuando éramos niños son muy pocos, pero a veces… ¿no sientes que le conociste? El que estén aquí es como si nos pidieran recordarlos, y la ausencia de nuestros padres no es una coincidencia. La misma nota de mamá lo decía –Se meció suavemente sobre la silla giratoria- Claro que no directamente.

-¿Intentas decir que tenemos un pasado con ellos? –Sonrió con burla- ¿Kota, escuchas lo que dices? –Sus labios tomaron un poco de calor al soltar un suspiro antes de reír suavemente– Además. ¿Cómo puedes aceptarlo tan fácilmente? Eres hombre –sus brazos se estiraron acompañando a sus palabras en algo tan obvio– él también lo es –Sus manos se movieron en una dirección al azar, como si Ryutaro estuviese hacia donde indicaban– e incluso ustedes ya… -Siquiera alcanzó a terminar cuando las mejillas de Kota ya tomaban un fuerte color, recordando aquel día.

Era una pérdida de tiempo hablar este tema con el mayor, pues su actitud no cambiaba aunque le recordara que ambos eran del mismo sexo. Kota y Kei eran exactamente iguales con este tema, y aunque él hubiese parecido estar dentro de ese grupo, solo se había dejado llevar por la dulzura que el conejo irradiaba, pero nunca le vio de aquella manera, como se le ve a una pareja aunque lo besara; incluso cuando su cuerpo desnudo estaba frente a él. Solo eran incontables cosquilleos e inquietudes que presentó gracias a ese rostro andrógino que le confundió en un principio, pues bien sabía que su conejo era macho, pero cada que veía esos grandes y expresivos ojos lo dudaba. Yuri era hermoso, tan hermoso como una mujer, llevándolo a dudar de su propia sexualidad cuando pensaba o le miraba demasiado.

-No ha regresado a mi habitación desde que llegamos –Por mucho que se negara a aceptar algún sentimiento más por el pequeño conejo no negaría el sentimiento de su ausencia, ni mucho menos evitar el triste sonido de su voz que parecía quebrarse en las últimas palabras- Tampoco sé cómo actuar cuando le veo, además de huir de mí. Daiki parece no querer dejarlo a solas conmigo –Su expresión se entristecía cada vez más- No tan solo Daiki, Ryosuke me mira como si me odiara.

Hubo una pausa en la que ambas mentes parecieron conectarse, pero no fue Kota quien se atrevió a decir lo que pensaba, pues no sabría qué efecto tendría en su hermano.

-¿Has pensado que tal vez ellos…? -Ryutaro entró estrepitosamente a la habitación, interrumpiendo la duda del rubio.

-¡Las galletas se han agotado! –El pequeño oso levantaba la bolsa de las dichosas galletas totalmente vacía, pues se había encargado de comer incluso aquellas pequeñas migas. Daiki que iba tras él no dejaba de sonreír– ¿Podemos salir de compras? –Los ojos del felino se desviaron al rubio que sintió un leve escalofrío recorrerle el cuerpo.

-Está bien –Se puso de pie antes de mirar a su hermano otra vez- ¿Vienes? –Preguntó con la intensión de seguir su conversación mientras los otros se distraían comprando, pero el menor negó- Ok, entonces vamos –tomó de los hombros al oso antes de salir, no muy convencido de dejarle a solas sabiendo su deprimente estado.

Daiki les seguiría, pero no pudo evitar detenerse a mirar a Yuya una vez más.

-No sirve de nada buscar en el pasado ajeno. Es mejor si buscas en el tuyo, estoy seguro que encontrarás respuestas –Ni tiempo le dio de analizar esas palabras cuando se retiró, y después de verse solo en esa habitación, su mente pareció bloquearse tras el miedo. Definitivamente Daiki había escuchado lo que hablaban y supo lo que tenía planeado decir.

Se quedó donde mismo unos minutos más, pues el ánimo de moverse no estaba en su cuerpo, de seguro se había ido junto al conejo que ahora caminaba a lado del perro. Entonces sintió su cuerpo temblar. Un tipo de escalofrío que le recorrió el cuerpo como intentando quitarle esas ideas que se clavaban más a fondo en su cabeza. Estas eran mucho más fuertes que las últimas palabras dichas por Daiki, que si bien le inquietaban, prefería no pensar en ellas porque volvería a la misma pregunta de antes “¿Quién es él?”. Perdería su identidad pues en aquellos recuerdos no estaban sus hermanos, ni sus padres y aunque desde pequeño se sintió fuera de lugar, la costumbre de verles siempre cambió todo.

El sonido de la puerta interrumpió sus pensamientos y le agradecería a quien fuera, pero con una pequeña esperanza de que aquel que irrumpía fuese el bajito de orejas largas y peludas; hasta que su mirada se cruzó con aquella castaña. Bajó su mirada, totalmente decepcionado y Kota se dio cuenta de ello, sonriendo incómodo.

-Fue con los demás. Nos han dejado solos.

-Creí escuchar que irías con Ryutaro –No quería descargar su molestia decepción hacia su hermano, pero poco podía hacer con ello, pues rompió su ilusión.

-Sí, pero era más importante no dejarte solo –Yuya levantó la mirada con un brillo especial en los ojos, entonces Kota pudo sonreír gustoso- Pero no te creas que será gratis, debes ayudarme a bajar ese mueble al sótano –Apuntó su cómoda que tras el incidente de los felinos sufrió terriblemente, pero con tanto ajetreo no se había dado el tiempo de quitarlo. Ya lo repararía luego, ahora se dedicaría a distraer a su hermano de distintas maneras.

***

Ryutaro caminaba al lado de Keito con una expresión de tristeza.

-Cambia ese rostro, ya lo verás cuando regresemos. Tampoco es como si nos fuese a tomar un día volver –Keito estaba notoriamente molesto, pues no podía mecer su cola como de costumbre al caminar y era demasiado molesto. El calor abrasaba sus orejas, esas que estaban ocultas bajo la gorra. El calor no disminuía ni un poco cuando sus ojos se desviaban al torpe castaño que poco podía disimular su enfermiza atracción por aquellas pocas rayas en su piel, pareciendo tatuajes. Comenzaban por detrás de su oreja hasta ocultarse bajo su polera. Hikaru sabía a la perfección que aquellas manchas continuaban por su espina dorsal hasta continuar por su blanca cola.

Keito vio claramente como la manzana de adán de Hikaru subió y bajó tras tragar su saliva al recordar su cuerpo desnudo. Y por mucho calor que hiciera las mejillas del humano se tornaron de un rojo más intenso. Esto solo lo llevó a sonreír. Desearía en estos momentos acorralar al humano y devorar sus labios hasta penetrar aquella boca con su lengua, escuchando esos leves gemidos que Hikaru no era capaz de callar cuando el beso se tornaba intenso.

***

Intentaron no arrastrar el mueble por la alfombra del pasillo, pero era tan pesado aún vacío que decidieron descansar  a la orilla de la escalera. No sería fácil, Yuya quien se ofreció a ir adelante se llevaría todo el peso del mueble cuando comenzaran a descender.
Pero entre risas y palabras de advertencia continuaron, ahora solo quedaba bajar los escalones del sótano.

Yuya encendió la luz debido a la profunda oscuridad, dándole un escalofrío al mirar hacia abajo, era una vista siniestra sumado a aquel ambiente frío que se caló en el cuerpo de ambos mientras bajaban.

-Dejémoslo ahí –Señaló el mayor y, esta vez, ninguno tuvo el deseo de tomar el mueble, solo lo arrastraron hasta acomodarlo pegado a la pared casi debajo de la calera.

-Hace mucho que no bajaba aquí. Años –comentó el rubio sacudiéndose las manos.

-Recuerdo claramente que Hikaru se asustaba cuando la puerta estaba abierta –rió- y era casi imposible callarlo si comenzaba a llorar –Yuya le acompañó en su risa, pues el recuerdo serviría para burlarse del nombrado- Pero también recuerdo que todos los días intentabas bajar diciendo… -se detuvo abruptamente, cerrando los ojos para tratar de recordarlo pero era imposible, ganándose la aterrada mirada del rubio que como un flash terminó lo que el otro quería decir.

-… que quería volver –Kota abrió los ojos con una gran sonrisa para demostrarle que había acertado, pero en cuanto ambos cruzaron miradas notó el miedo en ese tono castaño que rodeaba sus oscuras pupilas. Incluso la esclerótica comenzaba a irritarse cuando la acumulación de lágrimas comenzaba a nublar la vista del rubio.

-Yuya –se acercó a socorrerle con miedo, como si el tocar su cuerpo fuese a derrumbarle.

-No lo entiendo, en verdad que no lo entiendo –el nudo en su garganta se hizo presente en cuanto las lágrimas cayeron, llevándose una mano para cubrir sus ojos, cerrándolos.

-No te esfuerces –solo le miró retroceder, hasta que su espalda chocó contra la pared o eso creyó porque apenas tocó aquel muro su cuerpo tembló fuertemente, soltando un alarido que carraspeó su garganta y apartándose tan rápido que chocó de frente con su hermano, que no dudó en recibirle en sus brazos sorprendido por el repentino cambio.

-La pared está demasiado fría –comentó comenzando a dudar, más al ver una gruesa manta de cuero marrón que por muy extraño que pareciera se mecía levemente. Ambos sabían que la única ventana del sótano era pequeña y siempre se mantenía cerrada. Kota giró su rostro para comprobar aquello y efectivamente, estaba cerrada y dudaba que se haya abierto en mucho tiempo. Y aunque la puerta del sótano estuviese abierta las corrientes de aire no llegaban hasta ahí tan fácilmente.

Ambos se miraron inseguros.

***

Yuri arrastraba el carrito del supermercado con una leve sonrisa en el rostro, pues era su primera vez en aquel lugar y la gran variedad de cosas le sorprendía. Había sido arrastrado por Ryutaro, quien no dudó en correr al sector de las golosinas. Hikaru y Keito les siguieron a un paso más lento. El felino seguía deleitándose con esas mejillas sonrojadas;  la escases de seres humanos en el lugar debido a las altas temperaturas le alentó a acorralar al castaño tras un pilar, ocultándose de la vista de los otros dos híbridos quienes distraídos siguieron su camino.

-¿Ke–Keito? –una vez más podía observar como esa manzana de adán se movía tan atractiva frente a sus ojos. Las manos de Hikaru se posaron sobre aquellos fuertes brazos para apartarle, pero la repentina humedad en su cuello, justo sobre su nuez, le estremeció. Keito se atrevía a lamerle con descaro, deteniéndose al momento de escuchar un bajo gemido que solo aumentó el calor en su cuerpo- Detente, estamos en el… -pero la mordida en su lóbulo derecho le acalló, perdiendo fuerza en el agarre. Le dio la oportunidad a Keito, él coló una pierna entre las suyas para con su muslo frotar la entrepierna ajena, descendiendo suavemente las manos a esas caderas que solo le apresaron más contra el pilar- Ke–Keito, espera –pero el felino no se detuvo, introduciendo las manos para sentir su calor más directo al tocarle la piel, dejando que sus dedos delinearan los huesos de su cadera.

Hikaru no pudo evitar reprimir el gemido con sus ojos cerrados. Por mucha vergüenza que le causara esto le gustaba.

***

La tensión en el ambiente no pasaba desapercibida para ambos hermanos que se miraban de reojo de vez en cuando. Desde que habían salido de casa Daiki y Ryosuke se habían empeñado en mantener un sepulcral silencio. Ambos miraban sin interés las repisas de productos.
Yuto no estaba dispuesto a hablar y Kei no sabía qué decir de todos modos.

Hubo un contacto de pieles luego de que Daiki, sumergido en sus pensamientos, dejara de prestarle atención a su entorno, asustándose cuando al llegar a una de las esquinas del pasillo un niño apareció de la nada, obligándole a alejarse unos tres pasos hasta que su hombro chocó con el del perro que disgustado le empujó. El contacto de sus cuerpos solo causó repulsión.

-¿Cómo te atreves? maldito perro –escupió sus palabras mientras sus colmillos resaltaban al hablar. Fue cuando los hermanos se dieron cuenta que el haber entrado había sido una total locura, sabiendo lo que ambos podían lograr hacer si se dejaban llevar por su rabia.

-Daiki, vamos por un refresco –Por mucho que el felino demostrara disgusto por sus toques se dejó llevar del brazo, pero no sin antes fulminar con la mirada al perro que dejaban atrás. Pero este no parecía querer dejarle ir tan fácilmente, fue cuando Yuto tuvo que interferir, tomando de igual manera, aunque con miedo, el brazo del canino.

Ambos vieron como Kei se alejaba sin soltar a Daiki, entonces Yuto decidió soltar el brazo de Ryosuke, tan rápido como si el contacto le hubiese estado quemando. Aún no era capaz de asimilar el cambio corporal en el canino, mucho menos su actitud desafiante. El recuerdo de aquel beso que quería repetir azoraba su cabeza.

Ryosuke volteó el rostro y siguió un camino tres pasos delante del humano para ocultar esas mejillas rojas. Yuto bien podía ver parte de su blanquecino cuello tomar aquel llamativo color. Entonces el deseo se hizo más fuerte. Ryosuke tensaba su escondida cola al sentir los pasos más cerca, percibiendo como una gota de sudor mezclada de nerviosismo bajaba por su nuca.

-Espera, tenemos que hablar –Si antes le había tomado del brazo ahora deseo tomar su mano, pero el canino rápidamente la apartó, mostrándose nervioso.

-No necesitas tocarme para hablar –atacó, pero Yuto no cambió su expresión seria.

-Pues parecías querer escapar –Iba a replicar, estaba dispuesto a ello pero una vez más el calor ajeno se coló en su brazo al ser jalado, chocando de lleno con ese fuerte pecho frente a sus manos para evitar un fuerte golpe. Cuando levantó la vista para quejarse se dio cuenta que Yuto no le miraba, más bien ahora parecían esconderse de alguien y Yuto vigilar por la orilla de la repisa. Entonces agudizó sus oídos. Unos leves gemidos masculinos removían sus orejas bajo la gorra que insistía en aplastarlas.

Al tragar la saliva pareció escocer su garganta. Su propio cuerpo reaccionaba a aquellos gemidos y húmedos besos compartidos y el tener a Yuto tan cerca no ayudaba a calmarse.

-¿Tiene que hacerlo aquí? –Se quejó el humano, mostrándole al híbrido entre sus brazos aquellas mejillas levemente sonrojadas de la vergüenza.

La falta de personal parecía ayudar a Keito en su propósito de dominación, pues sus manos no dejaban de apretujar una y otra vez aquellos glúteos contra su cuerpo. Y Hikaru envuelto en excitación no hacía lo contrario, con la diferencia que sus manos se encontraban ocultas entre la tela del pantalón de Keito, tocando sus glúteos directamente. Y aunque antes era él quien estaba preso contra el pilar las posiciones cambiaron drásticamente luego que Keito le calentara lo suficiente, incluso ahora era la pierna del humano la que se encontraba entre las del felino, logrando con la atracción que su entrepierna se frotara una y otra vez contra su muslo.

Yuto levantó la vista, era increíble que en aquel ángulo las cámaras no fueran capaces de enfocarlos. Entonces chasqueó la lengua. No quería ser partícipe de algo así, ni que la culpa recayera en él cuando alguien más les viera.

Estaba tan absorto en lo que hacían esos dos que no notó la tensión del canino que soltó al sentir un estremezón. Todo el cuerpo de Ryosuke estaba tenso, incluso sus manos empuñadas en la camisa del humano comenzaban a tornarse de otro color debido a la fuerza. Y el ver sus mejillas en ese tono no hacían a Yuto desear otra cosa que no fuerza besarle una vez más, incluso lo intentó pero se detuvo cuando sus miradas se cruzaron tan solo a centímetros del encuentro de sus labios. No podía dejarse llevar por la acalorada escena montada por su hermano en aquel pasillo, y Ryosuke no parecía ayudar al no apartarse y solo mirarle, haciéndole pensar que esperaba casi con impaciencia a que sus bocas se encontraran. Pero Yuto no era un idiota y el saberse observado por las cámaras no le agradaba para nada, menos si luego de dejarse llevar llegara alguien a interrumpirles como sucedió con Hikaru.

Tomó con firmeza una de las manos en su pecho y arrastró a Ryosuke lejos del lugar, con claras intenciones de escabullirse de la tediosa compra familiar.

***

Con inseguridad Kota acercó su mano a la manta de cuero, estaba fría y algo dura, posiblemente a causa del frío. Tiró suavemente de ella no sin antes escuchar un leve “cuidado” de parte de su hermano. Ambos estaban un tanto asustados, pues aún con la única luz encendida el lugar no dejaba de verse tenebroso. Soltó la manta en cuanto comenzó a caer rápidamente, deslizándose de los bordes superiores de lo que estuviese ocultando, hasta que frente a ellos se mostró un gran espejo. Fue cuando Yuya comenzó a reír.

-¿Qué es lo gracioso? –se quejó el mayor quien debido a su risa dio un respingo tras la brutal interrupción.

-¿Qué no es obvio? –miró divertido a su hermano mientras se secaba las lágrimas que antes habían salido debido a los recuerdos. Igualó su distancia con el objeto- Solo era un espejo, de por sí son fríos, más en lugares como este –Kota intentó creerle, pero algo le inquietaba. No lograba quitar la mirada de su reflejo.

-Este lugar ya comienza a darme escalofríos. Mejor regresemos a la habitación. Aún faltan bajar los cajones –regresó la mirada a la cómoda, viendo los huecos por la ausencia de los cajones.

-Espera –Yuya no le detuvo, solo se acercó al espejo para mirar detalladamente los bordes de metal- Se ve bastante antiguo. ¿Crees que nos den algo por venderlo? –Kota hizo una mueca. Si el espejo era de sus padres y ellos lo vendían,  cuando regresaran  no estarían muy contentos.

-Posiblemente valga mucho, pero sabes que no debemos vender las cosas que no nos pertenecen –no quitó la vista de su hermano, observando como los dedos del rubio se paseaban delicadamente por los relieves- Yuya, vamos por lo cajones –ordenó, pero el menor no le prestó atención.

-Es increíble –susurró. Sin quitar la vista de los detalles. Levantó la mirada, alejándose suavemente para observar la parte superior- ¿Esas son montañas? –Señaló con el dedo. Kota solo alcanzó a observar unos segundos, antes de que Yuya fuera en busca de algo en qué subirse.

Suspiró– Yuya deja eso y vamos por los cajones –Insistió, pues era una pérdida de tiempo y ya comenzaba a asustarse, pero tampoco quería dejarle solo.

***

Si su intención era alejarse del lugar junto con Ryosuke, esto se vio afectado al salir del recinto. Daiki estaba sobre la espalda de Kei, evitando el tocar el suelo. Era una escena extraña pues no había mimos. Kei se quejaba constantemente del fuerte agarre del felino que se negaba a bajar de su espalda, gritándole que no fuese tan estúpido como para bajarle cuando sus uñas se enterraban levemente en sus los hombros del humano. Ryosuke, igual de sorprendido, estalló en una fuerte risa al darse cuenta del porqué de la alteración del gato.

-¡Estúpido perro, no te atrevas a acercarte! –la cola y orejas de Daiki estaban a la vista, pues su pelo erizado acompañaban a su espalda curvada, en un intento de verse amenazante al mostrar los colmillos. Quien pasara por ahí vería la extraña escena junto a un loco adolescente que no dejaba de reír mientras se sostenía el estómago.

-¡Kei, aléjalo! –Daiki pedía a gritos, pero el pelinegro por más que quisiera ayudarlo nada podía hacer, pues el gran perro frente a ellos se veía dispuesto a morderlos. Entonces pensó por qué Daiki le temía a un perro cuando se había peleado con un tigre, pues era una gran diferencia de agresividad. Realmente no entendía.

Ryosuke se fue acercando y Yuto temió  que el perro fuera a hacerle daño, pero al contrario, el can comenzó a menear la cola de un lado a otro cuando Ryosuke se agachó a su lado. Entonces Yuto notó algo extraño, que aunque Ryosuke siguiera riendo las miradas del perro y él estaba fijas. El animal cambió de actitud y regresó los amenazantes ladridos al asustadizo gato.

-¡¿Qué le dijiste?! –Daiki se veía más alterado que antes, casi ahorcando a Kei con sus brazos alrededor de su cuello cuando su cuerpo comenzaba a resbalar del otro.

-Nada importante –se hizo el desentendido.

Kei no entendía la manía de Ryosuke y Keito de molestar a Daiki, y tampoco el por qué Daiki le temía a un perro cuando él era mucho más grande que el animal.

-¡Dile que se vaya o juro que te mato! –alterado, el felino se movió frenéticamente sobre el humano, desencadenando una serie de tropezones cuando Kei intentó estabilizarse, lo que los llevó directo al piso.

Ryosuke no podía más con la risa, incluso derramó lágrimas y la contracción en su estómago se intensificó. Si Yuto no intervenía no quería ver como en casa ambos híbridos terminarían en una pelea, con muchos objetos rotos. Ahora que Ryosuke se revelaba contra él, se veía demasiado difícil poder ordenarle. Entonces pensó: ¿En dónde estaba ese perro fiel y obediente? La pregunta caló tan profundo como cualquier otra duda. Si lo analizaba bien, hace unos tres días Ryosuke le miraba como perro abandonado y obedecía sus órdenes. Su cambio era demasiado extraño y también repentino. Tampoco podía dejarse llevar por esa rebeldía y, sin pensarlo dos veces, se acercó al híbrido que aún hincado en el piso no dejaba de reír.

-Ryosuke –susurró su nombre sabiendo que le escucharía, pero antes de que sus miradas se encontraran Yuto ya le había quitado la gorra y agarrado una de sus orejas, tironeando de ella hasta escuchar el quejido que obligó al híbrido a levantarse.

-¿Qué rayos…? –sus miradas se encontraron.

-Calma a ese perro –Y como buen amo Yuto sostuvo su voz firme.

-¡Que no soy tu maldita mascota! –se quejó, pero el segundo jalón fue suficiente para alterarle más.

-¡No me interesa! ¡Detén esto ahora!

-¡¿Ah?! ¡Como si fuera a obedecerte! ¡Se acabaron los días del perro fiel! ¡No eres más que un estúpido y sucio humano! –No negaría que le habían gustado esos días, pero eran una total falsedad que intentó creerse. Yuto comenzaba a cambiar y ya no podía intimidarle como antes. Si bien disfrutó aquel baño junto a él, solo había sido presa de su propio instinto. Estar mucho tiempo en aquella forma solo le cegó.

-¡No vengas a insultarme solo por tu inmadurez!

-¡Hago lo que se me da la gana! ¡No eres nada mío para obedecerte! ¡Estar contigo solo ha sido contra mi voluntad! ¡Por más que quería otras cosas tú echabas a perder todo! –El agarre en su oreja se aflojó, ganando una mirada de desconcierto- ¡No significas nada! ¿Lo entiendes? –Algo se quebró entre ambos. Si Yuto antes pensó que podían crear un pequeño lazo tras sus confundidos sentimientos, ahora lo veía imposible. Endureció la mirada haciendo a Ryosuke estremecer.

-¿Qué sucede aquí? –Keito, notoriamente molesto miraba a Daiki en el piso junto a Kei en un inútil intento de levantarse, para luego dirigir su vista a Ryosuke que no dejó de mirar a Yuto, el cual tampoco apartó la mirada aún después de la pregunta del gran felino.

Yuri y Ryutaro levemente sonrojados les miraban sorprendidos. Y no bastó un minutos más para que el perro que antes amenazaba a Daiki agachara la cabeza al toparse con Keito. Con orejas caídas y leves aullidos se alejó antes de correr despavorido.

El primero en separarse del grupo fue Yuto, si antes pensaba en aclarar sus sentimientos con el lobo ahora sabía que no era el momento, no cuando exhalaba un suspiro con la intención de deshacerse del disgusto que las palabras de Ryosuke le causaron.

Ninguno soltó opinión al respecto y decidieron regresar a casa.

Aunque la distancia fuera grande, Ryosuke veía perfectamente la esbelta figura de Yuto. Nadie quería acercarse a ellos y Yuri mantenía la distancia pareciendo entretenido en la conversación que mantenía con Ryutaro. Desde su posición podía ver cómo Kei intentaba agradar a Daiki y cómo su mano se movía inquieta, preguntándose si sería bueno tomar de la mano al felino mayor, todo diferente a Hikaru quien era obligado a prestar su brazo a Keito, que posesivo se negaba a soltarle. Si antes creía que no sería tan malo estar así con Yuto, ahora eso solo causaba escalofríos en su cuerpo. Yuto era torpe, como un amo descuidado, pero ahora su carácter comenzaba a cambiar a pesar de que parecía no darse cuenta. Comenzaba a parecerse más al Yuto de aquel pasado que intentaba no recordar, pero era imposible no hacerlo.

***

Los gemidos de sorpresa de Yuya comenzaban a marearle. Su tonta alegría por un objeto antiguo solo les distraía de lo que debían hacer. No tan solo era eso lo que le molestaba, desde que tenía memoria el sótano no fue su lugar favorito, eso era lo que recordaba. Algo totalmente distinto a lo que sus padres decían mientras reían, que él se sentaba frente a la puerta del sótano, pero lo que nunca dijeron fue el por qué. Todo comenzaba con risas y en el momento de las preguntas las evasiones nerviosas no se hacían esperar.

Ahora que lo pensaba bien, sus memorias solo comenzaban desde sus diez años, de ahí hacia atrás solo eran escenas borrosas y pequeñas.

-Aquí dice algo –la interrupción a sus pensamientos le hizo alzar la mirada. Terminó por acercarse y quedar frente al espejo mientras Yuya, quien se encontraba a su lado sobre una silla, no dejaba de mirar los detalles del objeto- Pero no entiendo, será otro idioma.

-Ya, será mejor que bajes, podrías caer –Ryutaro pronto regresaría y no quería estar ocupado aún con el mueble roto. Bajó la mirada a su reflejo y una visión se presentó frente él. Un niño, bastante pequeño pero que le era fácil de reconocer. Era él y se notaba que no tenía más de siete años. Quería tanto saber las cosas que sucedieron de ahí hacia atrás que, inconscientemente acercó la mano al reflejo para tocar su propia mejilla.

-Hay algo interesante aquí –La cabeza de Yuya se ladeó sin dejar de mirar- Es como un emblema… no no, es más bien un escudo –emocionado por su descubrimiento bajó la mirada y lo que vio fue suficiente para enmudecerlo e ir de espalda contra el piso. El golpe fue fuerte, incluso su muñeca dolió en gran cantidad pero sus ojos no se apartaron de la espalda de su hermano cuando comenzaba a desaparecer a través del espejo.

***

-No volveré a salir con ustedes –Daiki fue el primero en entrar. En el camino Kei se había alejado bastante después de una discusión con el felino, pero había sido Ryutaro quién tomó su lugar, haciéndole reír y mientras bromeaba con el conejo. El estar tras de ellos le dejó ver la congelada posición del oso cuando Yuri chocó con su espalda. Se acercó queriendo entrar, curioso del cambio tan brusco en el oso, alcanzando a ver una expresión asustada.

Ryutaro no tardó en soltar las bolsas que llevaba, haciendo a un lado a Daiki de una manera brusca que permitió a Kei alcanzar a sostenerle para que no chocara contra la pared. Nadie tomó en cuenta el incidente a excepción de Daiki que se soltó rápido para correr tras el oso.

El Lince se alteró, Ryutaro corría en la última dirección que Kota y Yuya habían tomado, sus aromas eran mucho más fuertes y solo se dirigían al sótano. Si quiera alcanzó el paso de Ryutaro y cuando estaba ya a media escalera bajando Ryutaro ya había pisado el suelo del sótano.

Lo primero que pudo ver fue a Yuya asustado, no, era algo peor que eso. Su semblante expresaba lo que sus ojos veían, el terror se plasmaba en su rostro. Entonces después de eso todo pasó muy rápido. Varios pasos se acercaban mientras frente a él la figura de Ryutaro comenzaba a desaparecer. Corrió, en verdad corrió todo lo que podía, sus pies se sentían pesados y sus manos temblorosas pero podía llegar, incluso sintió el roce de los dedos de Ryutaro contra los suyos y preparó su garganta para frenarle.

-¡Ryutaro, no! -

FIN

Continúa aquí Through the mirror

8 comentarios:

Paoo Inoue dijo...

:c Kota entró a su mundo y?!!!!!! Ya se murió? Todo acabó? Ninguno se quedó junto?,Ese fue su destino? ;-; No entiendo, pensé que me darías amor como el final <3

Anónimo dijo...

No entendí el final, no se que comentar e__e???????

Yuko "I LOVE JUMP"

AmiS dijo...

Pero que carajos!!!! No se puede qudar ahi!!!!! Noooooooooo

Sakura De Ryosuke dijo...

pido continuacion TwT el yamajima ni el inoodai ni el takachiii, se pueden quedar asi TwT.... </3

Unknown dijo...

Mmm me gusta mucho el fic, fuero 4 años para ese fin, no puedes dejarlo asi!!! :'( necesita una buena continuación y mas atencion, 4 años es mucho, me gusta como escribes, gracias :3

Unknown dijo...

Nooooo, no nos puedes dejar ahí, que va a pasar con Ko-chan y Ryutaro, Yuya, Yuri, Ryosuke, Yuto, Hikaru, Keito... Amo este fic y por lo mismo te pido conti el final esta genial, queda así como Narnia pero... No nos puedes dejar ahí por favor

Nemii ^^ dijo...

Cuando comenze a leer este fic, me enamore de el y me emocionaba muchisimo cuando salia un cap nuevo.
Pero con este capítulo final.... NO ENTENDI ABSOLUTAMENTE NADA!!
fue de leerlo y pensa..."Que carajos???"

Yojhannah dijo...

Mmmmmta...enserio ya así ¿ no pues wao

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