Juego de dados - Capitulo 12

OOOh~ taaanto tiempo que no escribía de este fanfic. Siempre quise terminarlo pero la idea se quedó atascada y no sabía cómo seguir. Tanto tiempo ha pasado que ni siquiera deben de recordar en qué quedó :v

Les daré un pequeño resumen: Inoo intenta controlar a Ryosuke con su “secreto” el que claramente ustedes no saben cuál es (ni yo…) y después de aceptar el trato con tal de que Yuto no se entere de nada, termina haciendo lo que él quiere. Lo que no pensó que sucedería es que Yuto les vería besarse.

“No otra vez. No podía pasar de nuevo por esto. Incluso, lo que miraba era peor que todo lo que había pasado. Ryosuke no dejaba de besarse con Kei y abrazarlo del cuello, impidiendo que se alejara. Ni siquiera Kei lo alejaba, lo abrazaba de la cintura atrayéndolo más y más a su cuerpo.”

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Capítulo 12

En su pasada vida debió hacer algo muy malo como para que ahora estuviese pagando por ello.

- ¿Ryosuke?

No había palabras para expresar todo el miedo de Ryosuke, ni en su rostro preocupado mientras miraba a Yuto, pero peor fue sentirse culpable de su pasado y apartar la mirada.

Sus movimientos habían sido rápidos cuando escuchó su voz, apartando a Kei lo suficiente como para que no siguiera tocándolo, manteniendo una distancia prudente como si solo hubiesen hablado, pero la expresión de Yuto le decía que había visto que se besaban. Entonces su garganta dolió y una fuerte punzada se clavó en su pecho. Aún no podía decirlo.

-Primo –Kei no parecía avergonzarse de nada y asustaba al menor con ello- Creo que nos descubriste –la sonrisa del pelinegro se ampliaba tanto, dejando sus ojos más pequeños al estar entrecerrados. Parecía una sonrisa triunfante que fingía vergüenza- Verás… -pero el menor parecía no escucharlo, más bien prefería escuchar las palabras del otro, pero no sabía si huir de la situación o pedir una explicación, aunque hablar con Kei presente sería mucho más difícil. Estaba nuevamente herido, había sido nuevamente engañado.

-Ryosuke… -pero este se negó a mirarle, solo hasta que escuchó sus pasos acercarse. Su mirada se fue levantando con miedo, llegando a mirar el rostro del menor tan solo por unos segundos antes de que aquella palma chocara fuertemente contra una de sus mejillas, haciéndole regresar la mirada al piso. Y aquello dolió más que cualquier herida antes hecha.

Kei se quedó en silencio analizando la situación. Aunque disfrutara de ello no era correcto o más bien no le favorecía seguir ahí, pues sabía que Ryosuke sería lo suficientemente idiota como para no contarle la verdad a su primo. Por lo que decidió dejarles aquel momento a solas.

Ryosuke no tenía palabras que quisieran salir de su boca y la espera para Yuto parecía eterna, quien en su interior no dejaba de lamentarse por lo que acababa de hacer. Su mano temblaba pero intentó ocultar aquello empuñándola. Aunque doliera por el golpe, dolía mucho más su pecho y sentía que sus sentimientos eran una vez más desechados y poco valorados. Esta era la tercera vez que le ocurría lo mismo, y justo era la que más dolía.

Ryosuke no lloró, tampoco habló, mantuvo su silencio, haciendo que su mano volviese a temblar como si deseara propinarle otro golpe y hacerle hablar, que le dijese la verdad de lo que sucedía, del por qué se estaba besando con Kei, pero se sentía descontrolado, así no podrían hablar. Y no tardó en irse, mirando hacia atrás y notar que Ryosuke no cambiaba de posición, dejando caer su cabello de manera que cubría sus ojos mientras estos miraban fijamente el piso, pero ello no le dejaba ver la realidad de su expresión.

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Su descontrol le llevó a destrozar varias cosas de la habitación. No le importó romper vidrios al lanzar objetos hacia las ventanas. Incluso una sirvienta asustada entró para saber qué sucedía, pero siquiera alcanzó a durar un minuto ahí dentro, Yuto la echó a empujones gritándole fuertemente que le dejara solo.

Ninguno de los dos fue capaz de volver a mirarse. Tampoco bajaron a comer ni mucho menos Yuto salió de su habitación en todo lo que duró el día.

Aunque necesitara una explicación no se sentía en condiciones de pedir una, pues aún estaba bastante enojado y dolido. Esperó a que tal vez Ryosuke se acercara a su habitación, golpease la puerta y le pidiera hablar. Lo deseó con tantas fuerzas, mirando constantemente la puerta y acercarse a ella, casi tomando la perilla para abrirla y mirar por el pasillo para ver si estaba cerca, pero nada fue así, Ryosuke al igual que él, no salía de su habitación, reflexionando lo sucedido y pensando qué hacer para solucionar las cosas. Pero tenía miedo de ser rechazado.

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La ausencia de ambos en la cena hizo preocupar a Ryutaro y terminar mirando al mayor. Le sorprendía ver esa actitud tranquila, pues Yuri siempre le hablaba de él y lo despreciable que podía llegar a ser. Su mirada se mantuvo hasta que el de pelo negro lo notó, desviando la mirada por sentirse descubierto.

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Aprovechó el silencio de la casa, la ausencia de la servidumbre en los pasillos para salir a hurtadillas y dirigirse a la habitación de Yuto, mirando con cuidado que Inoo no se encontrara cerca, pero cuando estuvo frente a esa puerta su mano no fue capaz de tocar, dudando de si debía presentarse y pedir disculpas aunque no supiera qué cosas decir.

No fue necesario golpear, no cuando Yuto abrió con un presentimiento en su interior, encontrándose de lleno con los ojos de Ryosuke, quien dudó y dio un paso atrás para marcharse, pero aquello no le fue permitido haciendo a su corazón latir más rápido, sintiendo aquel palpitar en su cabeza y el sudor en sus manos cuando su espalda se topó con la puerta del interior de la habitación. Yuto asegurándose que nadie fuese a interrumpir, poniendo el seguro. Tan solo se miraron por un corto periodo porque Yuto terminó de cargar la frente en la puerta, aprisionando el cuerpo frente a él y sentir su respirar agitado.

El silencio era incómodo, pero ninguno parecía querer hablar. Yuto temía de la verdad.

Inseguro, Ryosuke levantó una mano para apoyarla en la cintura del menor, intentando alejarle un poco aunque se fuese a encontrar con su mirada. El miedo hacía a su garganta secarse, sentirla rasposa cada que la saliva pasaba. Su cuerpo se sentía pesado.

-¿Por qué lo hiciste? –Nakajima no quiso alejarse, dejando su frente aún pegada a la pared para luego encorvarse lo suficiente para terminar sobre el hombro del otro, subiendo las manos para tomarle firmemente de los hombros.

-No… -fue difícil hablar- Lo siento –se mordió los labios mirando hacia un costado.

-¿Por qué? –sus ojos amenazaban con humedecerse de solo recordar aquella escena.

-No lo sé… -suspiró pesado, frunciendo su ceño de manera que su rostro se veía lamentable, con tristeza en su interior pero Yuto no lo interpretó de esa manera cuando levantó la mirada. No era capaz de ver que algo había detrás de aquel engaño porque volvía a irritarse.

-¡Sí lo sabes! –le sacudió bruscamente de los hombros, asustando al mayor que terminó por cerrar los ojos, intentando soltarse, pero fue imposible.

En un acto de dominio Yuto comenzó a besarle, con una agresividad que hirió los labios del otro pero aun sintiendo aquel sabor metálico de la sangre no dejó de besarle; escuchando bajas palabras de su parte pidiendo que se detuviera, que le hacía daño. Abrazó su cuerpo, pero al notar que era más difícil dominarle, le tomó de las muñecas para dejarlas contra la puerta, moviendo con agilidad una de sus piernas para dejarla entre las de Ryosuke, aprisionando mucho más su cuerpo para evitar cualquier movimiento.

Ryosuke comenzaba a sentirse mareado por esa agresividad pero en su interior le agradaba, correspondiendo el beso y haciendo a su cuerpo reaccionar. Sus brazos dejaron de forcejear, dejando que Yuto se diera cuenta de ello, pero aquello pareció disgustarle pues se separó como si padeciera de alguna enfermedad.

-Vete… -susurró. Ahora estaba más confundido y si antes pensó que con la presencia de Ryosuke se podría calmar de alguna manera, ahora estaba nuevamente enojado, incluso más que antes, sintiendo que era capaz de hacerle más daño.

-No… yo quisiera que… -intentó acercarse, tomando toda su fuerza interior para decir la verdad, pero la agresividad del menor le hizo quejarse cuando su muñeca fue apretada.

-¡Vete! –mantuvo su muñeca tomada fuertemente cuando Ryosuke intentaba soltarse, notando que le sacaría de la habitación cuando Yuto con su otra mano sacaba el seguro de la puerta.

-No, espera. Tengo que decirte algo –pero no fue escuchado, siendo lanzado fuera de la habitación, sin esperar ninguno de los dos que Inoo fuese aparecer ahí, y que Ryosuke terminara en sus manos cuando le sujetó para que no cayera. Molestando más a Nakajima.

-¿Qué sucede? –aquella pregunta del pelinegro denotó cinismo, pues sus palabras venían acompañadas con una sonrisa. Ryosuke se mostró asustado y nadie más que el que le sostenía fue consciente de ello.

-Nada –respondió sin importancia Yuto, quien cerró fuertemente la puerta, descargando su ira por ambos.

-¿Intentas traicionarme? –susurró el pelinegro al verse solos.

-No… -quiso soltarse pero en un ágil movimiento su mentón fue alzado hasta que sus labios se encontraron con los contrarios, negándose a corresponder, pero eso solo hizo sonreír al pelinegro.

-Está bien –se saboreó los labios, pero no le soltó del mentón para que le mirase bien- Pero te diré una cosa –se volvió acercar a sus labios, dejando un casto beso antes de sonreír nuevamente- Él ya está en Japón–susurró.

Se atemorizó, dejando su mirada perdida antes de soltarse y salir corriendo a su habitación.

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