Daiki no supo qué hora era cuando sus ojos se abrieron, solo sabía que el sol ya se había escondido, pues las cortinas abiertas solo dejaban entrar la tenue luz del farol de la calle.
Su habitación en un total silencio, al igual que parte de la primera planta de la casa. Al parecer su hermano se había calmado. Se quitó los audífonos antes de levantarse y caminar a la puerta. Su intención era girar la perilla y salir, pero el estrépito de ser girada bruscamente le hizo dar un paso hacia atrás.
Ahora unos profundos ojos le miraban en medio de toda esa oscuridad. Retrocedió un par de pasos más cuando ése cuerpo se adentró en su habitación, cerrando la puerta tras de sí.

-Lo que sucedió hoy –susurró aquella voz. Sus ojos solo podían ver esos labios al moverse– ¿Se lo dirás a nuestros padres? –la pregunta no le sorprendió, mucho menos la molestia con que lo dijo.



-No sé de qué hablas –Su intención era evitar cualquier contacto corporal con su hermano, aunque había fallado cuando éste le tomó por sorpresa en medio de la oscuridad, pero esta vez fue precavido y es por ello que no hizo un intento de abrirse paso.

Kei se mostró confundido, pues no sabía si le mentía. Pero entonces recordó que Daiki usaba unos audífonos. Posiblemente tampoco le escuchó gritarle.

-¿En serio? –su espalda se enderezó y se mostró tranquilo. Aliviado tal vez– Entonces olvida lo que dije.

Daiki no quería problemas con él, mucho menos hablar de aquel tema.

-Pero… –se detuvo antes de salir, volteando a mirarle una vez más con aquella molestia que era compartir un mismo padre. Daiki sabía lo que ahora le diría, mostrándose cansado– Espero que no te apegues a mí en la escuela –claramente no haría algo como eso– Tampoco hagas mención de que nos conocemos, mucho menos que somos her… –no pudo completar aquella palabra, pues aún no lo aceptaba– como sea. No vivimos juntos, no nos conocemos –hubiese seguido con su lista de cosas prohibidas, pero con un solo suspiro del menor se calló.

-¿Eso es todo? –La voz de Daiki tenía un tono que le parecía desagradable.

No iba de acuerdo con esa imagen de niño gordo.

El afirmar su pregunta era una tontería, por lo que no volvió hablar y solo salió de la habitación para entrar a la propia. El hablar lo haría parecer débil y él era el más fuerte de ambos.
Para el menor no era de extrañar una actitud así de parte de su hermano, pero eso no quería decir que no le molestara. No era como si fuese el único afectado en toda esa relación que su madre compartió con el progenitor de ambos. Tuvo una vida en la que un padre le hizo falta en muchas ocasiones, pero eso no quería decir que descargara su frustración con su hermano, el cuál si tuvo un padre presente. Inoo Kei era un total inmaduro.


.
La escuela no era algo tan diferente a su nuevo hogar. Aunque Kei no estuviese cerca mirándole con fastidio sí había otros. Para ser un estudiante transferido solo había logrado un amigo, si es que se le puede llamar así al delegado de curso, que solo se limitaba a ayudarle con unas cuantas cosas.
Su presencia por los pasillos no era agradable.
No se encontraba un chico tan atractivo, pero sabía que cualquier estudiante transferido llamaría la atención. Solo esperaba que su situación cambiara pronto y que todas esas miradas que se dirigían hacia él estuviesen concentradas en otra cosa.

Su caminar al lado del delegado era silencioso, pero esos incesantes susurros eran otra cosa. Su mirada se clavó en aquel cabello negro. Un cuerpo sentado al filo de la ventana que separaba el salón del pasillo. Espalda amplia pero contextura delgada. Estaba advertido, pero eso no quería decir que no le pudiese mirar, tampoco era que quisiera, solo que no pudo evitarse. Su mirada se topó con una chica y fue una sensación extraña cuando ella le sonrió, distrayéndole y terminar en el piso con unas cuantas carpetas sobre su cuerpo, otras alrededor.
Eso había dolido. Seguro de que aquello había sido a propósito levantó la mirada. Los susurros se silenciaron. Solo se encontraba esa intensa mirada sobre su cuerpo. Estaba seguro, era uno de sus compañeros de clase.

-Ten más cuidado, imbécil –el delegado a su lado pareció desaparecer, pues solo se concentraba aquel tipo que sonreía junto con sus amigos.
Tampoco fue consciente de que Kei le estaba mirando, mucho menos lo preocupada que estaba la chica a su lado, diciéndole a su amigo que debía de ayudarlo. No era una persona que gustara de las peleas, por lo que solo se puso de pie y sacudió su pantalón antes de recoger las carpetas.

Kei estaba molesto. Su hermano, aquel con el que compartía sangre, había sido un total cobarde. No podía creer que solo se había levantado e ido en silencio, bajo las fuertes risas de aquellos estudiantes.
Pero solo le quedó aguantarse las ganas de decirle unas cuantas cosas.

-¿Estás bien? –el delegado dejó las carpetas en el escritorio antes de acercarse.
-Sí –fue su corta respuesta.
-Eres extraño –aquel comentario le hizo mirarlo- Por un momento creí que lo golpearías –y es que al ver el tipo de mirada del transferido era claro que descargaría su molestia con unos cuantos golpes. Aquello le hizo sonreír.
-No es mi intención causar problemas.
-Pero pudiste hacerlo –que un delegado dijese aquello era sorprendente.
-¿No me hubieras detenido?
-Sí, pero solo después de que le hubieras dado un golpe –por primera vez Daiki le vio sonreír- Yo lo hubiese hecho –con la sencillez que dijo aquello le desconcertó, pero luego las risas no tardaron en escucharse.

Ése no había sido el único incidente dentro de la semana. Ahora se encontraba sobando su hombro luego de chocar contra la pared. Los ataques estaban siendo constantes y sabía que solo se debía a que no se defendía, manteniéndose callado. Kei estaba harto de eso, pero tampoco se metería a defenderle, aunque en su lugar hace mucho se hubiera hecho respetar. Incluso esa mañana no fue capaz de pensar con claridad al momento de tomar su almuerzo, pues se debatía si era bueno enseñarle unas cuantas cosas a su hermano menor, pero apenas le vio en el comedor, emprendió vuelo para tomar el autobús, ignorando a su padre que se había ofrecido a llevarles. Y por ello ahora Daiki se encontraba fuera de su salón. Los presentes sorprendidos de que el juguete de muchos se encontrara ahí con una caja de almuerzo envuelta en un lindo pañuelo azul que escondía el nombre del dueño bordado, lo más sorprendente era que había preguntado por Inoo Kei.

No podía estar sucediéndole esto ahora. Daiki estaba rompiendo toda regla al aparecerse ahí.
El menor al ver que era ignorado optó por entrar al salón, sin importarle que le mirasen aunque de seguro en casa se desataría el caos.

-Tomaste el equivocado –fueron las simples palabras que usó. Kei apoyaba el mentón sobre el dorso de sus manos, y en ésa posición levantó la mirada, algo asesina para el gusto de su amiga.
Daiki suspiró- Me lo llevo –tomó su caja de almuerzo, aquella de paño verde pero apenas tocó la tela un agresivo agarre le hizo quejarse en voz baja, para luego ser arrastrado por un furioso Kei que se negaba a soltarle la muñeca, sintiendo que cada vez era más apretada.

Lo sabía, ahora estaba en problemas… aunque la culpa era de Kei por tomar lo que no era suyo.

Un año... un maldito año sin actualizar ésto :v perdón. 

1 comentarios:

Sakura De Ryosuke dijo...

kYA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! No me puedes dejar asi!!!!!!!!!! ;----; espere mucho por este fic, y cada vez se pone mejor!!!!!!! *----------* que va a suceder ahora que kei y Daiki bueno tu sabes van a estar a solas x3 se que esta furioso pero podriaaaaaaaaaa pasar algo mas x3 porfa continua esta muy muy interesante *----*

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