Sadistically Yours - Capítulo 2

El dolor de su cuello empezó a ser insoportable en el momento que comenzó a recobrar la conciencia. Al igual que sus muñecas. Sus brazos adormecidos por la posición incómoda en la que se encontraba. Con malestar levantó el cuello sintiendo fuertes punzadas y cuando quiso acercar sus brazos para alejar el dolor le fue imposible. Al mover los brazos algo parecido a sogas hizo eco por la habitación. Inmediatamente se asustó y más aun al no poder ver nada. Todo estaba oscuro debido a lo que cubría sus ojos.

Separó ligeramente sus labios, su garganta estaba seca.
Sus piernas estaban libres de ataduras así que intentó tantear lo que había a su alrededor. Justo en ese momento sintió peso en una de sus piernas, impidiéndole cualquier movimiento ascendente.

“No te muevas” escuchó para luego seguir con el eco de esas suelas al tocar el piso a pasos lentos. Tragó saliva y movió las muñecas que ya dolían mucho más que antes. El pánico al saberse desnudo y sin tener siquiera la idea de en dónde podría encontrarse, agitaron su respiración causándole entumecimiento en todo el cuerpo. Sintió movimiento a su costado, justo al lado de aquella pierna que le fue detenida, sintiendo como ahora esa mano que no dejó de tocarlo, ascendía hasta su muslo.

“¿Q-quién eres? N-no me toques” Ese toque podía causar cualquier cosa en él menos excitación, y el tipo de cosas que causaba eran, repulsión, miedo, asfixia, pánico y hasta sumisión.

Sentía que se acercaba cada vez más cuando a sus costados las sábanas de movían al tener peso encima, hundiéndose con ello el colchón. La caricia en su mejilla le hizo temblar, pero no más que aquel roce en su frente al ser sus mechones removidos. “Sabes perfectamente quién soy” Su mejilla derecha fue besada y luego su comisura. El pánico no le dejaba pensar con claridad ni de darse cuenta de lo evidente, era como si sus oídos también hubiesen sido dañados por el miedo.

Se tensaba cada vez más con aquellos roces sobre su piel desnuda, cortando su respiración cuando un beso fue depositado en su cuello, subiendo por su mentón. Sabía que sus labios serían pronto tomados, por lo cual corrió el rostro. “No te recomiendo ser desobediente” le dijo aquel que tomó su mentón para dedicarse a mirar esos labios que tiritaban, siendo mordidos por el dueño para no hacer tan evidente su miedo. Quiso tranquilizarlo, depositando un beso sobre ellos, sintiendo lo cálidos que podían llegar a ser y como sus pieles se unía, pero sabiendo que aquellos labios sólo se dejaron hacer. Solo por eso hizo un poco de presión en su mandíbula, quería que abriera la boca y sabía que no habría otra manera de lograrlo.

Se quejó pero obedeció, solo tenía que dejarse hacer, pero cuando se creyó libre, la húmeda y descarada lengua de su opresor se adentró en su boca, sacándole un jadeo de la impresión. Movió sus piernas para alejarlo, porque sus manos estaban fuertemente amarradas como para siquiera pensar en usarlas en su defensa. “Ahh...” Dio una bocada de aire antes de ser nuevamente preso de esos labios que le sabían familiar. “Tan suaves como la última vez” susurró sobre sus labios. Y poco a poco comenzó a pensar con claridad. “¿K-Kota? Esto no es divertido” se quejó luego de escuchar una risita, la misma que le pertenecía al que había nombrado. “Si querías asustarme te digo que ya lo hiciste, ¿qué tipo de bromas son estas? Me duelen los brazos, suéltame” A pesar de saber ahora quién era el culpable de todo, no le quitaba completamente el miedo, porque... ¿quién estaría tan mal de la cabeza como para jugar una broma de ese tipo?. “Por lo menos sigues manteniendo ese lado tierno” Dijo el otro al ver sus mejillas sonrojadas y besó otra vez sus labios. “Kota, ya basta” El mayor por su parte se alejó de su cuerpo desnudo, mirando como a pesar de tener los ojos vendados se podía distinguir en su rostro que estaba molesto “Hiciste cosas malas Ryutaro, y no pienso olvidarlas tan fácilmente” Y con esas palabras salió de la habitación aun después de escuchar las quejas y súplicas del menor.

Nada de esto estaría sucediendole si no fuera porque no fue realmente honesto en aquella ocasión, pero ya era tarde para decirle la verdad, porque estaba seguro que Yabu no le creería.

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