Sadistically Yours - Capítulo 3

No podría dejar de estar intranquilo, porque ¿quién no lo estaría en una situación como esa? No era capaz de dormir pensando en lo que le ocurría, en cómo fue que llegó ahí, en el sonriente rostro de su novio cuando se despidió de él aquella noche, en sus labios cuando se besaron, y en lo dulce que era, tenía demasiadas cosas que Kota no tenía. Y noción del tiempo le faltaba, después de estar despierto por más de diez horas.
No hace mucho había comenzado a hacer frío, colándose en su piel al estar desnudo. Quería dormir para luego despertar y que todo eso fuera un sueño, pero no lograba hacerlo, causando que sus ojos pesaran del cansancio, aunque estos permanecieran cerrados por culpa de las vendas. Su boca entreabierta, seca y como un vacío en su garganta. Su estomago vacío al no comer nada.
Al parecer era de madrugada, había demasiado silencio en el lugar. Kota parecía haber desaparecido de la casa y eso le asustaba, como también le preocupaba. No quería estar solo, pero tampoco quería que Kota estuviera ahí mirandole y tocandole.

Intentó nuevamente zafarse de las amarras, pero sus brazos estaban adormecidos por la posición, aun así podía sentir dolor en sus muñecas. Después de que lo dejaran solo, intentó varias veces soltarse de las sogas tirando de ellas, pero lo único que logró, fue que esta misma quemara su piel con el incesante y brusco roce.

Suspiró frustrado, estaba comenzando a desesperarse nuevamente, acelerando su respiración y corazón. Sintiendo también un palpitar en su cabeza. Su cuerpo se tensaba del miedo, rabia, preocupación, confusión y tristeza. No lograba entender al mayor, como tampoco lograba entenderse a sí mismo.

Los pasos acercándose se escucharon y se quedó quieto. Quien lo viera pensaría que estaba durmiendo, pero 'él' sabía que no lo estaría. La puerta se abrió y no tardó en sentir la cama moverse al tener el peso de alguien en ella.

“Ryutaro” escuchó algo metal depositarse sobre un mueble “¿Tienes hambre?” pero no respondió, se quedó en silencio y tampoco se movió “¿Tienes sed?” sintió una caricia en tu torso y su entrecejo se frunció “sabía que estabas despierto.”

“Kota suéltame, me duelen los brazos” sus palabras a pesar de estar en una situación como esta seguían siendo en tono de orden, pero ante ello lo único que escuchó fue una risa burlesca.

“Claro que no, huiras” negó con la cabeza aunque Ryutaro no fuera capaz de verlo.

“Por favor, en verdad me duelen “ su tono no cambió y se volvió a escuchar la risa “¡YA SUELTAME!” molesto jaló fuertemente sus muñecas infligiendo dolor involuntario, gritando por ello y logrando que el rostro del mayor se inquietara.

“Quemaste tus muñecas” pero parecía como si le regañara. Le molestaba que fuera así con él y hubiera seguido buscando en su memoria qué había hecho para que Kota lo castigara de esta manera, pero todo pensamiento desapareció al sentir dedos ajenos rozar alrededor de sus heridas “si no te movieras tanto no estarían así” eso no era algo que quería escuchar.

“Es tu culpa, por tenerme aquí, desnudo y amarrado. ¡SUELTAME!” gritando nuevamente movió sus piernas para patalear y así golpearlo por su estupidez, pero Kota las sujetó cuando golpeó su hombro.

“Estate quieto” dijo con voz ronca.

“¡SUELTAME! ¡NO QUIERO ESTAR AQUI!” sentía sus manos cálidas en diferencia a su piel fría por la falta de ropa, y deseó sentir más calor de su parte, pero el saber eso no le gustaba del todo, por lo que se justificaba a sí mismo pensando en que el frío tenía a su mente así de inestable.

“Yo decido si soltarte o tenerte aquí, ¡ya deja de moverte! ¡No quiero golpearte!” al escucharle cruzó por su mente aquella idea y deseó por segundos saber qué se sentiría, a parte del dolor, ser golpeado por él.

“¡¿GOLPEARME?! ¡¿AHORA QUIERES GOLPEARME?!” exaltándose más que antes, quizás por la excitación que causaron sus pensamientos, ejerció más fuerza, pero se sentía tan débil que a penas pudo mover sus piernas bajo la fuerza del mayor “¡SI TANTO QUIERES GOLPEARME HAZLO, ¿QUÉ ESPERAS?! ¡HAZLO!” pero los golpes no llegaron, a cambio de eso sintió peso sobre su entrepierna cuando el otro se sentó ahí, dándole ahora la oportunidad de patalear, cosa que hizo al sentirse mucho más intimidado, pero en vez de hacerlo en su propia defensa, sentía que lo hacía de forma obligada, no entendía qué estaba pasando con él.

“Lo haré si sigues comportándote así, ¡baja la voz!” su mandíbula fue bruscamente tomada, sintiendo esos punzantes dedos presionar su piel “ahora vas a comer y beber agua.”

“Quiero orinar” volvió a patalear.

“No es cierto” sentenció el mayor, tomando el vaso de agua sobre la bandeja en el mueble “bebe agua.”

“Te digo que quiero orinar” escuchó el chasquido de sus diente, pero Kota parecía no querer moverse.

“Si intentas huir te golpearé” sabiendo que esa amenaza podría ser cierta se quedó tranquilo, sintiendo como era liberado. La fricción en sus muñecas desaparecía lentamente, bajándolas poco a poco hasta que tocaron por fin las sábanas. Pesaban y dolían, pero igual intentó alejarlo, no perdía nada con hacerlo aparte de un seguro golpe que esta vez si le daría, empujándolo cuando el peso en su entrepierna fue menos, logrando que Kota cayera de espaldas al piso a un lado de la cama.

Aun adolorido gateó rápidamente sobre el colchón, pero cuando intentó bajar de la cama sin quitarse la venda de sus ojos, una de sus piernas fue fuertemente tironeada y cayó de boca al piso. Estaba alfombrado pero eso no evitó que sus dientes hicieran presión sobre su piel, rompiéndose el labio y quejándose en un grito.

“¡AAHH!” dolió de una forma diferente a las heridas de sus muñecas. El sabor extraño de su sangre no tardó en sentirlo. Pasó su mano y la sintió húmeda. Su mano tiritó pero no podía fijarse en eso, menos cuando sintió que lo tomaban bruscamente de su adolorida muñeca “¡Kota suéltame!”

“¡Te dije que no intentaras nada!” le paró bruscamente. Ryutaro prefirió no ejercer más resistencia después del golpe. Seguramente su encía también estaba sangrando. Sentía un hormigueo en el labio inferior, ahora se sentía peor que antes.

No entendía como su mejor amigo podía hacerle algo así, nunca pensó que aquel interés que alguna vez le demostró podría causar algún problema entre ellos, menos algo como esto, y a pesar de todo lo que estaba sucediendo aun se preguntaba qué pasaba consigo mismo. Porque aunque le haya causado dolor no podía odiarle. No había rencor, si estaba enojado y triste, pero no le aborrecía, al igual que cuando le tocaba ya no sentía asco, si se inquietaba y ponía nervioso, pero no le era algo repugnante.

Estaba seguro que quería a Kei, y pensar en él atormentaba su mente, porque se sentía infiel. Hoy también tenía clases y pensó en si su novio le iría a buscar al salón como lo hacía siempre, o en si le llamaría después de no encontrarle en la escuela. Quería saber que estaba haciendo, porque cuando sintió como curaban su labio, le echó de menos.

Continuará...