Perdón por el retraso :c acabo de terminar de corregir este capítulo, pues no tuve tiempo antes (y tampoco me lo di) Es tarde, así que de seguro habrá muchas cosas incoherentes porque mi cerebro a esta hora está peor que en el día.
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Su humor no era el mejor y Kota podía percibirlo. La caminata por los pasillos les mantuvo en un silencio de sus voces, pero escuchando una que otra de las chicas que veían, incluso cuando llegaron al estacionamiento estudiantes femeninas se despedían de ellos. La limusina les esperaba, pero antes de entrar Kota, miró a su amigo.

-¿Y Daiki? –“¿Acaso es lo único que tiene en la cabeza?” Fue el pensamiento de un molesto pelinegro.

-Se fue antes –su voz sonó seca, y después de su respuesta terminó de subir al transporte.

-Y yo que pensé que nos iríamos juntos –Kota miró de reojo a su amigo, sonriendo leve al notar esa seria expresión que para muchos sería la de siempre, pero que él perfectamente sabía que tenía algo distinto- Así que… ¿es tu sirviente personal? –Kei miraba en dirección a la ventana, sin intenciones de tener una conversación en donde su sirviente estuviese incluido- Supongo que tomó el puesto de la sirvienta que antes tenías.

Yabu no sabía qué cosas pasaban por la cabeza de su amigo, pero estaba muy curioso de saber. Siempre vio el trato que tuvo con las sirvientas de la casa, las ignoraba y hasta cerraba la puerta frente a sus caras, no tenía dudas de que con Daiki podría ser igual, pero algo diferente había, Kei nunca se exaltaba tanto como lo hacía con Daiki. Tal vez sus edades influían mucho, pero no solo eso, Daiki era un hombre y también se exaltaba si algo no le agradaba, muy distinto a una mujer que sabe en qué posición está si se trata de servidumbre. Cabeza gacha y obediencia. Daiki era un chico rebelde y era eso lo que le gustaba de él.

Al llegar a la mansión la puerta del vehículo fue abierta, Kei siendo recibido por el mayordomo de la familia. Al voltear se despediría de su amigo con un par de palabras pero este le dio un leve empujón, no lo suficientemente fuerte como para hacerlo retroceder, pero Kei lo hizo de sorpresa.

-¿Qué haces?

-Vengo a darle clases a tu Daiki, ya lo habías escuchado, ¿no? –Kei apretó los puños mientras su amigo se presentaba al mayordomo de la casa y entraba como si nada.

-No necesita de tus clases –carraspeó la garganta al hablar.

-Pero él me las pidió, así que… -pero su voz se silenció al ver tal escena.




-Amo Inoo, por favor deténgase –Daiki corría con un vestido de sirvienta a medio abrochar al igual que la camisa, mostrando parte de su pecho y hombros.

-Qué demonios… -Kei entraría a discutir con Ryosuke, que sujetaba de los brazos a Daiki para terminar de vestirlo, creándose un forcejeo entre risas por parte del menor.

-Vamos Daiki, no es para tanto, solo es un vestido.

-Amo Inoo, si su hermano se entera de esto… -intentaba defenderse.

-¿Kei? Pero si a Kei también le gusta verte vestido así –el nombrado no podía evitar mantener esos puños tensos. ¿Qué a él le gustaba ver a su sirviente con ese tipo de ropa? “¿En qué demonios piensa este estúpido?”

Estaba dispuesto a gritarle a Ryosuke, a tomarlo de la muñeca y evitar que siguiera haciendo lo que quisiera con Daiki, aunque si él mismo fuese el de antes, de seguro no le tomaría importancia a lo que sucedía. Entonces su impulso fue detenido por aquella mano en su hombro.

-Préstamelo vestido así –Yabu no dejaba de mirar la escena. Cuando le pidió a Ryosuke que vistiera de sirvienta nunca pasó por su cabeza que algo así llegase a ser planeado. “Entonces me pidió la revista para esto” Se dijo así mismo totalmente complacido por aquella retorcida mente del menor de los Inoo.

-¡¿AH?! –la fuerte voz de Kei llamó la atención de todos, mirando a su amigo con una pizca de furia en su interior, a pesar de que su entrecejo fruncido no lo demostraba.

Ryosuke al ver a su hermano decidió huir, si bien le gustaba discutir con él, al parecer no era un gran momento, menos cuando ya había sido amenazado. Desde un principio su plan había sido que Daiki estuviese listo para cuando Kei llegara, pero el sirviente se negaba, siendo obligado y despojado de sus ropas bajo las insistentes palabras de disculpa por parte de Yuri y un par de mujeres de la servidumbre. Su orgullo estaba siendo pisoteado y suficiente tenía con Kei para que Ryosuke quisiera hacer lo mismo.

Al notar la presencia de un compañero de clase no pudo evitar sonrojarse, mirando al intermedio de los hermanos que cuando sus miradas se cruzaron escuchó de su parte un suspiró de frustración.

-Ve a cambiarte eso –ordenó.

-Pero puedes quedarte así sí quieres –Yabu no dejaba de sonreír, haciendo que Daiki se incomodara por verle vestido así y frunciera los labios con la mirada hundida en el piso bajo una gran vergüenza.

-¿Qué esperas? Ve –volvió hablar Kei, entonces Daiki retomó pasos rápido yéndose a su habitación.

A Kei le costaba acostumbrarse a ver un cuerpo masculino que no fuese el de sus hermanos, hasta llegaba a sentir leves escalofríos cuando la aparente suave piel de Daiki era expuesta frente a sus ojos. Y aquel pesado pensamiento fue tanto que Yabu no dejó de mirar la frustrada mirada de su amigo, sonriendo levemente al notar lo tenso que estaba.

-¿En verdad te gusta verlo vestido así? –su sonrisa no podía borrarse de solo pensar en sacarle de quicio.

-No digas estupideces –algo estaba mal- Iré a cambiarme, espérame en la sala.

-Pero yo no vengo por ti –susurró Kota mientras su amigo desaparecía.




Sus pasos eran silenciosos mientras su mente era un caos. Algo estaba mal con él y no sabía qué. Daiki le irritaba, le enfurecía, sobretodo cuando le desobedecía. Le hacía sentir incómodo pero aun así su mirada no podía apartarse de él.

Se detuvo frente a la habitación del sirviente y no se molestó en llamar a la puerta, entrando con imprudencia. En el momento en que su mirada se posó sobre ese cuerpo, se dio cuenta de su error. La espalda descubierta del sirviente relucía ampliamente, dejando ver esa piel que comenzó a verse perfecta y demasiado tentadora ante sus ojos. Volteó con intenciones de salir de ahí pero lo pensó mejor. No tenía por qué irse, era uno de los herederos y por tanto casi dueño de aquella mansión, incluida aquella habitación. Si salía de ahí en ese instante entonces era claro que era una disculpa por haber irrumpido de aquella manera, Daiki era su sirviente, no tenía por qué hacerlo. Podía estar en donde él quisiera y ningún sirviente le podía reclamar. Recordaba claramente que siempre fue así y ahora las cosas no iban a cambiar.

-Se golpea antes de entrar –Daiki volteó asustado, encontrándose de lleno con los penetrantes ojos de Kei, los cuales le hicieron estremecer. Pero luego notó la presencia del dueño de aquellas palabras. Yabu sonreía y le saludaba con una mano alzada, avergonzándose por su desnudez y por ello correr al armario por su ropa de trabajo y vistiéndose bajo la atenta mirada de Kei.

-Te dije que me esperaras –se quejó el heredero luego de voltear, asustado y sorprendido, ofendido a la vez por la desobediencia de su amigo.

-Y yo que no vine por ti –se excusó su amigo, soltando un leve suspiro por no haber sido escuchado. Se sentía ignorado, pero no era de extrañar, Inoo estaba bastante tenso con Daiki a su alrededor.

-Maldición –con fastidio Kei cerró la puerta, no sin antes poner el seguro desde dentro por si a alguien se le ocurría entrar. Kota medio sonrió.

No tenía motivos para echar a su amigo de ahí. O quizá los tenía pero no quería admitirlo.

Después de que Yabu accediera a esperar en la sala Kei tomó otro rumbo. Esto no se quedaría así, apresurando el paso para buscar a su hermano menor. Sus pasos se sentían profundos, pesados y ruidosos bajo aquella aterciopelada alfombra que cubría los pasillos del segundo piso. Sus facciones se iban suavizando cuando a su mente regresaban los recuerdos de su niñez, deteniendo sus pasos poco a poco hasta terminar de pie en medio del pasillo, mirando la puerta de habitación de su hermano.

Les buscaba, quería pasar tiempo con ellos aunque sus personalidades fuesen tan contrarias y muchas veces terminaban peleando. Tomó fuertemente la perilla que separaba el dormitorio de su hermano con el pasillo. Ya era una costumbre entrar sin haber tocado. El movimiento fue suave, pero audible, aun así no fue escuchado.

Ryosuke no pasaba de los 13 años cuando sus oscuros ojos se toparon con el oscuro cabello de su hermano menor mientras el ya teñido cabello del adolescente de Yuya se mezclaba con el suyo. Veía claramente como este case se devoraba los labios del menor, acorralándolo contra la cama al estar ambos sentados en la alfombra.

Quiso cerrar la puerta pero le terror a ser descubierto fue peor, por lo que se alejó un paso pero el asombro no le permitió alejarse, fijándose claramente como las manos del mayor se deslizaban suavemente contra aquella delgada cintura bajo la camisa. Lo hacía suave, con paciencia al disfrutar de ello. Ryosuke le sujetaba de los hombros, se veía acomtumbrado a ello por lo que no le alejaba, pero seguía avergonzando, dejando que sus mejillas se tornaran rosadas no tan solo por lo que hacía, sino por la respirar al no saber besar correctamente. Este día era uno de aquellos en que su hermano intentaba enseñarle a besar, excusando solo para poder tocarle.

Y aquella no fue la única vez en que les sorprendió, fueron muchas.

Cada que llegaba de clases les buscaba. Había días en que Yuya llegaba tarde, pero otros en los que ya estaba en casa antes que él y podía buscarles silenciosamente. Muchas de ellas fue descubierto por las sirvientas de la casa, las cuales solo callaron bajo la situación. Kei las había amenazado y desde ese día el pequeño pelinegro de blanca piel había comenzado a ser peligroso. Ellas lo entendían, pues sabían bien que si su padre se enteraba posiblemente les separaría y peor les desheredaría.

Habían sido su obsesión por años.

Apretó los puños. Sus hermanos eran los culpables de su atracción a los cuerpos masculinos y eso no se los perdonaría. Le molestaba, hasta asco le daba aunque le excitara. Se daba asco él mismo por tener un cuerpo tal débil al reaccionar a tales cosas.




~*~*~

Ryosuke sabía que su hermano le buscaría para recriminarle su actuar, por lo que intentaba buscar un escondite perfecto, sabiendo que Kei no se aparecería en la cocina, pues era un lugar desagradable para él, pero al entrar de tal manera escandalosa no se esperaba golpear la puerta contra la espalda de un alto y delgado sirviente.

-Lo siento –se disculpó antes de tiempo, sin saber de quién se trataba sino hasta que este se volteó un tanto sonriente por su torpeza.

-No tiene que disculparse –Claramente lo decía porque sabía que no había sido a propósito. Pero el que Ryosuke viera esa leve sonrisa en aquel rostro le palideció. Lo que menos quería era tratar con él aunque tuviera una fuerte fijación, no tanto en su rostro sino que en su cuerpo también.

-Nakajima… -susurró perplejo pues no se esperaba encontrarle ahí. Tal vez Yuya le había ordenado algo a la habitación.

Se extrañó. Ni siquiera se había molestado en ver si ya había llegado. El tiempo que pasaba con Yuri atormentando al mayor de los sirvientes le consumía bastante.

-¿Necesita algo? Amo –Yuto era extraño… era único.

-Nakajima-kun, tú eres diferente –Sus labios se movieron por sí solos, dejando salir sus pensamientos. No dejaba de mirarle a pesar de sentirse intimidado con esa mirada que se tornó seria- No eres como Yuri o Arioka –el sirviente le escuchó atentó- Tú guardas silencio ante una orden y solo hablas cuando es necesario –su propia voz se suavizó- Te ves… maduro –no entendía como alguien menor que él podía ser de aquella manera.

Silencioso, observador y por demás respetuoso. Si su padre lo hubiese nombrado como su mayordomo de seguro se sentiría intimidado todo el tiempo a su lado, y sería muy vergonzoso que lo vistiera, que viera su cuerpo…

Se sonrojó violentamente después de pensarlo. Ya lo había visto así una vez y justo con su hermano. Cubrió su boca sin saber qué más decir.

-Amo Inoo, gracias por sus palabras, me hacen feliz –A pesar de lo joven que era, incluso menor que él, Yuto no salía de la posición en que estaba, incluso aquella mano en el pecho y esa leve inclinación le hicieron dudar si en verdad Yuto era menor que él.

-No tienes que agradecer, no lo dije con esa intención –se puso nervioso, inclusos sintió sus manos temblar, por lo que las puso tras su espalda, tironeando levemente de su propia ropa.

-Pero el recibir tales palabras de uno de los amos es agradable –Yuto sonrió y Ryosuke apartó la mirada, agachando un poco la cabeza.

¿Desde cuándo había comenzado a comportarse así?

4 comentarios:

Sakura De Ryosuke dijo...

kya!!!!!! *rueda por el piso de emocion* asddadadddaadaa se que Inoo tiene celos *~* y cada vez son mayores >o<
soy feliz que
hayas publicado un capi de este hermoso fic
;3; en verdad lo esperaba cob ansias ^~~^
arigatou!!!! Omg ya quiero
saber que va a
suceder >*< porfavor
me quede picadisimas con el
yamajima -3- yo se que Ryosuke empieza a sentir
cositas por Yutin >0< Wuaa
q emocionante ya quiero ver leemon entre esos dos
jojojojojo (maldita censura) lol
espero lo continues pronto yo
lo esperare con ansias ^~~^


Gambatte¡¡¡¡¡ :3

Natarashi dijo...

Kei envidia a sus hermanos u.u
y ahora resulta que su mente es cochinota por culpa de ellos jaja que lindo pero que no se haga si bien que le gusta ver a Daiki en traje de sirvienta ♥
Ryosuke no seda cuenta que siente algo por Yuto y ese Yuya se siente atraído por Chii
amo los celos de Kei ahhh conti esto se pone muy bueno

AmiS dijo...

omgsun!!! mas!

Paoo Inoue dijo...

Mmm fijación por Yuto? Quién no?! Es el epítome de la belleza japonesa masculina gay (?)
Por Dios Deni, haces que me sonroje totalmente de solo imaginar sus gestos y expresiones, cómo haces eso?!

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