Ya había perdido la cuenta de todos los intentos que hizo para hablar con Ryutaro. Por más que le siguiera y por más que le llamara, éste ni siquiera se tomaba la molestia de voltear a mirarle. Ningún gesto, ninguna palabra. Nada. No obtenía ninguna respuesta de su parte.

El asunto de Inoo Yuri no avanzó. El chico no se le acercó ni mucho menos le habló, solo tuvo la oportunidad de cruzar miradas con él en dos ocasiones, en las cuales le observó con evidente molestia. En otra solo le observó desde lejos mientras seguía a Ryutaro, con quién sí mantenía una conversación. Fue entonces cuando pensó en mirarle bien, notando que el chico le seguía a donde fuera, y seguramente cada que no se encontraba alrededor de Ryutaro era porque tenía otras cosas que hacer.

Un día le descubrió escondido tras los arbustos, mirando a Ryutaro de una manera extraña, tanto que le dio escalofríos. Veía claramente cómo paseaba su lengua alrededor de sus labios al imaginar lo que sería probar la boca achocolatada de Ryutaro, cuando el dulce trozo permanecía mucho rato siendo sostenido por sus labios antes de comerlo, dejándolos manchados.



Era escalofriante verle en aquella posición, pues creyó que el único par de homosexuales de aquella escuela, eran Daiki y Kei.

Fue en ese entonces y después de tantos días, que recordó las palabras del menor.

Es amigo del idiota de tu hermano.

No es como si tuviera una extensa lista de amigos, pero sí de conocidos y tal vez Ryutaro le hubiese visto hablar con el hermano de aquel enano. Pero no, aquello era imposible, Ryutaro no podía estarle mirando, si a penas conseguía que sus ojos se posaran en él cuando le llamaba.

-¿Kota? – El nombrado volteó, encontrándose de lleno con esos castaños ojos lujuriosos - En verdad tomas tu trabajo en serio – Kei sonreía agradecido porque vigilaba a Ryutaro.

- No digas tonterías, es sólo que… - No podía decirlo. Sería extraño decir que no le seguía por querer vigilarlo, sino por la gran curiosidad que le causaba, más cuando Ryutaro hacía lo posible por evitarle.

- Pero parece que no era necesario pedirte el favor – Kota volteó a mirar en dirección a Ryutaro. Yuri estaba a su lado.

- Bien, acompáñame – Le tomó firme del brazo y luego de muchas quejas, ambos se plantaron frente a los otros dos. Uno se veía indiferente y el otro molesto.

- Hola, Ryutaro. ¿Recuerdas a Inoo? – El chico suspiró.

- Claro –Respondió desganado– El idiota amigo de mi hermano – No lo dijo con mala intención, sólo era la única palabra que podía definir al pelinegro después de su primer encuentro.

Yuri rió bajo, ganándose una autoritaria y penetrante mirada de parte del ofendido.

- Lo siento, pero sus palabras son muy sinceras – Kota no comprendía cómo alguien tan pequeño podía insultar a un estudiante superior.

- Mocoso, deberías agradecer que por tus venas corre mi sangre o no tendría paciencia contigo – Yabu podía ser lento, pues nunca imaginó que el idiota que Ryutaro nombró hacía unos días, era el mismo que tenía a su lado. Intentó fingir que lo sabía, pero la mirada de Yuri sobre él le hacía notar que era un fracaso al intentar ocultar su sorpresa.

- Por cierto – La voz de Ryutaro suavizó el ambiente, pero al continuar logró tensar la situación - ¿Cómo van las clases de inglés? No me has hablado de ello – Dijo mirando a Yuri, quien boquiabierto desvió la mirada hacia el alto castaño, el mismo que sonrió.

- Van bien – Su problema no era mentir, su problema era que Yabu podía decir la verdad.

- No tan bien – Dijo el más alto con una victoriosa sonrisa - Es lento para aprender, incluso confunde cosas, una y otra vez.

Ryutaro solo formó una “o” con los labios, mientras el ceño de Yuri se fruncía de tal manera que dejaba en claro su futura venganza. No podía dejarle como un tonto frente al fanático del chocolate.

- ¿Lento para aprender? – Kei no sabía si hablaban de la misma persona.- Pero si a Yuri le va excelente en inglés.

Gran error. No era Yabu quien podía delatarle, sino su propio hermano, la estupidez hecha hombre.

- Pero qué dices – Dijo nervioso y con voz temblorosa. Kota no supo si ayudarle o no, pues la tensión en los hombros de Yuri se hacía más pesada cuando Ryutaro le miraba - Me va pésimo en inglés.

Por alguna extraña razón Kota pensó en ayudarle, pero el repentino sonido de la campana salvó el momento, o más bien salvó el pellejo del menor de los Inoo, el cual se disculpó diciendo que debía regresar rápido, pues el profesor de su siguiente clase era un ogro y no podía llegar tarde.

Ryutaro se movió con sutileza al momento de levantarse del suelo y limpió el inexistente polvo de su pantalón. Kei corrió, pues había dejado a Daiki a solas y estaba seguro de que le reprocharía aquello, pero ya iba pensando en una excusa que dar.

-¿No piensas irte? – Ryutaro levantó la mirada hasta encontrarse con los ojos expectantes del castaño.

- Sí, es sólo que… – No supo que decir. Ahora que estaba frente a él no quería alejarse. No quería regresar a su salón y pensar nuevamente en cómo lograr que Ryutaro le hablara, pues todo intento sería en vano - ¿Quieres… - Por primera vez el menor le miraba curioso. - …Saber lo que tu hermano y Kei hacen? – Aquella pregunta le extrañó. Realmente no estaba interesado en los que su hermano hiciera con sus amigos, pero Kota no sabía qué hacer para retener al menor. Y antes de que respondiera ya le estaba halando de la muñeca. Ryutaro se quejó, pero las únicas palabras que recibió a cambio fueron - Será interesante, créeme.

Sólo le quedaba disculparse mentalmente con Kei. Si Ryutaro llegaba a encontrarles en un momento inadecuado, huiría y haría como si él no hubiese estado involucrado.

Le llevó a escondidas por los amplios pasillos. Sabía que los rectores no les permitirían faltar a sus clases, aunque unas cuantas palabras de su parte tal vez harían que les dejaran tranquilos. Ryutaro no protestó, solo se dedicó a mirar el camino de vez en cuando, pero le prestaba más atención a aquella mano que sostenía su muñeca. Era extraño, a él no le gustaba el contacto físico y no hacía nada por soltarse.

Llegaron al gimnasio; Kota colocó un dedo sobre sus propios labios, pidiéndole silencio y junto a ello, que quitasen sus zapatos para caminar descalzos sobre la limpia madera de la cancha de básquetbol. Cruzaron por el lugar hasta alcanzar la bodega que curiosamente mantenía su puerta semi abierta. Entonces y con cada paso que avanzaban, el cuerpo de Ryutaro fue bajando de temperatura. Escuchaba claramente cada gemido y cada protesta de una voz agitada, una bastante familiar.

- Kei, no seas malo – Apretó sus manos formando puños y su pecho se contrajo, sentía cómo su propio corazón se aceleraba ante un ambiente tan sofocante.

Kota sólo miraba por el rabillo de la puerta abierta, mientras Ryutaro intentaba no hacerlo para no atormentarse más. Escuchó nuevamente un fuerte gemido, lo suficiente como para que se soltara bruscamente del agarre en su muñeca y regresara a la entrada.

Kota le miró extrañado, sabía que estaba furioso, lo raro era que no había hecho nada para separarles. Intentó darle alcance, pero sus zapatos parecían no querer ayudarle. Ryutaro se alejaba cada vez más rápido por el patio.

Más que molesto estaba avergonzado. Cubría su boca con un puño mientras hacía lo posible por no voltear y correr a separarles, conteniendo esas ganas de golpear al pelinegro.

- Ryutaro, espera – Dijo su nombre al estar lejos del gimnasio.

No tenía un hermano, pero imaginaba lo que Ryutaro podía estar sintiendo en ese instante. El saber que tu hermano mayor no es más que un homosexual, incapaz de controlarse incluso en la escuela, debía ser muy perturbador. Pero cuando le dio alcancé y tomó nuevamente su muñeca para hacerle girar y calmarle, no se encontró con lo que esperaba; creía que se encontraría con una expresión furiosa y que posiblemente lanzaría muchas maldiciones al cielo, pero para su sorpresa lo que le esperaba eran unas mejillas sonrojadas que hacían relucir ese aniñado rostro. Ojos avergonzados y unos dientes que atrapaban su labio inferior, ese que comenzaba a cambiar de color a causa de la presión.

No entendía cómo aquel mocoso arisco podía lucir tan endemoniadamente hermoso.

-¿Qué quieres? –Le reprochó.- No era necesario que hicieras tal estupidez, estaba mejor sin saberlo.

Pero Kota no era consciente de sus palabras. Estaba hipnotizado por aquella avergonzada expresión. Por primera vez le resultaba mucho más lindo ver a Ryutaro avergonzado que ver a una mujer.

- ¿No piensas soltarme? Quiero irme – El menor hizo el vano intento de liberarse.

Para cuando se dio cuenta, Kota ya había tomado su mentón hasta alzar su rostro y posó sus labios sobre los ajenos, probando aquel cálido contacto, usando la punta de su lengua para verificar el dulce sabor a chocolate, pero error. Los labios de Ryutaro no eran dulces, eran amargos.

- ¡¿Qué haces?! – El chico le había empujado.

El mayor estaba sorprendido por el amargo sabor de esos labios, pero se encontró con esas mejillas sonrojadas nuevamente.

No le permitió alejarse otra vez. Le abrazó de una manera tan posesiva que le impedía moverse.  Atrapaba los brazos del menor entre sus cuerpos. Una de sus propias manos le sostenía de la nuca, la otra se encontraba en su cintura, de esa manera no tenía escapatoria.

No le importaba el amargo sabor, ni que el chico le mordiera la lengua cuando logró introducirla a su boca. No importaba porque sentía cada estremecimiento de su cuerpo al estar tan unidos. Gozando del grato calor de esa boca y esos bajos quejidos.

Ryutaro no quería ceder, pero la falta de aire en aquel inexperto beso de su parte, le hacía darse por vencido. Dejó de ejercer tanta fuerza para que el mayor suavizara el agarre. Movió los labios con miedo, notando que al otro le agradaba, pues sintió esas manos que acariciaban su cuerpo, tocando los lugares que había agarrado para que no lograra alejarse. Recibía suaves caricias en su nuca y cintura.

Kota le hizo retroceder con sus pasos, hasta que el menor sintió la fría pared contra su espalda.

Sólo llevaba puesta una camisa, pues el calor de la estación no le permitía llevar un saco encima, mucho menos un suéter. La delgada tela de esa camisa le permitía sentir la frialdad de la pared y, por consecuencia, se apegaba más al cuerpo del mayor, buscando su calor.

Para cuando se separaron ninguno sabía qué decir. Unas simples palabras de disculpas no servirían y en ese momento Ryutaro no tenía cabeza para formular queja alguna, pues le había correspondido y era peor para él, porque su inexperiencia en el asunto le había llevado a que sus dientes chocaran con los ajenos.

Aunque el beso del menor hubiese sido torpe, no dejaba de ser agradable. Su cuerpo había reaccionado sorpresivamente; Intentó no apegar sus caderas, para no dejarle  sentir su notoria erección.

- ¿Quieres saber qué se siente? – Ryutaro le miró expectante, pues no lograba entender claramente a lo que se refería. Su cabeza daba vueltas. Kota lo había notado.- Qué se siente hacer lo que ellos hacen… - Los labios del menor se fruncieron formando una mueca y Kota llevó sus dedos hasta ellos para separarlos.

Ryutaro no comprendía cómo podía dejarle hacer lo que se le antojara, pero tenía una clara respuesta en la cabeza: Él quería saberlo. Asintió suavemente pues no podía admitirlo con palabras.

Su respuesta causó una sonrisa en el otro; Y como si las clases realmente no importaran, Yabu llevó al menor a los pasillos más apartados, esos en los que se encontraban los laboratorios, para esconderse del mundo y besarse por el resto de la hora de clases.

Pero cuando el día terminó las cosas habían cambiado. Ryutaro no volvió a cruzarse frente él y el mayor ni siquiera le vio en los siguientes tres días; añoraba besar sus labios y sentirle cerca.

Daiki había dicho que el menor había enfermado y no pudo explicarlo claramente, pues no sabía de qué estaba enfermo, sólo se había encerrado en su habitación y lo único que dijo fue que estaba enfermo. No se dejó revisar por el doctor de la familia, ni mucho menos habló con su hermano y éste estaba preocupado, pero su puerta se mantenía con llave; ni siquiera sus padres quisieron intervenir pues sabían que Ryutaro era un chico maduro y si se sentía mal, era cierto. Aunque no dejaron de extrañarse por el hecho de que rechazara la visita de su médico, pero estaban aliviados ya que al menos las bandejas de comida que salían de su habitación, estaban vacías.

Al tercer día fue su madre quién salió de la habitación de Ryutaro, enseñando una radiante sonrisa mientras Daiki, quien envidiaba el no tener aquel privilegio, decidió seguirla. Quería saber lo que sucedía. Aún así ésta no dijo nada, sólo se dedicó a sonreír y en otras ocasiones a tararear alguna empalagosa canción.

Ryutaro sólo había encontrado apoyo en su madre, le había explicado lo apretado que percibía su pecho, le dijo que a veces se sofocaba al recordar a una persona y lo avergonzado que se sentía al imaginar que su mirada se cruzaba con la de ese alguien. Pero las palabras de su madre habían aliviado su malestar: No tienes que preocuparte, es normal. Tal vez sea debido a una persona – Esas dos palabras aceleraron el pulso de su hijo-, quizá comienza a ser importante para ti, como una gran amiga, que no quieres compartir con nadie. – Acarició los lisos cabellos que caían por su frente - No tengas miedo. Es un proceso por el cual todos pasan.

Esas palabras bastaron para que Ryutaro regresara a la escuela. Pero cuando veía al castaño sentía que su pecho se apretaba y aquello le llevaba a creer que los efectos de esa extraña enfermedad aún no se disipaban. Pensaba que tal vez debería volver a casa, pero las palabras de su madre le recordaban que aquello pasaría pronto, era cuestión de minutos o tal vez horas. Quizá si miraba al castaño por un tiempo prolongado, lograría que su corazón volviera a la normalidad, pero ese fue un grave error.


En cuanto Kota entró a los baños y notó su presencia se acercó aprovechando la ausencia de otros estudiantes. Ryutaro hizo lo posible por mantener un semblante neutro, queriendo volver a su arisca personalidad y lo logró de cierta manera cuando el mayor le jaló un tanto brusco, hasta que ambos estuvieron dentro de uno de los cubículos del lugar.

- Dijiste que querías saber qué se siente… - Ryutaro le miraba fijamente, carente de expresión alguna - Ven conmigo – El mayor le tomó de la cintura, utilizando una sola mano, apegándolo a su cuerpo, haciéndole sentir aquellos fuertes hormigueos en el estómago.- En mi casa, después de clases – Los labios de ambos permanecieron entreabiertos, mirándose demasiado cerca, incluso sus respiraciones chocaban contra sus bocas.

Yabu se veía más osado, queriendo seducirle como aquel día, luego de descubrir la verdad acerca de su hermano.

-Pero no dije… que lo quisiera ahora… - Ryutaro bajó la mirada, fijándola en los labios del otro por unos segundos, soltando un suspiro pesado al sentir una caricia en su espalda baja.

- ¿Entonces no quieres? – El mayor a penas besó sus labios y Ryutaro no pudo resistirse, así que terminó acortando por completo la distancia entre ambos al comenzar a besarlo. En ese momento Kota creyó conocer su verdadera personalidad. Lo sentía tan entregado a sus besos.

Ryutaro sólo intentaba convencerse de las palabras de su madre.

Se besaban tan profundamente que incluso escuchaba esos suaves suspiros que ya pronto dejarían de molestarle.

-¿Vendrás? – Preguntó entre besos y el menor no hizo más que asentir, tomándole del rostro para que no pudiera volver a alejarse de sus labios.

Kota quería hacerlo, se estaba desesperando y el tener al chico acorralado contra la pared del último cubículo no ayudaba mucho, menos cuando Ryutaro movió la cadera de esa manera, logrando hacerle sonreír - Si tu hermano viera esto… – Y esas fueron las palabras claves para que fuera empujado.

- Saldré primero – Dijo sin más, sin volver a mirarle de esa forma tan entregada, como hacía un par de minutos.

- Espera – Le tomó de la muñeca, queriendo besarlo otra vez, pero el chico volvió alejarse.

- Después de clases – Susurró y salió sin siquiera despedirse con un beso o una mirada agradable.

- Rayos… - Yabu soltó un suspiro largo y pesado. Ese chico no dejaba de sorprenderlo.

Las clases continuaron, no volvieron a verse en lo que restó de aquella jornada escolar. Ningún mensaje de texto, ningún vistazo por el patio de la escuela, ni siquiera fue por Daiki después de clase o lo esperó donde siempre lo hacía. Incluso Daiki se olvidó de su hermano al irse con el idiota de su novio.

Kota caminó aun pensando en si Ryutaro lo haría, en si cumpliría con lo que habían acordado. Era precipitado, y sólo a causa de un capricho pero toda duda desapareció al verlo de pie, apoyando la espalda en un pilar mientras sostenía su maletín en una mano y en la otra cargaba un libro que leía y parecía mantenerle interesado. Si esa mirada se posara siempre en su persona, entonces dejaría de envidiar cada libro que Ryutaro leía.

- Tardaste – Dijo el menor, sin siquiera mirarle cuando ya estuvo lo suficientemente cerca.

- ¿Ansioso? – Quiso bromear, pero a cambio recibió una mirada seria.

- Buscaré a alguien más – Y eso bastó para que Yabu le tomase de la muñeca, deteniéndolo.  Se arrepintió al instante de su pequeña broma, porque pudo notar esa mirada desinteresada y seria, la misma que le causó un revuelco en el estómago y le hizo pensar que el chico realmente acudiría a alguien más.

«Posiblemente a Yuri».

- No tienes que hacerlo – Yabu jaló de la muñeca de Ryutaro y éste no opuso resistencia alguna. Ambos se acercaron a la limusina del mayor.

Entraron y disfrutaron de un recorrido realmente silencioso y algo incómodo. Ryutaro mantenía la mirada fija en aquel libro, expresando seriedad, pero nada de lo que demostraba era cierto. Sentía ese dolor en el estómago a causa de su nerviosismo, su corazón palpitaba a un ritmo diferente y rápido, mucho peor al que solía sentir cuando Yabu le besaba a escondidas y era sobrecogido por la adrenalina que le causaba el pensar en ser encontrados por cualquier estudiante de la escuela.

Cuando llegaron a la casa del mayor, éste no perdió el tiempo. Saludaron a los sirvientes a medida que se adentraron en la casa, pero Ryutaro se detuvo frente a la puerta de la habitación de Yabu, sintiéndose mucho más nervioso que antes.

- ¿No me ofrecerás nada para beber? – Si tan sólo Yabu no hubiese comenzado a descifrar la personalidad de su acompañante, se hubiese disculpado y llamaría a alguna sirvienta para que les llevase algo de beber y/o comer.

 Pero no dijo nada, sólo le miró y sonrió, sorprendiendo al menor. Le tomó de la muñeca y juntos entraron a la habitación. Ryutaro escuchó el sonido del seguro de la puerta a sus espaldas.

El menor se negaba a decir algo, aunque tampoco tenía mucho que decir.

- Seré gentil – Esas palabras le hicieron sonrojar, Yabu pudo contemplar por segunda vez aquel tono rojizo en las mejillas del chico. Sonrió al saber que era quien que le hacía reaccionar así, Yabu realmente se sentía feliz al verle de esa manera. Dejó besos sobre sus mejillas, buscando sus labios a través de un lento camino, mientras utilizaba las manos para aflojar y quitarle la corbata al chico que evitaba mirarlo al permanecer inmóvil. Bajó las manos hasta el borde de aquel pantalón y tironeó la camisa de Ryutaro hacia arriba - Mírame – Pidió, pero Ryutaro se negó, frunciendo levemente el entrecejo, estaba nervioso. El mayor no insistió, a cambio dejó otro beso en su mejilla y se dedicó a contemplar lo que sus manos hacían, esas manos que desabotonaban la camisa del menor; por primera vez logró ver la piel bajo aquella prenda. Moría de ansias por tocarlo, pero sabía que si hacía algo de manera apresurada, Ryutaro se alejaría - ¿No me dirás nada? – Logró que le mirara, pero tan sólo de reojo.

- ¿Es necesario que diga algo? – Aquello le hizo sonreír.

Con una mano le acarició la mejilla, acercándose a sus labios, besándolo al fin, siendo correspondido de una manera lenta e insegura.

Posó una mano en la cintura del menor y poco a poco comenzó a tocar su piel desnuda, sin dejar de besarle, subiendo hasta su espalda con esas caricias. Lo acercó y apegó a su cuerpo, apretando sus labios. Fue en ese momento en que comenzó a ser bien correspondido. Le quitó la camisa poco a poco, hasta dejarla caer, entonces le tomó de la cintura con ambas manos. Lo hizo retroceder hasta el borde de la cama, aun así no lo depositó en ella, no sin antes desabrocharle el pantalón.

Ryutaro no lo tocaba, estaba demasiado nervioso como para saber qué hacer o siquiera intentar hacer algo, sólo correspondía cada beso. Cuando Kota se separó de él y bajó la mirada hasta su pantalón, se avergonzó por estar sin la camisa. Nunca se había avergonzado por algo como eso, pero ésta era una ocasión en la cual se desconocía a sí mismo. Nunca imaginó que podría llegar sentir todas esas emociones, ya que había pensado con precisión en todo lo que de seguro harían.

Sintió que su pantalón se aflojaba y percibió las manos del mayor acariciando su cadera, también sus muslos mientras le bajaba el pantalón.

-Voltéate – Susurró el mayor.

-¿Ah? – Preguntó sintiéndose aturdido, mirándolo sin saber qué haría, ya que aquello no estaba en sus planes.

- No haré nada que no te guste – Aquellas palabras bastaron para que volteara y dejara de mirarle a la cara - No te vayas a reprimir… – Hablaba con un tono suave, mirando el cuerpo desnudo de Ryutaro, acercándose más, explorando esa figura con sus manos.

En el momento en que Ryutaro tenía pensado quejarse por esas palabras, el mayor sonrió, había previsto aquello así que le empujó a la cama, haciéndole caer boca abajo.

- ¿Qué rayos…? – Apoyó una rodilla en la cama para poder incorporare, sin lograrlo del todo cuando quiso voltear, ya que las manos del mayor le habían tomado firmemente de los glúteos.

-Esta es la mejor vista – Dijo buscando avergonzarlo, y así sucedió. Ryutaro intentó voltearse, como también alejarse, pero el agarre era más fuerte. Sintió cómo sus glúteos eran separados, haciéndole abrir enormemente los ojos por la vergüenza - Ahora… - Susurró cerca de su piel, tanto que Ryutaro se sorprendió mucho más por sentir la respiración del mayor en esa parte de su cuerpo -  …quiero escucharte - Y antes de entender a qué se refería, la húmeda y caliente lengua de Kota se paseó por esa entrada tan estrecha, haciéndole soltar un gemido repleto de sorpresa y excitación.

- Espera… detente… - Pero luego siguieron más lamidas, sacándole suspiros reprimidos. La sensación que le inundaba cada vez que sentía esa lengua era indescriptible; incluso su entrada se contraía, pero aquello duró poco, porque los dos pulgares del mayor estiraron su piel y otra lamida fue dada, impidiéndole reprimir aquel gemido, mucho menos el siguiente después de la succión que sintió - basta… - Dijo en un jadeo. Kota no creía en sus palabras, por lo que continuó con unas diez más, seguido de lamidas y movimientos circulares alrededor de su entrada, como esas leves penetraciones con la lengua que le hacían moverse hacia atrás inconscientemente.

Kota sentía cómo su propio cuerpo reaccionaba ante esos sonidos, ante los gemidos del menor y aún más el verlo desnudo. El calor comenzaba a invadirlo. Soltó uno de sus glúteos y comenzó a despojarse de su propia ropa, ansioso. Le era un tanto difícil deshacerse de su camisa.

- Maldición… - Maldijo y Ryutaro se echó un poco hacia adelante, con los ojos cerrados,  apegando la frente a la cama mientras sus piernas se movían y él se recostaba poco a poco - No te acuestes – Pero al parecer no fue escuchado. Dejó de lamer esa entrada y se quitó rápidamente la ropa - Ryutaro… - Se subió a la cama y dejó que su propio miembro, bastante excitado, rozara los glúteos del chico.

- Ya basta… - Sus palabras fueron dichas entre jadeos. Se sorprendió cuando sintió el cuerpo del mayor sobre el suyo e intentó levantarse para quitárselo de encima, pero eso no fue posible. Cuando Kota lo notó, sujetó un costado de su cadera, mientras que con la otra mano se apoyaba en  la cama, manteniendo el rostro tan cerca del suyo como le fuese posible; Posó los labios sobre la mejilla de Ryutaro cuando éste ladeó el rostro.

- No te escaparas ahora… no ahora…. – Volvió a rozar su miembro entre los glúteos del otro, mientras dejaba besos en su mejilla, pasando por debajo de su lóbulo para succionarlo. Ryutaro frunció el entrecejo, sintiéndose a la vez sucio por excitarse.

Levantó la cadera de manera inconsciente cuando la mano del mayor pasó de su cadera a su miembro, apegándose mucho más a ese cuerpo, sintiendo los incontables roces entre sus pieles cuando los masajes comenzaron. Ryutaro suspiraba y jadeaba contra la cama.

Kota no se perdía ningún detalle de esos movimientos, observaba su cabeza y cómo el cabello en su nuca se iba mojando, notaba que también la espalda de Ryutaro iba tomando un tono perlado. Sus puños apretaban la manta de la cama, ese miembro se sentía caliente entre sus dedos, el mismo que iba tomando forma ante las caricias.

Se acomodó para poder observar de mejor manera los glúteos de Ryutaro, poniendo su propio miembro sobre y entre ellos, dejándose acariciar por lo movimiento de la cadera del otro, que a sabiendas lo hacía inconsciente, le encantaba cómo se movía. Escuchó un gemido de su parte y supuso que pronto se correría, así que soltó su pene para agarrarlo firmemente de ambos glúteos, apretándolos y separándolos. Se sentía demasiado ansioso, no quería terminar con todo eso tan pronto, no quería dejar de observar sus reacciones, porque el menor reaccionaba de tantas maneras distintas. Adoraba escuchar sus gemidos y sus palabras, esas que siempre eran contrarias a lo que realmente quería.

Inesperadamente para el menor, Kota se había alejado de su cuerpo, quitándosele de encima y dejando de apretar sus glúteos. Con miedo a que se arrepintiera de lo que hacían, volteó enseñándole una expresión molesta, iba a quejarse aunque eso delatara lo ansioso que le había dejado. Terminó de voltear, quedando boca arriba, y le vio buscando algo en su bolso. ¿Qué rayos hacía? Su boca se abrió para preguntar, pero no hizo falta que las palabras salieran cuando vio en su mano un pequeño frasco, que en segundos estuvo más cerca. Así pudo leer lo que decía en la etiqueta. Se sonrojó al instante, cerrando las piernas cuando Kota quiso estar nuevamente entre ellas.

- No las cierres, es lo mejor que puedo hacer por ti si no quieres estar quejándote luego – Dijo sonriente al ver ese sonrojo en sus mejillas. Pero no lo había convencido, por lo que lentamente se fue acomodando sobre él, aunque no entre sus piernas. Dejó sus rostros los suficientemente cerca para sentir ese aliento que chocaba contra el suyo- ¿Ya no quieres seguir? – Intentó captar su mirada cuando el menor la desvió.

- ¿Qué piensas hacer con eso? – Frunció los labios y suavizó su entrecejo cuando Kota tomó su miembro, otorgándole suaves caricias que le hicieron estremecer, logrando que separara un poco las piernas.

 -Ponerlo “ahí”, claro está – Aprovechó el momento al tomarle una pierna para separarla de la otra, luchando con el chico hasta que estuvo entre ellas, el menor quiso juntarlas otra vez, aquello dejó a Yabu atrapado en ellas; el mayor se quejó un poco por el dolor que estas le causaron - Créeme que así dolerá menos – Ryutaro luchó para no mirarle, intentaba voltear, pero Kota no le dejó. Tomó una de esas piernas para dejarla sobre su propio hombro, viendo a la perfección la entrada del chico. Entonces sonrió.

El menor se sentía tan avergonzado que tomó una almohada de la cama, abrazándose a ella para cubrirse el rostro. Miraba la tela de esta cuando escuchó como Kota quitaba la tapa del aceite lubricante; Apretó las manos cuando sintió el frío líquido correr por su entrada y bajar por su glúteo. Entonces sintió los dedos del mayor, esparciendo el líquido, sobando su entrada una y otra vez. Ryutaro se contrajo y cerró los ojos al percibir cómo un dedo se adentraba en él, lenta y fácilmente, saliendo de la misma manera, aquello había sido un tanto incómodo.

Kota mantenía la mirada fija en su dedo, ese que se perdía dentro del menor; Agregó otro, escuchando su jadeo, levantando la mirada y sonriendo al notar la almohada que le cubría el rostro. Movió los dedos y luego los quitó para acariciar su propio miembro, poniendo también aceite en este.

- Ya… ¿Ya terminaste? – Preguntó apenado, quitando un poco la almohada de su rostro, topándose con los ojos castaños del mayor. Kota se deshizo rápido de ese objeto, lanzándole lejos, repitiendo aquella acción con el resto de las almohadas para que no volviese a esconderse. Le bajó la pierna y apoyó ambas manos a sus costados, quedando sobre él sin dejar de mirarle.

- Sí, ya terminé – Acarició sus muslos y antes de que el menor protestara atrapó sus labios y le besó ansioso, obligándole a corresponder cuando introdujo la lengua en su boca a pesar de sentir las manos del chico en sus hombros, empujándole para alejarle. Tomó una de sus manos y la aprisionó contra la cama, sujetándole de la muñeca mientras con su otra mano le tomaba de la cadera, por entre las piernas para levantarle un poco y acercarse más a él. Sus miembros se rozaron y Ryutaro no pudo reprimir el gemido al estar en aquel estado de excitación, quejándose en la boca del mayor, quien le besó más ansioso cuando tomó sus miembros con una mano y los acarició juntos, manchando la erección de Ryutaro con el aceite lubricante que cubría a su propio pene, facilitando el deslizar de su mano entre ambos.
Ryutaro no dejaba de gemir, sintiendo nuevamente cómo el calor se apoderaba de su cuerpo, dejando de empujarlo, ahora apretaba su hombro.  Kota ya le veía relajado, levantó la cadera del menor para acomodar su miembro de forma recta y hacer presión en la entrada de Ryutaro. Apretaba los labios al besarle cuando sentía la estreches del otro, aquella que rodeaba la punta de su miembro.

Ryutaro no pudo continuar con el beso y su boca se mantuvo abierta, respirando entrecortado y con los ojos fuertemente cerrados. Soltó un quejido cuando la punta entró, empuñando una mano mientras enterraba las uñas de la otra en el hombro del mayor. Los dedos de sus pies también estaban tensos. Dolía, pero no quería decirlo. Maldito el momento en que quiso saber qué tanto le gustaba a Daiki hacer aquello a escondidas con su novio. Maldito el día en que conoció a Yabu Kota y se acercó a él. Maldito el miembro de Kota que no dejaba de causarle dolor mientras entraba. Y maldita toda esa excitación que aun sentía porque su miembro volvía a ser acariciado.

Yabu dejó de moverse, dejó de entrar y comenzó a salir, igual de lento sin dejar de mirarlo, notando el dolor en sus facciones; entonces comenzó con un vaivén corto para acostumbrarlo. Creyó que Ryutaro protestaría, que le diría que saliera y tal vez lo golpearía, pero el chico seguía sin decir nada,  lo único que salía de su boca eran jadeos. Entonces comenzó a dejar cortos besos en su rostro, en cada labio, en sus comisuras e incluso en su frente, quedándose ahí cuando gimió excitado por lo que Ryutaro había hecho; le había abrazado con las piernas atrayéndole hacia él, y aunque su miembro no había entrado mucho, sí había entrado una parte que antes no tocó su interior y lo había hecho de una manera tan brusca que le gustó. Comenzó a salir tan sólo un poco, para adentrarse en él cada vez más.

Sus espaldas bajas estaban más húmedas que cualquier parte de sus cuerpos, aunque Ryutaro sintiera su sien bastante mojada. Se percibía tan caliente que incluso le incomodaba la sensación de la manta de la cama contra su piel.

Kota se irguió, alejándose de sus manos para poder tomarle de las piernas y entonces comenzó algo que no dejó callado a Ryutaro. El movimiento tomó un ritmo más rápido y ahora le sentía entrar y salir por completo, de tal manera que el menor creía que su interior podía llegar a ser desgarrado, pero maldita sea, su cuerpo no dejaba de estar excitado ni de desear más de aquello. Así que seguía moviéndose junto a él, a pesar de quedar sin aliento cuando el dolor era muy punzante.

Bajó una mano hasta su propio miembro, pasando de el para bajar un poco más y rozar con los dedos el tronco del pene de Kota, tocándolo cuando salía y entraba, sintiendo como éste se excitaba aún más, lo notaba en su mirada. El mayor observó su propio miembro, extasiado al ver cómo se deslizaba en ese cuerpo, viendo cómo esa entrada le iba apretando con la piel enrojecida por la presión.

Su respiración era pesada, dejaba escapar uno que otro jadeo. Entonces levantó la mirada, topándose con la de Ryutaro, manteniendo ese contacto como si estuviesen hipnotizados. Pasaron la lengua por sus labios y en ese momento quisieron besarse. Sentían sus gargantas secas, sus cuerpos temblorosos, la visión de ambos era borrosa. En la cabeza de Ryutaro retumbaba un ensordecedor sonido; sus ojos derramaban lágrimas que no eran causadas por el dolor. Su propia mente excitada le hacía reaccionar así y él no se daba cuenta, sólo podía sentir el movimiento en su interior y su pecho apretado por la falta de aire.

Kota volvía a bajar la mirada, percibía el calor en el interior de aquel chico, ese que lo envolvía y sofocaba de una manera enloquecedora. Se sintió demasiado afortunado por ser el primero en entrar a ese cuerpo tan adolescente. Porque era el primero, ¿verdad?

- Hey… - Suspiró, tomando aquel brazo que amenazaba con cubrir esos ojos que le atraían tanto - Responde… - Ryutaro le miró, sin entender a de qué hablaba, sin poder pensar mucho con todo lo que el miembro del mayor le hacía sentir -. Soy el primero, ¿verdad? – El chico frunció el entrecejo. No quería pensar - Responde – A su pesar, quitó la mano que estaba entre sus cuerpos, ya no sentía esos dedos que le daban el doble de placer al acariciar los costados de su miembro. Se movió para atrapar el cuerpo de Ryutaro con el propio, manteniendo esas piernas separadas, apoyando sus glúteos sobre los muslos del mayor, y con las muñecas atrapadas contra la cama, por aquellas manos que no parecían querer soltarle. Entonces aminoró el movimiento, haciéndolo tan pausado, logrando que Ryutaro  se quejara y observara lo que sucedía. El menor comenzó a moverse más fuerte por su cuenta, pero no era lo mismo.

- No… No te detengas… - Suplicó, aunque no quería sonar de esa manera. No podía pensar con claridad ni mucho menos estar plenamente consciente de lo hacía y decía.

Sus palabras hicieron sonreír al mayor, pero no le obedecería, después de todo aquello había sido excitante.

- Primero responde. ¿Soy el primero? – No podía deshacerse de aquel estúpido deseo, quería sentirse como si fuera su dueño. Aunque sabía que Ryutaro se molestaría.

- No seas estúpido… - Respondió.

El entrecejo del mayor se frunció. No era ninguna de las respuestas que esperaba. Movió la cadera de una manera realmente brusca, quería escucharlo gritar. Ryutaro cerró sus ojos, frunciendo el entrecejo a causa del dolor, pero no se quejaba, porque aquello le resultaba igual de excitante; Deseaba más pero Kota parecía querer fastidiarlo cuando volvía a ese desesperante movimiento lento.

- ¿Eso es un sí? – Bajó el rostro, succionando la piel de su cuello, esa que estaba húmeda a causa del sudor. A través de sus labios lo caliente que estaba el cuerpo del menor. Aun esperaba respuesta, pero lo que escuchó le sorprendió de tal manera que olvidó su pregunta, cambiándola por otra - ¿Qué?

- Más… - Volvió a escuchar aquello mientras observaba su rostro, los ojos del menor permanecían cerrados- Quiero más… Kota…

Tragó saliva. Su corazón debió acelerarse mucho más; su sangre comenzó a hervir, sobre todo aquel pedazo de carne en el interior del chico. Sus labios se entreabrieron, nunca creyó que escucharía esas palabras.

- ¿Fuerte? – Se mordió los labios.

- S-sí… Más fuerte… Dame, más fuerte… - Y no tardó en hacerlo, mirando ese rostro y esos labios que se separaban más, dejando escapar un fuerte gemido. Quería seguir escuchándolo y así fue - ¡Así… Aaah! ¡Aah! – La espalda del chico se arqueó, dejando su pecho en alto y Kota no tardó en aprovechar aquello, chupando esas tetillas, notando lo duras que estaban y dejando marcas alrededor, escuchando esos fuertes gemidos. Esperaba ser el único que los oyera, pues no quería compartir al menor con nadie. Aunque sabía que sería como un perro fiel después de esto, pero un perro que aprovecharía algunos momentos para volver a tocar al amo y hacerlo gemir como ahora.

Las manos de Ryutaro llegaron hasta el cabello del mayor, tirando de él para mantenerle ahí, cerca de sus tetillas. La excitación que sentía con Kota tocándolo y moviéndose en su interior era incomparable. Aún percibía aquel enfermizo dolor pero no quería que aquello terminara. Intentaba contenerse pero no dejaba de gemir con fuerza, porque el miembro del otro se sentía tan caliente; así que se contraía involuntariamente con cada embestida. Movía las manos en el cabello de Kota y le miró pero se sintió avergonzado al encontrarse con sus ojos. Se mordió los labios y desvió la mirada pero Yabu no lo permitió; Tomó su mentón para que volviera a verle.

El mayor sonrió. Le tomó por debajo de las piernas y se cargó un poco sobre su cuerpo, aplastándole ligeramente cuando su miembro estuvo por completo dentro del menor. Ryutaro apretó los dientes, sintiéndose demasiado expuesto al quedar con las piernas tan separadas.

- No… no te calles ahora – Aprovechó el agarre que mantenía en su mentón y le movió para que abriera la boca. Así y antes de que Ryutaro gimiera, tomó sus labios y comenzó a besarle de una manera realmente profunda al deslizar su lengua de forma brusca en aquella cavidad.

Sus ojos permanecían fuertemente cerrados; movía la lengua contra la ajena y como los movimientos en su interior retomaban el ritmo anterior, lograban hacerle gemir sobre la boca del mayor. Se abrazó de su cuello, rasguñándole inconscientemente al intentar mantenerlo cerca cuando el miembro de Kota se movía hacia afuera. Intentó hablar al sentir sus músculos contrayéndose de una manera diferente, pero no hizo falta. Yabu sabía que Ryutaro terminaría pronto, por la presión que sentía alrededor de su pene y también al observar su rostro y notar esos ojos que permanecían fuertemente cerrados. Se alejó de su boca, escuchando ese fuerte gemido y deleitándose al tocar de manera ascendente los costados de aquel cuerpo, cuando el menor arqueó más y el semen manchó parte de su abdomen. Aquello logró hacerle sonreír por un momento.

Ryutaro no podía dejar de gemir, aunque sus gemidos eran más suaves ahora, luego de correrse. El mayor no dejaba de moverse y pareciera que su miembro se hacía cada vez más grueso en el interior del otro. El menor comenzó a sentir algo húmedo y caliente por dentro. Abrió los ojos para mirarle. Varios mechones de cabellos estaban adheridos al rostro del mayor, sus labios estaban separados y respiraba  agitado mientras contemplaba sus entrepiernas.

Suspiró al sentir caricias en sus piernas. Tembló ligeramente e intentó seguir la mirada del mayor, percibiendo cómo comenzaba a separarse de su cuerpo, haciéndole estremecer y al mismo tiempo, brindándole una sensación de vacío. Llevó las manos a su entrepierna para cubrirse más abajo, pero fue detenido otras manos.
- Gracias por esto – Susurró el mayor, dejando un beso en una de sus manos, entonces Ryutaro pensó que se veía demasiado provocativo de esa manera, con aquel sudor pegando esos mechones de cabello a su rostro; esos labios curvados en una leve sonrisa, junto a aquellos ojos que no dejaban de mirarle lascivos.

-No digas tonterías – Desvió la mirada y alejó esa mano con rapidez. Cargó parte del peso de su cuerpo en sus antebrazos, intentando alejarse, pero estaba demasiado cansado, por lo que también movió las piernas para hacerlo.

- ¿Adónde vas? – Kota le tomó de una pierna, deteniéndolo.

- Suéltame, necesito darme un baño… Debo irme – Dijo de manera fría, pero su rostro era completamente diferente; sus mejillas sonrojadas y esa mirada avergonzada hicieron sonreír al mayor, quien le soltó para que siguiera moviéndose.

 Ryutaro se sentó en la orilla de la cama sin ningún problema, pero cuando intentó ponerse de pie soltó un suave quejido.

- Yo te llevaré – Sentenció al moverse para alcanzarlo.

- No te atrevas a tocarme – Respiró profundo, estaba molesto por el hecho de no poder moverse bien. Se levantó y  cargó algo de peso en sus piernas. Con lo entumecidas que estaban le costó moverse y se apoyó en todo lo que tuviera a su paso, sintiendo que su orgullo se hacía añicos cuando la risa del mayor resonó en el cuarto, después de cerrar la puerta del baño. No salió de ahí hasta estar lo suficientemente limpio. Realmente había dolido limpiarse dentro, sintió cómo el semen del mayor escurría por sus dedos y bajaba por el interior de sus muslos.

Aquello no se volvería a repetir. Se juró a sí mismo que no volvería a hacer algo así, mucho menos con Kota.

-¿Estás bien? – Escuchó desde el otro lado de la puerta. Ryutaro frunció el entrecejo y no respondió. Envolvió su cadera con una toalla y abrió la puerta, viendo a Kota de pie junto a esta, apoyado en la pared y mirándole con una sonrisa.

-Ya puedes usarlo – Dijo con un tono frío y caminó con menos dolor hasta la cama, para evitar mirar  el cuerpo desnudo de su acompañante. Se quedó ahí, esperando a que el mayor entrara al baño, suspirando al escuchar que tomaba la manila de la puerta y miraba hacia atrás. Ya ni siquiera era capaz de mirarlo a la cara sin que sus mejillas se sintieran calientes, sobre todo al notar esas largas marcas en su espalda. ¿Lo había rasguñado? Si fue así ¿Por qué no se quejó? Era claro que él se quejaría. Miró sus manos y se dispuso a recoger su ropa, sintiendo dolor cada vez que se agachaba. El  vestirse y lucir bien, como si nada hubiera pasado, había sido algo difícil.

Mientras  arreglaba la corbata en su camisa, el mayor salió del baño; caminó hacia sus cajones para vestir ropa limpia. Sus propias manos se habían hecho torpes con la presencia de éste, fastidiándose al no poder hacer bien el nudo y para cuando se dio cuenta, Kota ya estaba frente a él, quitándole la corbata de forma delicada. Sus miradas se cruzaron por un instante. Todo era más vergonzoso que antes.

-Haré lo que no puedas hacer por ti mismo – El mayor dijo aquello.  Ryutaro intentó no mirarle, mordiéndose los labios - No hagas eso o vas a herirlos – Sintió esos suaves dedos que le obligaban a soltar sus labios; alzó la mirada hasta la boca del contrario y  comenzó a percibir un deseo incontrolable, deseaba un beso - No tardaré – Kota volteó para ir por una camisa mientras sonreía, pensando en la reacción de Ryutaro.

-Ya me voy – Dijo un tanto molesto a causa de todo lo que sentía. Tomó su bolso y se dispuso a salir.

- Espera un poco, ¿Acaso piensas salir de aquí caminando de esa manera? – Intentó burlarse, logrando detenerlo - Si quieres por mí está bien, no tengo problema – Intentó vestirse lentamente, para dejar pasar el tiempo. No quería que el menor se fuese.

Ryutaro se mantenía en silencio, sentado en la cama. No quería hablar ni mucho menos mirarle.

-Ya está – Pero el silencio no pudo mantenerse cuando su cuerpo fue alzado por esos brazos.

- Pero, ¡¿Qué haces?! ¡Bájame! – Se quejó, moviendo las piernas e intentando empujarlo para alejarle.

- ¿En serio quieres caminar por toda la casa? – Fue obligado a sostenerse del cuello del castaño - Bien –sonrió - Hazme el favor de abrir la puerta – Dijo triunfante.

Ryutaro abrió la puerta, pero no fue necesario cerrarla; Kota se alejó de ahí, dejando en evidencia las mantas de aquella cama, esas que lucían desordenadas y revueltas.

- ¿Señor se encuentra bien? – Escuchó un poco más adelante.

El menor se sujetó fuertemente del cuello del mayor y escondió el rostro en su pecho.

- Sí, solo se torció el tobillo – Escuchó la respuesta de Kota.

- ¿Debería llamar al médico? – Kota sonrió.

- ¿Debería? ¿Tú que piensas? – Preguntó a Ryutaro, quién negó con la cabeza. No quería mirar a la servidumbre, mucho menos cuando escuchó unas suaves risitas. Estaba avergonzado, demasiado avergonzado. De seguro todos en esa casa lo habían escuchado gemir tan descaradamente. Todo era culpa de él, de Kota y de nadie más - Está bien, no es nada grave… Prepara el auto, lo iré a dejar a su casa.

Kota no le soltó durante todo el camino, incluso lo llevó sobre sus piernas.

- ¿Tienes que hacer esto? – Susurró molesto, intentando que el chofer no los escuchara.

 -Claro, te torciste un tobillo, no quiero que cargues peso en el – Rió por el golpe que sintió en el pecho. Ryutaro lucía tan avergonzado.

-Deja de reír, no es gracioso – Se quejó.

-Claro que no lo es, pero ver tus mejillas cubiertas por ese tono es lindo – Le había pillado desprevenido. Sus mejillas estaban a la vista, pero no pudo reaccionar a tiempo como para esconderse o desviar la mirada; Kota le robaba un beso y no parecía querer alejarse cuando le tomó de una mejilla. Ryutaro intentó apartarlo pero no le fue posible. Sólo soltó un suspiro sobre sus labios - Te llevaré hasta tu habitación – Dijo sonriente después de notar cómo el menor intentaba evitarle hasta con la mirada, aquello era realmente lindo.

Bajaron con cuidado al llegar a la casa del menor. Yabu le llevó de manera ‘nupcial’ por todo el camino, no sabía cuál era la habitación de Ryutaro pero con sus indicaciones bastaba. Tuvieron que evitar a la servidumbre que se veía demasiado preocupada después de escuchar que el hijo menor de la familia se había torcido el tobillo.

-Supongo que tendrás que soportar una visita del médico – Dijo después de dejarle sobre la cama.

- Eso no es asunto tuyo, ya puedes irte – Fastidiado por la situación apoyó las manos sobre los hombros de Kota, alejándole. A cambio recibió otro beso, aunque esta vez se separaron rápido.

- Bien. Que tengas linda noche – Se separó en cuanto escuchó unos pasos apresurados y la voz del mayor de los hermanos, quien no tardó en entrar al cuarto.

- ¡Ryutaro! –Daiki tomó la pierna de su hermano, levantándola y escuchando ese quejido, había sido muy brusco.

-¡No hagas eso! – Y para él, aquel grito confirmaba que el dolor era intenso.

- No te preocupes, el doctor ya viene – se abrazó a la cintura del menor quedando entre las piernas de su hermano, medio sentado en el piso - ¿Cómo pasó? – Esa pregunta iba dirigida al mayor de los tres, quien, de pie les miraba con recelo. Daiki podía tocar a Ryutaro cuando se le diera la gana y éste no se quejaba.

-No lo sé, yo solo cumplí con traerlo – Se alejó hacia la puerta, bajo la atenta mirada del castaño- Nos vemos en la escuela – Sonrió.

Los labios de Ryutaro se fruncieron. A veces lo detestaba. Ahora tendría que cargar con una obligatoria revisión médica.

- Me preocupé cuando no llegaste, te llamé pero no contestaste, ¿En dónde estabas? –Daiki le miraba preocupado.

- No quiero hablar de eso, por favor sal, quisiera descansar un poco – Su hermano estaba a punto de protestar, pero no hizo falta, el médico apareció en ese instante y en el rostro de Ryutaro se mantenía una notable mueca. Tendría que fingir tan sólo para que no notaran lo que realmente había pasado.




Ryutaro no asistió a clases en los dos días siguientes, sabía fingir muy bien al caminar por la casa. Sentía el dolor, pero no exactamente en su tobillo.

Kota le había esperado impacientemente durante esos días, preguntándole a Daiki sobre su estado y preocupándose porque tal vez aún le dolía. No podía evitar sonreír y excitarse cada vez que recordaba lo que había pasado realmente. Pero aun cuando el chico regresó a clases, no pudo encontrar un momento a solas para hablar con él. Ryutaro no había vuelto a los sectores de los alumnos de nivel superior, por lo que tuvo que ir por su cuenta a encontrarle.


Lo había visto, había visto las mejillas enrojecidas del menor antes de que desviara la mirada a su libro y siguiera caminando a los baños. No lo dejaría así. Le gustaba la idea de verlo sonrojado porque en esos momentos demostraba sus sentimientos. Además le había estado evitando por todo un día.

Le siguió hasta los baños y al abrir la puerta casi choca con otros chicos, así notó que no estaban solos, aún no. Caminó al lavabo, manteniendo una distancia prudente de Ryutaro, cuando éste se mojaba el rostro.

Cuando el menor levantó la mirada y vio al otro por el espejo se sorprendió; Seco rápidamente su rostro con un pañuelo e intentar salir de ahí, pero ya era tarde, los otros chicos ya no estaban y Yabu le tomó de la muñeca, metiéndolo junto a él al cubículo más alejado, apegándolo a la pared para eliminar la distancia entre sus cuerpos.

- ¿Era necesario evitarme? – Bajó la mirada al libro que el menor mantenía en la mano- ¿Qué te gusta más, tus libros o yo?

- ¿Qué? No hagas preguntas estúpidas – Usó su fuerza para alejarlo. Se sentía desesperado por salir de ahí, pero su cuerpo fue empujado nuevamente contra la pared.

- Responde… - Suspiró cerca de su rostro, manteniéndole acorralado. Ryutaro se movió y sus cuerpos entraron en contacto al rozarse. Casi al instante ambos recordaron las sensaciones que gozaron durante ese día.

- Mis libros – Respondió desviando la mirada.

-Mientes… - Susurró cerca de sus labios, mirándolos. Moría por besarlos.

Cómo odiaba que el menor le evitase, huyendo cada vez que le veía, luciendo molesto. Pero sabía que ese día Ryutaro no estaba bien, que su mente estaba perdida seguramente en el recuerdo de ambos sobre la cama, gimiendo. Incluso había olvidado comprar ese chocolate que tanto le gustaba.

- No preguntes si no quieres saber la verdad – Respondió fríamente, entonces Kota prefirió no insistir.

- Bien… - Suspiró antes de soltarle, alejándose y guardando una distancia prudente. No pelearía con él para intentar que fuese sincero, pues esas mejillas parecían hablar por sí solas. Buscó en el bolsillo de su pantalón, bajo la atenta mirada del chico - Toma… No es el que acostumbras comer, pero supongo que será igual – Ryutaro frunció levemente el entrecejo al ver una barra de chocolate.

- ¿62% Cacao? No es lo mismo que sesenta, ¿sabes? – Habló como si se quejara, pero realmente estaba agradecido. Tomó el chocolate y se quedó observando el papel - Gracias… -habló por lo bajo.

Aquello hizo sonreír al mayor, pero dejó de hacerlo poco a poco al ver esas mejillas nuevamente sonrojadas, junto a esos ojos tímidos que le miraban de reojo. Los labios de Ryutaro se fruncieron antes de separarse.

 - Sí estás de acuerdo me gustaría… - Las palabras se quedaron en la garganta del menor después de escuchar unas risas. Entonces Kota perdió la esperanza de escuchar lo deseado porque el menor salió rápido del cubículo. Luego oyó un fuerte golpe, Ryutaro había pateado una de las puertas - ¿Qué demonios hacen? – Miró furioso a ese par, quienes ya tenían las corbatas flojas y unos cuantos botones desabrochados. La mano de Kei se situaba en la espalda baja de Daiki, aquello fue interrumpido cuando Ryutaro tomó al mayor por el cuello de la camisa, arrancándole un botón que dejó de rodar en el piso, al chocar contra el zapato de Kota.

- Ho–hola pequeño Ryutaro~ – Kei mantuvo las manos en alto frente a su rostro, protegiéndose de cualquier golpe que pudiese recibir.

- ¿A quién llamas pequeño? Cretino ¿Y qué crees que haces con mi hermano? – Kota sonrió al verle reaccionar de esa manera.

- ¿K–Kota… no deberías ayudarme? – preguntó un Kei realmente asustado. Notó la sonrisa en el rostro del castaño. Kota no tenía intenciones de interrumpir, después de todo él le había impedido escuchar las palabras de Ryutaro.

- No lo creo – Dijo desviando la mirada, sonriendo ligeramente.

- Ry–Ryutaro… - Daiki habló tembloroso - No te enojes con Kei, él no tiene la culpa de ser tan ardiente… - Dijo tímido, sonriendo al recordar las cosas que hacían. Dejando descolocados a los otros tres.

A Kota por lo estúpido que lograba ser el chico, ¿en verdad era hermano de Ryutaro? Era lo que siempre se preguntaba. Kei en cambio miró sonriente a su novio, se veía tan atrevido diciendo esas palabras, pero lamentablemente no eran las que podrían salvarlo. Ryutaro, por su parte, no quería imaginar todo lo que hacían para satisfacerse, pero no pudo evitarlo, y aquello le hizo enfurecer aún más. Justo cuando levantaba el puño para golpear el rostro de Inoo, alguien entró al baño y la palabra “Pelea” comenzó a escucharse repetidas veces por el pasillo; Dentro de poco les rodeó un público demasiado entusiasta, luego se acercó un profesor, separándolos a pesar de que la pelea nunca fue consumada.

Ese día Ryutaro había pasado otra vergüenza inolvidable. La vergüenza de encontrar a su propio hermano con el chico que parecía detestar más que a nadie, y la vergüenza de sentirse demasiado observado por sus compañeros, a pesar de que esas miradas eran de admiración por intentar golpear a un superior. ¿En qué demonios pensaba Daiki al involucrarse con un tipo como ese?

- No pienses mucho en ello – Escuchó el susurro en su oído y luego unos labios sobre los suyos, haciéndole sonrojar.  Miró sus alrededores sintiéndose algo paranoico, en caso de que alguien los hubiese visto. Kota retrocedía alejándose cada vez más - Nos vemos más tarde –Se fue sonriente para dirigirse  a su clase.

Realmente ansiaba la llegada del siguiente receso, después de todo su tarea inicial era entretener a Ryutaro para que no encontrara a los otros dos, y aunque éste ya lo había descubierto todo,  no le iba a dejar tan fácilmente.


FIN.


Dicen que las cosas saben mejor cuando son compartidas; esto llevó a que Ryutaro observara su barra de chocolate. Notaba que Yabu estaba a su lado, sentado contra el tronco de un árbol, mirando el cielo tal vez; pero el mayor le miraba a él aunque su mentón estuviese en alto. Intentaba descifrar qué era lo que pasaba por su mente, pero era difícil saberlo porque Ryutaro era impredecible.

Ryutaro cortó un pedazo de chocolate y entonces Kota miró hacia arriba, alejando la mirada de aquellas acciones.

-Yabu – Susurró; Éste escuchó su llamado e inmediatamente movió la cabeza para mirarle, sin pensar que al entreabrir los labios para formular una pregunta le estaría esperando un trozo de chocolate que chocó suavemente contra sus labios; pudo sentir su sabor de inmediato – Cómelo. – Demandó el menor, empujando suavemente el chocolate con los dedos cuando este ya comenzaba a derretirse.

Kota sólo relajó los labios para que esto sucediera, mirándole fijamente, aun sorprendido porque era la primera vez que Ryutaro hacía aquello durante el transcurso de los días que llevaba acompañándole. Esperó palabras de su parte, una explicación o tal vez una sonrisa, aunque eran escasos los momentos en los que podía contemplarle mientras éste sonreía y, como lo esperaba, no fue así. El menor sólo volvió a concentrarse en su barra de chocolate y siguió comiendo mientras volteaba la hoja de su libro.

-¿A qué se debe eso? –preguntó quitando lo que quedaba de chocolate de sus labios. Sabía que se había manchado un poco porque el chocolate estaba ligeramente derretido a causa del calor de los dedos del otro.

- A Nada – Dijo sin darle mayor importancia.

-¿A nada? – Realmente quería una respuesta, algo que le dijera que su relación con ese chico iba mejorando.

- Dicen que las cosas saben mejor cuando se comparten, sólo quería saber si era cierto – Ryutaro intentaba mantener un semblante tranquilo y a la vez serio, pero le era difícil al percibir el interés del otro. Aun así lograba controlarse.

-¿Y? ¿Tiene mejor sabor? – Ryutaro suspiró y meneó la muñeca a su lado.

- ¿Lo quieres? No tengo deseos de seguir comiendo – Aquello era extraño, ya que usualmente si no quería más simplemente lo guardaba, pero también estaba el hecho de que hacía un calor infernal y el chocolate solo terminaría derretido en su bolsillo.

Kota decidió tomarlo y comenzó a comer, insatisfecho a causa de la ausencia de una respuesta.

Ryutaro no quería admitir que ese pedazo que comió sí había tenido mejor sabor, acompañado de un agradable sentimiento que invadió su pecho y al que pudo identificar como alegría. Así que sólo quiso evadirlo al regalarle su chocolate.

Por primera vez el chocolate derretido sabía mejor.

5 comentarios:

AmiS dijo...

Ryutaro kota y chocolate... que combinacion tan excitante... me encanto!!

★~Kiяα~★ dijo...

¡¡Amé el fic!! *________*
Me leí las dos partes y no pude contener mis ganas de comentar.
El momento fue perfecto <3
Ryutaro con esa actitud me ha fascinado, e imaginarlo con las mejillas así me ha enamorado.

Gracias por compartir este fic <3

Izumi月女神 dijo...

*O* ¡fue estupendo! asdasdsdasd la relación de Yabu y Ryutaro tan tsundere es genial!! y tan intensa, fue maravilloso 60% de cacao y 62% de cacao totalmente Ryutaro! ;O; waaaaaaa es bastante emocionante de veras de veras me ha gustado!! *O* asasdadsasda Gracias! gracias!! gracias! lo releeré *Q*

Paoo Inoue dijo...

o sea Ryutaro es medio lento y además pregunta ¡que piensas hacer con eso? XDDD dependiendo en qué posición (?)
por Dios este es el final que me esperaba, te juro que amo cuando haces eso con Ryutaro, lo haces ver tan poco accesible pero un gatito en otras ocasiones, Te amo Denii eres de las mejores! ;w; perdón por no haberte comentado el blog antes, pero sabes lo gay que es mi celular :( así que aprovecho en Internet de la escuela :B
No dejo de decir OMG xD es que tus lemmons son, solo son tan sdhvasuvsdfhabdgibd tu sabe'

Anónimo dijo...

Debo estar todavía roja por leerlo ewe pero es que era tan adictivo! Amo el yabutaro. Gracias por la historia, hasta me dio ganas de un chocolate :L

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